Una gran cita[Lysandra y Angeline]

-Sí, pero la verdad es que me gustaría pensar que no se reflejará en el precio mañana cuando la paguemos. -dije, apagando un poco mis ilusiones con la habitación. Algo así no podía salir barato, aquella no parecía una posada cualquiera.

Angeline se tumbó en la cama, y me giré para mirarla como acariciaba las sábanas de seda. En un gesto inconsciente las toqué yo también, para poder comprobar por mí misma su tacto. Una risita afloró de mi garganta cuando le contesté sonriendo:

-Jejeje, sí, la verdad es que la cama no puede ser más cómoda -dije sonriendo.

Entonces me acordé del baño, me asomé por la puerta que había enfrente y pude ver una enorme bañera con patas, preparada ya con agua caliente y humeante "Vaya, qué servicio más eficiente" pensé para mi. Junto a la bañera había una cesta de aceites y sales de baño de distintos colores, que otorgaban a la estancia otros olores distintos, y la luz era tenue, muy relajante. Habia un espejo muy grande, donde podía verme al completo, y unas cuantas toallas apiladas.

Me volví hacia la habitación, donde se encontraba Angeline y le pregunté.

-Creo que me voy a bañar ahora ¿Vas a querer tomar un baño tú también?

Y si se reflejara, no importa, la pagaremos. Un día es un día ¿no? Jejejeje. Aunque no creo, ese chico no parecía querer sacarnos los cuartos

Repuse viendo cómo tocaba la sábana de la cama con su ligeramente tostada y aparentemente delicada mano y sonrió.

Y vi entonces que se iba hacia el baño, ahora que recordaba que no lo había visto, me levanté y la seguí hasta el lugar. Me abracé a ella por la espalda y me asomé por encima de su hombro para ver el baño. Parecía muy hermoso, y también muy lujosjo, con aquella gran bañera de patas doradas, y con el agua caliente humeante, que parecía hacer una niebla espesa allí dentro. Había también aceites y aromas que parecían querer llevarte al éxtasis con sólo olerlos. Tomé otra bocanada de aire. Quizás me empezaban a afectar de otra manera más que relajarme.

Me encantaría bañarme también. La verdad es que es una idea genial para relajarse...

Repuse apoyando mi cabeza en su hombro suavemente, pero me separé levemente. No sabía si a ella le era cómodo ponerme así, todavía

Cuando estaba preguntando, sentí como sus brazos rodeaban mis hombros suavemente mientras me hablaba con voz dulce. Entonces me puse rígida, sin hacer ningún movimiento, pues me pilló totalmente desprevenida, y sentí como me iba subiéndome la sangre desde la punta de los pies hasta la coronilla y el bello de mi piel se erizaba de golpe, poniéndome casi del mismo color que las sábanas de la cama.

Giré la cabeza lentamente para mirarle a la cara, que estaba con la cabeza reposada sobre mi hombro, pero no del todo, como si no quisiera molestarme. Pero si ya me abrazaba y todo, ¿qué diferencia había con lo de apoyar la cabeza?

-Eh, esto...s-sí... -respondí, tartamudeando.

Mis piernas empezaban a temblar sin control, me puso muy nerviosa aquel contacto tan cercano, nunca antes me habían tratado de forma parecida y no tenía ni idea de cómo actuar en esos casos.

Me fijé que, mientras le abrazaba, por muy suavemente que fuera, se había sonrojado y puesto tensa. Y con un tartamudeo suave me respondió que sí. En cualquier caso, la dejaría a ella primero, eso lo tenía claro. Quizás necesitaba calmarme un poco, y ella. Pero es que empezaba a ser tentadora la idea que tenía en la cabeza. Además, Lysandra estaba temblando. Acaricié su cabeza, y me fui separando de ella lentamente, como si quisiera pedirle perdón con el gesto.

¿Te querrías bañar tú primero, querida? Yo estaré aquí mientras tanto, jeje

Repuse separándome de ella finalmente, sin mantener contacto. No quería ponerle nerviosa, así que me fui hacia la mesa y me senté ante la misma, observando las flores de cerca

Angeline me acarició la cabeza tras retirar sus brazos lentamente de mi cuerpo, y me sentí como un gatito asustado, avergonzada con mi penosa forma de actuar. Se separó de mi y despacio, salió del baño, hacia la mesa donde se encontraban las flores.

-N-no tardaré mucho, enseguida te dejaré todo el baño para ti -dije, agarrada a la puerta para cerrarla después con suavidad.

Me giré hacia el cuarto, respiré hondo un par de veces mientras cerraba los ojos, hasta tranquilizarme. Llevaba unas horas muy raras con aquella mujer que parecía tan perfecta.

Procedí a desabrocharme el cinturón y la correa que sujetaba la espada de mi padre, para dejarlas en una esquina, con cuidado. Luego me desabroché el mono de viaje que me ataviaba, me quité la ropa interior de un suspiro, me acerqué a la bañera y toqué el agua para comprobar la temperatura. Parecía haberse enfriado un poco porque no había tanto vapor en el ambiente, así que me metí, primero un pie, luego el otro, y me sumergí dentro.

