Una noche de visita con mi pequeña princesa ^^

Me levanté con la caída del sol. Había descansado por primera vez en mucho tiempo. Había echado de menos mi cama...
Hoy era un día especial. Había invitado a Lucia a pasar la noche conmigo en la mansión y sinceramente estaba muy emocionada con ello.
Abrí el armario en busca de un vestido adecuado. Todavía me sorprendía que mi vestuario estuviera intacto. Cogí un vestido de noche, largo y negro y me pinté los labios de rojo carmín, delineándome bien los ojos, como solía hacer. El pelo esta vez me lo había dejado suelto y hacia un lado del cuello.
No tenía que arreglar nada de la casa, apenas había ensuciado nada, pero aun así revisé los lugares que había pisado por si tuvieran algo que arreglar.
Y antes de salir a buscarla –por si la mansión no se le mostraba–, comprobé que en las salas de entrenamiento estuviera todo bien puesto. Incluso comprobé que hubiese suficiente sangre en las cámaras del sótano.
Ya lo tenía todo, sólo faltaba una cosa. Lucia.
Salí entonces al exterior en su búsqueda. Habíamos quedado en la frontera entre el reino oficial y el renegado. Todavía yo era la única que conocía en el reino renegado, pero... ¿quién sabe? Igual al sentir su presencia se presentaba alguien indeseado.

Sin saber muy bien porque, Katerina me habia invitado a su mansión. Obviamente no habia dicho gran cosa a mis padres de esto, pero sería como cualquier otra noche. Aun que debía admitir que estaba alegre por ello.

Me vestí con uno de mis corses mas elegantes, negro con bordados de flores en rojo. Uan falda negra, bastante corta y las botas que me habia acostumbrado a llevar. Fuí volvando por todo el camino hasta llegar a la frontera, sinceramente no quería pasar sola.

Esperé impaciente a que llegara mi maestra y cuando lo hizo salí de detras de uno de los abroles.-Hola..-susurré alegremente llegando a su lado y haciendo una reverencia, realmente mi maestra era hermosa, no tenía nada que envidiar a ninguna vampiresa. -Gracias por invitarme esta noche-susurré

Sonreí alegremente al verla y me acerqué a su encuentro.
–¡Hola! –No quería parecer muy efusiva, pero es que en el fondo me hacía mucha ilusión. Pasé un brazo por sus hombros con suavidad. Reí suavemente por su comentario–. No ha sido nada. Realmente me hacía falta algo de compañía en esa casa tan grande... Y no hay nadie que nos vigile, podremos tener toda la mansión para nosotras. Podremos tener una noche de chicas, jeje. Por cierto, Lucia. Hoy estás muy guapa... –La apreté ligeramente contra mí con el brazo que rodeaba sus hombros.

No tardamos mucho en llegar al lugar. Me detuve. Al principio no se veía nada, era como si el lugar estuviera desolado... Pero había que tener paciencia, en seguida aparecería.
Y tal y como predije, como un espejismo, comenzó a materializarse la fachada principal de la mansión justo delante de nosotros.
Las paredes, a diferencia de lo que pudieran parecer, eran de un tono amarillo apagado que dejaba mostrar todas las vigas de madera que sobresalían de la estructura de la casa, barnizadas con un color madera fuerte que se asemejaba un poco al color de la sangre cuando se apagaba.
El marco de la puerta principal era de las mismas características.
Comencé a subir los escalones que daban al porche y me apresuré a abrir la puerta, permitiéndole pasar primero.
–Si te digo la verdad, es la primera vez que invito a una amiga a casa... Antes sólo los miembros de mi clan y sus presas nocturnas podían entrar en la casa.

Me cojió de los hombros y me llevó con ella, agradaba estar asi ahora mismo, pues me daba la seguridad que ahora mismo no portaba, al estar en el reino renegado. Me quedé algo pensativa, aun que suponia que noche de chicas era noche de secretos e intimidad, donde ningun chico pudiera interrumpir.Sonreí de corazon-Gracias por el cumplido, pero me temo que es el que yo debo hacerte Katerina, el pelo suelto y ese color de labios tan llamativo. Eres una de las vampiresas mas elegantes y guapas que conozco, de verdad-despues de andar no mucho llegamos a un paraje aparentemente deshabitado, estube a punto de preguntar que haciamos allí pero de repente una mansión apareció ante mis ojos. Me quedé basicamente boquiabierta. Era una mansion enorme a simple vista, vieja de todas formas, debía de tener años.-Po..porque a aparecido de la nada? acaso elige a la gente?-pregunté inquietada, tenía que averiguar mas cosas, porque era algo tan increiblemente fascinante.

