Buscando a Calei

Nunca imaginé que yo podría pisar el Cielo alguna vez, pues nunca antes había sentido la necesidad, ya que mi odio hacia los Ángeles era más que considerable.

Llegué a las Puertas del Cielo con el aura completamente suprimida. La sensación que me generaba estar allí no se la deseaba a nadie... Una sensación contradictoria, de incomodidad nauseabunda, de desear fervientemente destruir todo aquello que encontrase a mi paso, sin importarme llevarme vidas inocentes por delante, si es que con ello saciaba mi sed de sangre angelical y borraba con ello a unos cuantos Ángeles del mapa.

Pero tenía que reprimir mis instintos... Había venido por otro motivo.

A medida que avanzaba por el sendero observando el bello paisaje -del cual no podía disfrutar en el Infierno, ni siquiera de un ambiente parecido-, me di cuenta de que la influencia del lugar había ido serenando mis instintos, me llenaba de energía y fuerza, era como si me revitalizase y me hiciera sentir más jovial, más alegre, risueña y activa. Era una influencia positiva, contradictoriamente a lo que podría haber imaginado que sucedería. Pero es que después de todo, yo había nacido allí... y la mitad de mi sangre era angelical, por lo que pareciera como si mi ser se sintiera de nuevo a gusto de estar en casa...

Percibí el aura de un Ángel común cerca. Se trataba de una hermosa Ángel de largos cabellos castaños y atentos ojos color ámbar, que al verme se quedó por un instante paralizada, deteniendo su paseo en seco.

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OFF: La Ángel es tu ángel de confianza Alissia.

FDI: Lo he notado, sí xDDD
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Alissia se sentía algo contrariada, sorprendida, creía haber visto una aparición. Estaba segura de que no podía ser, pero la joven se parecía tanto a la madre de su rey...

Sin embargo, no le había sorprendido el hecho de su apariencia, pues ella hubiera jurado que se trataba de un ángel como ella.

No me incomodó su forma de mirarme, aunque no me imaginaba en ese momento el motivo, ni me preocupaba.

- Disculpe... Estoy buscando a Calei... -Nuevamente, y después de una buena temporada, mis modales volvían a relucir, con una sonrisa un tanto tímida.

La sorpresa de Alissia se incrementó al escuchar aquel nombre de los labios de la joven.

- Caeli... -Murmuró para sí. Pero no porque la hubiera podido reconocer, sino porque ahora creía estar frente a la madre de Lucius. Sólo le había escuchado a ella pronunciar aquel nombre antes-. Será un placer, señorita -Meneó la cabeza, volviendo en sí-. Por favor, acompáñeme.

Asentí suavemente a su invitación y luego seguí a la Ángel con pasos tranquilos, observando el bello y luminoso paisaje a mi alrededor, sintiendo una cierta envidia hacia éstos y una ligera nostalgia.

Alissia condujo a la invitada por un sendero enmarcado con columnas de marmol hacia el Templo Angelical, en silencio. También sus pasos eran silenciosos. Se notaba por ello que compartía con la invitada su mismo control elemental.

Abrió la puerta principal del palacio simplemente alzando la mano, induciendo a una corriente de aire que abriese la puerta, guiándola después por el interior hacia una sala que parecía estar diseñada para las reuniones.

- Por favor, espere aquí. Iré a avisarle... ¿Puedo ofrecerle algo para beber?

Me condujo hacia el Templo Angelical y me invitó a esperar en lo que parecía una sala de reuniones. Me volví hacia ella al escuchar su nuevo ofrecimiento, tras entrar y echar un vistazo al interior de la sala.

- No es necesario, gracias -Respondí escuetamente.

Ciertamente y a pesar de la nostalgia que sentía, no podía evitar aborrecer estar en compañía de aquella Ángel. Demasiada luz ya por estar en el Cielo... Sin embargo, hacía grandes esfuerzos por tragarme mi orgullo y ser más amable.

Alissia simplemente asintió y se retiró sin darle la espalda, cerrando la puerta con su marcha.

En cuanto la Ángel se hubo marchado, me volví hacia la ventana para contemplar el bello paisaje que podía verse a través de los grandes ventanales que permitían libremente el paso de la luz natural. El paisaje que se podía contemplar, no era nada comparable al hostil que se podía encontrar por doquier en el Infierno.

