Un Uroba suelto en Eliria:

Las ciudades bulliciosas de seres de todas las razas que poblaban el mundo siempre resultaban fascinantes, casi resultaba triste pensar en la posibilidad de tener que arrasarlas, si era necesario para mi gente.
En cierto modo me resultaba incómodo caminar por la calle en forma humana, no obstante era necesario dadas las circunstancias, no podía ni imaginarme como responderían todos los seres que me rodeaban, si vieran un enorme dragón caminando por las calles de su ciudad.

-Pero sería divertido.- Sonreí pensando en ello para mis adentros. -Muy divertido.-

Había bastantes puestos de mercaderes, pero nada de comida a estas horas del atardecer, casi anochecer, puestos de cachivaches, colgantes, pulseras, artesanías varias y objetos curiosos. Parecían tener bastantes interesados entre aquellas masas de gente que deambulaban de un lado para otro.
Me acerqué a un puesto repleto de extraños colgantes con piedras preciosas de brillantes colores, dudaba que ninguna de ellas fueran auténticas pero me causaban una fuerte atracción, me traían recuerdos de mi hogar.
El mercader, un tipo delgado, vestido con ropas exóticas parloteaba ruidosamente con una pareja de mediana edad, seguramente intentando cerrar un trato con ellos y no me prestaba atención por el momento, pero me imaginaba que no tardaría en acercarse e intentar colarme alguna pieza de su género.

Una piedra roja de un brillo cristalino vivaz, similar a un enorme rubí me llamó la atención, la tome con mi mano y la acerqué a mi rostro, fascinado con el reflejo que podía contemplar en su superficie....

Respiré con la cabeza alzada y realmente contenta por estar allí, hacia demasiado que Eliria no me agradaba con su bullicio y sus caminos llenos de gente despreocupada. Paseé descuidada por todos los callejones que me eran posibles hasta que me encontré con algo expectacular "¡¡¡un mercadillo!!!" pensé andando deprisa hacia cada uno de los mercaderes.

El pelo me había crecido considerablemente hasta llegar a mi cintura, en esta ocasion lo llevaba suelto, vestía como era costumbre mi corsé rojo y negro y una falda larga que tapaba mis botas negras de cuero. A varios mercaderes les llamé la atención y me engatusaban en cierta forma con su parlotería pero nunca compraba nada y podía seguir escabullendome, hasta que encontré el puesto.

Todo en el era brillante y colorido, me acerqué cautelosa hasta el para mirar las hermosas piedras, una verde captó mi atención y la miré fascinandome, hasta que la voz del mercader me sacó de mi ensoñacion-¿Le a gustado alguna señorita?-alcé la cabeza con una gran sonrisa-Bueno, la verdad es que todas son hermosas, simplemente andaba mirando.

Con el pedrusco alzado ante mí, escuché una voz alegre femenina a mis espaldas que acaparó mi atención. Desplacé distraidamente el pedrusco a mi derecha y observé el reflejo que me ofrecía: una figura femenina en efecto, o eso parecía por sus formas, aunque parecía no tener cabello....
Ese detalle curioso me llamó la atención y me volví para mirarla.
Una melena roja hasta la cintura, ese era el misterio del pedrusco. La observe durante unos segundos y tuve el impulso de acercarme a ella:

-Esa piedra verde os sentaría muy bien en vuestro pecho, haría buena combinación con vuestro pelo.- Sugerí con amabilidad buscando el rostro de la joven.

-Pero....- Incliné la cabeza hacia su rostro. -No os garantizo que sea auténtica.-

Seguí observando las piedras con el hombre centrando toda su atención en mi, hasta que la voz de un chico captó mi atención y por lo que parece también la atención del mercader. Giré la cabeza hasta poder mirarle, aun que tuve que subir la mirada pues era bastante alto, tenía el pelo negro azabache pero lo que mas me sorprendieron son sus ojos del color violeta que tanto me habia gustado de Kaede, pues era un color ciertamente extraño.