Pasé en cuanto abrió la puerta, era increible el interior, cierto que ya habia estado el el castillo vampirico pero todas aquellas cosas seguian sorprendiendome.-Gra..gracias-dije entrecortada, aun atonita a lo que se abria ante mi-¿Esta es tu casa?-

Sonreí ante la pregunta. Era tan mona cuando se sorprendía...
–En realidad la mansión era de mi creadora, pero todos los miembros del clan vivíamos en ella –Me acerqué a su oído para susurrarle–. Y en realidad... la casa te ha aceptado porque yo, un habitante de esta casa, te he invitado...
Pasé al interior cual fantasma, antes de que pudiera girarse, quería ver la cara que había puesto. La miraba traviesa...
El hall de la entrada nos rodeaba con sus escaleras y sus puertas. Yo me encontraba en el centro, esperando a que terminara de entrar.
–Nadie puede entrar en esta casa si ahora mismo ni le invito. Ni tampoco verla... ¿Qué te parece? Estamos completamente solas... tú y yo... –Le dije traviesa–. Incluso, si quieres... puedo traer a algún juguete para que cenemos a gusto... –Pronuncié la sonrisa traviesa y ladeé ligeramente la cabeza–. Pero... tengo entendido que querías aprender todo lo que yo aprendí en su día... ¿no? –Hice un pequeño gesto tentador con las cejas, sin dejar de sonreír con la misma expresión.

¿su creadora? poco sabia de los vampiros que no nacian como yo, pero era cuando les mordían y ellos estaban en el borde de la muerte, o en la misma.-Debía ser una gran mujer tu creadora-apunté yendo hacia su lado, no quería quedarme sola ni un momento en aquella gigantesca mansion. -Tiene sentido, aun que no deja de parecerme sorprendente que la casa se aparezca de la nada.- Sonreí realmente feliz, la consideraba mucho para mi, como una verdadera maestra, alguien inteligente y con cabeza.

Noté cierto tono travieso en sus palabras-Bueno mejor ¿no?, no suelo llevarme bien con muchas personas, asi que si estoy sola con mi maestra podré aprender mucho mas-sonreí calidamente, realmente pensaba asi, realmente quería aprender mucho mas, todo lo que ella pudiese enseñarme estaba bien para mi. cuando dijo lo del juguete me negué-quizas en otro momento, ahora mismo estoy bastante saciada, para que mi madre me dejara irme e cenado allí-dije sin mucha importancia-Pero si tu tienes sed podemos ir a por algo-Mostré una sonrisa de medio lado, casi con orgullo, si algo se me daba bien, era llamar la atencion de los mortales.

Asentí esfusivamente y me puse seria de repente-Quiero aprenderlo todo!, todo lo que puedas enseñarme! me esforzaré al maximo-Era lo minimo que podía hacer despues de que ella habia accedido a ser mi maestra.

La escuchaba con atención, sin poder borrarme aquella sonrisa traviesa del rostro. La miraba y no podía dejar de imaginarme su brillante porvenir. Tenía que admitir que la pequeña princesita derrochaba mucho encanto, y pensaba aprovecharlo para su beneficio.
Pronuncié la sonrisa ante el cumplido, tenía toda la razón. Si nadie nos molestaba, más tiempo tendría ella de aprender y yo de enseñarle.
–Jajaja –Reí–. Gracias preocuparte, pero yo también estoy bien. Y sino podemos bajar a una de las cámaras del sótano. Allí guardo sangre criogenizada para emergencias. Que la casa es muy grande y nunca se sabe.
Mi mirada se tornó aun más traviesa. “Todo... ¿eh?” Se me vinieron muchas ideas descabelladas a la cabeza, pero todo vendría a su debido tiempo. Lo primero era comenzar por el principio.
–Entonces, no se hable más. ¡Te llevaré a una de mis salas favoritas de la casa! –Me contagié de su entusiasmo y acto seguido me enganché a su brazo, comenzando a guiarla hacia una de las puertas bajo los brazos de las escaleras, la de la izquierda.
La invité a pasar. Mirando hacia la izquierda, había un pasillo muy largo y oscuro, aunque al fondo, muy lejano, parecía haber una ventana por la que penetraba la luz de la luna.
Una serie de antorchas que colgaban de la pared, se igniciaron a nuestro recibimiento.
Junto a la puerta –si es que se pudiera decir que estuviera cerca en comparación a la longitud del pasillo–, descendía una escalera de caracol.
Tiré hacia la izquierda, tomando el largo pasillo. De no ser por aquella ventana, no se vería el fondo del pasillo, ya que las antorchas se iban encendiendo unos pasos por delante de nosotras y se iban apagando unos pasos por detrás.
Casi al llegar a la ventana, el pasillo doblaba a la derecha, estrechándose ligeramente –ya que no dejaba de ser bastante ancho–, por lo que tomé aquella dirección.
Observaba a Lucia a medida que avanzábamos, me gustaba ver sus reacciones.
–Todavía recuerdo mi primera lección... –Susurré, rompiendo repentinamente el silencio–. “Nunca hay que olvidar la importancia de la primera impresión”, me dijo mi maestra, “solamente hay una en la vida en cada una de las relaciones individuales con cada persona... las personas, inconscientemente, tienden a crearse una imagen mental que viene inducida por la apariencia... Debemos transmitir buenas vibraciones, confianza, respeto y atractivo... mucho atractivo... La belleza interior se debe transmitir al exterior de forma que casi se pueda palpar, que despierte el interés, nos haga parecer intocables, inaccesibles, personas de éxito... admiradas y lo más importante... deseadas...” –Recitaba. Quería que Lucia se quedara con mis palabras al pie de la letra. Pues ésa, era la clave del éxito. Me giré un instante hacia ella–. Lucia... si tenemos el poder... podemos dominar el mundo...
Y no me refería al poder que comúnmente movía a las personas por la avaricia. El dinero era importante, pero más lo era otro factor... la persuasión.
Empezaron a aparecer puertas. Un fuerte olor a cloro inundó mis fosas nasales. Miré de nuevo a Lucia para observar su reacción. Aunque en el tramo de a continuación no había antorchas, sí que se podía ver a la izquierda que los muros se habían tornado en cristaleras y a través de ellas se podía ver una piscina cubierta, que ocupaba toda una sala. Tan sólo unas cálidas pero tenues antorchas y la luz de la luna se reflejaban en la calma del agua...
–Luego, si te apetece... podríamos darnos un baño para despejarnos de la clase... –Susurré, tentándola, con picardía.
Y pasé de largo los ventanales para detenerme en la siguiente puerta –que estaba a unos cuantos metros, debido a las dimensiones de la sala anterior.
–Hemos llegado. Adelante, princesa... –Le abrí la puerta, cediéndole el paso.
También ésta era una sala bastante amplia. Pero esta en cambio estaba muy bien iluminada. Las paredes eran color crema. Había tocadores, cubriendo casi cualquier pared, salvo las que daban al exterior, para no cubrir las ventanas. Parecía el camerino de las grandes estrellas, un gran salón de belleza a nuestra disposición.
No se veía desde aquí, pero al fondo la pared no cerraba del todo, parecía que hubiera algo detrás.
–Lo primero, es la apariencia.
Me acerqué a uno de los tocadores y giré la silla que tenía en frente, hacia ella.

