Buscando apoyo moral

FDI: Vengo de aquí: https://creatureswars.forosactivos.net/t1863p15-eclipse-lunar#35999
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No regresé al Templo Angelical precisamente, necesitaba compartir lo acontecido con Caeli con alguien de confianza para mí (a ser posible alguien femenino y ángel), y dadas las circunstancias, tenía pocas opciones. En el Cielo sólo había una persona que encarnase todas esas cualidades...

Me personifiqué en un destello de luz a las puertas del Palacio Renegado. Una pareja de ángeles me recibió y muy gentilmente me acompañaron a una sala muy bien acomodada. Me pidieron que aguardase allí a ser anunciado.

Tan pronto se hubieron marchado, me aproximé a la ventana. A pesar de tener lugares de sobra en los que elegir sentarme, prefería esperar de pie. Estaba nervioso, algo poco habitual en mí. No podía dejar de jugar con mis manos, impregnadas en un pegajoso sudor, mientras esperaba impaciente a que Amy pudiera recibirme.

Me habían informado, mientras estaba en el despacho despachando nuevos informes, y preparando los nuevos ejércitos para mandarlos hacia el frente, de que Lucius había llegado al cielo. Apenas me enteré, el papel que estaba sujetando, lo dejé caer lentamente, planeando éste de un lado a otro hasta caer en la mesa con un ligero desliz. Antes de que eso ocurriera, había abierto la puerta de la habitación, y tras pasarla, me olvidé de cerrarla. Entré entonces a la sala de reuniones que se encontraba justo enfrente, y tras cerrar la puerta de madera a mis espaldas, me acerqué a Lucius con paso apresurado. Mas vi que tenía un rostro diferente. Parecía inquieto, a juzgar por el sudor que veía brillar en su frente y en sus manos. Me detuve, finalmente, frente a él

¡Lucius!¿Ha ocurrido algo? Pareces bastante exaltado

No le abracé esta vez, puesto que suponía que la situación era bastante seria. Y más si se había mostrado de aquel humor ante mi. Nunca había estado en ese estado, y eso me preocupaba

FDI: Indiqué en la descripción del tema que es "anterior a la aparición de Omega"...
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Me giré en cuanto la sentí entrar. Traté de mostrarle una sonrisa sincera, aunque se me notara preocupado. Hice una pequeña mueca de complicidad, pues su observación había dado en el blanco.

- En primer lugar, disculpa que me haya presentado así, pero no sabía a quien más acudir...

Le tomé ambas manos con suavidad y me giré hacia el sofá.

- Por favor... -Dije indicándoselo-. Será mejor que tomemos asiento, querida...

Mientras la acompañaba bordeando el sofá, pensaba en cómo abordar el tema... ya que, de un modo u otro, tendría que contarle toda la historia... y en aquel momento me resultaba algo difícil centrarme cuando no podía dejar de darle vueltas a lo acontecido en el día de hoy.

- Amy... -Me senté a su lado y posé una mirada profunda en sus brillantes ojos verdes-. Lo que te voy a contar, se remonta unos veinte años atrás... más o menos a la época en la que hubo aquella guerra con los ángeles caídos...

La observé detenidamente. Parecía que su compañía me tranquilizaba. Ahora estaba centrado en esos viejos recuerdos, pero esperé a recibir alguna muestra de entendimiento.

OFF ¡UPS! Fatal Error 404, jejeje. Bueno, en fin...eh...ahora no sé qué excusa sacar...Bueno... ¿puedo hacer que están para entrenar?
ON

Su gesto facial me relajó, aunque mínimamente.

No te preocupes. No te disculpes conmigo... No me importa en absoluto que vengas aquí a verme... Callé en el momento en el que dijo que nos sentáramos. Parecía bastante serio, incluso por su tono. Me dejé llevar por sus pasos, siguiéndole lentamente hasta el sofá, guiada por su caminar hacia el mismo. Así que me senté en primer lugar, y giré mi rostro hacia Lucius, con expresión inquieta, al intentar discernir qué iba a contarme Lucius. ¿Sería algo que le acaba de ocurrir?¿Un recuerdo pasado?¿O quizás algún sentimiento roto?

Me quedé absorbida y atrapada en su mirada, que me miraba fija y directamente hacia mi.

