Petición al Rey Demonio[Aspicious y Amy]

OFF Vengo de aquí https://creatureswars.forosactivos.net/t2870-investigaciones-especialeslibre-entrada-de-todo-aquel-que-sepa-como-llegar

ON

Estaba desesperada, y la verdad es que no meditaba totalmente lo que iba a hacer ahora. Al principio simplemente quería entrar sin ser vista.. Pero tal vez no fuera tan buena idea, y podría ser mejor simplemente pedir permiso.

Me fui hacia la gran verja negra que protegía la entrada al territorio del Rey Demonio... Y avisé al guardia para pedir una audiencia.

Señor Guardia... Soy... Soy Amy Sunie..... Me gustaría poder pedir audiencia con el Rey Aspicious...

No mencioné que era ángel por si acaso se corría la voz y se alarmaban los demás demonios... Aunque mi apariencia habla por mí, y Aspicious sabía quién era yo.


Mientras esperaba, caminaba de un lado al otro nerviosa, con las manos juntas, apretadas, y los dedos fríos sin parar de moverlos.

OFF: Los dedos los tendrás fríos de las cordilleras, supongo, porque en el infierno hace bastante calorcito xD

ON:
Los guardias se miraron intrigados los unos a los otros. Aquella individua extraña tenía pinta de todo menos de diablesa y su aura, que no estaba reducida, denotaba que se trataba de un ángel. La situación era peculiar, sin embargo uno de ellos asintió con la cabeza y marchó raudo a avisar a su rey. Cuando llegó a sus aposentos llamó a la puerta educadamente.

- Majestad, tenéis una visita - dijo el informante con porte serio -. Las primeras impresiones nos muestran que se trata de un ángel, y bastante poderoso. Dice ser Amy Sunie, y requiere de vuestra presencia.

Al oír aquellas palabras me quedé intrigado. Si realmente era Amy (a la cúal solo había conocido en una ocasión), era posible que fuera algo de importancia. De cualquier otra forma no se habría adentrado en el infierno ella sola.

- Gracias, soldado, puedes marcharte - le respondí escuetamente.

Acto seguido me dirijí a la puerta en la que se encontraba. Por la ubicación de su aura deduje que se trataba la puerta de las Cordilleras de la Desesperación. Una vez llegué me planté ante ella. Por el momento no permitiría su entrada, tendría que explicarme qué hacía allí y qué quería.

- Vaya, vaya, pero qué tenemos aquí... ¡Si es la mismísima Amy Sunie, reina de los ángeles renegados! - comencé en un tono un tanto satírico - Mucho me temo que algún asunto de suma urgencia debe ocuparos, pues no es común encontrarnos con vuestros congéneres aquí en nuestro reino.

OFF Sí, jejeje. Además de que Amy de por sí es muy friolera, y para coger calor necesita tiempo.

ON

Al final, después de dar tantas vueltas como una fiera enjaulada, oí unos pasos, y percibí un aura poderosa de demonio. LA reconocía, aunque solo la hubiera percibido una vez además de ésta. Sin duda era él.

Me giré hacia la puerta, y le vi acercarse y quedar frente a mí al otro lado de la verja. Me hablaba con un tono algo burlesco, pero no quise darle importancia al asunto. Tal vez el humor de los demonios era algo así.

Me sostuve de la verja con ambas manos, una verja de metal que estaba algo más calentito que lo que esperaba. Aunque bien era cierto que el ambiente era cálido, mi nerviosismo no me dejaba que se calentaran mis manos, aunque empezaron a robarle calor al metal al que me sostenía.

¡Aspicious!¡Has venido! Había una parte de mí que decía que tal vez ni siquiera se presentaría ante mí para hablar, por lo que ya era un paso. Mi voz podría haber sonado ansiosa, o necesitada, pero en el fondo así era.

Traté de relajarme un poco, pero aún seguía nerviosa. Se me notaba en la tensión de las manos al cerrarse sobre la verja, y sobre el leve temblor de mis labios en la pausa.

