Visitando nuevos lugares

Cuando conocí a Angeline, uno de los sitios que le sugerí para ver eran las cuevas que se escondían por la costa de Shvati, al norte de Lineris. El camino estaba muy bien indicado, pues era muy famoso por sus misterios y numerosos escondrijos, pues la cantidad de cuevas que te podías encontrar perforando aquel abrupto acantilado era incontable.

Habíamos quedado para poder verlo juntas, pero yo había llegado hasta allí por mi cuenta en este día claro y soleado. Estaba esperándola sentada en una roca, viendo las olas chocar contra el acantilado, pero me aburría y me puse a investigar por la zona. Encontré un agujero que descendía desde la parte alta del acantilado, y con mucho cuidado bajé por el estrecho hueco por el que no podían pasar nunca dos personas a la vez, mientras la luz disminuía a mis espaldas.

Me tropecé al colocar el pie sobre una roca que se desprendió, y me raspé las manos al intentar frenar la caída, que fue de apenas un par de metros, y de repente me vi sumergida en el agua dentro aquel lugar.

Salí enseguida a la orilla más próxima pero ya mis ropas se habían empapado del todo, me senté para examinarme las heridas, que seguían sangrando en pequeñas gotas que descendían hasta la muñeca. Tenía unos pequeños cortes superficiales por las palmas de las manos.

-Auch... -me quejé por lo bajo.

Observé mi alrededor, y aparte del pequeño agujero por donde había caído, la pared del acantilado tenía una abertura que asomaba por la superficie del agua unos cuantos centímetros, pero que seguramente cambiase con las mareas. Entraba un poco de luz, que se reflejaba en miles de líneas por el pequeño lago interior.

Después de aquella noche desenfrenada, nos habíamos ido cada una a descansar por un día, cada una por su lado, aunque me fue difícil separarme de ella, aunque gracias a que nos habíamos citado para vernos en las Cuevas de Shvati, me fue más fácil.

El camino era fácil de seguir. Sólo debía ir a la playa, y llegar a la zona del acantilado, donde debía descender por un camino rocoso, con cuidado de no resbalar. El lugar citado era un saliente frente a la entrada de una cueva, donde chocaban las olas, y a veces salpicaba.

Sin embargo, al llegar no vi a Lysandra allí. Era raro, seguro que ella llegaba más que puntual, además de que yo había llegado un poco tarde porque por el camino me perdí un poco.


Aun así, ni rastro de Lysandra. Entonces vi un hueco estreco por el que podía pasar una persona, y vi marcas de zona seca, posiblemente de roce de ropa, mientras que todo a su alrededor estaba mojado. Decidí introducirme en el hueco, aunque tenía que aplastar mi pecho para poder pasar bien. Era un tanto incómodo, pero aun así, podía descender más o menos bien.

Al final, cuando quise colocar un pie, vi que no había sitio donde colocarlo y me detuve. Parecía que aquí se podía perder el equilibrio y caer al suelo.Entonces saqué las alas por las ranuras practicadas en la ropa, y aún plegadas, me iba a dejar caer para abrirlas nada más bajar.

Entonces di un fuerte aleteo, y me mantuve en el aire, en la oscuridad del recoveco, sin saber a dónde ir. Pero me llegó un eco de un quejido. La voz de Lysandra...Sin duda. Y había un olor en el ambiente... Un olor inconfundible... Sangre...


¡Sangre!¡Me iba a volver loca por un olor suculento!

Descendí al suelo, y traté de buscar a Lysandra con mis ojos inyectados en sangre, arrastrándome por el suelo en su busca, tras recoger las alas de nuevo en mi espalda.

Estaba observando con simple interés cómo mi sangre se mezclaba con el agua que me cubría el cuerpo cuando una oscuridad repentina arremetió contra la cueva.
Levanté la mirada y cuando mis pupilas se adaptaron al cambio vi una figura descender con elegancia. Era como un ángel caído del cielo, solo que en lugar de plumas blancas se veían unas alas negras y membranosas, como las de un murciélago.

