[Misión] Las cuevas de lo oculto

Habiais llegado finalmente aquí, a las cuevas de Shvati. Una de ellas, frente a la que estabais, estaba taponada por un montón de rocas, que es la que según la leyenda, se derrumbó en el pasado por una gran presencia de poder que se produjo tiempo atrás. Algún ser oscuro entró allí, para dejar algún objeto, y parece ser que destruyó la entrada, para que sólo los realmente merecedores entraran allí.

Así que teníais que ingeniárosla, primeramente, para abrir la cueva.

Habíamos llegado a unas cuevas un tanto extrañas, después de sobrevolar el continente y haber llegado a otro. Samantha me había dicho que ahí se encontraba algo que necesitábamos, algo que me iba a dar en cuanto lo tuviésemos en nuestras manos y yo no había dicho que no.

Al parecer la puerta estaba atrancada, posiblemente un derrumbamiento o algo por el estilo. Admiré al construcción al lado de mi maestra-Me temo que hasta que no derrumbemos esto nos será imposible pasar, pero se me ocurre una idea-
Giré mi cabeza hacia ella-Y si cuelas algo de tu sangre por entre las rocas? luego la expandes y las rocas se caerán por la presión ¿no?-sonreí

Y al final habiamos llegado, habia sido una larga carrera, pero había merecido la pena. Lucia habia ido volando, pero gracias a mi velocidad no la habia perdido de vista. Cuando llegué observé la escena, Lucia ya habia aterrizado y acababa de ver la entrada bloqueada. Sin embargo, ya tenia una idea que podría servir. La aparencia de su madre y la mente de su padre.
-Funcionará. -Dije tras meditarlo un instante. Mordí mi muñeca con mis colmillos extrañamente largos y comencé a controlar mi sangre que brotó con profusión hasta alcanzar los dos litros y se filtró entre las rocas. Mi aura estaba, como siempre, suprimida, asi que tuve que expandirla un poco para hacer lo que pretendia. Me concentré y la expandí para generar una presión que desplazase las rocas hacia fuera.

Efectivamente, la sangre se introdujo entre las rocas, y al endurecerse ésta, las rocas se empezaron a mover hasta que, por la presión ejercida, salieron disparadas en todas direcciones como cascotes. Al hacerlo, liberasteis la entrada a una húmeda y oscura cueva, que tenía el aire viciado por el taponamiento de las rocas. Al menos esta parte de la cueva era así. Todo era un túnel de roca hacia dentro, pero en la oscuridad parecía discernir que se abría en una estancia bastante amplia.

Efectivamente y tal como había pensado la sangre al expandirse desplazó las rocas hasta despejarse completamente el camino. Parecía bastante oscuro y se adivinaba una sala al final del pasadizo-Lo sabía, ahora adelante.-. No me lo pensé dos veces y entré, tenía mis sentidos alerta por si acaso ocurría algo, no me gustaba mucho la pinta del pasadizo, pues quien la cerró sabía perfectamente lo que hacía.

Sacudí el polvo de mis ropajes antes de entrar, habia sido fácil. Al ver que Lucia se adelantaba aceleré un poco el paso hasta situarme ligeramente frente a ella, así sería más seguro. Tenia todos mis sentidos alerta, pues estaba claro que este lugar habia de estar repleto de trampas. Avanzamos con cautela hasta la sala que podiamos ver. Esto iba a ser divertido.

La sala que teníais ante vosotras seguía en penumbra, solamente iluminado por un agujero en el techo donde entraba parte de la luz solar. Había unas escaleras descendentes hacia un camino estrecho que seguía hacia el fondo. De repente, aparecieron unos ojos amarillos por el techo, que centellearon a la poca luz que entraba de fuera en cuanto os oyeron entrar.