Estuve lavándome a conciencia con las sales y jabones que encontré. Masajeé y enjuagué bien mi pelo, hasta que lo consideré totalmente libre de impurezas. Salí del agua y con el cuerpo todavía mojado, me unté con un aceite la piel, que olía a almendras y canela.

Me sequé bien con la toalla y me puse un vestido de algodón blanco, corto, de tirantes muy fino que llevaba guardado en uno de los bolsillos del cinturón, pues abultaba bien poco. Cogí un peine que había por allí, y salí con mis cosas a la habitación.

-Ya está, puedes entrar. Perdona por hacerte esperar. -dije a Angeline.

Dejé las espada y el cinturón colgados de una silla que había junto a la mesa de las flores, y dejé encima mi ropa bien doblada, y seguí desenredando mi pelo sentada en la cama, mientras esperaba.

Vale, no te preocupes, Lysandra. Tómate tu tiempo...

Mientras tanto ,estaba sacando de mis bolsillos secretos dentro del vestido y demás, mis cosas. Aunque luego recordé que no tenía el camisón aquí. Y este vestido para dormir me molestaba un poco. Así que, dejando las cosas en la cama, me levanté ensilencio, e hice el baile de las sombas, desapareciendo del lugar. Tomé mi camisón de mi habitación del castillo, y volví a aparecerme, como si no hubiera pasado nada. Normalmente no hacía muchos saltos, por lo que me llevó un tiempo concentrarme para hacer el segundo. Por suerte, aparecí en el momento justo, cuando oía el picaporte abrirse. Tenía ya el monedero en la mesita, y mi espada estaba apoyada en la pared enfundada, espada que siempre escondía en una pierna.

Entonces vi salir a Lysandra, con su pelo liso dejándose caer por su espalda mojado. Olía ella muy bien... a algo que no recordaba cómo se podía llamar. Pero olía muy bien. Me estaba volviendo loca con ella. Era para mí la noche que para los licántropos cuando la luna está llena. ME estaba volviendo un poco loca por las ansias de sangre, ansias que se derivaban en otras ansias. Y tenía un vestido fino, blanco, que le hacía parecer como un angelito casi. Me recordó por un momento a Amy, pero me la quitñe de la cabeza rápidamente. Estaba excepcional Lysandra así, y parecía tan...sensual. ¡Arg!¡SErían las no hormonas!¿O qué sería? Aun así, me estaba perdiendo por Lysandra.Quizás todo imbuído por lo mal que me sentía con Demian antes, quería buscar alguien que me entendiera.

Gracias Lysandra... Repuse yendo hacia el baño, y pasé por su lado, echándole una mirada de abajo a arriba cuando le miré la espalda. Se me subían los colores de verla. Aunque no comprendía. Me estaban pasando cosas que no comprendía justo ahora

Entonces entré al baño, sentándome en un pequeño banquito par quitarme los zapatos, que dejé bajo el banquito, para volver a levantarme. Entonces me desaté los lazos del vesstido a la altura de mi espalda, uno por uno,tras lo cual, dejé que cayera al suelo, tan sólo en lencería inferior, que poco después me quité. La bañera seguía llena, y me acerqué a ésta, e introduje un pie lentamente.Estaba caliente, muy caliente en contraste con mi temperatura, cosa que me dió un pequeño escalofrío de placer en cuanto lo noté, y poco a poco me fui introduciendo en el agua, hasta tumbarme con calma. Mis cabellos flotaban en el agua, mientrsa que otros caían al fondo. Serían las canas que me salieron de joven, supongo, los que flotaban, aunque mantenían el color negro todavía. Era un tanto raro.

Me senté en la bañera, y tomé el jabón de pelo con animosidad, y tras sumergirlo durante apenas unos segundos en el agua, lo froté con mis manos y me enjaboné el cabello, frotando y frotando, cosa que me producía una descarga de tensión en la cabeza, cerrando los ojos por ello

Después de eso, me enjuagué el pelo, y me levanté para enjabonarme el cuerpo con el ressto de jabones que había visto allí.

Tras eso, y enjuagarme en el agua, acabé dándome un aceite hidratante de coco que vi allí cuando salí de la bañera, embadurnándome bien, y dejé que se secara, mientras vaciaba las ya frías aguas de la bañera. Supongo que el entrar en contacto con una piel tan fría, las enfrió demasiado.

Me peiné un poco, y me puse lencería limpia, sin sujetador. Odiaba los sujetadores, a muerte. Todo el que me conocía lo suficiente lo sabía. Y tras eso, me cepillé un poco el pelo con n gran cepillo negro que había allí, dejándolo caer por la espalda. Tomé mi camisón azul, y me lo puse suavemente, poniéndome 3 de los 5 botones delanteros, a propósito.