Tampoco parecía un cuerpo delicado, sino poderoso, con unas curvas prominentes y un pelo largo y negro. Le miré mientras descendía hasta suelo firme y enseguida me di cuenta de quién se trataba.
Ahora la fuente de luz era más clara, y vi sus ojos brillando al rojo vivo. Replegó sus alas, que se confundieron con su espalda, pero ella estaba precipitándose hacia mi.

Me levanté de mi sitio mientras me apretaba las heridas de las manos en un intento de frenar el pequeño afluente de sangre.:

-¿A...Angeline? -dije, más o menos interrogante.

Me levanté del suelo lentamente, primero estando a gatas, y acabé por levantarme del todo, acercándome con paso lento a Lysandra. Cada vez notaba el olor más cerca. Entonces, me agaché a su lado, y la miré con la poca luz que penetraba del exterior, con algo de ansiedad. Veía unos cortes en su mano, de donde manaba sangre lentamente.

Tomé su mano suavemente y la observé, hechizada por el aroma de su piel y su sangre.

Hola...Lysandra...¿Sabes lo malo que es estar sangrando cerca de mí... no? Ando conteniéndome... POr supuesto

Repuse notando mi mano temblar levemente de ansiedad, mientrsa que trataba de acallar la ansiedad, presionando levemente su brazo para masajearlo.

¿Qué haces aquí... y no en nuestro punto de reunión?

No quería sonar inquisidora, pero supuse que la ansiedad no me dejaba sonar de otro modo

Se irguió ante mi, cuán larga era, alzándose por encima de mi cabeza, y cuando estaba justo delante mía, tuve que alzar la mirada para mirar sus ojos, que parecían brillar en la oscuridad con aquel rojo tan brillante.

Luego se agachó para ponerse a mi misma altura, y noté la incomodidad en su rostro, a parte de que me lo confirmó desde sus carnosos labios.

- Si...l-lo sé...estaba intentando detenerlo Angeline, pero parece que no es inmediato -dije, sonrojada, mirando mis manos.

Entonces levantó su mano hacia mí, un poco tensa, y me sostuvo por el brazo firmemente. Cuando habló temí haberla molestado pero empezó a masajearme el brazo y me pude relajar un poco:

-Lo siento mucho Angie...llegué antes de tiempo y...buscaba una forma de entretenerme...ver si encontraba un sitio bonito para que lo vieses...-intenté excusarme como pude, evitando su mirada.

Vi que cuando me dirigí a ella, trataba de decirme que ella se ocupaba del tema, sonrojándose.

Vi que andaba nerviosa mientras masajeaba su mano. Tampoco quería sonar malvada. ¿Sonaría yo malvada? Quizás con mi voz ansiosa era bastante posible, dado que parecía inquisidora, y severa.



Proseguí el masaje de su mano, y me acerqué la mano a la nariz, aspirando suavemente de su dulce aroma.

Algo me dice que no es así.... Pero bueno... Te daré el beneficio de la duda

Repuse tratando de tranquilizarme. Aunque al final no pude contener darle un lametón a la sangre de su mano, y se la solté suavemente, mirándola a los ojos con una sonrisa levemente arqueada.

¿Y qué has encontrado, querida Lysandra?

Angeline llevó su mano a una de las mías, y se la acercó a su hermoso rostros. Sentí como aspiraba con la nariz para captar los olores. "Seguramente es mi sangre lo que le interesa" pensé en aquel momento.

Su aliento contra mi mano me tranquilizó del todo, y cuando sentí su húmeda lengua recorrer mis pequeñas heridas, el dolor desapareció, además de dejar la superficie limpia y brillante. Aquel gesto me gustó, y me hizo recordar la noche pasada y su cuerpo desnudo contra el mío.

Me puse mucho más roja de repente tras recordar aquello, pero se me pasó cuando me soltó la mano con cuidado, dejando el contacto.

-Pues...-miré el agujero por donde había caído- encontré ese dichoso agujero en lo alto del acantilado, y llegué a para hasta aquí.

Mis ojos pararon en la otra abertura y continué hablando:

-Podríamos salir si no te gusta el sitio, pero tendría que ser a nado...o podemos esperar a que baje la marea para buscar más cuevas, no sé. -dejé de hablar unos segundos mientras le miraba a los ojos, ruborizándome y hablando un poco más bajo- Pero a mí me parece bonita esta cueva estando tú aquí.