Y entonces lo escuché. ¿Los acontecimientos de hace 20 años? Recordé entonces los reducidos eventos que me contaron mis abuelos sobre mi madre hace 23 años en el Infierno... Espero que no estuviera relacionado con eso...O quizás era lo que esperaba. No lo sabía con seguridad.
Asentí con lentitud, absorta en mis pensamientos. Si era algo relacionado con eso, o con lo que dijo alguna vez de la relación entre mi madre y la suya...

¿20...años?¿Quieres decir que es...lo que creo que es...?

Se notaba en mis ojos una expresión de insignificancia...como si me sintiera pequeña respecto a algo muy grande. Desde luego, lo que tuvo que vivir mi madre no se podía comparar a mi vida.

- Amy... -Comencé lentamente, tratando de buscar la manera más adecuada de situarla-. ¿Recuerdas cuando te referí que durante la guerra... busqué apoyo en tu gente?

Buscaba no sólo que me lo confirmase, sino que también me pusiera al tanto de hasta dónde había llegado a informarla.

Asentí con lentitud, tras titubear por unos instantes. Y con lentitud, como si estuviera hablando a mi misma, añadí a mi gestual respuesta.

Si mal no recuerdo, escondiste en el Reino Renegado a tu hermana durante la guerra... ¿Acaso... lo que vienes a contarme se refiere a eso?

Por suerte o por desgracia, no era el tema de mi propia madre. Quizás más adelante debía contárselo a Lucius. Sería la primera persona a quien se lo contara.

Y el hecho de que no se lo contara a nadie más se debía principalmente a que no había oportunidad para tales cosas.

- Ehm... Sí... -Respondí un tanto sorprendido, pues no recordaba haberle hablado de mi hermana, aunque se veía que sí-. En realidad a quien escondí fue a mi madre para que pudiese dar a luz a mi hermana sin que mi padre interviniese... Pero sí -Afirmé, haciendo una pausa para profundizar, penetrando mi mirada azul-eléctrica en sus profundos ojos verdes-. Estás en lo cierto, es sobre mi hermana de quien he venido a hablarte...

Guardé silencio un instante, conteniendo el aliento.

- Amy... ¡La he encontrado! -Exclamé lleno de emoción, notándose un ligero temblor en mi voz y un especial brillo en mi mirada.

OFF Te aseguro que sí me lo contaste, porque me aseguré viendo los mensajes antiguos, jejejeje.
ON
Me fijé en su expresión de su rostro, claramente sorprendido de que me hubiera contado aquel aspecto.

Y al parecer, sí, era su hermana el tema de esta conversación. Tras eso, se hizo un silencio sepulcral, y sentí un poco de ansiedad. Su hermana, que tan importante era para él. Si algo debía hablarme de ella, debía ser importante.

Me levanté del sofá en cuanto oí lo que tenía que decirme, y mis pupilas se dilataron hasta ser unos meros puntitos en el mar verde de mis ojos.

¡¿De verdad, Lucius?!¿La has encontrado?!¡¿Cómo se llama?!¿Dónde está?! PRegunté, claramente exhaltada, dando unos pequeños saltitos por el nerviosismo

FDI: Ok, te creo xD
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Sonreí al comprobar el contagio de Amy por la emoción que yo sentía al hablarle de mi hermana, lo cual me emocionó aun más, se volvía tan adorable como una niña pequeña. Le tomé ambas manos alzándolas a la altura aproximada del pecho y me arrimé un poco más hacia ella.

- Así es, Amy... -Contuve el aliento, perdiéndome por un instante en sus ojos verdes-. Fue un encuentro desafortunado en cierta medida, pero logré identificarla y conmoverla... "O eso me pareció..." -Guardé silencio un instante, volviendo a contener el aliento debido a la emoción-. Se llama Caeli, como mi madre... -Pronuncié la sonrisa con ternura al decir esto último-. Y es un ángel que se ha criado entre demonios, ya que su padre era uno de ellos... -Dije con suavidad, apretando ligeramente sus manos por la emoción al tiempo que el azul-eléctrico de mis ojos brillaba de una forma especial.

Me fijé en cómo me tomaba ambas manos, y las elevaba a la altura de mi pecho, y se acercaba más a mi. Mi corazón repentinamente se aceleró, y mis pupilas se habían dilatado ligeramente. Había tomado aire repentinamente, y lo mantenía en mis pulmones. Estaba nerviosa por lo que fuera a decirme.