Me saqué el pelo del camisón y lo dejé caer a mi espalda, mientras seguía pasándome el cepillo por el pelo. Recogí mi ropa, y la doblé con cuidado, tomé mis zapatos, la ropa y el peine, y salí del baño caminando lentamente. Al salir busqué con la mirada a Lysandra, y le dediqué una sonrisa un poco pícara, dejando la ropa en la mesa, y los zapatos frente a ella. Me acerqué por un lado de la cama, y me senté suavemente

Ya estoy, Lysandra... Repuse con un tono que pretendía ser algo sexy, aunque no muy pronunciado. Debía tantear el terreno cuidadosamente. Pero ese olor... me perdía. Su piel olía a..¡almendra! Eso era...y sus cabellos a melocotón....Hmmm....era una delicia olfativa

Me tumbé lentamente en la cama, de lado hacia ella, apoyando la cabeza en una mano cuyo codo estaba doblado noventa grados, y la observaba con cuidado, cubriendo cada detalle de ella con mi mirada. Su pelo castaño con sus mechas rubias... sus ojos dorados..su piel clara....su perfecto rostro ovalado....sus labios rosados... Esos labios tentadores.... ME perdían... Pero me contendría un rato, mientras esperaba a ver qué hacía ella.

Durante el tiempo que Angline estaba metida en el baño, yo me terminé de desenredar el pelo, me coloqué un poco el flequillo frente a un pequeño espejo que había en la pared y paseé un poco por la habitación, descalza, pensando en mis cosas. Ella se había mostrado muy amable y respetuosa conmigo, a pesar de haberse lanzado tan rápido a conocerme, y hasta el momento ella había cubierto todos los gastos sin pedir nada a cambio. Supuse que era el momento de dar algo yo.

Cuando abrió la puerta, yo estaba tumbada en la cama, por encima de las sábanas, mirando al techo. Me quedé callada mientras dejaba sus cosas y le miraba atentamente.

Estaba ataviada por un camisón azul de color azul, muy sexy, acorde con las curvas de su cuerpo. Tenía unos pocos botones desabrochados, y podía ver cómo asomaban sus encantos, y botaban con libertad mientras se dirigía hacia la cama. Sus piernas eran largas y estilizadas, muy bonitas, y tan claras que parecía un ser nacido de la nieve.

Se tumbó a mi lado, dejando manchas oscuras en la sábana debido a las gotas de agua que descendían de sus largos cabellos, y yo me senté sobre la cama, con las piernas cruzadas, bajándome el vestido con las manos para que no se me viese nada, pues no llevaba nada debajo. La miré a la cara y empecé a hablar:

-Verás, Angeline, antes me preguntaste que si estaba bien, me he dado cuenta de que has notado que ocultaba alguna cosa y quería contártelo ahora que las dos estamos tranquilas y sin nadie alrededor...-hice una pausa para tomar aire y continué- Vivía cerca de aquí, de la ciudad, pero hace no mucho decidí escaparme de casa con lo poco que tengo cuando descubrí que era...-me masajeé la muñeca con una mano, donde tenía puesta la pulsera de mi madre, haciendo otra pausa- descubrí que no era...un ser humano.

Contuve la respiración y la miré a los ojos muy intensamente, esperando una reacción por su parte.

Al parecer, Lysandra estaba tumbada en la cama, boca arriba, mirando al techo, o a lo mejor me miraba a mí, a juzgar por el enfoque de su vista, parecía que me mirara a mí. Entonces vi cómo se bajaba un poco el vestido. Supongo que era bastante tímida. Me quedé mirándola a sus bonitos ojos dorados mientras se dirigía a mí.

Escuché lo que decía con atención, sin mirarla de forma pícara, sino con seriedad. Parecía que era algo profundo lo que me decía. Se había escapado de casa, porque no era humana...

Me quedé por unos segundos en silencio, y tomé su barbilla con suavidad, mirándola a sus ojos dorados. Me acerqué un poco a su rostro.

Yo...verás... Tampoco soy humana... Mis ojos rojos....Antes, cuando me viste tapándome la boca, te noté preocupada. Me tapé la boca porque...me crecieron los colmillos. Tenía sed de sangre en ese momento... Soy vampiresa, Lysandra.... Repuse, tras lo cual solté su barbilla lentamente

SI te asustas de mí, lo entiendo. Puedes hacerme pestes, te entendería perfectamente. No quise contártelo antes, pero dado que tú me lo has contado a mí, creo justo que yo te cuente a tí por qué hice eso....

Repuse suspirando al final, ¿A ella cómo le sentaría? Yo a ella le tenía en buena estima. Escaparse de casa, no era tan raro. Yo ya me escapé de joven. Y luego huí de la casa de mi marido, de quien me quedé viuda.

Y no te preocupes... NO eres la única que se escapó de casa...

Repuse bajando la mirada por unos segundos, volviendo a mirarla al poco tiempo

Ella escuchó mis palabras sin interrumpirme y cuando terminé de hablar, con manos suaves, Angeline me tomó de la barbilla suavemente. Yo la miré con cara seria, pero con ojos interrogantes. Entonces ella empezó hablar y me confesó que ella tampoco era una humana corriente, sino una vampiresa.