Pues sí, es de urgencia... AL menos para mí lo es...

Repuse bajando un poco la mirada, pero la volví a elevar hacia la mirada del demonio.

¡Te necesito! Después de tantos años...He descubierto que... Bueno, no sabes la historia, me temo...PEro necesito que me dejes pasar, por favor... Busco a alguien muy importante para mí... Y tengo la corazonada de que está aquí, en el Infierno, en el lugar en el que nunca nadie le buscaría...

Se me apagó el tono en las últimas palabras, y fijé mi mirada en la suya, aún algo nerviosa, pero no tanto al haber terminado de decir todo lo que quería decir. Era la primera vez que exponía mis sentimientos a un demonio desconocido. Aunque era probable que él pidiera ahora explicaciones al respecto... Y tendría que dárselas.

OFF: Creo que necesitas currartelo un poco más si quieres entrar, pero todo se verá xD

ON:

Observé con bastante curiosidad a la ángel. Resultaba como poco inverosímil que se hubiera arriesgado a acercarse al infierno por un simple capricho personal.

- ¿Os dáis cuenta de lo que pretendéis? - pregunté mostrando una mueca retorcida de incredulidad - Nunca he sido partidario de las disputas interraciales irracionales, como es el caso de demonios y ángeles, pero tampoco soy tan idiota como para dejar entrar al enemigo por naturaleza de nuestra raza. Espero que entendáis mi reticiencia, y más aún cuando desconozco por completo vuestros motivos - concluí de brazos cruzados, clavando una mirada de advertencia a la reina.

OFF BUeno, yo actúo conforme a lo que el personaje haría, jejeje. Aunque ya la pondré en materia.

ON

Al parecer no solo no me creía, por lo que podía apreciar en su mueca, sino que... ¿Se estaba riendo de mí? Esperaba que no fuera así. Aunque la verdad... Había ido muy a lo loco hacia aquí, solo guiada por una corazonada.

Traté de tomar aire y relajarme un poco, fijando la mirada en la reja, para olvidarme de todo lo demás, y ordenar mis pensamientos en un silencio que se me hizo eterno.

Yo sabía casi con seguridad que mi madre estaba ahí dentro. Y tenía que decírselo, o de lo contrario, probablemente no me dejaría entrar jamás.

Cerré los ojos, y me abracé a mí misma durante unos segundos tratando de serenar mis impulsos, mi riego sanguíneo y mi nerviosismo, y luego abrí los ojos despacio, con una sonrisa intermedia y mirándole con atención, relakando mis manos y dejándolas caer sobre mi vientre.

Discúlpame... Tal vez he venido un poco sin pensar en nada más que en lo que quería. No soy tu enemigo... Y nunca lo he sido, porque de ser así, ni hablaría contigo, ni hubiera querido ayudarte en aquella ocasión contra Omega...

Agité la cabeza levemente, negando para mí misma y le miré a los ojos.

Pero esa no es la cuestión. Sí, es cierto que vengo aquí por un asunto personal. Si quieres, puedes atarme las manos para que veas que no quiero hacer ningún mal... Pero busco...busco..

Tomé aire profundamente, y traté de soltarlo de golpe, porque si no sabái que me trabaría.

Busco a mi madre, que desapareció hace unos 20 años, y se exilió aquí... Tienes un ángel en tu reino...Pero probablemente no lo sepas... O... Bueno, no quisiera pensar en la otra posibilidad...

Me acerqué a la verja, y reduje mi aura, por si pudiera molestarle tan cerca.

Aspicious, sé que quieres cuidar de tu reino, y te respeto por ello... Pero.. ¿no puedo obtener tu permiso para entrar? Si quieres asegurarte de que no hago nada raro.. Haz lo que quieras conmigo... Pero solo te pido eso..

