Visita diplomática a la emperatriz dríade.

Yo no podía quedarme ahí parada tenía que hablar con las dríades. No podía soportar lo que estaba viendo, podía ser que no era verdaderamente hostil hacia ellos, pero quemar su propio territorio la tierra donde nacieron y que les da de comer era algo imperdonable.
Ryota quería acompañarme a toda costa y yo no le iba a decir que no, tenía claro que el era una parte muy importante de la parte diplomática y esperaba no me tratasen con reticencia.

En cuanto nos adentramos en los bosques sentí miles de ojos observándonos, estaba claro que algunas ya sabían que unos urobas habían quemado los bosques y no parecían realmente contentas pues aun que estuviese relativamente en nuestros territorios sabía que ellos no lo consentirían, o eso esperaba. Pronto, mucho mas pronto de lo que pensé se presentaron dos dríades enfrente de mi, parecían no estar demasiado hostiles.
Hice una reverencia-Yo soy Yukiko Shimizu, emperatriz de los urobas y este es mi arconte Ryota Nakamura, venimos a hablar con la emperatriz-mis modales fueron dignos del puesto que yo ocupaba, ademas de que mis ropajes eran un poco mas serios que de costumbre.

Estos días había sabido, gracias a mis queridas amigas, y no tan amigas, que los bosques colindantes al Valle de la Niebla, habían sido quemados por completo. A pesar de que no estaba en nuestros "dominios" por así decirlo, seguíamos siendo las protectoras del bosque, enviadas de Hánade al mundo. No podíamos consentir algo así. En el fondo, esperaba que alguien viniera a hablarnos al respecto, aunque sólo era una vaga esperanza. No todo el mundo solía querer ayudarte, así como así.

Estaba sentada, meditando, de piernas cruzadas, en la pequeña colina donde se encontraba el árbol corazón. No mucho más lejos estaba el mencionado árbol. Solía llamarle el árbol Padre también, aunque sabía que su nombre era Árbol Corazón. Curiosamente, el sentido de su nombre, supuse que sería porque se encontraba en el centro, como el corazón humano, aunque eso no lo tenía yo tan claro.

En cualquier caso, las dos dríades que fueron hacia el comienzo de la zona vigilada por nosotras, aun manteniéndose con la mirada neutra hacia la Emperatriz Uroba. Como siempre, vestían los rpoajes de pieles y hojas que solíamos llevar nosotras las dríades. Ambas se inclinaron ante Yukiko levemente, parecía que molestas por el hecho de la quema, y una de ellas dijo.

La emperatriz Shishkina os está esperando. Por aquí...

La otra dríade se hizo a un lado, inclinada, con las manos sobre el vientre. La primera, se giró, dejando que su pelo liso verde danzara por el aire, y se volvió hacia la colina donde descansa el Árbol Corazón, unos cuantos metros más allá de donde se encontraban. A fin de cuentas, no extendíamos nuestros dominios mucho más allá del Árbol.

Así que allí fueron, encontrándome a mí sentada, con los ojos cerrados, piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas, meditando sobre qué podíamos hacer nosotras al respecto. Podríamos recuperar la zona con nuestra habilidad, pero lo importante era evitar que volviera a pasar.

La dríade se aproximó a Yuliya y se inclinó a su lado, susurrando suavemente en su oído. Todas solíamos comunicarnos así con alguien que meditaba, pues no nos gustaba mucho que nos sacaran de golpe de nuestra meditación.

Madre, la Emperatriz de los Urobas, Yukiko Shimizu, y su arconte Ryota Nakamura está aquí frente a vos

Tras eso, abrí los ojos, lentamente, agradeciendo a la dríade, tras desviarle una mirada de amabilidad, asintiendo con la cabeza, y me volví de nuevo hacia Yukiko y Ryota. Al parecer, volvíamos a vernos, pero esta vez por temas más importantes. Acababa de descubrir, que Yukiko era la emperatriz de nuevo. Una grata sorpresa, debía decir.

Me levanté del suelo sin apoyar las manos, y me acerqué con paso lento hacia ellos dos. No llevaba zapatos esta vez. Cuando estábamos en el bosque, yo por lo menos, no solía llevar zapatos. Me gustaba sentir la hierba bajo mis pies. Aunque quizás, socialmente, no estuviera del todo bien visto. Pero no creía que Yukiko, la Yukiko que conocía, pensara en esas cosas tan triviales.

Es un placer volverte a ver, Yukiko. Y un placer conocer a tu arconte.

Entonces me incliné, haciendo formal nuestra presentación, quedando mi cabeza bastante por debajo de las suyas, tras lo cual, volví a erguirme.

Encantada de conocerle, Ryota Nakamura. Yo soy Yuliya Shishkina, Emperatriz de las dríades. Disculpadme por mi no calzado. La verdad, a veces me relajo en exceso cuando aún estoy con mis responsabilidades.

Pensé por un momento en dos cosas: O invitarles a sentarse...en el suelo, o ir hacia la sala interior del árbol, donde teníamos algunas mesas y sillas de madera. POr un lado, sentía poco formal pedir que se sentaran en el suelo, por el otro, un tanto extraño llevarles a un sitio así.

De momento opté por no hacer ninguna de las dos. Aún conocía a Yukiko de hacía poco, y no sabía cómo podía sentarle una u otra cosa.

Volví a mirar a Yukiko, con atención, y algo seria, mientras me apartaba el pelo del rostro, dejándolo detrás de mis orejas.

Supongo que esto no es una visita de cortesía, y venís a hablar de un tema importante, dadas las circunstancias. Sabreis que han quemado partes de los bosques, cercanos a vuestro territorio. No sentimos entusiasmo por ello, precisamente, aunque estamos dispuestas a escuchar cualquier opinión, solución posible, o señaladas de culpables. Estamos abiertas a cualquier cosa. Y bien ¿de qué querríais hablar conmigo?