Por la palidez de su piel casi creía que era un vampiro pero su sangre aun palpitaba y recorria por su cuerpo. Sonreí casi instantáneamente-Lo cierto era que me e fijado antes en la piedra, verde es realmente hermosa-Mi mirada se tornó confusa cuando me negó la autenticidad de las piedras y volví mi mirada hacia ellas-¿de verdad? pues si no lo son realmente lo parecen.

-Parece que tiene bastante idea sobre piedras-añadí con agrado y bastante animada-¿Hay alguna que me recomiende especialmente?

Su rostro era muy bello, bello pero pálido, como una de esas muñecas de porcelana que las familias ricas daban a sus hijas. Había algo extraño en la joven aunque no sabía que podría ser, quizás su melena rojiza me turbaba demasiado, quizás la joven en si misma. ¿Sería realmente humana?.

-Algo se sobre ellas.- Respondí con cierta sinceridad,-Para usted.... las esmeraldas serían lo mas adecuado, el verde combina bien con el rojo.- Añadí mientras me inclinaba sobre las muestras de colgantes y anillos del tenderete.

Al igual que en el otro en el que me había detenido, las piedras debían de ser un material similar aunque talladas de formas diferentes y con diferentes monturas.

-Sí, las esmeraldas os sentarían bien, pero no estas.- Señalé con un leve movimiento de cabeza a el muestrario. -Deberíais buscar un vendedor lejos de estos puestos.- Me volví hacia el puesto en el que me había detenido y me fijé en que el vendedor seguía negociando con expresión satisfecha, seguro de obtener un buen negocio con la pareja de mediana edad a cambio de nada.

-¿Me permitís ayudaros a buscar?.-

Miré de nuevo aquella piedra de color esmeralda, si sabía algo de piedras como el había dicho y decía que me sentaba bien entonces su razón tendría.

Las observó de nuevo, todas y cada una de las piedras de aquel puesto, todas y cada una de ellas de color verdoso las miraba con cuidado como si observándolas pudiese ver cada una de las composiciones y la autenticidad del mismo.
Entonces volvió a levantarse-¿un vendedor lejos de estos puestos?-Miré todos los demás pero ni de broma había ninguno con unas piedras tan hermosas como las de este mercader.

entonces mi mirada se iluminó unos instantes y me puse a su lado con la agilidad de un felino-Por favor, nada me agradaría mas que me llevase a algun sitio con dichas piedras-dije agradecida, ante todo fuera de mi mundo tenía que ser levemente estirada, por que si por mi fuese me habia agarrado a su brazo esfusivamente armando algun escandalo. Aun asi no podía contener del todo mi felicidad, de verdad deseaba una de esas piedras-Usted dirá a donde nos dirigimos.-

Me sorprendió un poco su respuesta, principalmente porque no me la esperaba y además deseaba que dijera lo que dijo. Sentí una suave descarga que me recorrió entero de un extremo a otro de mi ser cuando dijo las palabras y me miró, con aquellos ojos verdes tan parecidos a las falsas gemas que imitaban esmeraldas, en aquel la callejuela, en pleno anochecer...

-Pues bien,- la tomé delicadamente por la cintura para guiarla, -gustosamente.- Añadí mientras empezamos a caminar, marcando yo el paso y la dirección.

En mi otra mano aún sostenía el colgante de cuero con un rubí de poca calidad, pero bonito y laboriosamente tallado. Era casi seguro que el vendedor se había dado cuenta de que lo había tomado y no había pagado por él, pero no le importaba, había cerrado el trato con la pareja de mediana edad, un buen trato como reflejaba el forzado disimulo de la satisfacción que sentía de si mismo.

Pero fuera vendedores y demás estupideces, caminaba junto a una bella joven pelirroja y me sentía extrañamente feliz de mi mismo. Desde luego las ciudades de otras razas no estaban tan mal como había pensado en un principio.