Cuando mencionó las camaras de abajo me sentí mucho mas tranquila, aun que solo fuese por prevenir era mejor asi. Empecé a andar a su lado, como si fuese una sombra que se mueve con elegancia imitando perfectamente sus movimientos. La casa era hermosa a la vez que grande, las antorchas se iluminaban a nuestro paso y el reto quedaba totalmente oscuro.

-Esta bien-susurré sonriente mientras ibamos a aquella sala que ella apenas habia mencionado. Seguimos muchos muchos pasillos, todos diferentes, con ventanales que anunciaba el final del mismo y menos mal que me estaba acompañando porque estaba segura de que yo me perdería en aquella inmensidad. Empezó a hablarme, era algo importante asi que repetí despues de ella, para que viese que lo habia captado todo.-Debemos transmitir buenas vibraciones, confianza, respeto y atractivo... mucho atractivo... La belleza interior se debe transmitir al exterior de forma que casi se pueda palpar, que despierte el interés, nos haga parecer intocables, inaccesibles, personas de éxito... admiradas y lo más importante... deseadas..-mi voz era casi inaudible.

Un pasillo de cristales se extendió hacia nosotras y yo miré asombrada y emocionada, era una piscina realmente grande, preciosa y clara-ME...me encantaria bañarme luego...-susurré. La verdad es que era una enamorada del agua, siempre tan caliente comparada con mi cuerpo...
Porfin llegamos a la sala esperada, era realmente grande, tanto que el final no se podía adivinar. Estaba llena de tocadores era.. era como un salon de belleza profesional, era... increible-Wow... -recordé inmediatamente sus palabras, la primera impresion era la mas importante. Me senté en la silla que me habia ofrecido levantando la cara para mirarla-¿que haras?-pregunté intentando adivinar sus pensamientos.

Le ponía empeño, parecía muy aplicada y eso me gustaba, me gustaba mucho, porque me recordaba a mí cuando tenía su edad.
Ante su pregunta, acerqué una especie de baúl pequeñito, que al abrirlo pudo comprobar que se trataba de un gran estuche de maquillaje.
–Voy a enseñarte a destacar lo mejor de ti... –Dije agachándome hacia su oído en un susurro. Y la miré a los ojos, a través de su reflejo en el espejo–. ¿Me permites? –Pregunté, refiriéndome al maquillaje. Aunque de todas formas iba a explicarle cómo debía hacerlo, la esencia, lo importante.
–La mirada es capaz de captar e hipnotizar, debe llamar la atención sutilmente, simplemente resaltándola para que sea capaz de llevar las riendas. La piel, en cambio no debería tener tanto, aunque sí un suave rubor que resalte tus mejillas. Y los labios... deben destacar de manera sutil, que parezcan apetecibles sin ser tan vivos, pero sí que no parezcan muertos, en nuestro caso. Y el pelo, lo que más sensual suele resultar es suelto y al aire. Pero recuerda, lo más importante son los ojos. Hay que tener en cuenta la forma que tienen y la expresión, no a todo el mundo le sienta igual un mismo tipo de maquillaje. Yo en tu caso, te resaltaría las pestañas con una máscara negra y te los perfilaría sólo por arriba. Necesitas luz en el ojo y el cerrártelo por abajo sólo se la quitará, haciéndolo parecer más pequeño.
Había estado haciéndole pequeñas demostraciones a medida que hablaba con las manos, como si dibujaran sobre su rostro y cabello.
La miré, pícara.
–¿Bueno, qué? ¿Te atreves a hacértelo?