Vi que ella se sonrojó de forma repentina, y sonreí con algo de "malicia", viéndola en ese estado. ¿Qué le había hecho pensar?

Su mano además quedó limpia de todo, y parece, por su cara, que se le alivió el dolor. Claro, la saliva vampírica cerraba las heridas rápidamente.

Ella señaló el agujero por el que descendí, como el culpable de haber llegado aquí sin motivo.

Ella proponía salir de la cueva, pero debía ser a nado según ella. A mi no me disgustaba el lugar, era húmedo, vale, pero fresquito y oscuro. Perfecto para mí.

Pero me miró a los ojos y se ruborizó un poco, llegando a susurrarme al final, diciéndome que le parecía bonito si estaba yo.

Eso me provocó una sonrisa tierna, y acabé sentándome a su lado, dedicándole a ella esa sonrisa a su tiernita mirada dorada.

A mí me parece buen sitio para estar... Porque es oscuro y fresco... Y si ademáss estás tú, imagínate, jeje...

Le sostuve la mano suavemente, la mano buena, y le susurré, cerrando los ojos.
¿Qué haría yo sin ti?

Tras decir aquello, Angeline me dedicó una tierna sonrisa y se sentó a mi lado tras sentarme yo entre las rocas más lisas.
Me miró a los ojos, cautivadora, diciendo que el sitio también le parecía bien. Además era oscuro, claro, había la suficiente luz para que pudiese distinguir sus rasgos, pero la sombras jugaban a su favor.

-¿Si? ¿de verdad? Pues entonces perfecto. ¡Damos por iniciada la visita a las cuevas de Shvati! -dije con una amplia sonrisa y alzando los brazos en señal de victoria.

Luego ella sostuvo mi mano con ternura y me susurró con los ojos cerrados. Su pregunta me había pillado un poco por sorpresa, sin saber muy bien cómo responder a esta bella vampiresa.
Con la mano libre, toqué su mejilla con las yemas de los dedos en apenas un roce. Esto me hizo cerrar los ojos durante un segundo, grabando aquel momento en mi cabeza, y cuando los abrí yo también le susurré:

-Angeline...

Me acerqué más a su rostro, enrojecida, y cuando nuestros labios se encontraban bastante cerca, me dirigí hasta su mejilla para posar mis labios húmedos de agua salina sobre su piel.

Ella parecía feliz con mi respuesta, y quería enseñarme las cuevas con fervor, a juzgar por cómo levantaba sus brazos, con su sonrisa de 100 Watios.

Noté entonces apenas un roce de sus dedos suaves en mi mejilla, lo que me provocó que cerrar los ojos un poco, y le masajeé la mano con suavidad, mientras hacía un leve ronroneo.

Hmm...

Oí mi nombre en su aliento, y abrí los ojos levemente, viendo que ella se aproximaba a mis labios, pero me besó la mejilla suavemente. Le devolví otro beso en su majilla, acariciándole la cabeza con la otra mano suavemente, y le dediqué una sonrisa.

Jeje... Bueno Lysandrita. Cuando quieras, visitaremos el lugar.. ¿Vale tesoro?

Le dije en tono calmado y sereno

Cuando le toqué la mejilla, Angeline cerró los ojos, mientras masajeaba mi mano con sus fresquitas manos, acompañándolo con un tierno sonido parecido a un ronroneo.
Tras besarle en la mejilla, ella me devolvió otro en la mía, mientras sentía su mano en la parte trasera de mi cabeza. Eso me provocó un escalofrío del gustito y cuando se separó de mi, yo tenía una tímida pero alegre sonrisita en mis labios cerrados.

-¡Vale Angie! -asentí alegremente con la cabeza cuando me dijo que podríamos visitar esto cuando quisiese.

Me metí entre sus brazos, posando mi cabeza en su pecho, un poco por alegría y otro poco porque mis ropas y pelo estaban empapados, y con la poca luz que entraba, el ambiente fresco me hacía tiritar:

-Uhmmm...m-mi vaammpiressa prefferida.