Me alegraba de que hubiera conseguido hacerla conmover, tras haber sufrido las posibles desastrosas consecuencias de encontrarse con un demonio. Expulsé el aire, más relajada al oir lo que me decía. Ya me había ilusionado por cosas que no eran. O quizás la posición, quién sabe. Sin embargo, el nombre que pronunció me hizo quedarme sin aire. Y vagamente, sin apenas poder hablar, agregué

¿C-Ca...Caeli Et Terra? Apenas dije ese nombre, pero se me veían los ojos tan abiertos que parecía que se iban a salir de sus órbitas. No me podía creer que aquella demonio que una vez conocí junto a aquel río. Aquella demonio que parecía odiarme profundamente, fuera su hermana. Un sin fin de recuerdos y pensamientos antiguos volvieron a mi mente, y me recordaron que quería hablar con ella, y poder tratar con ella, apartando nuestras diferencias y las antiguas guerras que hemos heredado de nuestros antepasados.

Mi mirada se había perdido en sus ojos azulados, aunque no parecía prestar atención a ello. Estaba sumergida en mis pensamientos, y no había respirado desde que dijera aquel nombre completo.

Solté sus manos repentinamente. Me había sorprendido la forma en que había repetido el nombre de mi hermana, pronunciando su nombre al completo. No podía apartar la mirada de sus ojos, mis pupilas rasgadas la estudiaban en busca de alguna respuesta escondida en la dilatación que habían sufrido sus pupilas, perdiéndose ella con su mirada a través de mí en algún punto del infinito... Parecía que aquello le hubiese impactado más de lo que esperaba y algo, un recuerdo quizás, la hubiese sobrecogido...

- A-Así es, Amy... Ese es su nombre como bien has dicho... -Confirmé, aun sin poder dejar de observarla con aquel asombro.

Sin embargo, me vi obligado a bajar la mirada por un instante con un suspiro. Me había quedado en blanco... por primera vez... No se me ocurría cómo preguntarle acerca de ello... me habían surgido ciertas dudas...

- No es un nombre muy común por estos lares... y pocos de los ángeles que habitan el Cielo "... por no decir, ninguno...", lo recuerdan... -Pero, finalmente me armé de valor y la volví a mirar a los ojos, recuperando su atención-. ¿Acaso tu querida madre o tu abuela te lo refirieron en alguna ocasión?

No se me pasaba por la cabeza que pudiera conocer a mi hermana, todas mis teorías me llevaban a concluir que debía tratarse de algo así y el nombre que ella conociese fuera el de mi madre...

Realmente me había impactado, mucho más de lo que el propio Lucius pudiera imaginarse.Al poco tiempo de que volviera a nombrarme, volví a fijar mi vista y atención en la figura de Lucius. Cocretamente en sus zafiros azules que brillaban en las cuencas de sus ojos.
Mas me fijé en que había bajado la vista en ese momento. Y traté de seguir su mirada, instintivamente.

Asentí lentamente, al oir aquello de que era un nombre muy poco común. Estaba muy conmocionada. Me estaba costando hablar. Y por fin había tomado aire tras no haber respirado desde que pronuncié su nombre. Pero apenas tenía fuerzas para contestar hablando a lo que me preguntó. ¿Mi madre? No,jamás había podido hablar con mi madre del infierno. Era muy pequeña cuando eso ocurrió. Mi abuela tampoco se atrevía a decírmelo nunca. No...no era la madre de Caeli.

Con un poco de esfuerzo, finalmente pude alcanzar a decir
No...ni mi madre ni mi querida abuel me comentaron nada de esto. Fue... Hice una pausa dramática, pensando en cómo lo iba a decirla propia Caeli quien me dijo su nombre. Lucius, conocí a tu hermana...antes que tú, mucho antes de conocerte y que llegaras al cielo. Pero...creo que me tenía un rencor irracional. Me odiaba a muerte. Me sentí tan amenazada, que escapé de allí por métodos...digamos poco usuales. No la he vuelto a ver desde entonces. Y estoy deseando poder verla...para arreglar las cosas. Odio que una guerra heredada de nuestros antepasado suponga una diferencia y separación entre nosotras. Quiero poder hablar con ella, reparar mis errores. Quizá...podríamos ser amigas...