Asentí nerviosa y me dejé hacer, era algo extraño que me estubiese hablando de maquillaje en esos momentos. Yo todabía me consideraba algo joven y nunca me habia pensado ni por asomo ponerme algo de maquillaje. Escuché sus indicaciones en silencio mientras observaba sus movimientos, delineando cada parte como si de verdad estubiese pintandose. Miré mis ojos y cojí el delineador, hice varias veces el intento pero era inutil-cada vez que lo intento me tiembla la mano-me escusé mirandolo. No era buena con ese tipo de cosas, siempre me ponía lo primero que pillaba y nunca me preocupaba por eso.

Miré el reflejo de Katerina-no... puedo-susurré bastante apenada y avergonzada.

La observé mientras hacía el intento de maquillarse ella sola, pero parecía nerviosa, le temblaba el pulso. Desistió de su intento y me devolvió la mirada avergonzada. Sonreí tiernamente, me resultaba mucho más adorable de lo que pudiera parecer.
–Tranquila... –La animé–. No se nace sabiendo, se aprende con la práctica... Pero esta vez, si quieres, te ayudaré.
Le dediqué una sonrisa reconfortante. Después tomé su mano con suavidad, para guiarla con los trazos.
–Tranquila... –Volví a susurrar.
Comencé aplicando el suave rubor en sus mejillas. La brocha comenzó a acariciar su rostro desde el pómulo, siguiendo la línea del hueso de las mejillas hasta difuminarse con la sien. Después tomé el lápiz negro y fijándome en su reflejo, dibujé un trazo limpio y fino sobre la línea superior del párpado, prolongando el rabillo ascendentemente perfilando la comisura del ojo. Repitiendo el mismo dibujo a la inversa en el otro ojo. Para terminar con el ojo, tomé la máscara de pestañas.
–Un truco para hacerlas parecer más largas... –Susurré–. Mira hacia abajo y con suavidad, como si las acariciaras, péinalas poco a poco, deslizando el cepillo con suavidad de un lado a otro, siempre de forma perpendicular a la trayectoria de las pestañas. Eso además las separa y evita que aparezcan los borbotones –Explicaba, a medida que le aplicaba la máscara–. No tengas miedo de retocar las puntas...
Cuando terminé de aplicarle la máscara, la dejé que se contemplara el cambio en el espejo.

Me dejé hacer a sus manos expertas en ese tipo de materia. Observé como delineaba el contorno de mis ojos, dibujando una suave pero notoria linea negra a su alrededor.
Hacia un contraste curioso con la piel tan blanca que tenía y marcaba perfectamente el tono rojizo de mis ojos.

Bajé los parpados grabandome ese movimiento en la memoria, pues seguramente ahora lo utilizaría mas a menudo. Cuando abrí los ojos me maraville ante mi imagen, realmente resaltaba demasiado mi piel. Me rocé la cara, pocas veces me parecía a mi misma una chica guapa, pero esta era una de las excepciones. Sonreí mirando a Katerina-Gra..gracias! yo.. nunca-dejé la frase a medias, seguramente ella hubiese sabido lo que le estaba diciendo. Para ella esta era una de las cosas que yo mas tenía que aprender, asi que despues de comprobarlo me dejaría totalmente en sus manos-Enseñame mas! por favor-era impaciente, no podía evitarlo, pero aquello me hacia realmente feliz y mas con alquien como ella.