Primero la miré, como si fuese la primera vez que veía los ojos rojos que brillaban en su rostro. También me explicó lo que pasó antes de entrar en la posada, y la verdad es que me costó creerlo. Cuando me soltó la barbilla comencé a hablar yo:

-Pensaba...-dije, agachando la cabeza- pensaba que los vampiros eran producto de la imaginación de los humanos temerosos de lo desconocido, historias escritas en los libros, pero...-levanté la vista de nuevo a sus ojos- pero resulta que aquí estás.

Le dediqué una media sonrisa de resignación, sincera, esperando que no se pusiese triste después de contarme todo. Parecía tan auténtica, tan viva, que rechacé al momento cualquier historia que leyese en el pasado sobre aquellos seres.

-¿Hay muchos más como tú? Me imagino que no serás la única de tu especie...-después alargué un brazo y tomé una mano entre las mías- Pero tranquila, no me iré corriendo, a no ser que me vayas a hacer daño, en cuyo caso espero saber defenderme.

Le miré fijamente, clavando mi mirada en la suya. Pero mis manos eran suaves con su piel, fría y delicada, que absorbía el calor por las yemas de mis dedos.

-Gracias por contarme esto, Angeline, tiene que ser muy duro ocultar algo así. Yo no tengo muchos problemas porque, verás, soy una uroba. Todos los de mi raza descendemos de la sangre de los antiguos dragones, que nos concedieron el don de transformar nuestro cuerpo en un humilde reflejo de su grandeza y poder. Mis padres también lo eran, no puede ser de otra forma por lo visto, pero estuvieron ocultándome todo esto desde que nací, y me sentí demasiado engañada para seguir con ellos, necesito -dije con énfasis- desarrollar el dragón que tengo en mi. Quiero conocer mundo, y ahora que me has contado esto, quiero confirmar por mí misma la existencia de las otras razas que se ocultan en algún lugar.

Dejé de hablar de repente. Tomé aire profundamente y apreté su mano ligeramente, pues mi corazón se había acelerado al contarle todo aquello, y necesitaba volver a serenarme.

Me fijé en que poco después de decírselo me miró nuevamente a los ojos, tras bajar la mirada, y aceptar que yo no era parte de una leyenda. Yo era real, y como ella decía, aquí estaba. Y su mirada lo demostraba, aunque parecía que fuera algo nuevo para ella. Con el tono que había puesto empezaba a pensar que iba a repudiarme ya, que no merecía su buen trato, pero poco después me dedicó una sonrisa, y me hizo una pregunta, mientrs tomaba mi mano entre las suyas. Mis pupilas se dilataron al instante. Las cosas no eran como parecían. Ella me dijo... que no se iría corriendo, a no ser que le fuera hacer daño, pero es obvio que no se lo iba a hacer.

Sonreí abiertamente, y mis ojos brillaban, pareciendo que fuera a llorar por alegría. Pero no quise llorar, era un momento alegre y feliz para mí. Aspiré fuertemente aire, y respondí
Sí, hay más como yo... Un reino entero. Y querida...yo no podría hacerte daño ni aun queriendo

Empezaba a sentir el calor de sus manos en la mía, con su tacto suave y terso, y cerré los ojos por un momento, tratando de sentir más profundamente aquel gesto tan tranquilizante de su parte... Gracias a eso sentía que no tenía nada que temer, que no me había rechazado.

Pero ella también quiso abrirme su corazón al parecer. Ella era una uroba... Una de esas míticas criaturas que se convertían en dragones gracias a la sangre de éstos que les fue cedida en el pasado. Al parecer se había escapado de casa porque quería saber más de ella misma, de su yo dragón. Noté cómo apretaba mi mano, y entonces, quise entrelazar mis dedos con los suyos de una de sus manos, y tapé su mano con la mía, mientras que la suya la tenía debajo de la mía entrelazada.

Entonces la miré a los ojos, sonriendo.

Te entiendo Lysandra... Si quieres, yo te puedo ayudar en ese viaje... Hoy por mí, mañana por tí....No me importaría nada...

Repuse mirándola a los ojos, acercándome un poco a su rostro. Cada vez me sentía más absorbida por sus ojos

Vi cómo sus ojos empezaban a brillar como dos rubíes. Me dijo que sí, que había mucho más vampiros además de ella, y que no podía hacerme daño. Aquellas últimas palabras me aliviaron mucho, librándome de cualquier temor que podría haber asomado por mi mente.

Entrelazó sus manos con las mías, y el contacto transmitió todo lo que no se podía expresar mediante palabras. Luego me miró a los ojos, acercando su rostro al mío, y pide fijarme en sus dientes, blancos como el mármol, aunque parecían esconder cierto peligro. Volví a levantar la vista, de sus labios a sus bonitos ojos. A ambas nos delataban, teniendo un color fuera de lo común entre los de la raza humana.

-Sería un placer, que que me acompañases, Angeline, pero no te sientas obligada ¿de acuerdo? -dije con sinceridad.