Clavé mi profundamente penetrante y oscura mirada en sus ojos. No hacían falta palabras para expresar lo que mis ojos hacían. Cualquiera se hubiera dado por aludido de que se estaba metiendo en territorio pantanoso.

- Sinceramente, Amy, realmente soy reticente a pensar que un ángel se esconde en el Infierno. Las veces que una criatura lumínica ha entrado en nuestro reino hemos sido bien conscientes de ello, pues resulta harto complicado ocultar un aura totalmente opuesta a la nuestra en este lugar - respondí en esta ocasión en un tono un tanto hosco -. ¿Qué os hace pensar que se encuentra aquí? Hay muchos lugares mucho más propicios para que un ángel se oculte de las miradas perniciosas... - estas últimas palabras las pronuncié con una media sonrisa socarrona en mi rostro.

Retrocedí ante sus palabras, con una mano en el pecho y una expresión de molestia. ¿Qué se había creído? Si yo venía aquí era por una razón de peso, y no por un "capricho personal". Si mi madre estaba viva, estaría aquí en el Infierno, de eso estaba segura... No solo por el informe...Un cambio de nombre... Mis abuelos sabían que se había ido, y a dónde. Todo esto ocurrió después del incidente con los demonios. ¿A qué otro lugar podría ir sino aquí? Aquí el Rey de aquel momento le debía un favor... Estaba segura de que tenía que estar aquí.

Me acerqué a él,y me crucé de brazos, mirando hacia otro lado.

Tú no lo comprendes... Sé que está aquí... Se cambió su nombre... Le debían un favor aquí, en el Infierno, el Rey de ese momento... Se fue del cielo por un incidente. Está aquí, lo sé con total seguridad. Por favor..

Me giré hacia él, y me eché al suelo de rodillas, agarrándome a los barrotes, y mirándole desde abajo con las lágrimas a flor de piel, que querían ir asomando por los rabillos de mis ojos.

Déjame entrar.... te lo suplico...

*Lo que me faltaba ya... soportar este patético espectáculo...* pensé algo cansado por la actitud de la ángel.

Observé impasible a Amy, al borde ya de la desesperación. Me acerqué tranquilamente a la verja y sin modificar mi semblante la respondí.

- De acuerdo, supongamos que estás en lo cierto, y de alguna manera en nuestro reino se oculta el ángel que tú dices - cerré los ojos durante un instante para volver a clavarle la profunda mirada -. Pero como bien sabes, los demonios no somos altruistas. Es preciso... que negociemos... - estas últimas palabras las pronuncié con una sonrisa maquiavélica, después de todo quizá podía sacar algo de provecho de todo esto.

Me levanté haciendo fuerza tirando de los barrotes, y le miré de cerca en cuanto empezó a suponer que yo estuviera en lo cierto.

Me erguí del todo, y le miré de cerca, haciendo un repaso mental de qué cosas podría ofrecerle para entrar.

Entiendo.... ¿Qué puedo ofrecerte?¿Dinero?¿Alguna clase de favor?... No me importaría ayudarte en una guerra si hace falta...

En realidad sí, pero bueno... Podría soportarlo, supongo

Esperé a ver qué cosa proponía él que hiciera, porque probablemente lo mío era demasiado genérico. Por un momento pensé en una espada... Pero no, no podía dársela... O por lo menos aún no.

Miré a la reina algo decepcionado, realmente estaba desesperada por entrar, y quizá yo podía sacar partido de todo aquello.

- No soy materialista, reina renegada - esta palabra la pronuncié con un evidente acento cargado de desprecio a los de su naturaleza - por lo que ningún objeto me servirá como pago, sin embargo... - esta vez mi rostro se iluminó con una sonrisa de complacencia y soberbia, pues sabía perfectamente lo que quería de ella.

Observé interesado el aspecto de Amy. Tras un silencio no muy largo terminé la frase.

- Siempre podéis pagarme con ciertos favores políticos. ¿Cómo es vuestra relación con Lucius, Amy?