Me volvió a enternecer al comprobar su reacción. Mientras la pintaba, no me había fijado en cómo le quedaba realmente el maquillaje y ahora al contemplarla me daba cuenta de cómo un ligero toque de maquillaje podía hacer brillar incluso a la mujer más bella...
Su mirada, ahora parecía más intensa y sus mejillas resaltaban ahora lo adorable de su inocencia. Mi mirada entonces se posó en sus labios, aun estaban pálidos como la nieve. Había que darles un toque de calidez acorde a su edad.
–Espera, no te impacientes. Falta un retoque más... –Le dije con una sonrisa pícara.
Entonces, extraje del baúl de maquillaje un lápiz de labios rojo, que perfectamente se habría podido comparar con el color de sus ojos y haber afirmado que fueran gemelos.
–Los labios, también es importante saber pintarlos. No basta con colorear toda su forma de carmín –Le expliqué, mirando directamente a sus atentos ojos a través de su reflejo–. Perfilar su contorno les da... cierto volumen.
Aprovechando su reflejo en el espejo –como había hecho antes–, comencé a dibujarlos como había hecho anteriormente, difuminando la comisura de estos con el dedo meñique para que no pareciera al final que estuvieran realmente perfilados. Después, me volví hacia el baúl de nuevo y saqué un bote de vaselina...
La miré a los ojos para ver su reacción, pues seguramente se habría sorprendido al ver que sacaba precisamente esto. Sonreí, nuevamente pícara.
–¿Sabes que mezclar el carmín con la vaselina en los labios adquieren un toque más natural...? –Dejé caer, al tiempo que, como si fuese la cosa más natural del mundo, penetraba la punta del lápiz en la húmeda masa viscosa. Y, con aquella misma sonrisa, acerqué el lápiz bañado en vaselina a sus labios. Sin embargo, antes de comenzar a pintarlos, lo aparté chistando–. Nada de muecas, los labios relajados.
Y, tras esta última indicación, comencé a pintar... primero la parte sobresaliente y central del labio superior, sin teñir demasiado... y de ahí fui trazando líneas paralelas en el inferior, desde el centro hacia los lados.
–Ya puedes mezclarlos... despacio... –Indiqué, haciendo el gesto con mis propios labios para que lo imitase–. Así... eso es... –Susurré con suavidad–. ¡E voila!
Exclamé, dando por finalizado el magreo de labios para que comprobase el resultado. No era necesario que los mezclara demasiado, sino sólo un poquito.
El color era ahora perfecto... exactamente del rojo que debían tener sus labios de estar vivos... carnosos, sensuales, apetecibles... la vaselina además los hacía brillar ligeramente marcando su volumen y dándoles un efecto de humedad que suele quedar al humedecerlos con saliva, pero de manera más prolongada...
Me mordí ligeramente el labio inferior al contemplar sus labios... me habían entrado ganas de probarlos... y, avergonzada, me di rápidamente la vuelta para que no me lo notara.
Respiré profundamente.
–¡Vamos! –Dije para salir del paso, echando a andar hacia la parte del fondo que parecía oculta tras una pared sin puerta.
Me detuve a la entrada de aquel lugar, apoyándome en el borde de la pared de forma un tanto provocativa, volviéndome hacia ella con una sonrisa y mirada tentadoras, ya repuesta del desliz anterior.
–Hay que escogerte un vestido... –Le hice un gesto cómplice con la mirada, y esperé a que llegara a mi altura.

Fuí a levantarme cuando me dijo que esperara, yo asi me parecía bien, que mas podía hacerme, si realmente yo con esto me conformaba. Sacó un pintalabios y me lo quedé mirando sorprendida-no es un color demasiado intenso...?-pregunté. Miré como ponía suavemente el pintalabios sobre mi, era suave y aguado, mis labios se fueron tiñendo de rojo como si de magia se tratase, cerré los ojos con fuerza, no quería verlo hasta haberlo terminado y cuando se separó miré de nuevo.

Realmente era un contraste fuerte. Me hacia cierta gracia el comprobar que mis labios y mis ojos eran del mismo color carmín. Observé a Katerina durante unos instantes, hasta que ví la baselina, la miré extrañada, se suponía que esto era lo ultimo pero no me quejaría. Puse una mueca algo extraña al verla acercar el pincel, pero ante su queja los relajé de nuevo, era demasiado nerviosa como para estar ahí en tanta tension. Los mezclé bien exactamente de la forma en la que ella me habia dicho.

Me levanté mirandome de nuevo en el espejo, estar maquillada me hacia parecer mas elegante y en algun punto hasta podía verme atractiva. La seguí despacio hasta que se paró en frente de la puerta. Sin duda ella si que era una vampiresa hermosa, nada tenía que envidiar a nadie. Me quedé algo roja-¿Vestido? ¿no esta bien la ropa que traigo?-bien era cierto que llevaba algo de lo mas sencillo, sin muchos adornos ni colores, pero no creía que estubiese nada mal.

Me acerqué a ella poco a poco hasta situarme a su altura-Va..vale pero.. ¿que se supone que devería ponerme? no tengo buen ojo para la ropa-sonreí rascandome la mejilla suavemente. Sentía tener que preguntar tanto pero las dudas me asaltaban a cada palabra y situacion, pero debía seguir, ella solo me estaba enseñando y yo quería aprender de ella.