Suspiré. Esperaba que me recibiera... Meditando sobre lo que quería decirle, pues tras haberlo meditado, creía que ya me sentía preparada para ello.

Alissia, tras escribir un breve mensaje en un pequeño trozo de pergamino y anudarlo con un fino cordel dorado, acudió rápidamente al palomar para enviárselo a Lucius. Tras lo que después fue a las cocinas para llevar algo de beber a la sala de reuniones, pues conociendo a su rey, no consentiría que no hubiesen servido nada para su invitada, a pesar de su negativa.

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Aparecí en un destello de luz en el propio hall del Templo Angelical. Suprimí mi aura inmediatamente para buscar a mi invitada y me dirigí presto a la sala de reuniones, donde la había percibido. Me detuve al llegar frente a la puerta, respirando profundamente antes de entrar, colocándome bien las ropas y tratando de calmar mis nervios, pues no quería que me notase demasiado nervioso. Tenía las emociones desbocadas últimamente y ni el control del agua lograba calmarme.

Giré la manilla y entré finalmente a la sala, abriendo la puerta de par en par con elegancia.

- Caeli, ¡qué grata sorpresa! No hacía vuestra visita tan temprana, he de decir... Pero, me congratula enormemente que hayáis tomado la iniciativa de visitarme.

Su voz me sacó de mi ensimismamiento. Me sorprendía que me hablase con tanto respeto después de haberme tuteado hacía tan solo unas horas en la Senda del Viajero. Su tono, no podía evitar sentirlo falso y lleno de hipocresía, pues aun no era capaz de comprender cómo podía profesarme tanto aprecio, pese a saber que éramos hermanos.

Me giré, sin apartarme de la ventana, y posé mi mirada diamantina en el Ángel que desde hacía poco sabía que era mi hermano.

- Ciertamente, también me siento sorprendida de haber venido hasta aquí. Pero me sentía impulsada a hacerlo... Hay cosas de las que me gustaría hablar...

No me salía el hablarle de usted y mucho menos de vos como había hecho él conmigo, sin embargo hice un esfuerzo por dirigirme a él de manera educada pero sin hacer alusiones a su persona para evitar la duda al expresarme.

- Por favor... -La invité a tomar asiento donde gustase, haciendo un gesto de acogida con las manos.

En ese momento Alissia entró por la puerta con una bandeja entre las manos. Aun no las había cerrado, así que pudo entrar sin más. Le hice un gesto de aprobación, asintiéndole al pasar por mi lado. Posó la bandeja sobre la mesa, con una jarra de agua y dos copas, y se marchó cerrando ambas puertas tras de sí.

- La escucho...

- Calei... Si no te importa, preferiría que nos tuteáramos... -Espeté, conservando la seriedad. Y aceptando su invitación, me acerqué hacia el sofá, sin embargo, tomé asiento en el sillón contiguo. Creía que todavía no me sentía más preparada para sentarme más cerca de él.

Posé ambas manos sobre mis rodillas. Realmente no sabía por donde comenzar.

- Durante mucho tiempo he anhelado saber sobre mi mad... nuestra madre -Me corregí-. Conozco a pequeños rasgos su historia con mi padre... Pero lo que me sorprende es que no me hablase de ti, si como bien dices, tú me entregaste a él...

Caeli era directa y clara, no se andaba con rodeos, descubrir eso en ella me gustó. Sonreí de forma cálida.
Se sentó en el sillón contiguo al sofá, lo cual me sorprendió, pero decidí respetar su distancia. Desde mi posición, la escuché antes de responderle.

- Desconozco los motivos que tendría... pero, después de todo, él me salvó la vida. Pero no le conozco lo suficiente como para juzgar su acción... -Tomé asiento en el lado más cercano a ella del sofá y acerqué la bandeja para servir un poco de agua en las copas. Le di un trago a la mía y, tras depositarla de nuevo en la bandeja, me apoyé en el respaldo del sofá-. Confieso que me ha alegrado mucho saber que habías venido a visitarme -Sonreía con ternura.

No podía dejar de contemplarla, su parecido con el de nuestra madre era tal, que cuando me abstraía creía estar ante su presencia.