-¿Sería una descortesía preguntaros vuestro nombre?, señorita.-

Me tomó la cintura a la par que empezamos a andar, su paso era decidido y firme, reí suavemente. No había sido poco acertado si me hubiese emocionado como a veces lo hacia pero no pasaba nada. Me junté a el mientras andabamos para que no tuviese que estar con la mano muy tensa. Entonces le miré alzando de nuevo la cabeza-Disculpe mi descortesía, se me olvidó presentarme-hice un breve asentimiento con la cabeza, con un saludo formal-Mi nombre es Luccie Hyuga un gusto conocerle ¿y su nombre es?-

Estaba realmente agusto con un caballero a si a mi lado, además parecía bastante educado, aun que me gustaría haberle visto un poco menos estirado-Y digame... no es de por aqui ¿verdad?-Pregunté con toda tranquilidad, el haberme cogido de la cintura en vez de simplemente haberme ofrecido su brazo era uno de los primeros signos, eso y que sus ojos no eran comunes ni por asomo por estos lugares.

Tras un rato caminando juntos ella se apretó un poco a mi, ya casi ni prestaba atención a los diferentes puestos ni a las personas que nos rodeaban. Ya se había hecho de noche y los faroles de las calles estaban encendidos. Me parecía recordar un local cerca de estas callejuelas, con artesanías auténticas y por supuesto a mayores precios. Estábamos dando un enorme rodeo pero no importaba, no tenía prisa y parecía que ella tampoco.

-Luccie Hyuga.- Repetí despacio el nombre, como intentando memorizarlo. -Axel, Axel Foley, de tierras lejanas.- Respondiendo a su segunda pregunta.

Mientras caminábamos y la zona de los tenderos quedaba atrás, las calles se volvían mas estrechas y oscuras, el precio de buscar atajos y evitar dar un excesivo rodeo. La gente casi había desaparecido y había muchos soportales oscuros que podrían ocultar muchas cosas. No obstante no tenía miedo, sería vergonzoso mostrarlo ante ella, esa idea me asustaba mas que cualquier posible amenaza en las sombras.

-Ya falta poco, enseguida podrá deleitar la vista con hermosas y auténticas gemas.- Y en ese instante aparecieron.....



-Sí, podrías deleitarnos a nosotros si nos las entregas, Foley.-

Sonreí en principio triunfante, sabía que era de otras tierras-Encandata Axel-dije con dulzura, siempre era agradable conocer gente nueva. Me preguntaba seriamente de donde venía este chico, me habia cruzado casi todo Vaahl volando pero nunca conocí a nadie con esos modales.

Las calles empezaron a oscurecerse y poco a poco la gente se fué resguardando a sus casas, yo no tenía miedo, si quiera un poco de angustia. La oscuridad era mi compañera, podía ver en la oscuridad asi que tampoco disimulé mi gusto por la misma. Reí suavemente-Espero que sean unas joyas preciosas-admití alegremente.
Entonces se escuchó una voz era fuerte y parecía que conocía a mi acompañante esta noche, giré la cabeza hasta encontrarme con un hombre, no parecía ser mala persona-Buenas noches-dije energicamente, entonces me giré hacia Axel-¿Son amigos tuyos?-pregunté en voz alta.

Apenas había escuchado las alegres palabras de mi acompañante y estaba observando al desconocido que había surgido de entre las sombras a un lado de nosotros. Bien vestido, no parecía un delincuente común de las calles, uno de esos rufianes piojosos y malolientes que pululaban por las alcantarillas y lugares peores en busca de presas fáciles. Como las ratas.
No, no era de esos en apariencia, pero podía leer sus intenciones en su frío e inexpresivo rostro.