No pude evitar mirarla de abajo a arriba mientras se me acercaba, terminando por posarla en sus rojos ojos. El conjunto aun no estaba perfecto aun, pero sí que era cierto que para ser tan joven había desarrollado una bonita figura, no tenía nada que envidiarle, sino más bien admirarle.
–Una mujer atractiva siempre debería mostrar su belleza al mundo... Las flores lo hacen al florecer para que todos puedan admirarlas. La ropa debe reflejar nuestra personalidad, y los colores preferiblemente deben resaltar nuestros rasgos, nuestros ojos, porque la luz siempre incidirá en ellos y los hará reflejarse en nuestros ojos, cambiando o resaltando su propio tono –Hice una pausa–. Para una dama la elegancia, el porte y la insinuación que provoque el repetir la mirada, incitando al deseo, son lo más importante.
Me di la vuelta y pasé al otro lado, deteniéndome al dar apenas un par de pasos para observar la reacción de Lucia.
Las paredes estaban llenas de armarios sin puertas llenas de vestidos de todas las clases y colores. Frente a la ventana y entre los armarios, había un probador circular con la cortina echada, sobre una plataforma de un escalón de elevación. Y, frente a éste, unos sillones.
Parecía el vestuario de las estrellas.
–¿Cuál es tu color preferido, Lucia? –Pregunté intencionadamente, girando el rostro hacia ella–. Y no te cortes, puedes echar un vistazo a la ropa.
Sonreí, cruzándome de brazos, mientras esperaba.

"¿atractiva?" pensé desconcertada, era imposible que se refiriese a mi, yo no me veía ni la mitad de bien de como se veía ella pues de mi poco habia que sacar"deseo? provocacion?" realmente me habia perdido en algun momento de la conversacion-No creo que sea buena idea...-susurré aun siguiendola-creo que tengo un cuerop demasiado niño para usar... estos trajes tan elegantes-miré observadora y curiosa la cantidad de vestidos, a simple vista todos parecían realmente preciosos. Me acerqué curiosa a uno y lo ojeé antes de girarme hacia ella-Mi color favorito es el azul cian-dije sonriente. Miraba algunos vestidos, pero ninguno llamaba especialmente mi atencion-Segun tu.. ¿que es lo que me quedaría mejor?-pregunté inquieta, aquella escena, con tantos trajes y que parecían tan caros, me daba la sensacion de ser una autentica estrella aun que no lo fuese de verdad

Me acerqué a las perchas y comencé a ojear los vestidos, pasando de uno a otro con una velocidad asombrosa.
–Debe ser uno elegante, que resalte tu figura... y resulte llamativo para el que lo mire... –Susurré.
Seguí mirando hasta que saqué un vestido negro, uno rojo y uno azul añil. El primero era corto, con el escote recto y los tirantes finos. El segundo era largo con una prominente raja a un lado, desde el muslo, y el escote bastante provocativo y en pico, con los tirantes cruzados por detrás. Y, el tercero, era también largo, pero la raja era por detrás y simplemente para permitir movilidad, por lo que no estaba tan arriba. El escote era redondo y los tirantes por debajo de los hombros, la espalda hacía un dibujo que la transparentaba con una tela algo transparente y casi llegaba hasta la altura del trasero.
–Toma, pruébatelos... –Dije colocándolos sobre sus manos.
Justo cuando los solté, me pareció ver de refilón otro vestido que pudiera quedarle bien. Cual fantasma, me aparecí frente a dicho vestidor y saqué un vestido victoriano azul cyan con los retoques en negro. Tenía un apretado corsé, pero los tirantes se retorcían mostrando un escote en barca, quedando por debajo de los hombros. La falda dibujaba tirabuzones entre la tela cyan y el la de encaje negro, que parecía suavizar el brillo de la azul. Además, la falda era pomposa, como cualquier vestido victoriano.
–Ten, pruébate éste también... –Dije manteniendo una mirada pícara, al tiempo que se lo entregaba. Después retrocedí hacia los asientos y me senté en uno de ellos con las piernas cruzadas de forma provocativa.
No podía esperar a verle los vestidos puestos... Estaba ansiosa...

Al instante me cogió un monton de vestidos de los armarios, azul, rojo, negro. Los cojí inmediatamente y con cuidado para llevarmelos a el pequeño probador de la sala y poder ponermelos a gusto. Pero cuando ya iba a entrar me tendió otro, a mi parecer con unos colores mucho mas bonitos y elegantes. Cerré las cortinillas colocando los vestidos, empecé a desvestirme con cuidado, pero rapidamente y me coloqué el primer vestido, el negro.

Me llegaba hasta los muslos y era levemente apretado. Salí enseñandolselo, a mi no me gustaba realmente mucho-de..demasiado corto no te parece?-no estaba acostumbrada a llevar vestidos demasiado cortos. Entré de nuevo en el vestidor poniendome el siguiente, me tapé con la tela antes de salir-Katerina... este es demasiado.. para mi-me daba verguenza hasta salir a que me viese. Quité la tela del probador saliendo vergonzosamente ante ella, mi cara se volvió roja. Tuve que salir casi corriendo al probador de nuevo, esta ropa me sentaba demasiado extraña. El ultimo cuando me lo probé me quedé asombrada, parecía mas mayor, era como mas adulta y tapaba bastante mi cuerpo, aun que la raja de detras no me convenciese demasiado el vestido era, en si, realmente precioso. Salí enseñandoselo, me sentía mucho mas comoda con este-Creo que este me queda mejor que los otros-dije sonriente.-Voy a probarme el ultimo ¿si?-poco a poco me animaba a ello, era divertido y tener a alguien que te dijese exactamente si te quedaba bien o no era genial. Me metí cogiendo el ultimo vestido y antes de probármelo lo examiné, era precioso, no solo la forma y contorno si no también el color.

