Aposentos de Ziven

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Aparecimos en un halo de oscuridad. Sostenía a Ziven con elegancia por los hombros. Nos encontrábamos en una habitación que por ahora no usaba nadie. Me acerqué hacia la cama y lo dejé sobre ella. Después, con las pocas energías que me quedaban extendí mi mano hacia su frente y dejé que la oscuridad se expandiera hacia su frente. No fue mucho, pero lo suficiente para que despertara.

Me senté sobre la cama, a su lado. También yo estaba cansada, pero intenté que no se me notara.

- ¡Calla! -Ordené con determinación. No me afectaban sus amenazas-. Guarda tú rabia y tus energías para tus enemigos...

Con esto, había dejado claro que yo no lo era. Le dirigí una mirada de reproche.

- Podrías mostrar un poco de gratitud, ¿no te parece? -Le tuteé, directa, haciendo un ademán con la mano para que se fijara en donde se encontraba. Si era tan inteligente como me había parecido, descubriría el mensaje que le había transmitido entre líneas-. Te lo dije antes, regento este reino. Y mi poder ha aumentado desde entonces...

Esperaba que se calmase. Sólo entonces le revelaría la verdad de su situación.

Me reincorporé finalmente, quedándome sentado sobre la cama, deje una pierna estirada, mientras la otra permanecía flexionada con la rodilla bastante próxima a mi pecho la cuál abrazaba con uno de los brazos, arqueando levemente hacia delante el resto de mi cuerpo. Mantuve la vista baja, clavada entre las sabanas, teniendo en cuenta los tintes que estaba tomando la conversación, no me apetecía observarla directamente, por el momento.

Cuando me mandó guardar silencio, obedecí sin ganas, y suspiré, desviando pesadamente la mirada.

- No suelo disponer de mucho tiempo para afrontar las formalidades... Era cierto, no estaba demasiado acostumbrado a compartir un dialogo extenso que terminara yendo más allá de un momento fatídico, para el interlocutor que se convertía al poco tiempo en otra de mis victimas.

Y es que, aunque pudiera evidenciar lo contrario a veces, no era un demonio de muchas palabras, sólo me limitaba a cumplir lo que se me encomendaba a rajatabla, sin prestar atención a otra serie de acontecimientos.

- Tampoco sé si podría colocar la palabra gratitud en un contexto coherente... No estaba acostumbrado a expresarla ni mucho menos. Mis palabras se confundían en el ambiente de una manera extraña, ahora que el componente oscuro, malintencionado y silvino no las respaldaba. Supongo que esa era mi forma de mostrar la "gratitud" que ella me estaba reclamando.

De alguna manera estaba logrando desenmascararme, desterrando esa coraza malévola, y acercando mi actitud hacia un "compañerismo" más fehaciente. No era mi enemiga. Mi frialdad me obligaba a tomar estas situaciones de una manera jocosa a largo plazo, de modo que mi incomodidad, ante algo que me resultaba inaudito -acostumbrado a ser un diablo solitario-, tuviera un disimulo más que efectivo.

Le observé detenidamente. Parecía tener una forma de ser un tanto peculiar, fría y distante. Sin embargo, había sido honesto conmigo, lo cual despertó una cierta confianza por mi parte hacia él.

- Bueno... es un comienzo... -Esbocé una pequeña y cálida sonrisa y guardé silencio nuevamente para observarle una vez más, organizando lo que quería expresarle en mi cabeza antes de pronunciarlo-. Si te he traído aquí, es porque creo que tienes el potencial suficiente como para formar parte de mi corte personal. De otro modo no te habría traído hasta aquí y me habría preocupado de que recuperaras la conciencia... Pero, me gustaría dejarte claro algo... Soy una persona cercana y en la que se puede confiar, pero soy muy estricta y quiero que lo tengas claro -Penetré ahora mi diamantina mirada, seria, en sus ojos-. Espero poder gozar de tu confianza también...

Compartí una mirada intensa, profunda, antes de escuchar su respuesta, firme y tajante. Me hizo gracia, en cierto modo... “¡¿Cómo puede haber interpretado que quería convertirle en bufón?!”