-¿Amigos?, digamos que tenemos asuntos pendientes que esperamos solventar....-

Aguarde unos instantes previendo la presencia de varios rufianes mas surgiendo de las sombras alrededor nuestro, rodeándonos y cerrándonos el paso.

-¿Estáis casada?.- Pregunté a Luccie mientras retiraba con delicadeza el brazo y dirigía mi mano a la empuñadura de mi espada.

Los filos salieron de sus fundas, distintas formas y tamaños, el rufian que había hablado primero se abalanzó sobre nosotros.

Después de todo no me había equivocado al tomar un rubí rojo....



Off: Archienemigos, ya sabes Luccie, luchas o te apartas, si puedes.... xDDDDD

Cuando dijo que tenian asuntos mi sonrisa se borró de mi cara "rufianes" pensé, no me hacía gracia tener que encontrarme con alguno de ellos en esta noche. Entonces toqué la parte de atras de mi larga y abombada falda, preparada.-Estoy casada y tengo una hija pequeña-respondi ante su pregunta.

Entonces escuché el filo de sus armas y aquel rufían se abalanzó sobre nosotros, apenas me tomó un par de segundos coger una de las tonfas de debajo de mi falda, rajandola por uno de los lados para facilitar mi movimiento. Paré su estoque con una de las tonfas y desviando su rombo hacia la derecha. Me quedé quieta y miré a Axel con los ojos tan rojos como mi pelo-Mas te vale que no cuentes nada de lo que veas a partir de aqui-dije con una gran sonrisa.

En mi pierna derecha se podía ver una pequeña funda echa para las tonfas en las que ahora solo quedaba una y al final de ella unas botas negras de cuero mil veces mas cómoda que unos tacones. El hacha no la sacaría todavía pero exactamente también la llevaba conmigo. Le gente se quedó mirandome-aun que no se porque me meto, son enemigos tuyos ¿no?-

-Impresionante.-

Dudo mucho que hubiera alguien en esa callejuela que no se hubiera impresionado ante semejante muestra de destreza, poder y violencia. Había sido hermoso. No perdí el tiempo en admirar demasiado la destreza de Luccie, tan pronto hube desenvainado mi espada, describí un arco y partí por la mitad a otro de los rufianes que atacaba.

-¿Eso a sido una amenaza?, ¿Creeis que yo tengo la culpa de esto?.- Esquivé una estocada de otro de los rufianes y salté hacia atrás para tener mas espacio de maniobra con mi arma.

Ella parecía divertida ante la situación, casi diría que disfrutaba con todo lo que estaba sucediendo, podría asegurar que definitivamente no era humana, ¿pero que era entonces?.

-Nos atacan a ambos...- Esquivé otra estocada y aprovechando el arco descendente giré sobre mi mismo y propiné un puñetazo en pleno rostro al agresor, le hundí la nariz y el hombre se derrumbó de espaldas inerte. -Debe de ser que no les gustan los extranjeros.-

Un rufian enorme y anchas espaldas, barbudo y bizco se abalanzó sobre mi con un enorme martillo de piedra.


-¿No lo había mas grandee?....-

Parecía que todos se fijaban sobre todo en él, para ellos yo era como una jovencita que no era nada peligrosa, pero al tio al que le pare la estocada no le había echo nada de gracia que lo hiciese y vino hasta mi corriendo y gritando improperios. no me fue difícil lanzar su espada por los aires y con mis dos espadas lanzar un corte limpio a su cuello dejándole desangrarse en él suelo-No era una amenaza era más bien un tipo de advertencia, además lo de extranjero háblalo por ti, yo soy de aquí desde hace años.-
Entonces escuche unos pasos fuertes y al girar mi cabeza lo vi, era un hombre gigantesco y musculado con un enorme martillo a sus manos, me lamí los labios, sabía que ese hombre podría tener mucha fuerza pero los vampiros casi realizábamos la fuerza de uno de ellos-Él grande es mio!!-grite antes de desaparecer y aparecer frente al hombre. lanzó él martillo contra mi y lo pare con mi hacha. La cara que tenía en ese momento era de total desconcierto y era bastante normal sabiendo que alguien como yo había parado a su martillo con un hacha que abultaba casi más que yo.-bum..-susurré con una gran sonrisa en mis labios y pronto una gran explosión estalló entre su martillo y mi arma lanzando al hombre por los aires. Entonces sentí que alguien aparecía por detrás de mi, me mimetice rápidamente y ante él desconcierto del humano le agarre por detrás y le mordi él cuello, desmimetizandome. No me importaba mucho que Azul estuviese viendo con le absorbía la sangre con velocidad pues ya le había advertido. él hombre calló al suelo completamente seco

