El castillo solitario

Hacía un tiempo que me había marchado en busca de la antigua mansión donde vivía, y de hecho la encontré, en un acantilado con preciosas vistas al mar.


Y después de investigar y observar, quise volver aquí, al CAstillo Vampírico. PEro me di cuenta, de que, aunque estuviera el servicio, y los ciudadanos, no estaban los que esperaba ver. ¿Me había quedado yo sola en el castillo?

Tal vez eso me indicaba que tendría que encargarme yo de él. No había nadie más que yo para tal tarea, y tenía que asumir la responsabilidad, aunque dirigir no fuera mi fuerte. Siempre había sido un espíritu libre, y gustaba de ir de un lado a otro, disfrutando de los pormenores de la vida. No me veía mucho como mandataria. Aun así, supongo que tendría que hacer el esfuerzo, y esperaba no convertir el Reino en una compañía de piratas, conociéndome. Aunque... Tal vez ser pirata no sería mala idea. Sigues siendo dirigente, sigues llevando un Reino móvil a tus espaldas, con una base fija, y además, disfrutas de los bienes de otros al más bajo precio. ¿Qué más se puede pedir?


PEnsando en todo esto, me interné en los pasillos del castillo, observando la vieja piedra que lo conformaba. A pesar de la ausencia de la gente, notaba calor en esos muros de piedra con antorchas ancladas. Supongo que debido a dichas antorchas, claro.


Y paseándome y paseándome, llegué a la sala del trono, vacía. Le eché un vistazo desde fuera, y en lugar de ir hacia el mismo, me fui a pensar a mi cuarto. DE momento tnedría que pensármelo seriamente. Bastante seriamente.

Jace se había enterado de los últimos sucesos ocurridos. Si no fuese así, no habría entrado al castillo por la fuerza con toda su aura desplegada por completo, en un destello de poder que no tenía nada de oscuro o demoníaco... No, su aura era prácticamente sangre en estado gaseoso. Un aura alimentada por los cientos de miles de inocentes que habían sucumbido hante su sed a lo largo de su vida.

Había ingresado por uno de los pasadizos que conocía (Y yo mismo había construido, al no confiar en la capacidad de secreto de los constructores) y desembocado en la sala del trono que durante tanto tiempo me había pertenecido legítimamente y ahora me disponía a recuperar al precio que fuése necesario.

Elevé mi voz, haciéndola resonar con mi aura por todos los rincones del castillo y los alrededores - Quien sea que esté a cargo, preséntese ante mí en la sala del trono inmediatamente! - Ordené con una voz que demostraba autoridad y seguridad a la vez que podía influir temor en los más débiles esbirros, y me dispuse a poner a punto mi capacidad de leer mentes, para así poder captar todos los pensamientos de los moradores del castillo.

Paseando por los pasillos de la fría piedar, oí el eco de una voz, una voz que sólo oí una vez... No estaba segura de ello. Tal vez me equivocaba. Pero ¿Quién me pediría ahora que fuera a la sala del trono?¿A cargo? Supuse que sería yo, pero realmente no me hacía a la idea de esta responsabilidad....


En cualquier caso, supongo uqe tendría que ir. Aún andaba pensando sobre si debía o no tomar la responsabilidad de mi cargo ahora que andaba ausentes mis superiores. Una ausencia bastante notable...

Me fui hacia la sala del trono, y vi una figura dentro, una figura que vestía de rojo, y poseía cabellos oscuros, es lo que veía desde sus espaldas.


Me aceruqé lentamente, de brazos cruzados bajo el pecho, y con recelo, pregunté

Supongo que soy yo quien está al cargo... ¿Quién eres?¿Y qué haces aquí?

Me dí vuelta al sentir una voz para quedar de cara a mi interlocutor, y miré directo a sus ojos, como hago con todas las personas con las que suelo hablar.

- Podés referirte a mi ilustre persona como Jace. - Dije con una lentitud que podía parecer que masticaba las palabras, aunque en realidad. - Y, en resumidas cuentas, vengo a recuperar el puesto que legítimamente me pertenece... Puesto de rey vampiro. -

Mi aura comenzaba a retrotraerse hacia mi persona, debido a que ya no había necesidad de atraer la atención de nadie hacia mi... Después de todo, ya estaba "negociando" mi regreso.