A pesar de dejarle opción de hacer lo que quisiese por su cuenta, una alegría me invadió y sentí la necesidad de abrazarla, hundiéndome en el hueco que había entre sus hombros y su cuello. Su piel, ahora en amplio contacto con la mía a causa de nuestras ropas, me daba escalofríos. Sentía su pelo húmedo rozándome la cara, y aunque estaba roja por las confianzas que me había tomado, pero no me importada.

-Intentaré ser de ayuda en lo que pueda, pero mañana, mañana vamos al Bosque de Cristal, ¿de acuerdo? Vamos a juzgar con nuestros propios ojos cuán espectacular es un lugar como aquel. -dije, cerca de su oído, mientras le abrazaba con cariño.

Esto que estaba viviendo con Lysandra parecería casi como un sueño. Todo era... perfecto y tan bonito. Nada que ver con mis experiencias pasadas. Sonreí con la más sincera de mis sonrisas en cuanto me dijo que no me sintiera obligada a ello.

No me siento obligada... Jejeje... Lo hago porque quiero ¿vale? Jejeje

Entonces ocurrió lo que no esperaba que ella hiciera. Se abrazó a mí, colocando la cabeza debajo de mi cuello. Sentía su cuerpo blandito y calentito pegado a mí, y no pude resistirme a abrazarla también, sonriendo tanto, que me sentía algo tontita.

Se acercó a mi oído y me susurró que mañana íbamos al Bosque de Cristal, a lo que asentí con suavidad, cerrando los ojos

Mientras la mantenía abrazada, le acaricié la espalda con una mano, que acabé subiendo hasta su cabeza, y le acaricié su pelo húmedo con esa mano, mientras con la otra la mantenía abrazada. Acabé al final por acariciarle el cuero cabelludo con las yemas de mis dedos, pasándolos de su coronilla a la base de su cuello.

Estaré encantadísima de ir al Bosque de Cristal contigo... Tiene que ser un lugar maravilloso

Tomé aire profudamente. Lysandra olía aún a almendras, y cerré los ojos relajada. ME sentía muy a gusto ahora mismo. Si era un sueño, no quería despertar

Cuando terminé de hablar, cogí aire por la nariz y pude darme cuenta que la piel de su cuello olía a coco, muy dulce. Era un olor que me encantaba.

Cerré los ojos, y cuando sentí una de sus manos surcar mi espalda hacia arriba, pegué un pequeño respingo mientras mantuve mi abrazo, cuando noté el contacto de las frías yemas de sus dedos en contraste con mi cuerpo, más cálido. Ascendió por mi nuca, provocandome un estremecimiento por la columna vertebral. Sus dedos se entrelazaban con mi cabello y empezó a masajearme la cabeza de una manera espectacular. Mis párpados caían pesados, inevitablemente. Yo me moría del gusto, y sentía como los brazos me fallaban y se aflojaban de su cuerpo. No fue el caso de mis piernas, gracias a que me encontraba sobre la cama y no de pie.

Al final por mis caricias, Lysandra pareció caer dormida, al igual de como yo empezaba a sentirme. Al menos eso juzgaba porque ya no estaba tan sostenida a mí, aunque antes dió un pequeño aspaviento, supongo que por mi mano fría, pero por el roce ésta se fue calentando.Cuando vi que sus ojos se cerraron, y ya resporaba más lentamente, le di un beso en la frente suavemente y retiré las sábanas un poco y le tapé hasta lso hombros con la fina sábana de seda, tras lo cual le dii otra pequeña caricia en la cabeza. Entonces me dispuse de lado en la cama de nuevo, bajo las mismas sábanas, y me abracé a ella de nuevo. Aún olía a almendras, y su piel seguía estando calentita y suave. Al principio no quería, pero pensé que si estaba dormida, no tenía por qué saber nada, así que acaricié su brazo con una mano, notando su suave piel en el proceso. Solté un pequeño suspiro, y acabé por dormirme también, abrazada a ella, con su cabeza apoyada entre la almohada y mi hombro.

Lentamente, empecé a notar la luz del sol a través de mis párpados. Me resistí a despertar, pero al final me di por vencida y tuve que abrir los ojos. Los rayos se filtraban a través de las cortinas de la ventana, acariciando mi cuerpo a través de la sábana que me tapaba, sintiendo su calor.

Un momento, no sé como no me había dado cuenta antes, pero, además de estar en mi posición fetal, encogiendo el cuerpo como siempre en un nudo cuando me quedaba dormida, mi cabeza reposaba muy cerca de la de Angeline, más o menos sobre su hombro.

Su respiración apenas se percibía, casi parecía una estatua de mármol, sin hacer ningún movimiento apenas. Tuve que poner una mano sobre su pecho, a la altura del esternón, para comprobar que estaba todo bien, incorporándome un poco con el codo.

-¿An...Angeline? -pregunté, muy bajito, por miedo a interrumpir sus sueños- Eh...¿Estás despierta?

Al momento me sentí como una idiota. La expresión de su cara infundía una enorme paz. Así que preferí esperar un poco más para volver a intentarlo. Por la posición de la luz, parece que habíamos dormido muchas horas, aunque no recuerdo a que hora me quedé dormida finalmente...me encontraba totalmente descansada, dispuesta a funcionar este día a pleno rendimiento. Suspiré, mirando hacia la ventana desde la enorme cama, que a pesar de ser tan grande, nos había reunido muy cerca a las dos.