Uno de los dríades nos llevó dentro, procuré gravar toda aquella hermosa escena en mi mente era increíble. Las dríades nos miraban con recelo, seguramente no estuvieran demasiado contentas de encontrarnos.
Entonces nos encontramos con Yuliya, seguía igual que siempre, no había cambiado ni un ápice .-Yuliya el placer es todo mio, siento si os e molestado en alguna cosa importante pero creo que esto lo es mas.-

Después de las presentaciones empezaron las explicaciones-De eso precisamente venía a hablaros, vos bien sabéis que para mi la tierra que piso y los bosques llenos de vida, son tan importantes como la vida de cualquiera de los míos.-Paré durante unos segundos y mi mirada se tornó realmente seria-Se quien a sido, Herbert y sus arcontes han quemado los bosques. Yo misma me adentré en los territorios renegados a apagar uno de aquellos incendios, los ví con mis propios ojos-siseé.
-Voy a ir al grano Yuliya... voy a ir a por ellos de cabeza, no permitiré que quemen la tierra que les dió la vida, pero no puedo hacerlo sola y necesito vuestra ayuda.-

Negué con la cabeza ante su presentación, sonriendo calmada.

No te preocupes, no interrumpes nada importante, querida.

Tras eso, prosiguió a explicar la situación. Desde luego, sabía que para ella era importante. Jamás había quemado algo, no en mi presencia. La veía un ser totalmente puro y bondadoso. No dudaba de sus intenciones.

Parecía ser que era directa. Exclamé en cuanto supe que era Herbert quien hizo todo eso. Ya sabía yo que ese hombre no me gustaba nada. Tenía razón en lo que pensaba.


¿ESE Herbert?¿Cómo se atreve a hacernos esto? No te preocupes, Yukiko, nosotras te ayudaremos a hacer lo que sea necesario.

Repuse mirando por un momento a las dríades de nuestro alrededor. Sabía que estarían de acuerdo conmigo. Volví a mirar con mis ojos azules grisáceos hacia Yukiko.

Dime ¿Dónde se encuentra su base principal? ¿Alguna estrategia? Si no, la crearemos ahora mismo. Es un asunto grave que debe ser tratado con rapidez antes de que se repita

Repuse mirándole a los ojos a Yukiko, con atención

Baje la cabeza en señal de respeto, dando las gracias por su ayuda-si a sido él, bueno más bien sus arcontes son los que han provocado todo él incendio-mire sería a sus ojos-hay que tener paciencia, herbera es listo y si nos movemos rápido lo notará enseguida, pero tampoco quiero que peligre vuestra vida,. Querría también contactar con las dríades renegadas y... Con los aster-me iba a costar pedirles ayuda, pero lo necesitaba a toda costa. cogí uno de los pañuelos que siempre llevaba conmigo-antes de nada, por si acaso él quiere convenceros.... Mis arcones son chamanes, tienen él son de la magia chamanica no del fuego... Y en cuanto a mi...-eleve él pañuelo hasta estar en frente de mis labios y sople, una neblina rápida apareció y en cuanto chocó contra él pañuelo se congeló al instante.-digamos que yo soy de hielo-

Al parecer ella me lo agradeció y profundamente, a juzgar por su reverencia. Le correspondí el saludo asintiendo, con una sonrisa más relajada. Y al parecer, ella tenía más temple. Sí, era cierto, debíamos ir con cuidado. Y parece que quería unir a los Asters y a las dríades Renegadas. Hm...interesante.

Poco después, me fijé en que Yukiko congeló un pañuelo en el aire, y se rompió al tocar el suelo en miles de pedacitos.

Vaya... No te preocupes, yo tengo fe ciega en ti Repuse con tranquilidad. Desde aquella ocasión en los bosques de Vaahl, no olvidaría lo puro que sería alguien como ella.

Me tranquilicé un poco, y tomé aire. Estaba un poco excitada después de todo, y tenía que pensar con frialdad.

Me acerqué lentamente hacia Yukiko, quedándome a unos escasos 3 pasos de ella

Hmm...¿Y si enviáramos un espía allí? Quizás sea lo que necesitamos para poder saber dónde se encuentran y cómo atacarles

Me la quedé mirando a los ojos con la mirada perdida, pensativa-Yo no podría meter a ninguno de los mios allí, es arriesgado y podrían llegar a sacrificarle o matarle, ademas de que conocen a todos mis pequeños urobas-
Era todo demasiado complicado, podía meterme yo ahí, pero seguía siendo la emperatriz y lo tomarían como la gran ofensa que era.

-No se que hacer, había pensado lo primero de todo irme a ver a las otras dríades, a los asters y a los demonios. Cuando estuviesemos todos entonces sería cuando trazaíamos un plan. Eso era lo que había pensado, pues hacerlo precipitadamente podría hacernos perder.

Me quedé pensativa, cerrando los ojos, mientras escuchaba su respuesta. Asentí, tenía bastante razón. Mejor esperar a los demás y así trazar el plan. Tenía bastante razón.

Tienes razón. Esperaremos a los demás para trazar una estrategia, aunque no negaré enviar un espía de mi Imperio, a ver qué podemos averiguar. Siempre podemos saber alguna cosa, por pequeña que sea, y siempre la podemos infiltrar como una persona más...corriente que nosotras

Repuse, colocando una mano sobre su hombro

Siendo así...¿daremos por terminada la reunión? Nos podemos reunir aquí mismo la próxima vez, o en el Bosque de Cristal. Es un lugar muy acogedor y recóndito donde podremos encontrarnos todos con facilidad.