El sol poniéndose en el mar [Lysandra y Amy Sunie]

Cuando la pregunté aquello se agarró un brazo, mordiéndose un labio, claramente afligida por la situación que se le había venido encima. No pude evitar sentir compasión por el ángel. Pese a tener un gran poder en sus manos, a nivel personal parecía totalmente indefensa. Y parecía sentirse sola.
Tras responderme, pareció relajarse un poco, pero parecía seguir inquieta al ponerse a hacer dibujos en la tierra con la punta del dedo.

-Vaya, pero aunque no tengas descendencia...¿no puedes nombrar a un príncipe o una princesa para que te precediese?

Me quedé mirándola después, en silendio. Al final me levanté y me puse a su lado para volver a sentarme, intentando reconfortarla con mi compañía, que no era mucha, pues yo acababa de aparecer en su vida cuando ella parecía haber pasado por muchas cosas anteriormente. Le puse una mano en la rodilla para transmitirle mi calor, y se la froté con suavidad.

-Lo siento, Amy, parece una situación para nada buena...puedes contármelo con mas detalle, si quieres. -dije, mirándola de lado, con ternura.

Parecía llevar en su corazón una carga muy dura y que le hacía daño, quizá lo mejor fuese que la intentase liberar un poco.

A esa pregunta simplemente no respondí. Preferí quedarme en silencio mientras seguía haciendo dibujitos en la tierra con el dedo. Pero entonces vi de reojo que ella se colocaba a mi lado, y que me ponía una mano en mi rodilla, frotándomela suavemente, y le dediqué una mirada cálida, aunque no estuviera sonriendo ahora mismo, mientras oía sus palabras. Coloqué una mano mía sobre la suya que tneía sobre la rodilla.

Pues verás... En mi reino ando totalmente sola... No tengo a nadie. Y Ceres hace mucho que no le veo. Él es un príncipe de mi querido Lucius. Otro ángel me trata como si fuera una inútil. Y un tercero me tiene aprecio pero anda un poco diferente...Raro...

Repuse dejándome caer poco a poco en su hombro, sin dejar de mirar hacia delante y sin soltar su mano

Ahh....En fin.. No sé qué hacer...

Amy parecía reacia a responderme y se quedó callada mientras yo me colocaba junto a ella. Cuando puse mi mano sobre su piel volvió su rostro hacia mi, sonriendo con ternura, para luego poner su mano encima de la mía. Me quedé mirando su labios aparentemente jugosos y sus mejillas ligeramente rosadas de una forma natural y le respondí con otra sonrisa sincera.

Aunque sus gestos eran muy dulces, todo estaba acompañado por unas pinceladas de su triste situación. Acabó por recostarse en mi hombro mientras hablaba.

Me quedé rígida y con la piel erizada al contacto con sus suaves cabellos por mi cuello. Me puse un poco roja porque no sabía si eso era lo habitual en ella, y no quería fastidiar el momento preguntándole que si le gustaban las mujeres...

-Bueno, pues...no sé, Amy, yo no he tenido nunca un poder parecido... -se hizo el silencio durante unos segundos- En lugar de estar sola y perdida por estas tierras, ¿por qué no vuelves a tu reino y ocupas tu lugar? A lo mejor eso te hace sentirte mejor...sobre todo si te haces querer por tus inferiores...-le dije con voz calmada.

Le observé de reojo, y con una mano un poco dudosa, me puse a acariciar su cabeza con infinito cuidado, sintiendo sus cabellos como la seda bajo la yema de mis dedos.

Parecía que Lysandra emitía dulzura por toda ella, y no paraba de tratar de relajarme con sus bonitos y suaves gestos, e incluso me dejó que reposara en ella, a pesar de que noté sus músculos un poco rígidos.

Además tenía una dulce voz que me relajaba poco a poco, y se quedó en silencio durante unos segundos, tras lo cual prosiguió. Yo en todo momento seguía reposando en su hombro, con su mano sobre la mía dándome un calor que pocas veces conseguía recabar, dada mi condición, ya que una buena parte de mi cuerpo no retenía bien el calor.

Bueno... yo no los llamaría "inferiores"... Pero entiendo qué quieres decir... Tal vez sea eso lo qeu tenga que hacer...