Oía su nombre en sueños, aunque no estaba soñando nada. Lo había oído. ¿Estba despierta? Eso es lo que me preguntaba yo también. No veía nada más que un paisaje blanco, aunque no era luz cegadora ni mucho menos.

También noté cómo me tocaban por el pecho. Eso me había hecho sonreir. Al final acabé por despertar, abriendo un párpado lentamente, y traté de aclarar mi vista hasta que vi a Lysandra a mi lado, suspirando, dándome la espalda ahoar mismo mientras miraba a la ventana. Me incorporé un poco, y me fijé en que había luz entrando a la habitación, por lo que tuve cuidado de no dejar que me alcanzara mi piel. Pero pronto recordé que la noche anterior me había puesto la crema, para no tener que dármela hoy por la mañana, y me aproximé a Lysandra por su espalda, acabando por abrazarla de nuevo, como hiciera la noche anterior, por debajo de su pecho, y pegándome a su cuerpo calentito

Sí...estoy despierta, Lysandra... ¿Qué tal has dormido?

Repuse sonriendo con agrado, susurrando a su oído.

Volví a notar su abrazo por por detrás, justo debajo de mi pecho. Podía sentir perfectamente sus grandes pechos sobre mi espalda, pues estaba con su cuerpo muy pegado al mío. Además, cuando habló a la altura de mi oreja, su aliento me provocó un escalofrío y se me puso la carne de gallina por ese mismo lado.

Me ruboricé mucho al dejar tan claras mis reacciones, tan al descubierto con Angeline. Aunque después de lo que nos contamos anoche no parecía importarle en absoluto.

Me dí la vuelta para mirarla y dije, mientras me estiraba:

-Yo...he dormido muy bien, me siento fantásticamente hoy, la verdad -dije, casi sin creerme que fuese cierto- ¿Y tú?

Me incorporé y puse los pies en el suelo, para alcanzar el baño, que entré con la puerta abierta para lavarme un poco la cara, secármela y desenredarme el pelo de nuevo con el peine, mientras la escuchaba.

-¿Quieres bajar a la entrada a tomar un buen desayuno? -dije cuando salí hacia la habitación. Me fijé en las flores, que seguían exactamente igual que cuando llegamos.

Sentía en mi pecho su cálida piel transmitirme calor a mí. Y me fijé en que junto a la oreja donde le había susurrado, se le erizaba la piel, a la par que se sonrojaba. Era tan linda y tan tierna así... tan tímida. Sonreí pícaramente al darme cuenta.

Entonces seguía teníendola abrazada, mientras se giraba para verme el rostro, aunque la solté un poco para dejarla estirarse bien.

Yo también... He dormido mejor que nunca. Me siento tan a gusto hoy, jeje...

Solté a Lysandra lentamente, y la observé levantándose de la cama. Entonces aproveché para estirarme en la cama, con los ojos cerrados, tras lo cual, me erguí en la cama, y me senté al borde, acariciando mis ya secos cabellos con suavidad. Los tenía un poco alocados, pero no importaba.

Así que me acabé por levantar, y oí que me preguntaba si quería tomar un buen desayuno. Entonces caí de nuevo en que me faltaba sangre...Sangre que no había tomado anoche. Aunque bien me apeteciera desayunar, pero tenía que beber sangre.

Me cepillé el pelo un poco con el peine que dejçe anoche sobre la mesita, para tratar de frenar el ansia, y le dediqué una sonrisa a Lysandra.

Claro, me encantaría, aunque tengo que hacer una cosilla antes de desayunar, jejeje Repuse sonriendo con una sonrisita nerviosa, tratando de ocultar el ansia de sangre que aún guardaba de ayer

Angeline estaba adecentando su pelo mientras me sonreía y me respondió que necesitaba hacer algo antes. Así que me acerqué a la silla donde había dejado mis cosas antes de acostarme y cogí mi ropa en un montón. Miré a la vampiresa y le dije:

-Tranquila, todavía no hace falta que bajemos -dije dedicándole una sonrisa tranquilizadora- Puedes ir haciendo lo que sea mientras me visto, y si tengo que esperar, me dedicaré a hacer cualquier cosa, no me importa.

No entendía muy bien a qué se refería exactamente, pero opté por no entrometerme en sus asuntos privados.

Me volví a meter en el cuarto de baño, me quité el vestido de dormir y me aseé bien, para después vestirme con lo de siempre. Me miré en el espejo de cuerpo entero y mi cara estaba resplandeciente, sin rastro de ojeras, hasta me veía los ojos más dorados de lo habitual. Luego me quedé observando mi cuerpo, poco desarrollado para mi gusto, sobre todo al haber pasado una noche con una mujer con tan buen cuerpo como la que me acompañaba. Encogí los hombros, pues no había ninguna solución para evitar aparentar menos años de los que en realidad tenía.