Me separé de ella, y vi una tierna sonrista en los rosados labios de Lysandra, y algo tímida. Veía como se ruborizaba un poco.¡Si es que es muy monosa!

Me dieron ganas de cogerle sus mejillas y achuchárselas con los dedos, pero traté de contenerme, sobre todo cuando vi que ella temblaba de frío, y apoyó su cabeza en mi pecho. Tiritaba un poco, así que la abracé con ternura para darle calorcito, frotándole las manso en su espalda, mientras que reposaba mi cabeza un poco sobre la suya suavemente.

Aayhh... Lysandra...Si es que te comería a besos...

Le dije frotando mi mejilla con su cabeza suavemente. Llevé una mano de su espalda a una de sus tiernas mejillas, y la palpé con los dedos, sosteniendo un cachete con ellos suavemente, y masajeándolo con el pulgar y el índice.

Y qué mejillas.¡Es que eres achuchable!

Por mi cabeza rondaba algo. A ella la quería, muchísimo ¿Ella querría ser mi preja? Tendría que preguntárselo después

Angeline me rodeó con sus brazos, y empezó a frotarme la espalda con sus manos, transmitiéndome calor por medio de la fricción. Eso me provocó una carcajada alegre, sobre todo cuando me dijo que me comería a besos, así que entre risas yo le di un par de pequeños besos en la base de su cuello.

Los temblores se me fueron pasando gradualmente, hasta que me encontré totalmente a gusto en contacto con su cuerpo. Noté su cara contra la parte superior de mi cabeza, su mano subiendo por mi espalda para luego parar en mi mejilla, para tocarla con sus dedos.

-Jejeje tú si que eres achuchable Angeline, no tienes más que mirarte -dije entre risas, mirando su escote fugazmente.

Oí que se reía por mis comentarios, y eso me hizo reir a mí también un poco. Me sentía muy plena con Lysandra, y era el cariño que esperaba tener tras una apoteósica relación pasada.

De repente noté que me dió un par de besos en la base del cuello, y me estremecí levemente por ello, provocándome una sonrisa un poco nerviosa, pero tratando de no reirme.

Ella además iba serenándose, y hablando con normalidad, dejando de temblar por el frío. Pero entonces ella dijo que yo era la chica achuchable y que me mirara. Eso me hizo sonrojarme ¿Por qué lo diría? Si yo no era para nada adorable. La adorable es ella, sin duda.

¿Eh?¿Pero qué dices? Repuse sonriendo y sonrojándome aunque quisiera decirlo no tan sonriente, pero no había manera.

Mi otra mano, que estaba en su espalda, la llevé a su cabeza y se la acariciaba ruborizada

Tras decir aquello, me separé un poco de ella para verla la cara, y entonces vi que se había sonrojado y cómo se le escapaba una sonrisa entre los labios. Realmente me gustaba verla así de feliz, y quería que siguiese así y que no le sucediese nada malo.

Entonces me acarició la cabeza y yo le agarré por las ropas en su espalda, presionándola un poco, cómo si en cualquier momento pudiese salir corriendo, lejos de mi. Me quedé unos segundos así, hasta que conseguí arrancar aquella pregunta que me rondaba la cabeza fuera de mi:

-Oye Angeline, dime...-le miré a los ojos y la solté, para colocarme de frente y hablarle mejor- Tengo una preguntita que hacerte, espero que no te moleste pero...tú y yo...¿Qué somos?

Me miré y me toqueteé las manos, para tomar aliento y seguir hablando:

-Apenas te acabo de conocer, y estoy muy a gusto contigo, pero necesito saber qué piensas de lo que ha pasado...de la otra noche...de lo que va a pasar...

Divagué un poco en mis borrosos pensamientos, pues no tenía muy claro lo que quería decirle exactamente. Me puse un poco roja, así que intenté ocultarlo escurriéndome el pelo que seguía calado, retorciéndolo con esmero, para luego volver a mirarle a sus ojos rojos.

Ella se agarró a mi ropa de forma repentina mientras acariciaba su cabeza, como si no quisiera dejarme ir. Eso al principio me sorprendió bastante, pero luego me tranquilicé. Ella me quería cerca, lo sabía.

