Aguardando en la Taberna de Eliria

Ya habían pasado un par de días desde que me encontré con la pequeña diablesa en el hielo. Y como habíamos acordado, acudía a la cita, esperando que Eises se personara...

Era noche cerrada. Kahlia resplandecía enormemente grande y hermosa en el oscuro firmamento nocturno. Aterricé en el callejón de siempre y oculté tanto mis alas como mi aura para pasar desapercibida entre los humanos. Me eché la capucha sobre la cabeza. Esta vez, llevaba un vestido largo negro sobre la armadura, aunque esta no se apreciaba, ya que el vestido la disimulaba muy bien.

Salí del callejón y me dirigí directamente a la taberna. Mi cabello dorado lucía con el reflejo que Kahlia ocasionaba en él al sobresalir sobre los hombros de la capucha.

Nada más entrar al calor y ambiente ligeramente cargado de la taberna, traté de ubicarla, pero parecía no haber llegado todavía, así que ocupé una de las mesas de los laterales vacía y apartada, a pesar de que la taberna siempre estuviera bastante concurrida. Pedí algo para beber, y me senté a esperar, sin retirarme la capucha aun.

Desde mi posición, vigilaba la puerta, por lo que si Eises llegaba, la vería nada más pusiera un pie en la taberna, puesto que tenía la mirada fija en aquél punto, aunque estuviera ligeramente distraída.

Me llevo bastante tiempo llegar a la ciudad, no fue un viaje fácil si tenemos encuesta el echo de que no se volar lamentablemente. Había desistido de injertar practicar tras múltiples y aparatosas caídas que quedaran gravadas en mi psique durante bastante tiempo lamentablemente.

Pero lo importante es que estaba allí. Seguía los consejos de la diablesa, por lo que ocultar mis facciones con un manto blanco, aunque juraría que casi atraía mas la atención con el puesto, y ocultaba mi aura en todo momento.
Segura de mi misma tras una ultima comprobación en este asunto me encamine hacia el lugar donde había escuchado que estaba la taberna en cuestión, para, obviamente entrar sin parármelo a pensar mucho.
Ya dentro de la misma, note inmediatamente como varias miradas se clavaron en mi… Lo cual tampoco era de esperarse pero, si encontraba molesto tras el tiempo que llevaba sola.
Haciendo acopio de mi fuerza de voluntad decidí ignorar este echo, dirigiéndome a la barra del lugar, donde solicite amablemente tras retirarme el manto (lo cual provoco una nueva ronda de miradas al descubrir mis rasgos) un zumo de manzana, ya que las bebidas alcohólicas no son de mi agrado. Por suerte el tabernero me dio un trato formal, como a cualquier otro cliente mas, así que ayudo a relajarme un poco.

Ya con mi bebida, y algo mas relajada, decidí que era el momento de ver si Caeli estaba por el lugar. Con esa idea en mente, deje lentamente que mi aura se expandiese un poquito, lo justo para que alguien que estuviese en la misma sala que yo pudiese percibirla

Vi una figura cubierta con un manto blanco entrar a la taberna, pero no podía percibir su aura. Al poco tiempo, desde la barra, el aura de Eises se mostró ligeramente. Miré instintivamente hacia aquél lugar, al parecer había sido la figura de blanco. Mostré ligeramente mi aura para indicarle a Eises mi posición y esperé a que se acercara y se sentará conmigo a la mesa.

La capucha me hacía una misteriosa sombra sobre la cara, pero el cabello que sobresalía sobre los hombros brillaba doradamente. Una sonrisa de satisfacción se esbozó en mis labios, que sí estaban visibles a la luz. Frente a mí, descansaba la jarra de agua fresca que había pedido para beber y me habían traído hace rato.

No tarde mucho en notar una respuesta, y aunque no recordaba el aura de Caeli me parecía familiar así que decidí volverme para asegurarme de que era ella. Y aunque estaba encapuchada tenia una excelente memoria visual que me indico que la sonrisa de la encapuchada encajaba con la de ella.

No dije nada, mientras tomaba mi bebida y me sentaba enfrente de ella si decir nada, observándola atentamente pues prefería que fuese ella la que empezase la conversación

- Me alegra verte de nuevo, Eises -Dije estirando la sonrisa, con calma-. Espero que no te haya costado mucho encontrar el sitio... Lo elegí porque todo el mundo lo conoce y sería fácil encontrarnos.

La observé tras la sombra de mi capucha por un instante. Llamaba bastante la atención. “Creo que tendré que enseñarla a ocultar sus rasgos demoníacos...”

- Es mejor que te cubras, llamarás menos la atención... -Le dije en tono amable. Tomé mi jarra de agua y le di un trago antes de continuar-. ¿Has tomado una decisión?

Que hubiese venido hasta aquí, no implicaba que hubiera decicido venir conmigo, por lo que prefería asegurarme.

-Buenoooo…- Empecé a responder a su primera pregunta pero creo que di a entender que no había sido tan fácil para mi… aunque lo importante es que estaba allí en mi opinión.
Aunque su referencia a que ocultase mi rostro me izo ladear ligeramente la cabeza intrigada, pero la obedecí en silencio.
Y con esto llegamos al asunto importante del día… Que había decidido.
Tome un largo sorbo de mi bebida mientras cerraba los ojos terminando de sopesar mi decisión… Aunque al final alce ligeramente la vista de la tabla para enfocarla en la princesa.

-Creo que…. Aceptare tu propuesta al final…- Respondí tímidamente

- Bueno, pero al final lo encontraste y eso es lo que importa, que estás ahora aquí -Le dije con una sonrisa, dando a entender que había entendido su respuesta.