Este hombre, deduje uqe sería otro vampiro, a juzgar por el aura. Bueno, ¿Y quién más puede andar en un castillo vampírico sino un vampiro? Y cómo no, tenía ojos rojos, como yo.

Me pareció curiosa su forma de presentarse. ¿Ilustre persona? Si bien apenas conocía su nombre... Bueno, no me gustaba el tono del todo.

Y después supe por qué no me gustaba. ¿Y él creía que legítimamente le pertenece el trono a Rey? Debía haber tomado concienca de lo que me tocaba antes, antes de que otro viniera a buscarlo. Si es que... Seré lenta...

Me acerqué, aún cruzada de brazos, y le miré con algo de desconfianza.

Conozco bien tu nombre... Se hizo famoso en la época en la que Luccie andaba por aquí. Pero ¿desde cuándo dices que el trono te "pertenece de forma legítima"?¿Cómo te atreves a decir siquiera que te pertenece a TI de forma legítima?

Estaba claro que a él de forma legítima NO le pertenecía. Eso lo tenía yo muy claro.

- Porque la persona a la que acabas de nombrar me lo arrebató por medios teóricamente legales, pero bajos y traicioneros. ¿Responde éso a tu pregunta? - Le dije mientras me dirigía con un paso lento, casi burlón, al trono que desde hace tiempo no ocupaba. (Ahora que lo pienso, si "Luccie" no hizo ningún cambio ni remodelación...) pensé mientras recordaba algunos detalles ocultos de mi trono.

- Aunque yo no tengo idea de quien seas vos, creo que deberías presentarte. - Dije sin mirarla mientras seguía caminando.

Fui caminando en paralelo a él, hacia un lado del trono, mientras le escuchaa.

¿Te lo arrebató..?¿Cómo lo hizo? Repuse curiosa. El decirme que Luccie lo consiguió por medios no muy leales... Me hizo intrigarme. Si él lo decía... ¿Tal vez seria verdad?

Hice una pausa, en silencio, mientras seguía manteniendo la distancia con él y el trono, y me coloqué junto al trono, relajada.

¿Y qué pasa si te digo que soy de aquí, y quién soy?Yo te puedo decir... que me llamo Angeline..¿Por qué tanto interés?

Me detuve frente al trono y arranque la parte superior del apoyabrazos izquierdo, que yo había diseñado para que estuviese hueco. Metí mi mano en el sorprendentemente limpio compartimiento (Seguramente se debe al hermetismo del oro fundido que lo recubría... A veces me sorprende la fuerza que podemos llegar a ejercer.) pensé mientras sustraía un antiguo lienzo enrollado prolijamente y amarrado con un listón negro y un nudo que se notaba hecho a las apuradas. Me dí media vuelta y se lo entregué a quien ahora sabía, se llamaba Angeline.

- Esta es el acta de adopción de Luccie y una pintura al óleo en la que ambos salimos, aunque su verdadero nombre es Ana y era una niña... Yo la salvé, la crié, y la adopté para convertirla oficialmente en heredera al trono. Tuve unas complicaciones que no vienen a cuento, fuí retenido en contra de mi voluntad por muchos meses... El asunto es que uno esperaría tener a todo el reino buscando al monarca, ¿No?... Principalmente a la hija del mismo... Desgraciadamente, el reino estaba ocupado preparando y asistiendo a la coronación "provisoria" de Luccie. Se suponía que en cuanto apareciera (Si lo hacía), el trono me sería devuelto, pero... No es necesario decirte que éso nunca pasó. - Me senté pesadamente en el trono, evidenciando fatiga.

- No contenta con éso, se burló de mi al casarse con quien ella sabía, nunca había tenido un buen concepto... Y tuvo a su hija, para mancillar aún más la línea suceria de mi clan. - A ésta altura, si bien mi rostro y cuerpo permanecían inmutables, el tono de mi voz dejaba ver una amalgama de emociones entre resentimiento, decepción, tristeza y enojo.