Sus últimas palabras me afectaron, tuve que apartar la mirada. Comenzaba a cohibirme y asfixiarme con tanta luz, noté cómo me afectaba y me aceleraba el pulso. Tuve que hacer acopio de mi fuerza de voluntad y respirar profundamente para amansar mis aires. Estaba muy acostumbrada a disimular mis sentimientos relajando mi postura con el aire para mostrarme impasible, por lo que, aunque suave, una brisa me refrescaba y amansaba.

- Calei, me... Me gustaría tomarme el tiempo necesario para conocerte, pero... antes... me gustaría conocer a mamá... a través de tus ojos... -Tragué saliva antes de que se me notara vibrar la voz. Desvié la mirada hacia arriba, evitando pestañear, pues me había emocionado y no quería que lo notara.

Era sorprendente la impasibilidad que mantenía, sin embargo al hablar, dejó una veta a la vista que debido a la constante observación y estudio que dedicaba por costumbre a todo lo que estuviera en mi entorno, pude darme cuenta.

Sus palabras me conmocionaron, a pesar de su firmeza me transmitieron mucho más de lo que ella pretendía tapar. Sentí la necesidad de abrazarla, pero me contuve para no incomodarla, por lo que opté por tomarle una de las manos y posar mi penetrante y atenta mirada azul-eléctrica directamente en sus ojos, quería transmitirle mi gratitud, mi apoyo y mi cariño.

- Caeli, quiero que sepas que haré todo lo que esté en mi mano por hacerte sentir en casa nuevamente... Durante mucho tiempo he deseado encontrarte para traerte de vuelta. Te busqué incesantemente, pero no sabía cómo eras, ni cómo podría reconocerte. Pero, por suerte, nuestra madre contribuyó enormemente a darme las pistas adecuadas... desde el lugar desde el que nos estará observando... y estoy seguro de que el vernos aquí juntos, reunidos por fin, le hará la persona más dichosa... Puedo sentir como si estuviera aquí con nosotros, transmitiéndonos su felicidad y su dicha...

Mis ojos brillaban por la emoción. Apreté su mano con firmeza.

- Era una persona cálida y atenta, siempre se preocupaba por los demás, y hasta donde recuerdo, siempre estaba sonriendo... Era luchadora, imponía su optimismo allí donde estuviera. Era comprensiva, lograba animar siempre al más desdichado. Tenía un corazón puro, de los más puros que he podido conocer... no me extraña ni me sorprende que lograra enamorar a tu padre, un demonio... pues siempre fue capaz de sacar a relucir lo mejor de las personas. Incluso, lograba amansar a mi padre, el indomable Torquemada Punio Júpiter... al que muchos apodaban el castigador... Un hombre cabezota, temperamental y autoritario. El título de rey le venía al dedillo para lo que era... todo tenía que ser su voluntad... pero ella lograba hacerle entrar en razón muchas veces... e incluso consolarle cuando lo necesitaba... Ella le amaba incondicionalmente... Nunca lo comprenderé... él no la merecía... Nunca la hizo reina del Cielo, él estaba casado con varias ángeles, era incapaz de amar... pero sé que nunca tuvo en estima a nadie como la tuvo a ella... era la única a la que permitía acercarse a él y guiarle... las demás... podría decirse que eran su harén... Ella me enseñó a tratar a las mujeres como se merecen, a respetarlas, a no ser como él. Aunque por mi parte, nunca he sido cómo él en ese aspecto, aunque haya heredado muchas cosas de él, afortunadamente, eso lo heredé de madre...

Me fue inevitable posar la mirada instintivamente en su mano cuando me la cogió. Un adorable rubor coloreaba mis mejillas. Lentamente ascendí la mirada para mirarle directamente a sus brillantes ojos azulados, que al escuchar sus palabras de cariño por un instante me quedé sin aliento, ruborizándome aun más.

Me sentía bastante contrariada, no sabía qué hacer, quería estrechar su mano, pero algo todavía me lo impedía y me impulsaba a retirar la mano de todo contacto... aparentemente luchaba conmigo misma, contra mi ser más profundo y el que ahora se mostraba. Quería dejarme llevar, sin resentimientos, sentirme orgullosa y afortunada de tener un hermano como él... Pero sencillamente todavía era incapaz... por lo que con suavidad, y para sentirme algo más cómoda, retiré la mano con suavidad, acogiéndola con fuerza y de forma celosa sobre el hueco anterior entre mis rodillas, y me encogí ligeramente.