Suspiré, y tomé aire para recuperar el aliento. Había estado bajando la cabeza en la última frase. Todavía me sentía dolida con Caeli. Aunque...todavía hay esperanzas, si es que Lucius ha contactado con ella.

- ¿En serio? -No podía dar crédito a lo que escuchaba, sin embargo lo que profirió de su encuentro me recordó al nuestro, pues Caeli también había profesado un gran odio irracional hacia mi persona... lo que me hizo asimilar y creer sus palabras.

Sonreí. Amy era una gran persona y me complacía que quisiera ser su amiga. Ahora me sentía aliviado de habérle podido confesar mi secreto. Que ella la conociese personalmente me hacía sentir mucho más cerca de ella, pues al compartir algo tan personal inevitablemente se incrementaba la confianza.

- Pues, resulta que... -Volví a retomar mi relato-. Caeli se mostró igualmente aprensiva conmigo... En cuanto se dio cuenta de que era un ángel, aun sin saber quiénes éramos ninguno de los dos, directamente se lanzó sobre mí como buena diablesa que es, demostrando el odio que siente hacia nosotros los ángeles...

Hice una pausa, tomando aire al tiempo que observaba las reacciones de Amy. Aun permanecía sentado junto a ella en aquél cómodo sofá, sin embargo mi mente seguía rememorando los acontecimientos buscando la mejor manera de relatárselos.

- Libramos una dura batalla... Caeli es una gran guerrera, me lo ha demostrado con creces. Es más poderosa que una princesa: rápida, ágil, sigilosa... recia, vigorosa... capaz de camuflarse con la oscuridad y de doblegar a la mismísima tempestad... la más cruel de los demonios... Aunque también noté su invisible luz -Contrasté-, pues también es capaz de confundirse con un ángel... cándida, cálida... Pero, sin embargo, parece haber heredado el aura oscura de su padre, ya que no hallé luz alguna en ella, ni siquiera un pequeño atisbo...

Volví a silenciarme para recentrarme en el relato, pues parecía haberme distraído describiendo la idolatrada figura que se había grabado en mi memoria.

- Libramos batalla... -Retomé-. Ella atacaba sin cesar, al contrario que yo, que no tenía motivos para pelearme con ella, pues hasta entonces la acababa de conocer y parecía estar bastante ausente, perdida en alguna parte de sus pensamientos, un halo de soledad y rencor embargaba su alma... Desconozco los motivos, pero incluso antes de que ella se abalanzara sobre mí, traté de entablar conversación con ella para procurar ayudarla... me preocupó mucho verla así... Pero no sirvió de mucho, se mostró reacia, cerrándose a cal y canto a mi desinteresada ayuda... Me di cuenta de que no era humana, más por su actitud: descuidada para mi gusto por lo que estuviera pasando, por lo que cuando creí haberla perdido y se marchaba... decidí mostrarle mi aura para que supiera que no estaba sola... Fue entonces cuando se abalanzó sobre mí... Y como ya sabes, libramos batalla -Repetí, por tercera vez.

Me quedé expectante ante Lucius, escuchando su relato. Al parecer, su padre era demonio. Quizás eso encaje en el puzzle. Pero algo no me cuadraba. ¿La más temible de los demonios?¿Ella?¿Poder superior al de una princesa? ¿Cómo es que las cosas habían cambiado tan súbitamente? ¿Realmente Caeli odiaba a los ángeles por el hecho de serlos? No me cabía que eso fuera posible.

¿La...más cruel de los demonios? Repetía para mi misma. No me cabía que ella pudiera ser una seria amenaza. No, no podía creerlo. Y sin embargo, lo que decía tenía sentido, en base a lo que le pasó conmigo.

Me llevé un dedo a la barbilla, pensativa, desviando mi mirada ligeramente hacia el techo.

Sí...algo raro notaba cuando veía su rostro. Parecía estar en calma, hasta que sus rasgos comenzaron a mostrarme unas emociones muy negativas. Y ya estaba empuñando su espada en el momento en el que intenté huir... Y aquello de que, a pesar de que intentaras hablar, te atacara sin diplomacia alguna... Añadí, bajando la cabeza levemente. Pero luego me giré hacia Lucius, con los ojos muy abiertos, pareciendo mis iris y pupilas dos moneditas redondas y brillantes.