A pesar de el interés que los rufianes mostraban por mí, parecían también bastante molestos con Luccie, aunque tampoco importaba demasiado, ella se ocupó de todos y cada uno de aquellos individuos utilizando sus desconocidas habilidades y su verdadera razón de ser. Por fin entendí a que se refería cuando de dijo que no comentara a nadie lo que viera esa noche y porque era capaz de vencer con tanta facilidad a aquellos desgraciados. Era un vampiro y bastante poderoso.

-Das fundamento al dicho de "el tamaño no es lo mas importante".- grité divertido señalando con la espada al gigantón derrotado por Luccie, para a continuación esquivar con un rápido movimiento otro golpe dirigido a mi hombro, por parte de un rufian con cara de rata. -¡¡ CASI !!- Exclamé mientras propinaba una patada a la rodilla del rufian y este se doblaba de dolor hacia adelante.

Tomé impulso mientras giraba hacia mi izquierda sobre mi mismo y describiendo un arco descendente, corté limpiamente la cabeza del cara de rata. Después de aquello el resto de rufianes viendo como su número menguaba y la brutalidad que dispensábamos tanto Luccie como yo, empezaron a flaquear en sus intenciones. Un par de ellos desaparecieron en la oscuridad de las callejuelas.

-¡¡¡ Adelante preciosa, están acabados !!!- Grite entusiasmado a Luccie mientras me lanzaba contra un dubitativo rufian armado con una espada bastarda y un cuchillo.




Off: Termina como desees el combate y seguimos con la visita turística, puedes ser todo lo vampira que quieras xDDD

Me reí, la verdad hacia mucho tiempo que no me divertía tanto. Observe a Axel ahora más ocupado que yo, tenía fuerza y destreza en la batalla, demasiada como para ser un simple humano, un simple mortal como estas ratas, ensanche aquella sonrisa divertida, ya no tenía porque contenerme.
Varios de los rufianes empezaron a huir despavoridos amedrentados por nuestra destreza, pero yo no podía dejar que eso ocurriese. Me mordi la muñeca haciéndola sangrar,en abundancia, pero la sangre en vez de caer varias agujas formadas por las misma sangre flotaron a mi alrededor, fue apenas un tenue movimiento de cabeza cuando las agujas salieron flotando a una velocidad vertiginosa hacia su cuello, atravesándolo, la sangre se volvió liquida y se mezcló con la suya al instante.
Cuando quise darme cuenta Axel había acabado con los restantes, observe los cuerpos injértese mientras mis ojos empezaban a volverse verdosos de nuevo. Alce mi falda procurando que no se viese más que mis piernas y botas y guarde cada arma en su lugar.
-¿Que eres?- pregunte, su aura me llamaba la atención y no la conseguía reconocer en absoluto, lo único que yo podía reconocer es la oscuridad profunda y tan parecida a la mia.
Decidí entonces presentarme formalmente, no sería justo que yo supiese todo y él nada.-yo creo que dadas las circunstancias debería presentarme de nuevo, Luccie Hyuga, reina vampiresa a sus servicios-Me sentía bien después de haberme comportado como era, eso de aparentar no era lo,mio

Eliminé con facilidad a los últimos de los rufianes, luego observé como ella acababa con el resto utilizando sus misteriosos y especialmente sangrientos poderes. Era una criatura muy poderosa la joven llamada Luccie. Lancé una rápida mirada a mi alrededor observando los cadáveres de los rufianes que yacían por doquier. Algunas personas miraban desde el extremo del callejón y probablemente no tardaría en hacer acto de presencia la guardia de la ciudad. Ya había tenido bastante lucha por hoy...