Ella me miraba a los ojos y me soltó, y me hablaba con seriedad. ¿Qué somos? Eso mismo me podía preguntar yo, pero quería alejar esa pregunta de mi cabeza.

Yo lo tenía muy claro. Quería que fuéramos pareja. LO tenía muy claro. Quería que mi corazón le perteneciese a ella. Aunque... Yo era algo promiscua... Y no quería que eso afectase a nuestra relación.

Al ver que ella se sonrojaba y jugaba con su pelo, tomé sus manos, y puse mis palmas sobre las suyas, entrelazando mis dedos.

Lysandra.... Sin duda alguna... Yo quiero ser tu pareja... Si así lo deseas... Quiero ser parte de ti, y que tú lo seas de mí, y no seamos simples "amigas especiales". Me he dado cuenta de que te amo con locura. De que mi vida ha dado un giro cuando tú apareciste

Le miré a los ojos con seriedad, y bajé la mirada poco después, soltándola casi con desgana.

Pero....hay algo...

Estaba esperando escuchar su respuesta en cualquier momento, pero entonces, sujetó mis manos para mantenerlas ocupadas con otra tarea, dejando que mi pelo húmedo cayese por encima de mis hombros. Juntó nuestras palmas y entrelazó sus dedos con los míos.

Entonces la miré a los ojos fijamente, y ella se puso a hablar. Ambas nos mirábamos con gesto serio mientras ella confesaba sus pensamientos. Mi rostro se fue ablandando a medida que soltaba las palabras.

Le iba a contestar a todo aquello, que yo también le amaba, que no me parecía para anda una simple amiga, si no alguien mucho más importante con quién me gustaría compartir muchos momentos, y sí, también una pareja...

Pero antes de que pudiese decir nada, sacó un "pero" y lo dejó en el aire, soltándome las manos:

-...¿Si? Dime, yo te escucho, Angeline... -pronunciar su precioso nombre al completo era algo que me encantaba.

Aquel gesto me infundió un poco de temor en mi pequeño corazón, pero yo le toqué una rodilla, cuya piel tenía expuesta a causa de la raja de su vestido, y le acaricié con cariño, instándole a seguir hablando.

MIentras hablaba con ella, veía sus tiernos y brillantes ojos dorados fijarse en los míos. No quería perder ni un segundo de vista sus preciosos ojos mientras le hablaba, puesto que quería transmitirle algo muy profundo. Apenas parpadeaba para cumplir ese propósito.

Ella pronunció mi nombre tras preguntarme qué sería ese pero... Bajé la mirada, pero fue entonces cuando noté su mano tocarme mi rodilla suavemente, infundiéndome tranquilidad.

Creía que iba a llorar. ¿Cómo podía decirle algo así a una persona tan pura y tan tierna?¿Qué iba a hacer?

Al final, tratando de contener mi llanto, me eché a su regazo, boca abajo, abrazándola por la cintura. Me decía a mí misma que no iba a llorar. No lo haría, esperaba..

Lysandra...Soy ninfómana... Y ya en el pasado... Eso me provocó ser... promiscua... No quiero que me pase eso contigo... No lo soportaría. No soportaría hacerte daño, con lo tanto que te quiero...

Repuse en tono triste, pero tratando con todas mis fuerzas de no derramar ni una lágrima

Angeline bajó su mirada, triste, y antes de hablar, se echó encima mía, sobre mi regazo, rodeando con sus brazos mi cintura. Yo le abracé más arriba, a mitad de la espalda, rodeando sus hombros, intentando abarcar su contorno.

Entonces siguió hablando. Ninfómana...promiscua...eran palabras que no se escuchaban normalmente, pero cuyo significado sabía a costa de engullir libros de cualquier materia cuando pasaba las horas muertas en casa de mis padres.