No podía relajarme del todo, en el fondo, mi timidez se notaba... el ligero rubor sonrosado de mis mejillas lo corroboraba. Si no fuera porque sabía que era mi hermano, podría haberme hecho confundir sentimientos... aunque ya me estuviera ocasionando la contrariedad.

Tomé aire, como si fuese a decir algo... “Sí, seguro que se sentiría muy feliz...” Se pronunció en mi mente al tiempo que suspiraba tras contener el aliento un instante, incapaz de sacar a la luz dichas palabras... No era por el compungimiento, sino que era porque yo no la conocía, no me sentía con el derecho de hablar en su nombre a alta voz.

Bajé la mirada apesadumbrada y fue entonces cuando Calei comenzó a hablarme de ella. Escuché con atención, aun sin mirarle, tratando de imaginármela en el contexto en el que me la situaba. Cerré los ojos, pues de nuevo mis ojos amenazaban con vencer las lágrimas -con los párpados relajados, la suave brisa me acariciaba el rostro mientras mi imaginación volaba por sí sola-. Le devolví ahora la mirada, observando su rostro de ángel perfecto, ahora pudiendo percibir sus emociones reflejadas en él. Guardé silencio, dándome tiempo para volver en mí y observarle más detenidamente.

- Tengo entendido que ella intentó que la Paz se instaurara en todo Yggdrassil... y ahora por lo que me dices, puedo hacerme a la idea... Me veo reflejada en muchas cosas que me has dicho de ella... Pero, me surge aun una gran duda... -Penetré mi mirada en sus intensos ojos azules-. ¿Cómo era ella contigo? -Pregunté con una suave voz, se notaba en mi mirada de ahora que deseaba saberlo, denotaba un interés más allá de lo personal.

Caeli se mostraba adorablemente tímida... Sin embargo, no me molestó que se apartara. Quizá yo me había precipitado en mi acercamiento, por lo que no le di la menor importancia. Ella necesitaba aun tiempo y yo lo respetaba.

- Así fue -Asentí, corroborando mi afirmación-. Ella era la principal mensajera de paz del Cielo, tenía amigos por todo Yggdrassil y estuvo a punto de firmar la paz con todos ellos, de no ser porque mi padre se opuso... Jamás le había visto tan furioso cuando se enteró de que madre había establecido amistad con los demonios... Pero eso es otra historia...

Carraspeé ligeramente y me hice con mi copa para darle un trago y que me aclarara la garganta. Después sonreí nuevamente hacia Caeli, con cada vez más cariño en el brillo de mis ojos azul-eléctrico.

- Extrañamente, mi padre siempre tuvo un apego especial conmigo que no sintió hacia ninguno de mis otros hermanos y hermanas. Realmente, yo era el pequeño, pero siempre había sido su ojito derecho. Me llevaba bien con ellos, pero para mí eran más bien compañeros, como el resto de los otros ángeles. De hecho, muchos de ellos no sabían que éramos hermanos... Para el resto del Cielo, yo era su único hijo, no me preguntes por qué... Desde donde llegan mis recuerdos... yo tenía prohibido tratar con madre como tal, ella era una de las ángeles que me atendían... y de no ser por ella, jamás hubiera sabido que nos unía tal parentesco... Ella me pidió que lo mantuviera en secreto y así lo hice, pues no quería causarle ningún mal. Todas me tenían mucho cariño, pero con ella era especial... En sus menesteres, ella me educó, y me transmitió unos valores que nunca se me olvidarán -Me incliné cómplicemente hacia Caeli-. Los que te referí antes... -Volví a retirarme a la posición anterior-. Y también me enseñó a amar... a demostrárselo a través de gestos a las personas que me importan, a nunca ocultarlos, siempre a ponerlos por delante y defenderlos como se merecen... Cuando ella me faltó, me di cuenta de que había aprendido bien la lección, pues mis ángeles siempre me han adorado... Siempre es más fácil que sea recíproco cuando sientes esa complicidad que te da el cariño. Yo las amo y ellas me aman... pero de una manera más fraternal... En cierto modo, me enseñaron muchas cosas y yo también a ellas...

