A las puertas del edificio principal

cuando llamo el repecionista ni pregunte porque, y baje a ver a andrew.

-haber si lo acierto vale?- tosi un poco e imite su voz al tiempo que jesticulaba de sobre manera- o dana, lo siento tanto, solo soy un misero hombre y me dejo llevar por las pasiones de mi entrapierna, pero te quiero a mi lado, vuelve conmigo- me puse otra vez recta- algo asi sera oy?

-Sin lo de la entrepierna... aun que sea un poco cierto....-suspiré

Me arrodille, algo resignado... nunca antes habia echo aquello por nadie en mi vida.

-Me pongo de rodillas si hace falta... porfavor... perdoname....

empece a darme cabezazos contra la pared por la desesperacion. cuando pare le mire.

-andrew, sinceramente y sin ofender, puedes llegar a ser mas cutre? y...te pediria que mañana me lo gritases por la ventana, vivo en el ultimo piso, se tarda un rato en subir y bajar, y no me apetece perder mas tiempo.

me gire dispuesta a irme

Me levanté casi corriendo con la mano estirada.

-No, dana, espera...-me tropecé con uno de los escalones y accidentalmente mi mano fue a parar a su trasero. Quedé palido al ver la escena, sentí un escalofrío por dentro al saber que la habia cagado pero bien cagada

me di la vuelta lentamente con un lijero tic en el ojo le mire, y girando la cadera le pege una patada en la cara lanzandolo asta el final de la sala.

-PERVERTIDO!!!!

me gire y me fui indignada.

-No! yo no....-antes de que pudiera acabar de excusarme sentí un fuerte golpe en la mandibula que me propulso unos metros, quedé sumamente dolorido, para cuando quise dame cuenta ya se habia ido. SUspiré y me fui.
Todas las noches seguí intentandolo, de miles de formas distintas. Dinero, trabajo, esfuerzo, imaginacion... hice todo lo que se me ocurria, todo... y no unico que recibia era la puerta en las narices, o como consecuencia, algun objeto propulsado con fuerza sobre cualquier punto importante de mi anatomía.
Un dia, deje de aparecer, paso una semana y aun no aparecía

nose cuanto tiempo estubo presentadose en mi puerta cada dia a la misma hora, el conserje ya ni venia, simplemente sabia a que ora estaria y bajaba, intento tras intento se llevaba una negativa que, de vez en cuando, iva a compañada de un golpe por los burradas que decia-hacia.

un dia baje y no estaba, y asi semanas, pasaron un mes o dos, y porfin me senti aliviada de no tener que hacer aquella rutina todos los dias, aunque en el fondo extrañaba un poco nos dialogos sin sentido y las risas que me echaba con todo aquello.

dos meses mas tarde llego una carta de andrew, para quedar con el, no sabia muy bien si hacerlo, pero algo me dijo que deberia hacerlo.