- Por favor, no me malinterpretes, Ziven. Nada más lejos de ese concepto. Todo lo que me gustaría es que fueses parte de mi familia, de las personas que conforman mi círculo de confianza... pues, el reino no se dirige solo... Necesitaré una mano derecha que me aconseje y creo que tú puedes ser ese demonio digno de mi confianza... -Podía haber parecido una declaración, y realmente lo era, pero no expresaba nada más allá de las formalidades profesionales-. ¿No estás de acuerdo...?

Tras una breve pausa, alegó que ambos éramos totalmente diferentes... y no esperaba menos, pues no existen dos personalidades idénticas sobre la faz de este mundo. Su aura comenzaba a latir crecientemente -aunque no en su máximo esplendor todavía, pues aun no se había recuperado del todo y la cual yo podía percibir gracias a que tenía mi aura suprimida-, dándole un cierto énfasis a sus palabras.

Le seguí con la mirada, estudiando sus movimientos, sus gestos más al detalle. Se había levantado de la cama y comenzó a deambular por la estancia hasta detenerse a observar los libros que yacían ordenados en una de las estanterías, dándome ahora la espalda -Tenía que admitir que este demonio me despertaba una cierta curiosidad, curiosidad por descubrir aquellos detalles enigmáticos de su pasado que le hacían ser como era-. Observé por un instante su larga cabellera oscura como la noche, ahora que me podía fijar literalmente en ella por encontrarse de espaldas a mí. Y una duda asaltó mis pensamientos... “¿Por qué no le habría encontrado antes...?” Había tantos misterios que aun desconocía del Infierno, que seguramente no sería el último descubrimiento que haría.

Me levanté suavemente de la cama y conduje mis pasos con tranquilidad hacia la espalda de Ziven, tratando de no invadir su espacio personal. Mi extrema agilidad sumada a mi control elemental, me hacían ser naturalmente silenciosa, por lo que seguramente no se habría percatado de mi acercamiento.

- Me disgustaría mucho que rechazases mi oferta... -Mi voz sonó suave como un susurro a su espalda-. Creo que formaríamos un buen equipo... Fuego y Aire se alimentan mutuamente... una combinación sencillamente devastadora...

- Sentirás, la brisa del mar, una vez hayas logrado aproximarte lo suficiente a la orilla, ¿no es así? Había logrado sorprenderme ciertamente, se había movido silenciosa, como la suave ráfaga que no puedes percibir hasta un instante antes de que entre en contacto con el resto de tu cuerpo.

Mi voz se mantenía serena, pausada y apacible, no iba a permitir que ella se quedara con la iniciativa, seguro que aquella frase tan peculiar, había logrado cogerla desprevenida, permitiéndome así, tomar la delantera en este peculiar juego de autocontrol, en el que luchábamos por no mostrar algunas de las desvergüenzas mas humanas. ¿Era posible que me viera sorprendido por aquella aparición repentina, dejándome un segundo sin el don de la palabra, y desorganizando mis pensamientos, dejándome totalmente vendido y sin saber como reaccionar en un momento así? No podía dejar que se apercibiera de ello, una situación demasiado embarazosa para mi, acostumbrado a llevar la batuta de las situaciones.

Volví a bajar la mirada y mi rostro se relajó, y mis mejillas se estrecharon en el prologo de una ligera risotada. Maldita sea, había bajado la guardia, lo cierto era que escondía un toque de bondad, - que tanto me esforzaba en ocultar- totalmente ajeno, a la personalidad de la que solía presumir más comúnmente. Supongo que un demonio también puede disponer de un catalogo de buenas acciones, según su propio criterio... ¿verdad?

Lo había visto en su mirada, había notado su pupilas dilatarse ligeramente, a modo de sorpresa clamando la palabra "¿Bufón?" con el tono interrogativo pertinente y concediéndome la oportunidad de interpretar sus primeros pensamientos.