Vi cómo me decía uqe me tomara las cosas con calma, mientras me sonreía, y que no quería presionarme con mis cosas.

Aproveché cuando se fue al baño, para vestirme yo también con mi ropa, allío mismo. Me quité el camisón, y tras tomar el vestido doblado en la mesa, me lo volví a poner, junto con la espada atada a la pierna, y el monedero y demás de nuevo a sus bolsillos, acabando por ponerme las manoletinas de nuevo.

Me acerqué a la puerta del baño, y golpeé con lso nudillos, abriéndola levemente.

Lysandra...La verdad es que lo que tengo que hacer... TEngo necesidad de beber sangre. Espero que no te alarmes, pero tengo que buscarme una víctima, a quien sacarle un poco de sangre...

Repuse con la mirada un tanto apesadumbrada. No quería provocarle daño a ella por decirle eso.A lo mejor era de estómago sensible.

Entonces me ajusté un poco el vestido, y traté de mirar por la rendija de la puerta-

¿No te asquea saber eso?

Oí abrirse la puerta del baño, y me di la vuelta rápidamente hacia ella, porque me daba vergüenza que hubiese pillado contemplando mi cuerpo en el espejo.

La puerta estaba abierta nada más que una rendija, y escuché la voz de Angeline mientras estaba de pie, sin hacer otra cosa. Me decía que necesitaba beber sangre de alguien, buscándose una víctima. Después de eso se asomó por la puerta y pude ver una pequeña porción de la vampiresa. Alcancé la puerta y la abrí despacio mientras le miraba a los ojos:

-No me asquea, si es algo natural en tu raza. Son tus necesidades después de todo...¿no? -le dije, despacio, respondiendo a su pregunta.

Entonces pensé un poco más sobre lo que acababa de decir, a esto que crucé el marco de la puerta y me acerqué más, situándome enfrente suya, y tuve que inclinar un poco la cabeza para mantener la mirada:

-A lo mejor puedes...ahorrarte una víctima ¿no? -le pregunté, con las mejillas encendidas- ¿No podrías...beber algo de mi sangre? ¿O...no te serviría?

Desvié la mirada hacia un lado. "A lo mejor lo que necesita es sangre puramente humana, no sé como funcionan estos vampiros..." pensé.

Me levanté un pco para poder seguir viéndola a los ojos con comodidad, a la par que ella se agachaba un poco cuando me abrió la puerta, manteniendo el contacto visual.

Sí... eso es cierto...Que es una necesidad

Me fijé que se había quedado colorada mientras decía uqe me podñía ahorrar una víctima, y alcé una ceja. ¿Qué me estaría queriendo decir con eso?

Y parecía querer ofrecerme su sangre. En ese momento me dio un vuelco el corazón, sonrojándome también

¿Estás segura de ello? TE vas a encontrar algo cansada si lo hago...TEndrás que alimentarte mucho para reponerte... Aun así ¿Estás segura de ello?

Repuse irguiéndome completamente, y acercándome a ella despacio, aspirando su aroma corporal de cerca. Mis colmillos, por el ansia, por oler su suave olor corporal, dulce como una fresa, y ya porque no podía más, empezaron a crecer, hasta doblar o casi triplicar su tamaño.

Aahh....Empiezo a perder los estribos ya... Creo que no me puedo resistir a ti...

Repuse abrazándola suavemente, tanteando la carne de su cuello con una caricia de mis labios. Blandita, suavita... Perfecta....

Le paseé la lengua por la zona del cuello de un lado, y acaricié su piel con los colmillos, trs lo cual, tomé aire, y me abracé a ella, clavando los colmillso en su carne con suavidad, hasta hundirlos en su piel. Entonces empecé a absorber de su sangre, lentamente, ya que no quería pasarme de sangre ni nada así. Me pegué a ella, y empezaba a sentirme más caliente, físicamente hablando. Mi piel se me había puesto de gallina, y una parte prominente de mis senos se empezaban a poner duros.

Proseguí por unos segundos que parecieron muy largos, absorbiendo un poco de sangre, y acabé de chuparle sangre, sacando los colmillos lentamente, y dejando de tener contacto mis labios con su cuello. Mi piel estaba casi roja como un tomate por la excitación que me producía beber sangre y respiraba con agitación.

Le dediqué una mirada sensual, pero no quería llevarla más lejos de esto si no deseaba. Además, había que bajar a desayunar. Pero había una apetencia muy desarrollada en este momento. Difícil decisión

Aah...sabe dulce....Como tú...

Reí sin preocupación, cuando dijo que después estaría cansada. Sí, suponía algo así, y que tendría que recuperarme para reponer mi sangre, pero confiaba en que ella supiese controlarse, pues en el tiempo que había estado con ella me había hecho pensar que en realidad no quería hacerme daño. Por eso le ofrecí una alternativa así. Si algo así dolía, esperaba poder soportarlo:

-Jejeje, si tengo que comer después no me importa, tengo un estómago con mucho aguante -dije sonriendo.