Mi rostro de ansiedad cambió al oír que decía con cierto retintín la palabra "renegada".¿Pero qué se habría creído él sobre mí?¿Que por ser renegada era una "apestada", una sin derecho a nada?

Le miré con seriedad después de eso, aunque con atención. Quería entrar al infierno aun así, y era mejor no alterarle. Al parecer no le interesaba nada material, con lo cual me tranquilizó. Eso significaba que no quería nada de mí tampoco, de ninguna clase, con lo cual me tranquilizó.

Pero me puse en guardia cuando me preguntó qué clase de relación llevaba con Lucius.

Me crucé de brazos y paseé mi mirada de su sonrisita socarrona a sus ojos de mirada que antes era de desprecio, y ahora me miraba con aspecto burlón.

Tengo una relación sentimental estable con él... ¿Es que quieres que él te haga algún favor, y yo sea la intermediaria por un casual? Antes de decirte nada... ¿Qué es lo que quieres de él?

Pregunté directa, tratando de tantear el terreno, no fuera que me cayera a una fosa de arenas movedizas sin darme cuenta.

Finalmente me di por satisfecho. Realmente cabía la posibilidad de que aquel episodio me produjera algún beneficio. Indiqué a uno de los guardias que abriera la puerta para dejarla entrar.

- Por el momento eso me basta - respondí con una mirada completamente seria -. Pero debe quedaros bien claro, Amy Maya Sunie, me debéis un favor. Os aconsejo que mantengáis vuestra aura al mínimo. No quiero que nadie sepa de vuestra presencia.

Dicho esto me acerqué hacia ella y tétricamente le susurré al oido.

- Te estoy dando esta oportunidad. Será mejor que te ciñas a lo establecido, lo último que querría es encarcelarte...

Me mantuve firme ante su mirada, y de brazos cruzados, durante unos segundos, hasta que hice una pequeña inclinación de cabeza. Pero me extrañó que se supiera mi nombre completo, cosa que me llamó la atención. Eso al menos significaba que me prestaba atención de alguna forma

Gracias...Y ya le devolveré a usted el favor cuando os plazca

Reduje mi aura hasta lo mínimo, tratando de pasar desapercibida, al menos áuricamente, y entré en la puerta que me ofrecía abierta. Pasé por su lado, y volví a inclinar la cabeza, pese a que mi mirada denotara algo de molestia. Era obvio que sus burlas no me gustaban, y yo podía ser ingenua, dulce o infantil, pero no tonta.

Penetré en el gran horno que había aquí abajo en el infierno. Empezaba a notar algo de calor, algo que al menos no me hacía temblar de frío como lo haría el exterior en Las Colinas.

Ahora, ya estaba aquí. El primer paso, era saber cómo encontrarla. Debía tratarse de una mujer de pelo castaño, tener más de 47 años... Y una tenue aura lumínica.

Me acerqué a una de las casas del infierno, paseando entre el mar de auras oscuras.

Pero entre todas ellas, había una, que a pesar de parecer oscura, aunque no estaba segura de que fuera realmente oscura... Notaba algo familiar en ella. Como si fuera un aroma que no hubiera olido en muchos años. Como si fuera el calor de una persona que no tenía cerca hacía mucho tiempo.

Me acerqué a dicha casa, y miré la puerta durante un rato, en silencio... Deseaba llamar a la puerta y saber si mi madre estaba dentro, porque su aura... Me lo decía todo. Pero ¿Y si estaba equivocándome?

Finalmente, no pude resistirme, y llamé con los nudillos a la puerta, esperando recibir a alguien. En lugar del aura que notaba, salió una chica joven, de aura claramente demoníaca, pero por su rostro no diría que fuera mala persona.

Se acercó a mí y me miró ladeando la cabeza, sonriendo.

¿Qué se te ofrece, muchacha?¿Hay algo que necesites de esta humilde casa?

Me quedé muda durante unos segundos, puesto que no era a la persona que esperaba ver. Sin embargo, tragué saliva, y poniendo una mano sobre mi pecho, me dirigí a ella con calma y pausa.