Levanté la cabeza, pues al sentarme lo hice mirando hacia abajo, y al tener contacto visual directo con Angeline sonreí, y con un tono de voz completamente normal le dije - Y el interés que tengo viene de que nunca te había visto, de hecho sigo sin conocerte... Y no me gusta que haya divisiones entre hijos de las sombras como nosotros. -

Había llegado tras Jace, como una imperceptible sombra perfectamente camuflada con el entorno. Indetectable, con el aura suprimida y completamente mimetizada, avanzaba tras sus pasos haciendo gala del más impecable sigilo...
Él era el único que sabía que estaba ahí, pero evidentemente no me había delatado, pues estaba ahí como leal a su causa, para cerciorarme de que cumplía sus propósitos.
Era el momento perfecto para ello, sin dudarlo... Angeline estaba sola ante el peligro. No era que quisiera verla fracasar, pero nunca me había gustado...
Tampoco sentía remordimiento alguno, en ausencia de las personas de esta casa que antes podrían haber significado algo para mí, no había nada que resultase un obstáculo... Aunque siempre había creído que me llevaría a mi pequeña princesa conmigo... pero había desaparecido.
Me movía como una sombra, sin perder detalle de la conversación y siempre a una calculada distancia de mis dos interlocutores.
Al llegar a la sala del trono, me coloqué desafiantemente frente a éste, observando con descaro como los dos parecían jugar al perro y al gato a su alrededor. Pero sabía que ella no podía verme... ni siquiera sentirme y eso me hacía sentir a un nivel superior... Aunque estuviera alerta para apartarme si veía que decidieran... atravesarme, porque no era intangible sólo invisible a los ojos de la vampiresa...
Mi gélida mirada como el agua la atravesaba traviesa... “Pobre, tiene miedo...” Me regocijaba en pensamientos.
Si se le ocurría dar un paso en falso, sería su perdición...
Jugar con un sociópata y una asesina era algo... peligroso... para ella, por supuesto.

[EDIT OFF: Podéis saltarme el turno, soy una sombra observadora xD Postearé cuando vea necesaria mi intervención ]

Vi cómo Jace se acercó hacia el trono, y sacó de uno de los brazos, una especie de pergamino enrollado, y vino hacia mí con él, alzándolo con la mano, indicándome que lo recogiera. Yo me acerqué, despacio, y lo tomé entre mis manos, y lo desplegué suavemente, al tiempo que escuchaba lo que decía. Veía una pintura, algo pequeña, pero no por ello menos detallada. Y por el otro lado, un texto sobre la adopción... de Luccie. ¿Entonces era ella su hija, adoptiva, pero hija a fin de cuentas?

ME quedé muy sorprendida al haberlo escuchado de él, y al haberlo leído del texto.

¿Me estás diciendo... que hubo un complot en tu contra? Porque por lo que veo, este texto es veraz... Está sellado con el Sello Real. Y eso significa que Luccie era tu hija..... ¿Por qué tu hija iba a estar en tu contra?


Callé por unos segundos, escuchando el resto de lo que dijo, tras sentarse de forma pesada y cansada, hacióse notar de molestia y decepción al mencionar su boda con Walter.... Ese Walter... Si bien era mi superior, conmigo era duro... Más que con cualquiera. Era molesto.


Vi entonces que Jace dirigió su mirada hacia mis ojos, y sonrió para sí mismo.

Sobre la boda con Walter no iba a tener que decir nada, la verdad.

Tal vez conocernos un poco no sea tan malo... Repuse con algo de reservas. Era el Rey Renegado después de todo. Tenía que tener cuidado.

Me aproximé a él, y me senté en el trono de la princesa, el pequeñito que quedaba al lado del del Rey/Reina, y crucé una pierna sobre la otra, tratando de así olvidarme un poco de la tensión.

Aparte de que, evidentemente, soy una vampiresa del Reino que ya no es de Luccie... ¿Qué quieres saber de mí? AUnque... Se me ocurre que mejor, por cada cosa que yo te diga de mí, te toca decir una sobre ti. Como has hablado de ti, hablaré de mí un poco.

Soy un poco rebelde en lo que a las formalidades se refieren, y tampoco soy una mujer común. Me considero... Hice una pequeña pausa y sonreí ligeramente, olvidándoseme la situación en la que me encontraba por unos instantes especial... No creo que haya muchas como yo por ahí. Empecé siendo una jovencita de 20 y pocos años... Ya no recuerdo qué edad tenía en aquel entonces. Vagué por el mundo, sin una casa en la que vivir, sin una familia en la que apoyarme, sin un hombre en el que confiar... Hasta dar con este castillo, al cual me uní casi sin pensarlo, después de conocer a los integrandes de la corte un poco. Las causas por las que estaba sin ningún familiar ni amigos ni nada... Era yo misma. Bueno, mi familia no desapareció por mís acciones... Pero tenía que pasar tarde o temprano... Y bueno, trataba de vivir día tras día, buscándome cobijo diferente de vez en cuando.