¿Y el que quiera atacar a un ángel, de forma desmedida y sin ningún tipo de intercambio verbal la convierte en buena diablesa?

Dudaba mucho que eso así debiera ser. Ahora no estaba cuestionando a CAeli, sino a Lucius, más bien. Probando su forma de ser. Su forma de pensar me era...curiosa. Las cosas no podían ser tan simples como eso. No sabía qué clase de respuesta podría darme a eso, pero esperaba que fuera satisfactoria.

Asentí dando muestras de atención y comprensión a lo que expresaba la bella Amy.

- Bueno... En mi experiencia con los demonios, no he conocido a ninguno que profesara un odio irracional tal hacia nosotros los ángeles como a Caeli, anteriormente... Casi equiparable al odio que siento en mis carnes hacia los ángeles caídos, debido a la guerra que le declararon al Cielo hace tiempo... -Volví a posar mi mirada azul-eléctrica en sus bellos y profundos ojos verdes, cambiando un poco de tercio y sin poder evitar contorsionar una mueca un tanto divertida ante su última cuestión o duda-. Ciertamente... ¿no son malvados los demonios? Se supone que son seres oscuros, raro es encontrar en ellos luz, bondad, cercanía... Son demonios como su propio nombre indica... El calificativo de "buena", se lo añadí por mera cuestión de que me parecía que desempeñaba bien su papel como diablesa.

Me levanté del sofá y caminé hacia la mesa. Había una bandeja de plata con una reluciente jarra llena de cristalina agua, con un par de copas esperando para ser llenadas.

Tomé la jarra con elegancia y vertí el líquido en la primera de ellas, quedándome ensimismado durante unos segundos, observando el reflejo de la misma al verterse. Era el reflejo de la más pura luz.

Volví a dejar la jarra sobre la bandeja y así la copa para darle un largo trago, aun inmerso en mis pensamientos, pues tenía la boca seca. Y sin salir del todo de ellos, volví a pronunciarme.

- Sin embargo, aunque bien oculto... Caeli aun conserva su luz, muy profundamente sellada en su corazón... -Analicé, lenta y suavemente, como una caricia meciéndola en mi profeso pensamiento en voz alta-. De lo contrario, no habría podido lograr revertir su transformación y hacer emerger sus más profundos sentimientos a la luz de Acrisea...

Al pronunciar el nombre de la diosa me volví a quedar pensativo recordando el bello espectáculo que presencié paralelamente al enfrentamiento con Caeli.

- Bajo la reñida batalla entre la bella Acrisea y Kahlia... mostrada en un Eclipse Lunar, tuvo lugar...

Me había puesto algo poético, pero era lo que me sucedía cuando me encontraba en ese estado entre la realidad y mis pensamientos, que mis ideas fluían poéticamente.

Pestañeé un instante, volviéndome de nuevo hacia Amy.

- Disculpa mi descortesía, querida... pero no os he ofrecido un trago también a vos... ¿Os apetece un poco de agua?

Me quedé fijamente mirando a Lucius, mientras mi expresión facial tornaba lentamente de preocupada, a, y por primera vez ante Lucius, seria, grave. Apuntaba mi mirada hacia él, mientras mis labios iban curvándose cada vez menos hasta estar rectos como una línea. No me gustó mucho que calificara a todo demonio de "malvado". Y eso de que "desempeñaba bien su papel de diablesa"... No estaba muy de acuerdo con ello. No quise contestar en aquel momento, pues vi que se levantaba hacia la mesita de cristal para poder humedecer su garganta. Levanté una pierna sobre la otra, cruzándola sobre la misma, a la vez que me cruzaba de brazos. Me sentía ligeramente disgustada por eso que acababa de decir, aunque por ser Lucius, tenía el atenuante de ser él mismo.

Y mientras éste observaba la copa con atención, escuchaba sus reflexiones acerca de la luz de Caeli. Eso mejoró mi estado, aunque tenía algo que decirle en cuanto terminase de hablar.

Cuando volvió al sofá, tenía un brillo curiosamente serio en mi semblante, mientras me cruzaba más de brazos y de piernas. Mi tono, ahora más seco de lo habitual, salía despacio de entre mis labios.