-Todo aquello que me ofreces, no encaja en absoluto en el perfil de bufón desgraciado, tienes razón. Volví a anunciar, simplemente limitándome a afirmarlo de un modo jocoso y casi chistoso, aunque la rigidez en mis palabras no terminara por desaparecer del todo. - La verdad no tengo por costumbre, animarme con mis propias alabanzas, supongo que las cualidades carecen de valor en uno mismo, hasta que los demás consiguen descifrarlas, espero que no tengas ningún tipo de confusión hacia mi, que te pueda poner en peligro en un futuro.

Volví observarla un instante y me distancie unos pasos más, toda esta situación, me estaba resultando complicada de asimilar, me sentía levemente incomodo, presionado en cierto modo, no solía tener un excesivo trato cordial con los demás seres.

-No pienso tomar responsabilidades en este asunto... me lavo las manos, no quiero que nuestras almas se embarquen en una persecución fraticida durante toda la eternidad, si tu reino acaba siendo destruido asi que piénsalo bien, Caeli.

Volví a observarla, frio y punzante, mis ojos se rasgaron por un momento, hablaba en serio.

De todos modos, antes de que corrobores tu decisión de forma oficial... hay algo que creo que debería enseñarte... pero repito, TEN cuidado con lo que eliges. Finalicé caminando de nuevo por la habitación, aislándola en cierto modo, para que pudiera razonar con calma, me había sorprendido su ofrecimiento, pero no íbamos a tomarnos las cosas a la ligera. Ella debía sentir ahora la responsabilidad sobre sus hombros... era una prueba. Si realmente podía comportarse como la reina que estaba apunto de ser, sin perder los estribos, me uniría a ella sin dudarlo.

Me sorprendió su frase de introducción, me hizo pensar sobre ello un instante. Ahora era él el que había conseguido desconcertarme... Parecía un duelo verbal, en el que cada cual se esforzaba por impresionar al otro y desconcertarle con su elocuencia...

Cuando me quise dar cuenta, ya se había dado la vuelta y me escudriñaba en busca del más mínimo fallo con su mirada.

Continuó sacándole el lado cómico a lo del “bufón”, afirmando lo que yo ya le había aclarado. Me preguntó indirectamente si tenía alguna clase de duda hacia él... “En realidad, muchas...” Pensé inmediatamente, pues aun había muchas cosas de él que me desconcertaban.

Me planteó un dilema que me hizo pensar sobre ello. Al parecer se estaba preocupando, pues no quería que me precipitase en tomar una decisión...

Me hizo dudar... Primero me prevenía y se preocupaba, después me decía que no quería hacerse cargo de la responsabilidad de lo que sucediese en el reino y luego parecía animarme a que me decidiera... “¿En qué quedamos?” ¿Qué era lo que pretendía realmente? ¿Acaso me estaba poniendo a prueba?

Sonreí maliciosamente ante la evidencia, era retorcido pero se preocupaba porque quería estar seguro de a quién se confiaba. Me gustaba el reto, tenía que admitirlo.

Sin embargo, y a pesar de las dudas que me había hecho plantearme al principio de su planteamiento, había algo que tenía muy claro... Su potencial prometía y estaba convencida de que le haría mucho bien a los demonios renegados. Una cosa estaba clara, yo no seleccionaba a cualquiera para que estuviera a mi lado a la cabeza del reino... y quería que él ocupase ese puesto y no otro.

Pensé en Eises, ella aun era muy joven... Sin embargo, también la quería tener cerca, pues también se trataba de un diamante en bruto que pronto maduraría y resplandecería a la vista de todos... Recordé que Eises, en cierto modo y a pesar de su corta edad, también me había puesto en una tesitura parecida cuando la encontré en aquella cueva helada esculpiendo estatuas de hielo.

Observé a Ziven con una mirada entre maliciosa y perspicaz. El tiempo de espera que me había tomado para meditar sobre aquello había concluido.

- Adelante. Muéstrame aquello que crees que debería conocer... -Pedí, tratando de no demostrar del todo mi curiosidad. Pues, antes de darle una respuesta concluyente, también yo deseaba asegurarme y esclarecer algunas dudas.