De repente, se estiró y pareció mucho más grande que yo, más que antes. La miraba atenta, y un poco temerosa a la vez, aunque intentaba controlar mis instintos y que no lo notase nada. Pude ver con mis propios ojos, como muy lentamente sus colmillos descendían y se hacían más largos y afilados.

Se acercó mucho más, rodeándome con los brazos con cuidado y sentí como posaba sus jugosos labios en la piel de mi cuello. Cerré los ojos con un estremecimiento ante aquel gesto tan suave y delicado de su lengua, que dejaba un rastro húmedo a su paso.

Le abracé, rodeando su cuello, apretándola más contra mi cuerpo, y entonces noté una pequeña punzada de dolor en los puntos donde sus colmillos se habían abierto paso a través de mi carne al flujo sanguíneo. Después el dolor pasó y sentí como succionaba lentamente parte de mi. Sentí por el contacto como subía la temperatura de su cuerpo y se llenaba de vida. Sus pechos, ahora duros, rozaban con los míos y mi corazón empezó a enloquecer estrepitosamente ante aquel remolino de emociones.

Cuando terminó, se separó de mi lentamente, sacando sus colmillos con cuidado, y dedicándome una profunda mirada. Aunque en aquel momento sentía una enorme vergüenza, creo que mi cara no estaba tan roja como la de Angeline. Dijo que mi sangre sabía dulce y yo me llevé una mano al cuello, donde ahora se encontraban dos pequeñas incisiones, pero no sentía apenas dolor en la zona:

-¿Ah, si? -dije, con una pequeña sonrisa mientras le miraba tímidamente. Cuando fui a mirarme la mano la tenía un poco manchada de mi propia sangre.

-Bueno, entonces...¿ahora estás mejor? -le pregunté con interés, mientras su respiración se iba acompasando con la mía.

Escuché lo que dice, pero en ese momento no quise sonreir, sino continuar el ritual que estaba haciendo con ella para absorber su sangre.

Todo el proceso que bien pudiera ser algo parecido al cortejo de algunos animales. Tienes que seducir a quien le vas a sacar la sangre para que su cuello se reblandezca, y esté relajado. Y entonces, tras hacerle perder los estribos, aprovechas para chupar su sangre. Y además, yo me estaba excitando al notar sus pechos junto a los míos sensibles hasta para el más mínimo roce. Me había vuelto loquita completamente con ella. Eran de esas pocas veces en las que una amiga se ofrecía a darte su sangre. Y además, me había excitado sexualmente.

Para cuando la solté, había vuelto a soltar otro suspiro, yl e mantuve el contacto visual, mientras veía su sonrojado rostro, y su dulce mirada tímida.

Asentí a su pregunta, sin responder, mientras sonreía algo pícara. Lysandra parecía algo confusa con lo ocurrido, y yo me relamía por el sabor que aún tenía en el paladar de su sangre.

Luego me volví a acercar a ella, y le tomé la mano, lamiendo el restillo de sangre con la punta de la lengua, mirándola pícara a los ojos.

Sí...me siento mejor. ¿nos vamos pues a desayunar, querida?
Repuse soltándole la mano suavemente, y yendo hacia la puerta de la habitación, haciendo una leve inclinación, invitándola a venir.

Sentí un poco de mareo mientras esperaba su respuesta. Mantuvimos nuestras miradas durante un instante que parecía eterno, y entonces ella cogió mi mano y empezó a limpiar los restos de sangre con su lengua, dejándola completamente limpia. La cabeza me daba vueltas y contuve el aliento mientras lo hacía y yo le miraba desde arriba, con el corazón otra vez a mil por hora. Esa mujer estaba haciendo cosas y me trataba como nunca lo había hecho nadie antes. Y no sabía si me lo estaba tomando de la forma que debiese, pero me gustó mucho. Aunque se tratase de una mujer, parecía saber muy bien lo que hacía, lanzándome una mirada muy sensual.

No retiré la mano de la suya, me gustaba su contacto, que se iba volviendo un poco más frío, pero no tango como anoche:

-La verdad es que si es por mi...mejor, lo preferiría, a ver si me recupero un poco y vuelvo a estar perfecta para esta tarde. Que nos toca un buen viaje de por medio. -dije, llevándome la otra mano a la cara y retirar unas pequeñas gotas de sudor que sentía poblándome la frente.

-¿Vamos entonces? -dije, con la voz un poco cansada, mientras las dos nos acercábamos a la puerta para bajar a la taberna de la posada.

Descendí las escaleras delante suyo y me fui a sentar en una mesa que había un poco más apartada. El mozo que atendía nos miró a las dos con una sonrisa socarrona mientras se acercaba:

-Digánme, ¿qué desean tan espectaculares señoritas? -dijo, apoyando ambas manos en nuestra mesa con plena confianza.

-Para mí, quiero pan caliente con mantequilla, una jarra de leche fresca con miel y zumo de fruta, por favor. -respondí, mirando al chico, que asentía con la cabeza mientras yo hablaba.

Luego me volví hacia Angeline con cara interrogante, para ver si ella deseaba alguna cosa.