Lucius... A pesar de que te aprecio y te quiero mucho, debo decirte que no me ha gustado mucho lo que has dicho hace unos escasos momentos. ¿DEmonios?¿Malvados?¿Seres oscuros? ¿Por qué han de ser todo eso? ¿Y puedes condenar a un demonio, a pesar de que tú sientes un odio similar hacia otra raza, que a pesar que tenga razones, no es muy razonable?

Cuando terminé de hablar, apreté los labios, mirando y escudriñando con mi mirada sus ojos azul eléctricos. Esperaba que dijera algo para arreglar lo que dijo, pues en el fondo me había sentado mal que lo dijera así. Había conocido demonios que han sido muy simpáticos conmigo antes, como el señor Wataru por ejemplo.

MIentras tanto, repiqueteaba mis dedos en el codo contrario de cada mano, un tanto impaciente por la respuesta que esperaba de Lucius.

A medida que Amy iba profundizando en su discurso y arraigando su opinión, se fue contorsionando una mueca divertida en mi rostro. Su tono, en cierto modo, más que desagradarme me había motivado.

No pude evitar seguir con la mirada al gesto de su cambio de postura al cambiar el cruce de piernas, ascendiendo a continuación hacia sus brazos, cruzándolos debido a su inquietud abrazándose a sí misma... Mi mirada se detuvo un instante en aquella parte de su cuerpo que al abrazarse hizo destacar repentinamente...

Aparté rápidamente la mirada ligeramente acalorado. Ya había reparado antes en que bajo el vestido Amy parecía no llevar sostén, pero por respeto no me había fijado más de lo necesario. Sin embargo, esta vez me fue inevitable contemplarlos... pues parecía como si ella, inocente e inconscientemente, me hubiese incitado a reparar en ellos esta vez.

No me había respondido al ofrecimiento, pero yo, para disimular, me volví de nuevo hacia la bandeja.

- Amy, querida... Disculpadme el atrevimiento, pero... -Llené la copa vacía de agua y también rellené la mía, tomando después ambas para volver al sofá junto a ella, haciendo una pausa verbal en este intervalo para ordenar en mi cabeza lo que le quería decir-. ¿Sabéis que os encuentro tremendamente hermosa cuando mostráis vuestro temperamento...?

Me senté a su lado manteniendo la mirada fija en sus preciosos ojos verdes, tomando su mano para posar la copa de agua en ella. Mis ojos brillaban de manera especial y mis mejillas se habían sonrojado ligeramente. Normalmente sabía controlarme, pero parecía que la cercanía de Amy me turbase en sobremanera, y esta vez me estuviera costando más sosegar mi sofoco.

La observaba sin apartar la mirada esperando ser el partícipe en primer plano de su reacción. Hasta ahora ninguna mujer me había hecho experimentar lo que Amy lograba que sintiera.

Una de las ángeles que servía a Amy irrumpió en la sala, inclinándose en la misma puerta, sin atreverse a erguirse de nuevo hasta que le dieran permiso.

- Disculpe la intromisión, alteza, pero acaba de llegar una paloma con un mensaje urgente para el Rey Lucius.

Todavía seguía observando y escudriñando los ojos de Lucius, así que me percaté de un cambio en la dirección de su mirada. Aunque al fijarme tanto en aquello, había relajado mis brazos y mis piernas, y por tanto, relajado mi expresión, por lo que parecía menos molesta.

Su mirada iba subiendo desde lo que yo creía que era el suelo, hasta un poco por debajo de mi cuello, o eso creía.
A pesar de ello, vi que apartó la mirada repentinamente. Y fue en ese momento en cuanto me di cuenta de qué estaba observando, cuando mis mejillas empezaron a tomar un color rosado, que poco a poco fue tornándose rojizo. Seguía con una leve expresión de disgusto, pero fue quedando ofuscada por el sonrojo y el rubor que iba adquiriendo cuando me di cuenta. Y a pesar de que me había costado bastante darme cuenta y aceptar que realmente había dirigido su mirada directamente a mis senos, pensé por un momento que quizás le pareciese a Lucius atractiva.

Aparté ese pensamiento velozmente de mi cabeza, y me volví hacia Lucius mientras tomaba la copa de agua de la mesita y se dirigía a mi. Callé por un momento, mientras mis mejillas se enrojecían un poco más, a la vez tomaba la copa de agua entre mis manos, al oir lo que me había preguntado de forma retórica.