-Limpiad con tela vuestras armas y procurad que vuestros dedos toquen los filos,...- Le dije a Luccie mientras limpiaba el filo de mi espada con el cuerpo de un rufian, ella ocultó sus armas debajo de su falda. -...será mejor que nos larguemos de aquí cuanto antes, ya hemos tenido suficientes problemas.-

Enfundé mi filo en su vaina a mi espalda y me lancé a la carrera hacia adelante, a lo mas profundo del callejón, en dirección al barrio de los artesanos. Al pasar junto a Luccie, la tomé del brazo y la induje a seguirme en la carrera.

-No todos los días se conoce una vampiresa con semejante poder, ¿¿¿ tenéis mas habilidades que mostrarme ???.-

Cuando habló me sí cuenta de que no tardaríamos en estar rodeados de gente. Echo a correr de repente llevándome consigo, agarrándome del brazo, no podía evitar reírme a carcajada limpia de la situación, pues por mucho que me costase matar humanos, sí estos lo merecían poco me importaba.
-Me tengo más habilidades... -reí-pero no son algo de lo que me guste alardear señor Axel-
La gente también se acercaba por la otra parte del callejón, asustados por la explosión y seguramente los gritos. Paré -dame la mano o salimos volando de aquí y nos vamos a otra parte de la ciudad o mucho me temo que nos verán en algún momento-no sabía sí ese ser tenía alas o no, la verdad es que lo ignoraba, pero sí tenía entendido air él mimetismo era un poder, en su mayoría extraño. Mis alas negras, membranosas y brillantes hicieron acto de presencia en ese momento. Me agarre a él y pronto desaparecimos a ojos de los mortales. Batí mis alas casi sin esfuerzo y nos elevamos en él auto-no sabía sí podías volar o no así que e tomado la iniciativa de llevarte por mi cuenta. No quería que ningún mortal oyese nada de nuestra conversación.-¿Siguiente parada señor?-sonrei amigablemente.

Mientras corríamos por las oscuras callejuelas de la ciudad ella no paraba de reír a carcajadas, algo que a mi me resultaba inquietante. Desde luego ella disfrutaba luchando y matando, vertiendo la sangre de los demás. Pero era comprensible, al fin y al cabo era un vampiro, famosos por muchas historias, mitos y legendas, todos ellos sangrientos. Aunque según dicen por ahí, en los últimos siglos se han vuelto algo débiles.... Nosotros los urobas tendremos que tratar con ellos con mucho cuidado.

-¡¡¡ Podéis alardear de vuestros poderes conmigo tanto como queráis !!!.- Le respondí gritando mientras miraba a mis lados buscando referencias de donde estábamos, pero lo cierto es que no tenía ni idea.

Ella se detuvo de repente, en el fondo tenía razón, no tenía ningún sentido seguir escapando sin saber a donde, además existía un lugar donde ningún humano podría alcanzarnos: el cielo nocturno. Ella misma se ofreció a llevarme y antes que pudiera replicarle nada me tomó por la cintura y emprendió el vuelo con sus alas negras.

-Al final acabaréis mostrando todo vuestro repertorio.- Comenté irónico.

Pero al poco tiempo, tras elevarnos a mucha distancia del suelo, cada vez mas y mas hasta quedar la ciudad reducida a luces diminutas, casi oculta por las nubes, empecé a sentirme incómodo. Por supuesto no me daba miedo la altura o el hecho de que pudiera caerme, al fin y al cabo yo también podía volar. No, me sentía incómodo siendo transportado.