Esbocé una tímida sonrisa. Al principio me había resultado un poco fuerte escuchar que amaba a todas sus Ángeles y que era algo recíproco -no sabía qué tipo de tratos se tomarían en el Cielo, pero desde luego, no quería entrar a formar parte de un harén-, pero me quedé más tranquila al escuchar que se refería a un cariño más fraternal.

- Me alegra... Sé ve que era una persona muy especial... Me hubiese gustado mucho llegar a conocerla... mi padre siempre hablaba maravillosamente bien de ella... Sonaba realmente enamorado cuando la mencionaba...

Bajé por un momento la mirada... Sentía un poco de envidia de ambos por haber podido tratar con ella -o quizá fueran celos-. Por un instante recordé las reflexiones que había tenido en los últimos días, que descubrí al confesarle a William mi mestizaje... Yo tenía la culpa de que mi madre hubiera enfermado... y más que nada agradecía al padre de Calei que hubiera terminado con su sufrimiento, ya que yo le robé la vitalidad que ella había tenido en vida...

En ese momento, a pesar de haber recordado aquello, no era capaz de recordar la profunda aversión que le tenía a los Ángeles, ni los propósitos de venganza... pues para hacer justicia, la única que debía pagar por su crimen, era yo misma...

De unos minutos aquí, la luz había comenzado a cambiar, se había vuelto más rojiza, lo que indicaba que ya se acercaba el ocaso.

- ¿Caeli...? ¿Sucede algo? -Pregunté instintivamente, preocupado, al verla de repente entristecer-. ¿He dicho algo que estuviera fuera de lugar?

- ¿Eh? -Pregunté, regresando de nuevo a la realidad-. ¡No, no es nada!

Comencé a agitar las manos nerviosamente, negando para que no insistiera. Me había puesto colorada.

- Perdona... a veces me ensimismo sin darme cuenta -Sonreí aun algo nerviosa. Aun no tenía tanta confianza con él, y no quería venirme abajo en el primer encuentro pacífico. Ya se lo contaría cuando me sintiera más cómoda...

Me hizo gracia verla en aquella aptitud, aunque en el fondo me pareciera una ricura... Después, y sin poderme borrar la sonrisa traviesa del rostro, me levanté del sofá y le tendí la mano con decisión.

- Bien. En ese caso permíteme invitarte a cenar, Caeli -Mi sonrisa se volvió encantadora, era difícil resistirse cuando me salía.

No pude evitar abrir los ojos de par en par ante la invitación. No podía entender por qué se preocupaba tanto... -bueno, en realidad sí, pero me sorprendía que fuera así-. Me levanté de golpe, ignorando el ofrecimiento de él.

- Calei, por favor. Te lo agradezco, pero no tienes que tomarte tantas molestias... -Me estaba costando negarme-. Lo siento, pero creo que es mejor que regrese a casa. Me ha encantado conocerte mejor, en serio. Y espero que lo podamos repetir otro día.

Podía leer en sus ojos que quería quedarse y su cuerpo y palabras decían otra cosa. Sonreí para mí y me adelanté a ella, antes de que decidiera marcharse.

- En ese caso no veo el por qué de tu negativa, querida... No te dé reparo... Por favor, Caeli. Insisto.

Esta vez mi mirada no era encantadora, sino seria y decidida. Creía haberla calado. Estaba seguro de que si me mostraba más seguro, a ella le sería más difícil negarse.

Me disponía a darme la vuelta para marcharme, pero entonces Calei se me adelantó. Se había plantado delante de mí, muy serio. Me quedé parada, me insistía y una vez más me encontraba ante un dilema... una parte de mí quería quedarse, pero la otra quería salir corriendo y no sabía a cuál de las dos favorecer... Preocupada por ello, me ruboricé ligeramente...

No podía apartar la mirada de sus ojos azules, me había quedado paralizada. “Vamos Caeli, no seas tonta ni tan responsable. Date un capricho por una vez en tu vida... ¡Es tu hermano!”

Bajé la mirada con un suspiro, dándome por vencida. Había ganado...

- ¿Eres siempre así de insistente? -Mi mirada se había vuelto algo pícara cuando se la devolví.