Intentaba tener un tono de molestia, que sólo se notó en la primera palabra, y fue fundiéndose con un tono avergonzado, mientras me llevaba una mano a mi mejilla.

¿Pero qué estás diciendo, Lucius? No..no es verdad...

Me llevé la copa a los labios, pues era la mejor forma de callarme a mí misma. No sabía qué decir, o qué iba a decir si seguía hablando. Di un sorbo a su contenido, y luego la dejé reposar en la mesita auxiliar que quedaba al lado de uno de los brazos del sofá.

Pero poco después, me fijé en que Lucius hablaba en serio. Bastante en serio, pues se notaba ligeramente alterado, y su rostro estaba sonrosado, probablemente por el nerviosismo al haberme dicho aquello.

Pero yo también sentía nerviosismo. Mi corazón empezaba a palpitar más deprisa. Y tenía a Lucius delante de mi, a solas conmigo, casi por primera vez me atrevería a decir. Junté las manos entrelazando los dedos tras separarlas de mi cuerpo, y las apoyé sobre mis rodillas, rodillas que había relajado y dejado descansar una junto a la otra, descruzándolas.

Me giré levemente hacia Lucius, no mirando directamente hacia sus ojos azules, paseando la mirada de un lado a otro, como si no quisiera que me observase directamente a los ojos. Separé mis rosados labios y empecé a hablar

Lucius...

Mas cuando parecía que iba a decirle algo, oí la puerta abrirse repentinamente y apareció Rachel en la puerta, inclinándose y anunciando una paloma mensajera urgente. Me levante de un salto del sofá, cosa que esperaba que no se hubiera fijado Rachel por su inclinación, y me fui caminando hasta ella unos cuantos pasos, acompañada de Lucius. Tartamudeando levemente al principio, le pedí que se levantara.

R-Rachel, por favor, iérguete. Y por favor, trae el mensaje de ese bello animal rauda

Tras pedir aquello, Rachel se volvió a inclinar formalmente.

Sí, alteza.

Tras eso, se marchó por la puerta. Pero no pasó mucho tiempo hasta que, poco después de alejarme un par de pasos de la puerta, volviera con la paloma sobre su brazo y desatara ante mis ojos y los de Lucius el mensaje de la misma.

Muchas gracias, Rachel

Tras eso, volvió a inclinarse, a la vez que cedía el mensaje a Lucius y se marchaba de la sala. No había quitado el lacito del mensaje y esperaba un tanto nerviosa lo que fuera a comentarme Lucius sobre aquel mensaje.

Además, y por si fuera poco, todavía me sentía con el corazón palpitando con fuerza. Tenía una mano en el pecho, sintiendo las fuertes pulsaciones que tenía, mientras miraba a Lucius directamente, esperando lo que fuera a decirme

Observé el sonrojo de sus mejillas al tiempo que lo negaba y no pude más que sonreír para mi mismo ligeramente emocionado. Era más que adorable... Había logrado cohibirla, cumpliendo mi propósito, más cuando parecía que hubiese encontrado las palabras para responderme, fue interrumpida por la irrupción de una de sus ángeles. Volví instintivamente la mirada hacia la recién llegada, escuchando el mensaje que traía, volviéndome seguidamente hacia Amy como pidiéndole permiso. Ella rápidamente tomó la iniciativa y le pidió que me entregase el mensaje.

Me levanté del sofá y acudí hacia Rachel para recibir el mensaje, con un ligero asentimiento como agradecimiento. Era un pequeño trozo de pergamino atado por un fino cordel dorado. Lo retiré y estiré el papel para comenzar a leer el mensaje.

Pergamino:

Mi rostro se había contorsionado en una mueca de sorpresa al tiempo que el pulso se me aceleraba. ¿Era posible que Caeli se hubiese personificado en el Cielo con tanta premura? Al levantar la mirada del pergamino, me encontré con la atenta y preocupada mirada de Amy. Su mirada parecía desear conocer su contenido. Sonreí emocionado.

- Parece que ha decidido visitarme... -Mi voz se contagió del sobrecogimiento que se me había contraído en el pecho, a la par que mis ojos se cubrían de una capa de humedad y mis mejillas se sonrojaban ligeramente debido a la emoción que sentía.