Con delicadeza, la separé de mi para poder mirarle a los ojos mientras le hablaba:

-¿Qué...qué pasaría conmigo? Tranquila Angeline, calma -dije en un susurro y acariciándole la mejilla- Antes que nada, agradezco mucho tu sinceridad ¿Sabes? Así puedo conocerte un poco más, y espero seguir haciéndolo. Tus gustos, tus preferencias...no voy a salir corriendo por esto, sólo quiero que seas sincera conmigo, y si encontramos una solución, un acuerdo...yo te acompañaré y te protegeré si está en mis manos.

Tomé aire y continué con el pequeño discurso:

-Te quiero Angeline, me encantas, simplemente. Eres buena conmigo y no sé, has conseguido que confié en ti. -me encogí de hombros- Si eso es un impedimento...un problema...podemos hacer que no lo sea, ¿no crees?

Le regalé una sonrisa, para que no se pusiese triste y pudiesemos hablar con tranquilidad.

Mis ojos estaban enrojecidos cuando ella me apartó para poder mirarme a los ojos, hinchados y a punto de explotar en lágrimas.

Pero ella me tranquilizaba con sus palabras. Me acariciaba la mejilla, me susurraba dulcemente... Eso me provocó que cerrara los ojos, y respirara profundamente, algo más tranquila. Cuando oí que ella agradecía mi sinceridad, no pude reprimir una sonrisa con los ojos cerrados. Queríac onocerme... Y no correría de mí.... ¿Una solución? Eso me parecía difícil. ¿Qué clase de solución tenía esto?

Ella se tomó una pausa, y prosiguió. Adoraba que a ella le encantase. Me sentía la mujer más feliz por tener a alguien tan adorable como ella queriéndome. Abrí los ojos lentamente, y volví a ver sus preciosos ojos dorados, y sus labios articulando las sílabas que salían de su boca. ¿Hacer que no sea un problema?

LA miré a los ojos tras ver su amplia y bella sonrisa, y me acerqué, mirándola algo seria, por la preocupación.

¿Una solución?¿Qué clase de solución puede haber para una persona adicta al sexo? ¿Es que hay alguna cosa que pueda aportar cordura a mi locura?

Mis palabras parecían surgir el efecto tranquilizador que pretendía causar en ella. Sus ojos se mostraron menos tristes, ya no parecían inundados en lágrimas contenidas y eso me alegró.
Me di cuenta cómo me miraba a los labios de vez en cuando, y eso me hizo sonreír para mis adentros.

Pero entonces se acercó más a mi, poniendo su cara próxima a la mía con gesto serio y preocupado. No sonreía, y eso me asustó un poco.

Después me preguntó por una solución, me la pedía como si le preocupase aquello realmente. Yo me metí las manos entre las piernas, y me retorcí un poco incómoda, bajando la vista y hablando casi para mi:

-Yo...yo no creo que estés loca, Angeline. -dije, intentando que entrase en razón- Si dices que eres adicta al sexo...bueno, siempre puedo intentar satisfacer tus deseos. Tu...tú me has hecho disfrutar.

Levanté la vista y la miré, sonrojada, con el pelo cayéndome por mitad de la cara y seguí:

-Pero si no es suficiente...bueno, no te pido que seas entera mía y para siempre. No dejas de ser una persona, con tus deseos y voluntades, puedes seguir el camino que necesites. Si me dejas estar contigo, lo haré, pero si hay momentos en los que no puedes...aceptaré y esperaré lo que sea necesario.

En ese momento la miré con una mezcla de seriedad y temor, por eso evité el contacto con ella, esperando su reacción.

Le miré a los ojos, mientars la escuchaba responderme. Me provocó una leve sonrisa cuando dijo que le hice disfrutar. Parecía nerviosa a juzgar por sus manos entre sus piernas.

Ella me vió sonrojada, y prosiguió, mientras yo la escuchaba con mi humor mejorándose a medida que hablaba.

Ella decía que me quería para siempre, aunque si yo no quería que no pasaba nada. ¿Cómo no iba a quererla para siempre?

ME abracé a ella sin poder evitarlo y apoyé mi cabeza en su pecho.