Entonces noté su mano suave acariciarme mis cabellos, lo que me provocó que cerrara los ojos despacio, y respirara más despacio, así como que tenía las pulsaciones más lentas también.

Hmm... Pero ahora mismo... Estoy bien... Repuse con el tono mucho más relajado que antes. No sé cómo provocas tal efecto, pero me siento muy relajada...

Vaya... Esta muchacha parece muy buena conmigo... DEbería invitarla un día al Reino

Con la cabeza del ángel aún sobre mi hombro, le contesté intentando no perturbar su estado de relajación ni un ápice, así que hablé despacio:

-Si...supongo que tienes razón..."inferiores" suena demasiado...distante. -seguí acariciando sus cabellos porque parecía que le estaba gustando. Sonreí recordando que había dicho que estaba bien así- Y creo que estaba intentando transmitir justo lo contrario, el caso es que...cuides a tu reino. Quiérelo, lucha por él y no lo abandones.

Cerré los ojos un segundo y respiré profundamente, intentando captar su dulce olor, para dejar escapar luego el aire de forma ruidosa, pensando en lo ridículo que podía sonar que una chica cualquiera como yo le estuviese dando consejos a una reina.

Me gustaba tanto que me acariciara el pelo que casi me dormía. Pero al oir lo que ella decía, de que debía cuidar a mi reino... Una llama en mi interior se encendió. Sentía algo fluyendo con fuerza por mí. Ganas de hacer su recomendación.

Me erguí en el sitio, aún con mi mano sobre su mano, y le lancé una mirada de intensidad a sus ojos.

¡Tienes razón!¡Debo ir allí y proteger a mi pueblo! Muchas gracias, Lysandra. Iré decidida gracias a ti

Solté delicadamente su mano, y aparté la suya de mi cabeza también suavemente. Desplegué de golpe mis alas totalmente, ensombreciendo parte de la playa, debido a lo bajo que estaba el sol y las largas sombras que se dejaban ver por ello.

Tomé su mano, y la mantuve entre las mías unos segundos, tras lo cual, besé su anverso de la mano, y me dispuse frente a ella.

Gracias Lysandra. De verdad. Espero poder verte otra vez... Tal vez en mi Reino

Repuse una vez más antes de dar una fuerte batida que agitó el aire de nuestro alrededor, y me elevé por el cielo durante unos cuantos metros, hasta que, como a 5 metros encima de ella, me desvanecí en una luz blanca. No lo hice en el suelo a sabwer pro qué. Quizás por la arena, no me di cuenta siquiera. Y de allí desaparecí sin dejar más rastro que el viento agitado que provoqué, y el suave perfume de mi piel en el aire y en sus manos.

Amy parecía tan relajada que nunca se me habría ocurrido que se fuese a apartar con tanta energía en aquel preciso instante. Me miró con intensidad y fuerza en los ojos, me soltó y entonces desplegó sus majestuosas alas que delataban su condición, haciéndola más grandiosa por las sombras que proyectaba.

Me levanté con ella de la refrescante hierba. Aunque al principio mi cara mostraba sorpresa y confusión, mi boca me tornó en una amplia y sincera sonrisa cuando volvió a tomar mi mano entre las suyas y depositó un beso en ella. Rompí a reír alegremente mientras hablaba:

-No tienes que dármelas, Amy, sólo eran unas pocas palabras de una desconocida. -dije mientras me apartaba el pelo del rostro, pasándome la mano por detrás de la oreja- Pero me alegro de que te haya servido de ayuda y...si ¿por qué no? Tenía pensado recorrer un poco más estas tierras, estaré atenta por si te vuelvo a ver.

Le sonreí nuevamente y ella agitó las alas con energía, mezclando la arena de playa con la hierba sobre la que habíamos estado sentadas. Admiré su belleza unos segundo mientras alzaba el vuelo y en un abrir y cerrar de ojos desapareció con un resplandor.


Suspiré cuando me encontré sola. Miré a mi alrededor, que ya era difícil de vislumbrar pues se había hecho prácticamente de noche, y encontré mis ropas tiradas en el suelo con mis botas. Me acerqué a recogerlo todo y sacudí las prendas de la arena que se desprendió con facilidad, pues ya estaban completamente secas. Me vestí de nuevo y me preparé para dirigirme hacia alguna otra parte.

FIN