Cuando Samantha me adelantó miré hacia atras, la verdad es que no esperaba que me dejase ir delante. Continuamos hasta que llegamos a la sala, donde me paré de repente al ver unos grandes ojos amarillos centellear.
No sabía que hacer al respecto, pero siempre me había llevado muy bien con los animales y si esto era un animal podría intentar llamarle la atencion y hacer que se portase cordialmente
-Hola pequeño-susurré con dulzura-ven aqui pequeño... ¿no quieres?-pregunté

Observé atentamente aquellos ojos, sin lugar a dudas pertenecian a alguna alimaña, posiblemente murcielagos, aunque podia ser cualquier cosa. Me quedé delante de Lucía mientras esta llamaba a una criatura. Completamente en guardia, supuse que si hubiese algún peligro mi sexto sentido me habría avisado. Sin embargo desenvainé mi espada y me preparé para lo peor.

Gracias a su especial afinidad con los animales, los murciélagos se soltaron del techo, y revolotearon alrededor de Lucía. Uno de ellos se dejó caer hacia Lucía, frente a ella, revoloteando cerca de su cabeza. Giraba la cabeza, muy observador.

Suerte tuvisteis de que no eran más que murciélagos. Pero poco después de que el murciélago se acercara a Lucía, se oyó un gran chillido en el interior de la cueva. Entonces aparecieron unos ojos azules del fondo, y salió del túnel, dejando ver una rata gigantesca, del tamaño de un ballenato adolescente que volvió a chillar. Los murciélagos, espantados, revoloteaban alrededor de Lucía nerviosos, sin separarse mucho de ella. La rata gigante lanzó una dentellada a Samantha, que estaba cerca, con intención de hacerle algo más que "jugar".

Reí al ver a todos los murcielagos revolotear a mi alrededor, siempre me habían gustado. Entonces uno de ellos se me quedó mirando y girando la cabeza en frente de mi y con un suave roce le acaricié la cabecita peluda con mimo y cariño.
Pero entonces algo chillo y una enorme rata se adentró rapidamente en la estancia en la que nos encontrabamos.

Desenvainé mi espada y haciendo el baila de las sombras me transporté detras de ella lanzandole una estocada horizontal, pues se veía demasiado concentrada en Samantha.

Mi sexto sentido me avisó del peligro justo a tiempo. Expandí mi aura hasta su verdadero nivel, con mi control aúrico no me costó nada, y transformé mis piernas para obtener mayor fuerza en ellas. Salté para evitar la dentellada con velocidad, y una vez en el aire mis piernas volvieron a la normalidad y mis brazos se convirtieron en unas garras bestiales para asestarle un inmenso zarpazo a la rata desde su parte superior.

La rata gigante recibió la estocada por la espalda, y enfurecida, vió cómo su dentellada era esquivada de un salto, recibiendo un corte, a lo mejor no demasiado profundo, pero sí doloroso en la cabeza. La rata se revolvió tratando de quitarse de encima a Samantha, y moviendo el rabo para tratar de asestarle un golpe con la cola a Lucía.

Pero viendo que apenas podía con ello, se tiró al suelo y rodó de un lado a otro, hasta que se detuvo junto a una pared de roca, enfocando sus ojos rojos hacia los dos seres. Parecía furiosa, y perdía sangre por su espalda debido a la estocada de Lucía, y le escocía a horrores el corte de su cabeza.

Desde allí, fue corriendo hacia Lucía, y lanzó un manotazo para tratar de agarrar a Lucía con ella.

La rata que repentinamente se había interpuesto en nuestra misión intentó quitarse a Samantha de encima agitando la cola salvajemente, que afortunadamente no me dio. Estaba algo asustada y se notaba a leguas, pocas veces había visto un animal tan grade, rabioso y monstruoso.

Siempre me había llevado bien con los animales y esto no estaba en mis cálculos. En un ultimo momento rodó quitándose a Samantha de encima, emití un leve sonido de advertencia y sorpresa que sin duda debió de captar la atención de aquella bestia, haciendo que corriese hacia mi.
Hice el baile de las sombras en cuanto pude y aparecí encima de la bestia, cayendo con todo mi peso y con mi espada apuntando hacia ella.