-Creo que será mejor que me soltéis, os seguiré en el vuelo y luego podréis elegir a donde ir.- Acaricié su mano antes de sujetarla con delicadeza pero firme, indicando que aflojara la presa. -Ha llegado el momento de que os muestre alguna de "mis habilidades".-

Bufé, pero al final terminé sonriendole, no estaba enseñando todo mi poder ni lo iba a hacer, era una baza muy buena y jugosa para mi. Entonces después de un rato volando me habló bajé la mirada-Todos los vampiros tenemos alas, a no ser que no hayas visto uno en tu vida, lo sabrías perfectamente-dije riéndome.

Entonces habló de que me seguiría volando-Sabía que tenías algo que no era humano, ahora comprenderé que eres, porque no tengo ni idea, tu aura no me revela nada-entonces empecé a aflojar el agarre
-¿Preparado?-susurré-Adelante!-justo después de terminar la simple palabra aflojé del todo el agarre y le dejé caer.

Aun seguía alerta por si acaso no conseguía retomar el vuelo.

-No, no he visto demasiados vampiros en mi vida, al menos no tan hermosos y peligrosos, pelirroja....- Y en ese preciso instante la presa se aflojó y caí en medio de la cúpula celeste nocturna.

Ahora me encontraba en caída libre en medio de la cúpula celeste, por encima de mi el firmamento y una vampira pelirroja, por debajo una muerte horrible y hasta cierto punto divertida estampado contra el tajado de un edificio de la ciudad humana llamada Eliria, o quizás contra el suelo de una de sus callejuelas..... tampoco me importaba demasiado. ¿Porqué preocuparme?.
Tan pronto como atravesé la capa de nubes en caída libre, me dejé llevar por un sentimiento de libertad que solo aquellas criaturas con la capacidad de volar podían entender. Fue muy rápido... tan fácil....

Emergí de entre las nubes en forma draconiana, aleteando con fuerza, sostenido por las corrientes de aire caliente que recorrían el cielo nocturno sobre la ciudad. Justo detrás de la vampiresa que volaba en círculos por encima de mí.

-¿Donde queréis ir vampiresa?.- Dije en medio de un rugido. -¿Queréis que os lleve yo mismo?.-

Sonreí, en verdad este chico era único, nadie osaba decirme esas cosas con tanta fluidez como el, ni siquiera Walter que aun seguía tratándome como si fuera de la mas alta nobleza.
Desapareció entre las nubes ya solo quedaba esperar a que ascendiera, al principio empecé a preocuparme, tardaba demasiado en subir a la misma altura en la que estaba yo, pero cuando lo hizo tuve que parar y quedarme estática mirándole.

Era imposible que aquello pudiese ser cierto e incluso llegué a creer que eran imaginaciones mías, pero cuando me habló no me quedó la menor duda. Mis ojos brillaron con ilusión y mis mejillas, aun que pareciese imposible-se tiñeron de un suave color rojizo-¡Como no me lo habías dicho antes!-grité realmente ilusionada.
Siempre iba a aquel pico lleno de dragones y los había acariciado, sin embargo esto era mucho mas espectacular "humanos que se transforman en dragones" pensé casi sin creérmelo.
Me acerqué rápidamente a el cuando dijo que si quería que me llevase, ¡Pues claro que quería! no tendría mas situaciones a parte de este de montar un dragón. Me monté en su lomo con gracia haciendo desaparecer mis alas-Llévame a donde quieras! yo ahora soy feliz!-empecé a reírme acariciando su piel escamosa, suave.. como con relieve. Era increíble como mi animo había subido considerablemente.