Me levanté del trono y me apoyé junto donde él estaba sentado, cruzzando una pierna delante de la otra, y poniendo un dedo mío sobre mi labio inferior, sonriendo pícaramente.

Y lo superé con otras cosas...

- Me puedo hacer una idea, vaya que si... - Dije en un tono monocorde que evidenciaba que, aunque podía participar de la conversación, estaba sumergido en mis pensamientos.

- Bueno, veamos... No respeto los protocolos. Nací siendo así. Éste castillo fué construido para mí hace muchas centenas, así que lo conozco como la palma de mi mano. Incluyendo los pasadizos secretos, y algunos que solo yo conocía... Realmente resultaría muy fácil para mí invadirlo. - Me levanté del trono y empecé a caminar algo parsimoniosamente por la sala, contemplando los distintos retratos... Viendo que los correspondientes a mi habían sido retirados, pero no reemplazados.

Éste parecía que no me echaba cuenta, a juzgar por su respuesta, pero de repente, mencionó que este castillo era para él... Y que podría invadirlo fácilmente. Tensé mis brazos, y se me erizó la piel. ¿Acaso me estaba diciendo que iba a invadirme?¿O es que trataba de chantajearme?

Mi tono pícaro desapareció, al igual que mi sonrisa, y con voz seca, a sus espaldas, y cruzada de brazos, respondí.

¿Me estás tratando de chantajear?¿O es que me crees una inútil o una incompetente?

[OFF Por si acaso me estás esperando a que postee, Jace, ya puse en mi anterior post que "soy una sombra observadora" y que solo postearé en caso de que sea necesario. Quiero ver cómo se desarrollan los acontecimientos... Así que podéis saltearme el turno sin problemas ]

No pude evitar soltar una carcajada bastante sarcástica al tiempo que me detuve en un lugar y me crucé de brazos, en actitud claramente desafiante.

- ¿Podrías intentar relajarte un poco, no? Fué solo un comentario. Yo no voy con indirectas o rodeos al hablar... En fin. En resumidas cuentas, quiero recuperar éste reino. Preferiría hacerlo por la vía diplomática, y serías bienvenida a luchar junto a mi y los míos en caso de que obtenga el poder "legal", por decirlo de alguna forma. - Descrucé mis brazos y, mientras mi mano izquierda colgaba fláccida, como muerta, usé mi brazo derecho para desenvainar a Puerta, aunque sin ponerme en guardia ni dar señales de pelea. - Tampoco me costaría absolutamente nada recuperarlo por la fuerza, teniendo en cuenta que... Bueno, supero por mucho tu poder o el de cualquiera que habite éste castillo.

Lancé un bufido fuerte cuando oí lo que él estaba diciendo. ¿Que iba a recuperar el castillo, así, por toda su cara bonita? Por encima de mí.

El bufido alertó a los murciélagos que estaban en el techo, y se marcharon por una ventana, en dirección a quién sabe dónde.

Cuando vi que desenfundó su espada, desenvainé la mía, poniéndola en posición defensiva.

Yo no me alío con aquellos que me amenazan. ¿Qué te crees tú? Aunque tu poder sea superior al mío... Eso no significa que no pueda luchar contigo.

- Oh, en serio? - Dije divertidamente mientas hacía oscilar mi espada en el aire produciendo extraños sonidos. - Entonces, ¿Por qué no intentas atacarme y vemos cómo te va? - Le dije a la vez que detuve mi espada y asumí una posición balanceada, perfecta para atacar y defender, pero mucho mejor para contraatacar.

Me acerqué el brazo a la espada, y me provoqué un corte en la muñeca, y luego volví a sostener la espada con ambas manos, acercándome a él, pero haciendo círculos a su alrededor, de manera que tuviera que girarse para mirarme.

Entonces moví la mano dibujando un arco en el aire, y la sangre de mi muñeca salieron como dardos hacia él, en abanico diagonal con respecto al suelo, y luego di un arranque hacia él tratando de descargarle un espadazo vertical con mi espada sanguinaria.