Creía que no necesitaba más explicación, me acerqué a ella y posé un suave beso en su mejilla a modo de despedida, saliendo por la puerta sin más explicaciones.

Sin embargo, a los pocos segundos me volví a asomar...

- Amy, querida... ¿Os gustaría cenar con nosotros? -Mi mirada azul-eléctrica se había clavado en sus profundos ojos verdes, volviendo a dirigirme a ella con mis finos modales, debido a la presencia de Rachel-. Si no os importa, me gustaría poder hablar con ella primero, pero si gustáis podríais acompañarnos más tarde en la cena.

Le sonreí con cariño. Realmente deseaba que nos acompañase.

Esperé junto a Lucius, frotando los dedos de las manos para refrenar el nerviosismo que sentía sobre el contenido de aquel mensaje. Y aunque quisiera conocer su contenido, hacía un gran esfuerzo por no mirar la carta, puesto que quizás no debiera enterarme acerca de las letras que sobre aquel pergamino yacen. De repente me fijé en el rostro de Lucius, que cambiaba conforme leía la carta.

Y cuando abrió sus labios y se dirigió a mi, esbocé una sonrisa tímida, que se amplió en cuanto besó mi mejilla. Mis mejillas se sonrojaron y me quedé viendo la puerta por donde desapareció poco después. Me llevé una mano a la mejilla que me besó, y sonreí para mi misma.

Jejeje...bueno, esperaré lo que haga falta...

Sin previo aviso, vi de nuevo aparecer a Lucius por la puerta y me sobresalté levemente. Me volví hacia él, y apartándome la mano de mi rostro, incliné la cabeza a un lado levemente mientras prestaba atención a sus palabras.

¡Claro que sí! Me encantaría sentarme a la mesa con vosotros. Y por supuesto que iré más tarde. Tenía uqe dejarte un rato a solas con tu hermana perdida ¿No? Así que, venga, acude presto a ver a Caeli. Ella te necesita ahora

Me incliné levemente hacia delante, sonriendo con devoción.

Estaré aquí hasta que tú me digas. Así de paso aprovecharé para terminar otros detalles propios. Disfruta del reencuentro

Añadí, volviéndome a inclinar hacia delante, con alegría plasmada en mi rostro. Tras eso, hice un ademán a Rachel de que se podía marchar. Cuando se fuera Lucius quería estar sola con mis asuntos un rato.

Rachel se marchó. Me aparté gentilmente para dejarle paso, dejando de asomarme al regresar e irguiéndome ahora junto a la puerta, cuan alto era, sonriendo más ampliamente al comprobar la efusividad de Amy ante la invitación. Parecía una niña pequeña a la que acababan de hacer un buen regalo. Era adorable...

- ¡Maravilloso! -Exclamé con entusiasmo-. Te espero entonces a las 9 en el Templo Angelical para la cena. Es el horario habitual, así que no te preocupes por ello. Tampoco deseo mantenerte en vilo esperando mi llamada... Mejor que estés preparada. Bueno... -Realicé una última inclinación-. Hasta la cena, querida.

Mantuve la mirada penetrante mientras me despedía, luego me di media vuelta y mientras me alejaba caminando hacia la salida, desaparecí en un destello de luz.

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FDI: Me voy a aquí: https://creatureswars.forosactivos.net/t1902-buscando-a-calei#36238

Asentí, conforme a las pautas que me ofrecía Lucius. Me quedé con las manos entrelazadas sobre mi vientre, viendo cómo se retiraba desapareciendo por la puerta. En el momento en que cerrose la puerta, suspiré profundamente. Aah...lástima, esta vez no ha podido ser

Me retiré hacia el sofá nuevamente, y me dejé caer sobre él, quedándome cabizbaja observando el frío mármol que yacía bajo mis pies. Entonces, recordé, al ver la punta de un pergamino sobresalir de debajo de éste, lo que estaba haciendo. Extraje el pergamino y me lo acerqué a mi rostro, sosteniéndolo con ambas manos.

Leía con detenimiento las curvadas letras del pergamino, cuyo encabezamiento sugería que era referido al último informe de Amelia.

Suspiré nuevamente, mirando con nostalgia aquel pergamino

Mamá...¿te encontraré alguna vez, como Lucius encontró a su hermana?

Me quedé un rato sola, mirando el mismo. Tenía que buscar alguna cosa que me indicase algo acerca de mi madre.