Tomé aire antes de apretar el corsé, nerviosa, de momento lo que veía me gustaba, marcaba mi figura por muy niña que fuese y la falda pomposa le daba un toque elegante. Salí admirándolo, era tan bonito, era tan azul-Bien... este es el ultimo que me distes. ¿que te parece?-dije apartándome el pelo de los hombros.

Cuando se abrió la cortina me fijé rápidamente en ella. No pude evitar mirarla de abajo a arriba, ese vestido... le hacía unas piernas muy bonitas... pero ella no se sentía del todo a gusto con la longitud de la falda.
–Sip... Siguiente –Dije haciendo un gesto con la mano. Si a ella no le convencía, no le iba a convencer de lo contrario, cuando a mí tampoco me terminaba de convencer.
No tardó mucho en volver a asomarse, pero no parecía querer que la viera.
–Vamos, no será para tanto –Dije sonriendo con aire pícaro–. Anda... ¡sal y deja que vea cómo te queda, al menos...! Porfaaa...
Estaba muy mona asomada hacia fuera, tapándose con la cortina. Parecía darle vergüenza... pero finalmente se decidió a salir. Me quedé con la boca abierta... no lo pude evitar. La verdad era que el rojo le sentaba bastante bien y resaltaba su silueta a la perfección... el vestido era muy provocativo, la hacía ver bastante sexy...
Pero se volvió a meter de nuevo en el probador, a la pobre le daba mucha vergüenza salir así.
–Oye, Lucia... ¡Si quieres hacer que babeen por ti! Ese vestido es perfecto, ¡¡¡te queda como un guante!!! –Exclamé con entusiasmo a la cortina. La verdad era que me había sorprendido bastante... lo que podía hacer el rojo pasión a una mujer... uff...
Volvió a salir, esta vez con el vestido azul. Éste era más discreto, pero a la vez bastante elegante. Le quedaba bastante bien y a ella se la veía más cómoda que con los otros.
–El azul te sienta bastante bien... –Admití, asintiendo. Aquel escote con los hombros al aire insinuaba bastante... pero no terminaba de realzarla del todo.
No me dio tiempo a decirle nada más, porque se volvió a dar la vuelta para entrar al probador. Contuve el aliento... el dibujo transparente de la espalda era de lo más sexy... no le llegaba hasta el trasero, pero casi...
“Yaaaahhh... Que tu princesita te está exaltando demasiado... Deja de fijarte en ella que es tu pupila...” Aparté la mirada de la cortina con altivez, abanicándome con la mano, me estaba acalorando un poco.
Tenía la cara vuelta cuando volvió a salir, intentando restablecerme, pero para cuando volvió a salir y volví de nuevo la cabeza para mirarla, del asombro descrucé las piernas y me puse en pie, llevándome las manos a la boca, tapándola emocionada. “¡Ay!” Se me escapó mentalmente, emocionada.
–¡Estás preciosa! –Dije apartando las manos de mi cara y extendiendo los brazos en un gesto de acogida–. ¡En serio! –Me acerqué a ella para verla mejor, y me di una vuelta a su alrededor–. Sí. ¡Definitivamente, ése es tu color! –Asentí, convencida.
Ese vestido resaltaba realmente su personalidad, la hacía parecer más ella. El factor de su color favorito, tenía que admitir que había sido decisivo.
El corsé moldeaba perfectamente su figura, apretando bien su cintura y haciéndole un pecho bonito, justo del tamaño ideal.
–Ah, espera un momento... –Dije al pasar por su espalda. El corsé no estaba del todo bien atado. Me acerqué para ajustárselo bien. Le aparté el pelo de la espalda y se lo eché sobre un hombro hacia delate–. Esto es conveniente que alguien te ayude a atártelo, si puedes –Dije dando un tirón.
Cuando terminé, me volví a poner frente a ella para verla mejor.
–Hmm... –Murmuré entornando los ojos–. Tengo que hacer algo con ese pelo... Lucia, ¡saca pecho! La pechonalidad debe ir siempre por delante. Debes ir recta y caminar elegantemente, como si fueras inalcanzable... –Le cogí la mano–. Anda, ven... que te arreglo el pelo y ya terminamos... –Dije emocionada. Me encantaba lo bien que estaba quedando mi creación, me sentía orgullosa.
Tiré de ella con suavidad de nuevo hacia los tocadores, dejándola junto a una silla para que se sentara. Y saqué de la parte de atrás del baúl un cepillo, una plancha, unas tenazas y una pinza para el pelo.
Rápidamente se lo peiné para que no tuviera enredos al pasarle los demás artefactos. Tenía el pelo súper sedoso, era increíble...
No tardé mucho en alisárselo, ya que su pelo ya era liso de por sí y luego, con las tenazas, le hice algunos tirabuzones. Después saqué un bote de serum del mismo lado del baúl, me lo puse en las manos y con los dedos se lo eché por el pelo.
–Esto es para el brillo... –Le dije para que no se asustara al ver que le ponía un potingue raro en el pelo. Después se lo eché hacia un lado, para que le cayera sobre el hombro hacia delante–. Ahora sí estás perfecta –Dije sonriente. Me incliné ligeramente hacia su oído para susurrarle–. Ah, y puedes quedarte con ese vestido... ¡Te lo regalo!