(Supongo que no conoce de mis habilidades para el rastreo... Que mal, no va a durar mucho si no tiene éso en cuenta.) Pensé mientras miraba fijo al frente sin abandonar la posición, pero siendo consciente de su posición exacta a cada segundo.

Para eludir su primer ataque, consistente en las agujas hechas de su propia sangre, me bastó con dar un salto de algo así como metro y medio... Hubiese sido una maniobra peligrosa si no se hubiese lanzado hacia mí inmediatamente después de "disparar". Al tener su espada ladeada producto de la inercia de su velocidad, calculé que no podría usarla para evadir mi ataque y que si lo hacía su espada seguramente se rompería o saldría despedida, así que sumé ésa condición al envión que no podría detener y, cerca de aterrizar, lancé una patada con mis dos piernas y toda mi fuerza hacia su cabeza, predisponiéndome a aterrizar con las manos y dar una vuelta hacia atrás recargado en éstas.

OFF El corte vertical sí te daría , ya que si mido 1,80+ la longitud de la espada (1,20 pongamos, aunque sría más larga), el ataque de la espada te daría en cualquier caso. DE todas formas, supondré que el ataque va hacia ti, y que por el corte al caer , si es que te doy,me empujas con los pies lejos de ti

ON

Creo que pude darle finalmente un corte vertical desde abajo con la espada, sin embargo, después de que él recibiera dicho corte, su caída en vuelo me fue dedicada para empujarme con las piernas y lanzarme a cierta distancia, a la que fui resbalando con los pies por el suelo hasta frenarme. Los pies suyos me dieron en la nariz, y me salió un chorrito de sangre, sangre que chupé con la lengua para que no se perdiera, relamiéndome en el proceso del buen sabor que tiene, como siemrpe.

Eres bueno, pero no me voy a dejar vencer.

Repuse lanzando la espada al aire. Me levanté de un salto y la tomé con la pnta hacia abajo, con la mano derecha, como si feura una botella. Luego le di la vuelta, y la empuñé, esperando a su contrincante venir, preparada para una posible salida rastrera.

Desde una posición apartada y pegada a la pared, observaba cómo transcurrían los acontecimientos sin bajar la guardia, aun mimetizada y el aura suprimida para que Angeline no pudiera notar siquiera mi presencia.
Ante la última actuación de Angeline vi mi oportunidad, intercambié una mirada cómplice con Jace y sigilosa como una gata le hice un ataque por sorpresa...
Primero pasé como una exhalación por delante de ella, arrebatándole la espada de sus manos y después me coloqué a su espalda, reposando el filo de su propia espada en su cuello e inmobilizando sus manos entre ambas con la mano libre.
–Se acabó Angeline... Ríndete... –Susurraba con firmeza al tiempo que me desmimetizaba–. El trono siempre ha pertenecido a Jace...
Volví a posar la mirada en Jace, sin bajar la guardia y manteniendo firme la espada de Angeline en su propio cuello.

Envainé mi arma y, con parsimonia, me dirigí a sentarme en el trono, cosa que sabía era una provocación absoluta.

- Bueno, ésta pelea se terminó más rápido de lo que supusiste... - Me acomodé un poco el cabello y comencé a hacer temblar una pierna a la vez que acariciaba mi barbilla, presa de la emoción. - ¿Hacemos el papeleo? - Pregunté cínicamente a la vez que cruzaba la pierna inmóvil sobre la que temblaba.

Estaba preparada para un ataque frontal, un ataque de un enemigo que veía... de Jace. Pero no me esperé lo que ocurrió después.

Durante un microsegundo, pude ver una perturbación en el aire pasar por delante de mí, y mi espada se movió solita de su vaina y quedó apoyándose su filo sobre mi cuello, y mis brazos quedaron apresados. No pude idenfiticar al autor de esto hasta que delante de mis ojos se hizo visible.

Katerina, aquella vampiresa con la que hice ciertas migas. Sabía yo que tan bien no le caía como ella aparentaba o quería hacerme creer.

Entonces dijo algo que me enfureció, pero ahora mismo no podía hacer nada. Eran 2 contra uno, y me habían arrebatado la espada. Sólo pude lanzarle una mirada asesina, sugiriéndole así su silencio. Ya que iba a entregarle el trono a Jace... Aunque fuera por la fuerza, que fuera con dignidad.