Observé a la pequeña demonio con curiosidad, sin intimidarla demasiado con mi mirada esta vez, pues ésta era cálida. Esperaba con paciencia, con calma, una respuesta de Eises.

- ¡Pues, eso hay que celebrarlo! ¿Quieres otro zumo, Eises? -Sonreí abiertamente.

-Preferiría cambiar a Té verde a ser posible..- Respondía su pregunta.

No dije nada en un pequeño rato ya que estaba algo ensimismada en mis pensamientos, pero rompí ese silencio bastante rápido pues quería comentar una cosa.

-Recuerdo que cuando hablamos en el lago subterráneo, me dijiste que podríamos encontrar un lugar donde me sintiese cómoda… ¿Tenéis una biblioteca por casualidad?, si es así me gustaría tener al menos acceso a ella, pero preferiría poder quedarme en ella a modo de bibliotecaria residente… Aunque suene raro^^U.- Respondí tímidamente.
Prefería vivir en una biblioteca pues había pasado los mejores momentos de mi memoria en casa de una artista y mi cuarto al final había sido la misma biblioteca de la cas, así que por alguna razón me sentía extrañamente cómoda durmiendo entre libros

- ¡Pues que sea un Té verde! ¡Me apunto a esa! -Reí ligeramente, al tiempo que le hacía una seña al camarero para que nos atendiera-. Dos Tés verdes, por favor.

Le sonreí con calidez a Eises, tras esto último. Me sentía como una hermana mayor y eso me ilusionaba.

Al cabo de poco tiempo trajeron los Tés y nos los pusieron delante de cada una. Agarré mi taza con ambas manos, desprendía calor y un vapor sobrecogedor, estaba calentita.

Eises parecía algo tímida, pero era porque aun no había sentido la suficiente confianza y no es que se dijese que yo fuera muy habladora. Aun así se esforzó por romper el hielo. La observé con una tierna mirada.

- ¡Por supuesto! Tenemos una biblioteca y creo que tiene acceso por una puerta secreta a los sótanos... allí la temperatura es más fresca y húmeda... puedo pedir que te lo acomoden para que no tengas humedades incómodas y puedas decorarla a tu gusto -Le sonreí de nuevo, ampliando la sonrisa.

-Por las humedades no te preocupes, después de todo soy una elemental de agua. - Sonreí ligeramente mientras con un gesto de mi mano ice que los restos de agua en el vaso de Caeli se congelasen.

En estas llego las bebidas que habíamos solicitado por lo que rápidamente tome un sorbito del Tè, disfrutando del sabor, antes de continuar.

-De todos modos… ¿Cómo es el lugar a donde vamos?-

- Oh, gracias, Eises... -Dije dejando escapar una risita al tiempo que tomaba el vaso de agua y le daba un golpe seco contra la mesa para que el hielo se resquebrajara y así lo hizo sin romper el vaso-. ¿Quieres un poco de hielo? -Sonreí con una mirada cómplice a la vez que pícara, ofreciéndole el hielo por si quería enfriarse el té con él.

Sin embargo me incliné ligeramente hacia delante, hacia ella, para susurrarle una cosa por lo bajo.

- De todas formas, no deberías hacer eso en lugares como éste, los humanos son muy supersticiosos y desconfiados, me temo... -Le dije como si fuera una confidencia y volví a recostarme sobre el respaldo de mi asiento, echándole un trocito de hielo a mi té para que se templara, y le dí el primer sorbo.

Negué con la cabeza ante el ofrecimiento dy hielo… Podía enfriar mi Té sin el y de echo ya lo había echo, como se podía notar que no salía vapor de el.
Pero me quede sopesando sus palabras sobre ocultar mis poderes cuando estuviese rodeada de humanos. Lentamente a causa de esto fui observando a los humanos que nos rodeaban con pasividad, antes de volverme hacia ella.

-¿Por qué? Es cierto que una vez que cree un parasol de hielo con el agua de una fuente te pusieron a gritar y salir corriendo… Pero no son peligrosos por lo que e experimentado-

Me eché a reír al escuchar la anécdota que contaba Eises. Y luego me volví a inclinar hacia ella para volver a susurrarle.

- Es algo natural... los humanos temen a las criaturas sobrenaturales... viven mucho más felices en la ignorancia y nos ahorran estropicios -Sonreí, dándole un nuevo sorbo a mi té, que ya estaba más fresquito y aproveché para bebérmelo de un trago. Dejé la taza sobre la mesa con un suspiro-. ¡Estaba muy bueno! Gracias por enseñarme esta nueva bebida no alcohólica -Reí nuevamente, pero más suave y debido al comentario-. Bueno, Eises, cuando quieras podemos ponernos en marcha hacia el Infierno...

Mi sonrisa no podría ser más amplia.

-De nada- Respondí ante el comentario sobre el Té

Mas asentí lentamente cuando me dijo que estaba preparada para llevarme al infierno, indicándole que cuando quisiese procediese

- Muy bien, pues pongámonos en marcha, jovencita -Dijé poniéndome en pie y dejando unas monedas sobre la mesa-. Acompáñame, Eises.

Me dirigí hacia la salida de la taberna con decisión, confiando en que Eises venía detrás de mí. Guié en silencio hacia el callejón en el que había aterrizado antes, cerciorándome de que nadie se fijara en nosotras, ocultas bajo nuestras capuchas.

- Bien, ahora no te sueltes -Le dije girando el rostro para mirarla. Le agarré la mano con fuerza, pero sin dañarla. Y al momento siguiente una ráfaga de viento nos envolvió, haciéndonos desaparecer el lugar...

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