Preparando el regreso de Noctis

- Es sencillo.. Os he reunido aquí porque este reino no tiene ningún tipo de control establecido... No hay puestos no hay pautas ni dirigentes. El anterior rey estaba tranquilo con esto no le importaba ni mostraba atención a su reino, pero va siendo hora de reorganizarlo todo, por eso he pedido que vengáis, porque entre todos los renegados, cada uno de los que os rodean o como mínimo la mayoría os consideran el guerrero mas valeroso, el espía mas inteligente, el mensajero mas rápido o en general los mas sabios del reino y en los que pueden confiar.

Mientras decía esto crucé mis manos, dejándolas a la altura de mi rostro un palmo por delante y cerrando los ojos un instante con seriedad, escuchando a cada uno de los que hablaba e intentando memorizar sus nombres, aunque como mínimo sus puestos para saber quien era cada uno y cual era su ocupación y cualidad especial en el reino... Habían un par de guerreros, dos maestros en el control de los elementos o que al menos comprendían lo básico, un espía especialista, el mas respetado de los guardianes del infierno, un aparente diplomático y dos sabios infernales...

- Bien, a partir de ahora todos quedáis oficialmente ascendidos y encargados de vuestras respectivas categorías, informadme de los problemas, pedirme lo que necesitéis y lo deliberaré. Ahora en las guerras nos reuniremos aquí y cuando sea necesario también, mientras tanto organizaros como creais que sea la forma mas eficaz, e informadme de cualquier detalle que creáis de importancia... Ahora todos los que no tengáis nada que decirme podéis partir y comenzar a mejorar las fuerzas de este reino. Confío en vosotros para ello.

Escuché el discurso con atención, observando las reacciones de cada uno de los presentes. Aunque estaba seria, no podía borrar la sonrisa que se dibujaba con disimulo en mis labios. Alcé el mentón ligeramente para asentir con orgullo al ser los demonios ascendidos en su categoría, realmente su trabajo al fin obtenía recompensa.

Me puse en pie para despedirlos cuando Noctis lo indicó. Los nuevos encargados u oficiales de sus respectivas categorías abandonaron la sala entre murmullos de aprobación ante la iniciativa del nuevo Rey. Parecía que les gustaba. Pues todos ellos podrían al fin rendirle cuentas a alguien por su trabajo, un trabajo del que se tenían buenas expectativas.

Me quedé entonces a solas en la estancia con Noctis. En cuanto el último hubo abandonado la sala, me senté de nuevo, volviéndome hacia él.

- ¿Tienes que marcharte de nuevo? -Aunque la hubiese formulado en tono interrogativo, en realidad lo estaba afirmando-. La verdad es que me hubiera gustado pasar algo de tiempo más contigo, pero entiendo las obligaciones que tienes ahora. Sin embargo... ¿necesitas que te acompañe esta vez? ¿O... me asignarás alguna otra tarea?

La voz me tembló ligeramente aunque yo me esforzara por mantenerla firme. Era consciente de que me debía acostumbrar a esto, pero... lo cierto era, que realmente le había echado mucho de menos...

En cuanto todos se marcharon observé que Caeli volvía a sentarse en la sala mirándome y diciendo algo después de mucho tiempo. Simplemente la miré y asentí como respuesta a sus preguntas, quedándome por el momento en pié mientras emitía un leve suspiro.

- No tendría tantas cosas que hacer si no hubiera sido por la guerra que se aproxima.... Por eso y porque nuestro reino es un maldito caos. No tenemos aliados, no tenemos un ejército organizado, ni siquiera podríamos frenar un ataque en condiciones, pero eso cambiara en menos de una semana. Es por eso que quiero que te quedes aquí y te ocupes de ir organizándolo todo. No quiero un solo ejército, quiero que separes a aquellos capaces de manejar elementos y que junto a los maestros mas cualificados que veas entrenes a un ejército de elementales... Quiero que los que no valgan para ello descubran que es aquello para lo que valen y tener así dos ejércitos de combate distintos mas si lo crees conveniente, uno de asalto estándar y un grupo pequeño de expertos que puedan infiltrarse y asesinar a quien sea necesario sin ser vistos... Yo ahora debería ir a hablar con Aspicious, el rey demonio, pero antes tengo otra cosa que hacer, uno de los sabios parecía querer contarme algo, pero no lo ha hecho al final hablaré con el antes de irme.

Dicho esto me acerqué a ella, agachándome para quedarme a la altura en la que se encontraba al estar sentada, acariciándola con dulzura y una sonrisa antes de darla un fugaz beso y volver a mi posición dirigiéndome a la puerta.

- Lo siento, procuraré sacar tiempo cuando pueda, pero ahora se nos necesita mas que nunca... A los dos.

- Tienes razón... -Reconocí con un suspiro de resignación-. Disculpa mi egoísmo, Noctis... No debí preocuparte con eso...

Bajé la mirada avergonzada. Tenía mucho trabajo por delante, y mi deber era apoyarle en estos momentos. Cerré los ojos para recibir el beso un tanto sorprendida, ya que me había pillado desprevenida.

Me puse en pie rápidamente tras lo último que me dijo y me acerqué a él antes de que se fuera, posando mi mano en su brazo para demostrárselo con una mirada sincera.

- Ve en paz. Y no te preocupes por nada. Haré todo lo que me has pedido, es mi deber.

Le tomé con suavidad por las mejillas y acerqué mis labios a los suyos para besarle con suavidad aunque con pasión.

- Te deseo suerte -Le dije al terminar el beso, con una tierna sonrisa.

Y me dispuse a salir de la sala para comenzar a organizar a los demonios para las pruebas.


OFF: Rol finalizado.