Aposentos de invitados [Will y Caeli]

OFF: Vengo de la Recuperación con Aspicious.

---

Todavía no había tenido ocasión de hablar con Will sobre lo ocurrido, y ahora que tenía tiempo aproveché para ir a hacerlo, antes de centrarme en mi cometido para con Aspicious y los demonios oficiales. Khoui, el mayordomo demonio, me indicó muy amablemente dónde se encontraba su habitación justo cuando salí de la mía, pero tampoco me hubiera hecho falta, ya que podía guiarme a través de su aura.

Había dos demonios custodiando la puerta, pero aun así no me detuve.

- Vengo a hablar con William Schcliff, él fue quien me trajo aquí. Es importante. Por favor, permítanme pasar.

Los guardias intercambiaron una mirada, pero nadie les había dado orden de no dejar pasar a nadie, sólo de vigilarle. Así que, tras aquel momento de incertidumbre, uno de ellos abrió la puerta y se apartó, esperando a que yo pasara. Por lo que, sin más dilación entré y sentí cómo cerraba la puerta tras de mí.

Me quedé en silencio por un instante, Will aun dormía y no quería perturbar su sueño. Sin embargo, Sebastian sí que me había notado y alzó la cabeza para observarme desde su posición, tumbado en el suelo al lado de la cama. Me acerqué a él silenciosa y le acaricié la melena, arrodillándome por un instante a su lado para ponerme a su altura y rascarle suavemente por detrás de las orejas. Sabía que eso le gustaba y yo también le había echado de menos.

Después, me volví a poner en pie y me acerqué hasta la cama, sentándome a su lado. La mirada se me había llenado de ternura, ya no la ocultaba. Nunca le había visto dormir, pero no sé si era por lo que sentía hacia él o qué, pero cuando dormía no parecía para nada el monstruo por el que muchos le tomaban. Realmente, tal vez fuese un poco inocente en ese aspecto, pero es que yo no había conocido nunca aquella faceta suya como el cazador de renombre que era, pues conmigo jamás se había mostrado así.

Al entrar Caeli, Sebastian dio un respingo. Estaba realmente emocionado porque pudiera ver a la demonio otra vez, y su esfuerzo había costado el traerla desde el Más Allá... Cuando le acarició las orejas ronroneó cariñosamente, como un gran gato.

Por otro lado, yo aún me encontraba dormido. Debido a mi condición sobrehumana adquirida en el transcurrir de los años, mis periodos de descansos eran notablemente menores, pero eso no me hacía invencible, ni mucho menos. Pese a ello, en el momento en el que la mujer a la que amaba se sentó junto a mí, abrí inmediatamente los ojos. Pude observarla con detenimiento. Se había aseado y llevaba un peculiar atuendo que me recordaba a los tiempos en los que la conocí años atrás. Pero lo más arrebatador de todo era la mirada que me dedicaba con sus ojos inundados de la más infinita ternura.

El miedo que me había atenazado al pensar en su posible rechazo se disipó por completo, y entonces mi expresión se relajó y compartió con ella el mismo tipo de mirada. Muchas cosas habían sucedido, y yo no había podido estar ahí para salvarla... Aquello le podía haber producido un gran rencor, pero al parecer no era así, o al menos no lo mostraba. Habían sido casi diez años sin verla, y eso no se olvidaba fácilmente. Desde que la guerra de Omega estalló y yo tuve que cargar con la responsabilidad de los de mi estirpe no había podido dedicarla tiempo. La extinción estuvo a punto de consumirnos, y como antiguo líder de los Cazadores del Bien no pude echar la vista a un lado.

- Jamás pensé que este momento se volvería a repetir - dije con una voz ronca, aún no estaba recuperado del todo -. Y entonces descubrí que te había perdido para siempre... Pero se obró el milagro, y eso es lo único que cuenta ahora.

Por el momento no hablaría más. Quería contarle demasiadas cosas, y temía que si comenzaba con mi historia no podría escuchar su voz hasta que la terminara. Por ello dejé un silencio en el aire para que ella pudiera expresarse.

La expresión tierna se borró de mi rostro en cuanto noté que él se despertaba. Había sido un efímero momento de debilidad, pero aun seguía molesta con él por haberme devuelto a la vida. Aunque también me sintiera algo contrariada. ¿Por qué desaría cambiar el curso natural de las cosas? Yo no había pedido que me resucitaran. Acepté mi muerte el día en que me llegó. Había muerto sabiendo que había cumplido con mi cometido. Lo que me sorprendió fue que la diosa de la muerte aceptara devolverme a la vida. Pero... ¿Qué clase de pacto habría firmado Will con ella? ¿Peligraría ahora su vida por haberme devuelto la mía? Eso sí que me preocupaba.

Le observé por unos largos instantes seria y en silencio. Pero entonces él lo rompió con una voz ronca que denotaba que aun no estaba del todo recuperado.

- ¿Milagro, dices? -Cuestioné, no estando del todo de acuerdo, aun sin alterar aquel estado de calma innato en mi ser-. ¿Por qué me has traído de vuelta? ¿Tan importante resulta para ti que yo esté viva? Eso es un poco egoísta, ¿no te parece? Mi sacrificio salvó muchas vidas, fue necesario.

Aparté la mirada con un profundo suspiro. Necesitaba respuestas, pero tampoco podía seguir negándome lo evidente. Él había hecho un gran sacrificio por traerme de vuelta, y debía agradecérselo. Había conseguido que recibiera una segunda oportunidad y pudiera dejar atrás todo aquello que en mi anterior vida resultaba dañino para mí.

Pero también necesitaba que comprendiera que lo que había hecho no estaba bien, por más que pudiera estar justificado. Aunque su justificación pudiera ser que... Me interrumpí a mi misma, pues ni yo misma podía admitirlo. Le tenía en muy alta estima, eso no podía negarlo. Pero, aquello que hubiera habido entre nosotros apenas había tenido tiempo de cuajarse. ¿Qué fue? ¿Un beso y después no volver a vernos? Él había desaparecido después de aquello. Contaba con él para ir a la guerra de Omega y también desapareció.

- ¿Qué fue de ti, Will? -Inquirí devolviéndole nuevamente la mirada, seria aunque calma-. ¿A dónde fuiste? No supe nada de ti después de aquel día.

Aunque en su día quise creer que no podía ser cierto, que habría otro motivo por el que no pudo venir a visitarme, en el fondo pensaba que se hubiera marchado de mi lado debido a aquel secreto que durante tanto tiempo me esforcé por ocultar pero que era claramente visible... Mi sangre angelical.

Pero ahora toda esa teoría quedaba por los suelos y me confundía nuevamente. Alguien no trae de regreso de la muerte a otra persona por cualquier motivo. Sólo existían dos posibles razones por las que podía haberlo hecho. Una era que se sintiera culpable, aunque quería pensar que no fuera así... La otra podía ser que sintiera por mí algo más fuerte de lo que pudiera imaginar y ese motivo le hubiera movido a actuar de manera irracional, dejando a un lado la razón para satisfacer sus deseos más profundos. Lo cual me conmovía. Pero tenía que escucharlo de sus propios labios. No podía basarme en teorías infundadas y suposiciones.

La verdad sería lo único que podría derribar esa gran muralla que parecía estar ahora sobreprotegiéndome. No quería entregarme a una mentira, bastante había sufrido en el pasado por ello, y quería estar segura. Segura de lo que sentía por mí. Segura de él y de mí. Segura de mis propios sentimientos aun cuando conociera la verdad para poder dejarlos aflorar libremente, por el momento retenidos.