Ella se sentó sobre mi lomo, acomodándose con facilidad, podría decir incluso que se sentía a gusto. Pues a diferencia de los otros seres que normalmente huían despavoridos ante nuestra presencia, salían corriendo en llamas o morían carbonizados, congelados o asfixiados en medio de horribles espasmos. Siempre resultaba una experiencia agradable, aunque volar con Luccie encima, algo impensable en otras circunstancias, ahora resultaba una experiencia extrañamente agradable.

-Hum.. ¿A un lugar donde disfrutar del frío nocturno?.- Pregunté mientras observaba las luces de la ciudad allá abajo. Vislumbré una torre con una veleta en forma de Gallo y eso me recordó algo: -Tengo algo para ti, te lo daré cuando lleguemos al destino. Sí es que lo aceptas. Pero antes.....- Lancé una rápida mirada al objetivo:

-¡¡¡ Agárrate fuerte !!!.-

Y a continuación me lancé en picado sobre la torre, cuando estaba a escasos metros de distancia, viré bruscamente para evitar la colisión y golpeé con la cola la veleta, desprendiendo gran parte del tejado junto con el amasijo de hierro retorcido en que quedó convertido el gallo. Todo se precipitó a la calle provocando graves daños y un gran alboroto en la ciudad.
Para regocijo propio....

Me quedé pensativa unos instantes sin borrar aquella sonrisa ya característica en mi-Si, así podremos disfrutar de la noche como dios manda, sin molestias-Obviamente me refería a aquellos rufianes que no habían salido vivos aquella noche y mejor para ellos, así no vivirían reviviendo aquella pesadilla.
Seguí acariciando sus escamas-¿que regalo es? ahora quiero saber de que me estas hablando, no me puedes dejar con las ganas de saberlo-
Quizás había conseguido una de esas gemas, no lo sabía pero me moría de ganas por averiguarlo. Me agarré fuerte cuando lo dijo y empezó a descender en picado, esa sin duda fue la mejor sensación, la velocidad el leve sentimiento de caída.

No pude evitar gritar de alegría, hasta que sentí como chocaba contra uno de los tejados, la gente de abajo empezó a gritar asustada corriendo para que las piedras no se cayesen encima, comencé a reírme.
No sabía que me ocurría esa noche, pero realmente me gustaba aquella asombrosa sensación-Te gusta provocar daños e?-mas que una pregunta era casi una afirmación, lo había podido ver durante toda la noche.

-¡¡¡ Sí, me encanta !!!.- Respondí con entusiasmo al comprobar que ellá también disfrutaba con "el vuelo" que le estaba ofreciendo.

Ya casi había alcanzado los límites de la ciudad, a lo lejos, mas allá en el horizonte las montañas reflejaban sus siluetas bajo el efecto de la luz de la luna. ¿A donde ir ahora?, una buena pregunta.... Mejor permanecer cerca de la ciudad pero en algún lugar tranquilo.
Al sobrevolar la muralla, algunos de los centinelas de la milicia dispararon sus arcos en un intento por alcanzarme, aunque me hubieran alcanzado no habría supuesto nada, las flechas habrían rebotado contra mis duras escamas y probablemente a Luccie tampoco le habrían afectado, aunque estaba seguro que ni siquiera se habrían fijado en ella de todas formas.

-En cuanto estemos allí lo sabréis, no querréis romper el hechizo del momento.- Respondí con complicidad a su pregunta.

Aletee mas fuerte para ganar altura y poder observar mejor el paisaje, atrás en la ciudad se había formado un gran revuelo.... ; Y de pronto vislumbré el lugar ideal: un claro en el cercano bosque, con un pequeño lago plateado y unas ruinas cubiertas de enredaderas y musgo, probablemente de una pequeña capilla o algún edificio similar.

-Perfecto !!!. Ya hemos llegado, señorita.-

Descendí suavemente y me posé en la explanada del claro junto al lago, luego me recosté para que Luccie pudiera desmontar con la mayor facilidad, plegué mis alas y me transforme en forma humana.

-Ningún molesto entrometido nos encontrará aquí.-