Bueno... me alegra que quieras satisfacer mis deseos, aunque tampoco te quiero cansar con eso. Y tampoco es que quiera estar con nadie más. Te quiero también para mí y para siempre... No podría estar con nadie más... Aunque bueno... Si alguna vez cometiera un acto de promiscuidad... Te suplico que me lo perdones... Te aseguro que yo no lo pensaría hacer bajo ningún concepto. Si lo cometiera, castígame, pero no te separes de mí. Aunque te prometo que no lo haré, Lys, intencionadamente.

Estaba pensando en cosas que rayaban el límite de lo absurdo. ¿POr qué iba a decirle todo eso a Lys? Yo jamás sería capaz de ser promiscua con Lys

Tras decir aquello, Angeline se lanzó a mis brazos, posando su cabeza sobre mi pecho. Eso me sorprendió gratamente, y a continuación mi vampiresa siguió hablando, respondiendo a mis declaraciones.

Me dijo cosas como que no me quería cansar con su apetito sexual, pero que no quería estar con nadie más, que me quería para ella, para siempre...¿"Para siempre"? No me podía creer aquello, una mujer que podía tener lo que quisiera cuándo quisiera...no sabía si había interpretado mal mis palabras, por algún casual.

Le acaricié la cabeza con cariño mientras nos abrazábamos, y puse mi mejilla en su sedoso pelo negro brillante:

-Angeline, si pasa algo así, lo entenderé...¿Vale? Ahora tengo claro que por poder, puede pasar. Incluso...no sé, no tienes por qué hacérmelo saber si te sientes incómoda...-sugerí tras pensar un poco- No creo que sean necesarios castigos, no soy tu dueña, y no veo que haya nada que perdonar...

No tenía de a dónde iba a parar aquello, no creo que las relaciones de cuanto sean así normalmente, pero tenía claro que quería que ella fuese feliz conmigo de alguna forma.

Noté que Lysandra me acariciaba la cabeza suavemente, tratando de tranquilizarme, y rozaba su mejilla con mis cabellos. Su tierna mejilla, la que le hacía tan adorable y tiernita.

Elevé mi mirada hacia ella, aún abrazada, y empecñé a sonreir ya más tranquila. A lo mejor ya podía contarle lo que quería. Parecía entender bien la situación.


Bueno... En tal caso... Te querría proponer algo. Tú vas a ser mi pareja, eso no va a cambiar... Pero dado que soy.. adicta al sexo, y bueno... No quiero ser muy injusta... ¿Te pareceria bien... ser una pareja un tanto "abierta" digamos?

Seguramente no entendería lo que quería decir, así que me apresuré en explicarlo.

Quiero decir... No sería justo que yo me fuera con alguien para tener sexo y tú te vieras "como una santita" sin probar bocado. Creo que lo justo es, que si yo mantuviera relaciones sexuales fuera de nuestra relación, lo justo es que si tú quieres mantener una relación fuera de la nuestra, que así fuera. Yo no te lo impediré. Siempre y cuando, me guardes la mejor parte. Yo haré lo mismo. Sabes que te quiero con devoción. No quisiera que nadie te alejara de mí. PEro no vería justo acaparte si tú no me acaparas. Así que... ¿Qué me dices?

Repuse un tanto nerviosa por ver lo que diría ella.

Ella alzó la cabeza para mirarme, y vi cómo una sonrisa asomó por sus labios. Eso hizo que me tranquilizase un tanto.

Entonces me propuso una relación abierta, según sus palabras, para poder mantener relaciones con otras personas con libertad y sin rencores...

Me quedé unos segundos pensativa, cabizbaja, mientras mis dedos jugaban con las puntas de su pelo, y luego levanté la vista a sus ojos.

-Bueno, me parece bien lo que propones, -me rasqué la cabeza- me parece...justo, sobretodo. Pero quiero que sepas que te quiero, si tú no dejas de sentir lo mismo, seré feliz donde los Dioses quieran que estemos las dos.

Le abracé de nuevo, apoyándome en su hombro, y seguí:

-La verdad es que no me veo ahora mismo haciendo nada con nadie que no seas tú pero...bueno, tú tienes todo el tiempo del mundo como criatura inmortal que eres. Eres bella, hermosa, y creo que le podrías gustar a cualquiera.

Me ruboricé un poco, imaginándomela yacer con otra persona que no fuese yo.