Parecia que todos los vestidos que me probaba le gustasen, incluso me dijo que el vestido rojo, ese demasiado provocativo para mi gusto, me quedaba como un guante. PEro cuando me probé el azul cyan su cara cambió, parecia como si realmente me quedase perfecto.

Me sonrojé, me habia echo ilusion que le gustase como me habia quedado. Miré hacia detras un momento cuando dió un tiron-No estoy familiarizada con los corses, intentaré que haya alguien cuando vaya a ponerme alguno-la sonreí. Me tocó el pelo con suavidad y yo cerré los ojos, cuando me acariciaban el pelo me relajaba, era una de las cosas que mas me gustaban, aun que el resto de gente nunca lo hacia. Me giré para mirarla y me llevó a uno de los tocadores de nuevo, quería agradecerle lo que estaba haciendo pero al llevarme tan rapido hasta allí, tarde en reaccionar.

Empezó a cepillarme el pelo y yo cerré los ojos con una suave sonrisa dibujada en mi cara, mis mejillas se teñían de un suave rojo, adoraba la sensacion. Cuando abrí los ojos me estaba planchando el pelo y despues haciendome pequeños tirabuzones, nunca habia probado a hacer eso con mi pelo y no me quedaba del todo mal. Miré atentamente lo que me ponía en el pelo, sinceramente quedaba mucho mas luminoso que antes.
Me sonrojé un poco al escuchar su susurro y me levanté sorprendida-No.. no pueedo aceptar este vestido... estoy segura de que es carisimo y yo.. no se como lucirlo..-realmente era un vestido precioso y muy elegante, demasiado quizas para alguien como yo.

Sonreí ante su respuesta. Como siempre, era tan monaaa...
–Pero si ya lo estás luciendo, Lucía... Mírate –Dije señalando su reflejo en el espejo–. Te ves como nunca... ¡Preciosa! E insisto, ese vestido es para ti.
Me separé de su oído y sonreí de manera traviesa y maquinadora.
–Lucía, prepárate, que la noche es joven. Vamos a salir de caza... –Dije sin poder parar de sonreír, misteriosamente.

Me sonrojé bastante y me abracé a ella, se estaba comportando realmente bien conmigo... nunca habia tenido a alguien que me dijese todas esas cosas ni que me tratase del mismo modo en el que me trataba ella y me sentía feliz de que ella fuese mi maestra. Cuando me dijo de ir a cazar me relamí los labios, no me habia dado cuenta de que efectivamente me habia empezado a entrar sed y sus palabras solo me abrian el apetito.-Me parece perfecto...-sonreí-¿como lo haremos?-dije impaciente, ya quería oir su plan.

Se me dibujó una sonrisa traviesa. Me imaginaba a Lucía en mi piel, cuando a mi me tocó hacerlo sola por primera vez... era divertido verla usurpándome el papel.
–Ya lo verás... –Dije posando una mano sobre la suya y al instante nos desaparecimos.

[OFF Vamos a aquí.]

[OFF Regresamos al mismo tema, ya que es el mismo día, o noche xD Y perdón por el doble post >.<]

Reaparecimos en una densa niebla blanquecina.
Estábamos en el hall, mi mano aun sujetaba la de Lucía. Por alguna razón, sentía que ella en este momento me necesitaba más que nunca, por lo que por ahora no la soltaría.
Me incliné levemente hacia ella, mirándole a los ojos, todavía preocupada. Al final no nos habíamos alimentado.
–¿Quieres que vaya a por un poco de sangre, pequeña...? –Susurré, con suavidad, aun sin moverme del sitio.

Habiamos desaparecido subitamente de la ciudad y volviamos a estar en su casa. Me agarré mas fuerte a ella, como si no quisiese soltarla en ningun momento, subí la cabeza al escuchar su voz y entonces me solté de ella apartandome un poco, sonreí intentando transmitir tranquilidad-va..vale, siento que la caza... no fuese lo esperado-Realmente me sentía culpable de la situacion que habiamos tenido en aquel callejon y esperaba que me pudiese perdonar, me haría mas decidida, la demostraría en un futuro... cuanto podia confiar en mi.