Paseo vespertino

Caminaba apoyado en mi viejo bastón de hueso, para mantener el equilibrío, pues el terreno era abrupto y estaba lleno de gruesas raices y rocas. A pesar de mi ceguera mis pasos eran firmes, conocia bien aquel camino y podia guiarme por las auras y la mágia que inhundaba el lugar. La tranquilidad y quietud que gobernaban la zona la hacian el lugar ideal para que un viejo pasase unos momentos meditando.

Finalmente llegué al donde me dirigia, un pequeño claro en el bosque con un pequeño riachuelo atravesandolo. Los reflejos de los cristales de los arboles le daban a la escena un aspecto maravilloso y encantado, aunque mis viejos y cansados ojos no lo pudiesen apreciar no siempre habia sido invidente y podia recordar.

Me situé en el centro del claro y me senté, no sin dificultad, con las piernas cruzadas. Abrí uno de los saquitos que siempre llevaba conmigo y lancé su contenido al aire. Huesos de animales de diversos tamaños volaron por los aires un instante antes de caer, en un circulo perfecto, a mi alrededor. Los pequeños trucos de mágia que habia aprendido me ayudaban a preparar mis rituales con mayor facilidad. Después abrí un pequeño botecito que llevaba conmigo, lleno de sangre animal, su contenido se esparció por el suelo formando un dibujo tribal que unia los huesos que habia lanzado.

Cuando el sello estubo preparado comencé a murmurar un extraño cantico, la atmosfera se volvió más densa a medida que la mágia acudia a mí.

Después de tantas aventuras en Vaahl decidí volver a Linneris echaba de menos sus bosques, sus tíos, sus cañones... Había decidido ir al bosque te cristales, aquel que tanta hermosura guardaba en su interior.
Los cristales sonaban hacían aflorar la magia de lugares insospechados, hacían tus poderes aflorar más de lo normal pues todo fluía por tu cuerpo, mi aura se hizo notable a mi alrededor un aura blanca hizo acto de presencia, pero no porque fuese de luz ni mucho menos, sino que yo entera era blanca.
Después de deambular por él bosque oí él ruido de unos huesos.
Me acerque a ese sonido realmente emocionada si era él que yo creía que era me alegraría muchisimo de volver a verle, y efectivamente al dar un par de pasos más allí estaba, realizando sus rituales. Me senté en frente suya con las piernas cruzadas sin estropear lo que él había echo y me quede en silencio con los ojos cerrados y una gran sonrisa.

Su aura entró en mi visión, un aura como aquella era facil de distinguir, aún más si se disponia de mi habilidad. La ceguera no me impedia ver, ni mucho menos, si no que habia servido para ampliar mis otros sentidos. No interrumpí mi ritual hasta que ella no estubo delante de mi. Fue entonces cuando abrí los ojos y sonreí a través de mi tupida y blanca barba. Los huesos entraron de nuevo en la bolsa y la sangre simplemente fue absorbida por el suelo.

-Pequeña emperatriz... ¿Que os trae por aquí? -Hacia mucho tiempo que no la veia, siendo tan joven como era no era de extrañar que se pasase los dias explorando y viviendo aventruas. Quien pudiese volver a la juventud. Me levanté dificultosamente apoyandome en el bastón pues la edad no me permitia pasar mucho tiempo en el suelo.

Sabía que él me hacia visto, me había sentido pues levantó suavemente la cabeza casi como inconscientemente.-seji... encantada de volver a verte de nuevo-susurré haciendo una especie de reverencia, aún que sabía que él no la vería se la merecía. Él era él chamán más poderoso de todos era totalmente sabio y aún que estaba ciego podía leer tu aura con demasiada lucidez.
-e vuelto mi seji... necesitaba recuperar mi poder antes de volver con mi gente pero ahora que tengo todo mi poder de nuevo a mi lado, no me iré-susurré con una gran sonrisa. Seguía en la misma postura de antes-e de relatarle lo que e visto.. e ido al otro continente es... espectacular -recordé aquella noche con demian y aquellos días con esas hermosas dríades y las diferentes razas que allí habitaban.

-El mundo es grande, pequeña, y sus secretos tambien, no tienes que excusarte conmigo por querer verlo. -Hablé con una sonrisa amable que podia notarse a través de mi barba. -Cuentame joven, pues aunque he leido mucho sobre Vaahl, nunca en mi larga vida lo he pisado. ¿Viste acaso algún licantropo o a un ángel? Estoy harto de ver a esos driades y aster que pueblan Lineris. Pero por favor, camina conmigo, mis huesos necesitan ejercicio. -Giré mi cabeza en dirección al foco de su aura, a la altura a la que debian estar sus ojos. Habia perdido la visión hacia mucho tiempo de manera violenta, pero eso no me habia impedido proseguir con mi vida. De hecho habia conseguido un nivel de lectura de auras muy elevado, tanto como cabria imaginar, además, alguno hechizos sencillos me ayudaban a no golpearme con nada y poder caminar con relativa comodidad.

Sonreí, definitivamente Ryota me conocía demasiado bien, tanto que a veces me abrumaba, pero sabía que todo era por mi bien. -Si los e visto, al menos a los licantropos, vampiros y demonios-mis ojos brillaron recordando a Demian.
-Los licantropos... al parecer son muchos e interesantes realmente no recordaba que fuesen así, en los libros y demás historias.-Cuando mencionó los aster me cambió la cara frunciendo el ceño-Yo también estoy harta de verlos... serán rastreros... aun que me temo que no dejaremos de verlos, también están en el otro continente-

Caminé con el, aun que el no caminara del todo como la palabra propiamente decía, entonces acaricié uno de los cristales.