Sin embargo, Jace cojeaba del mismo pie: De la ambición del poder y de un sentimiento de superioridad sin fundamento.

Aun con todo, la rabia penetró en mi cuerpo como si fuera un veneno que se propagaba por mi sangre, al ver que se dirigía al trono y se sentaba en él, como si ya contara que es suyo. Y además, se atrevía a exigir que cumplimentara la "escritura de propiedad".

Mi brazo derecho tembló, de rabia, como si fuera a lanzarse por su propia cuenta y riesgo. Pero me lo aferré al pecho con la otra mano, tratando de tranquilizarme. Ya no servía de nada seguir peleando. Había que enfrentarse a los hechos.

Para después, inválido ahora, pero no lo borro:

[Em... Obviamos la última parte que pusiste? Luego lo copypasteas, en todo caso xD si no me quedo sin material para éste post u_u]

Mi paciencia y temple se quebraron de improviso al sentir ya la emoción de la victoria. Me quedé estático y un rictus cruzó mi rostro que careció de expresión alguna, para posteriormente mis párpados abrirse casi como si mis ojos fuesen a saltar de las cuencas, y mi mandibula marcar todos los huesos, debido a la fuerza que ejercía mi mandíbula.

- Vamos, vamos, ¡VAMOS! - Le dije con una voz mucho más aguda de la que usaba normalmente, a la vez que miraba fijo a Angeline. - ¡Devolveme el poder que se me arrebató! ¡Dame todo este reino, que por derecho me pertenece! - Le dije con un timbre ya más normal a la vez que no apartaba la mirada de ella ni por un segundo y tensaba mis músculos para reaccionar prontamente a cualquier eventualidad que pudiese surgir.

Pude notar cómo Angeline se revolvía al ver cómo Jace se sentaba en el trono de manera descarada. Desde luego, sí que había sido una provocación que me hizo sonreír con malicia y cierta complicidad hacia él.
Al escuchar la petición de mi rey, el legítimo de este reino, aparté la espada del cuello de Angeline y la empujé hacia delante con un golpe seco de la palma de mi mano tras liberar las suyas. Apoyándome sobre la espada de manera relajada, pero custodiándola un poco más.
–Ya le has oído, Angeline... Concédele su deseo... –Le dije con voz dura y directa, como una orden. Y permanecí expectante, atenta a cómo pudiera reaccionar. Pues iría tras ella si se le ocurría escapar antes de atender a la petición de Jace.

Me alejé de Katerina y mi propia espada caminando despacio, de brazos cruzados, no sin antes volverle a lanzar una mirada de reproche, y de odio. Deseaba estamparle mi puño en su cara y deshacerle esa linda sonrisa que tenía.

Me detuve frente a Jace, desarmada, erguida, y de brazos cruzados, mirándole con las cejas apretadas, y los ojos muy abiertos. Quería darle un mensaje no verbal: LE odiaba a él también.

SI eso es lo primero que quieres hacer...

Repuse secamente, y me fui a un extremo de la habitación para recoger un pergamino de un armarito y una pluma. No iba a faltar al deber de vencido, aunque no me gustara.

Se los tendí a Jace. Era el documento que registraba al actual Rey, y a todos los anteriores.

Toma...Rellénalo...No te olvides de avisar a mis camaradas que ahora mandas tú

Tras eso, me crucé de brazos, con mis brazos temblando de la rabia, y apreté los dedos alrededor de mis músculos, deseando estamparles a ambos contra la pared, hacerles picadillo, deshacerles la cara. les odiaba, a muerte. Estaba deseando provocarles las muertes más dolorosas y lentas posibles que conociera. Estaba deseando torturar a Jace, hacerle que pida clemencia, que hiciera lo que quisiera.

Pero ahora no podría hacer nada de eso. Solo acatar lo que ha pasado, y ya está. Bueno, no,aceptarlo no lo iba a aceptar. Me repugnaba el hecho de lo que había ocurrido. ME sentía asqueada de Katerina, de lo sucia que había sido, el deshonor que habái cometido. Si yo algo valoraba de verdad, era el honor. Yo bien me dedicara a lo qeu me dedicaba, pero nunca le había faltado el respeto a nadie, ni atacado por la espalda a nadie.PEro a mí ya me lo habían hecho varias veces. ODiaba a todo aquel que me hizo semejante cosa. Quería chuparle la vida hasta la última gota