Buenas tardes... ME llamo Amy, y busco a una mujer que según creo vive aquí. Se llama Amalia

La muchacha, sin dejar de sonreir, hizo un gesto de guardar silencio, y miró a un lado y a otro de la puerta, no fuera que hubiera oídos indeseados. Entonces me hizo entrar en la casa, y cerró la puerta con rapidez.

¿Por qué le buscas?¿Es que hay algún problema? Repuso ésta con la tez algo pálida

Me apresuré a responder, casi sin pensar.

¡No!, para nada. Yo... solo quiero saber si vive aquí

Entonces la muchacha le miró algo pensativa, y se giró, yendo hacia una puerta.

Espera aquí


Al rato, regresó ella, y una mujer que parecía tener al menos 40 años, físicamente hablando, pero tenía las manos con algunas arrugas, extrañas, puesto que no tenía por qué tenerlas, y las venas de un color azul intenso que se dejaban ver en el cuello y en los brazos.

Mucho tiempo hacía que no me llamaban por ese nombre. ¿Quién eres tú?

Se me hizo un nudo en al garganta al ver a la mujer. PEnsaba que sería mi madre, pero ¿y si me estaba equivocando y sólamente le estaba molestando? Me sentía muy confusa, muy confusa.

Sin embargo, ella pareció también detenerse, callarse, y sorprenderse de alguna manera.

Se acercó a mí, con las manos temblorosas, y me tomó de las mejillas. Abrió la boca, pero no emitía sonido alguno, hasta que tragó saliva, y me estrechó entre sus brazos, y su pecho.

¡Amy,hija mía!¡Eres tú!No podría olvidar esos ojos nunca[/Color]

El nudo se me deshizo cuando Amalia, la que sería mi madre, me habló de esa manera, y me acurruqué en sus brazos y en su pecho, abrazándola también a ella. A pesar de su estropeada apariencia, seguía teniendo un cuerpo cálido, como decía el abuelo.

Apenas podía respirar en su pecho, pero me daba igual. Demasiado tiempo sin notar los brazos de mi madre.

Después me soltó para poder respirar un poco, y me acunó de nuevo entre sus brazos, más suavemente. La chica de antes se marchó a otra sala, para dejarnos a solas

Amalia me sentó a su lado, en un sillón ancho y grande, sin soltarme, aunque yo tampoco le soltaba.
Entonces, su no tan anciana voz rompió el silencio.

Me alegra mucho verte, pero no deberías estar aquí mucho tiempo. A fijn de cuentas, esto es el Infierno... Y tú eres un ángel...

No quería escuchar esas palabras, a pesar de que supiera que eran verdad.

¡Pero madre!Llevo toda mi vida buscándote, desesperada. Pensaba que... que no estarías viva. Y ahora que sé que sí que lo estás... No quiero separarme de ti

Amalia me tomó mis mejillas, y me miró a los ojos con ternura, sonriendo como según me dijeron que siempre hacía.

Hija... Si estoy aquí, es porque pedí un favor al Rey Demonio del momento, y me permitió quedarme aquí... Pero tú eres un ángel, sin trato de favor por el Rey demonio, y deberías irte en cuanto puedas, huir de aquí... Te prometo que trataré de verte en cuanto pueda

Añadió justo antes de volver a abrazarme, y acariciarme el pelo como si una gatita fuera yo.Casi suelto un ronroneo del gustito que me daba, pero abrí los ojos cuando terminó y se levantó.

Aprisa, márchate! Si por casualidad descubrieran tu aura... Podrían lincharte

Asentí hacia mi madre, después de frotar mi cara contra su pecho, y después me deshice en una luz blanca, desapareciendo de su casa, y del Infierno, para volver finalmente al Cielo. Hoy probablemente no podría dormir, de lo emocionante que ha isdo el día, y de lo contenta que estoy con respecto a mi madre.