Fuertes recuerdos

Habían pasado 7 años desde que abandoné este mundo. La reina y el príncipe vampiro habían sido desde siempre aliados míos, sin embargo, en el último momento, cuando más me necesitaban, hice mutis por el foro (OFF: LOL, chiste malo xDD). Seguramente estaría furiosos conmigo, desaparecer sin previo aviso en el momento más crítico debió ser un duro golpe. Pese a ello, me alegré de que consiguieran resolver la crisis sin mi intervención. Al parecer Yggdrassil había vuelto a la calma y era el momento idóneo - y realmente el único, dadas las circunstancias - para retomar el contacto con ellos.

Por eso me presenté en el castillo vampírico. Uno de los guardias me detuvo el paso y preguntó.

- ¿Quién va?

A lo cuál yo respondí en un susurro, algo decepcionado. Por lo visto allí muchos ya se habían olvidado de mí.

- Caballero, mi nombre es Aspicious Oicilpus, y busco a sus majestades Luccie y Walter.

Los soldados se quedaron algo estupefactos, seguramente habrían oído aquel nombre alguna vez, pero jamás creerían que se presentara allí aquel demonio. Posiblemente le habían dado por muerto.

- Por supuesto, su alteza, ahora mismo les daré vuestro mensaje - respondió con voz entrecortada.

Me hizo bastante gracia, me había llamado alteza, mas ya nada de eso conservaba.

Paseaba por los jardines como era costumbre en mi, había decidido descansar durante toda la noche. Al haber decidido aquello me puse la ropa que usualmente llevaba antes de convertirme en reina, esas camisetas ajustadas pero llenas de rajas, dejando ver mi piel pálida y aquellos pantalones también rajados y desgarbados con las botas negras.
Uno de mis guardias se apresuró a llegar a mi lado
-Alteza!-casi gritó haciendo una gran reverencia-el.. el rey Aspicious esta aquí-Mis ojos se abrieron enormemente y sin siquiera pararme a agradecerle sus servicios salí hacia la puerta, me le encontré allí parado, estaba desgarbado y había descuidado totalmente el físico y aspecto, no parecía el de antes y mucho menos por su aura ahora realmente débil.
-Dejarle pasar-ordené, y estos lo hicieron así-Adelante, creo que tendrás muchas cosas que contarnos-mi voz había sonado dura y seca, aun que mis gestos mostrasen gran felicidad por su visita.

Estaba en mi estudio cuando alguien llamó cortesmente, sabia que no me gustaba que me molestasen. Me levanté de mi escritorio y fui a abrir la puerta, un guardia del castillo no vendría aqui si no fuese por algo importante, y sabía que era un guarda del castillo porque podia rastrearle.

-Mi señor... El rey Aspicious ha vuelto... -No se molestó en decir nada más, tampoco le dí oportunidad, salí practicamente corriendo de allí en dirección a la entrada principal. Finalmente habia vuelto... Despues de tanto tiempo... Intenté sentir su aura, no habia nada, no podia localizarla, sin embargo si que pudo detectar el aura de Luccie. Habia pasado mucho tiempo, y despues de todo solo podia haber un rey, ¿no? Suprimí mi aura y utilicé mi rastreo para intentar localizarle, y allí estaba, su esencia rondaba por el lugar, cerca de Luccie, pero su aura no era más que una pequeña llama de antaño, sin embargo... Habia pagado el precio. Salem habia comentado algo de eso, "Nada es gratis, y mucho menos tratandose de asuntos de los dioses." fue antes de aquel dia...

Cuando llegué no pude si no sorprenderme, no solo habia sufrido su aura, su aspecto era...
-Vaya... Tienes un aspecto terrible. No se te puede dejar solo. -Mi voz tenia un tono neutro, me alegraba de verle despues de tanto tiempo, pero habia sido tantas vidas...

Había sido bastante tiempo encerrado, pero al parecer, ellos seguían igual que siempre. Era yo el que había pegado un brusco cambio, lo cuál notaron enseguida. Entré dentro del castillo y esperé a que fueramos a un lugar apropiado para conversar tranquilamente.

- Han pasado muchas cosas... - dije muy seriamente, en un tono bajo y solemne - Tantas cosas que me tomará mucho tiempo explicarlas, si estáis dispuestos a ello. Por otro lado... Me interesaría saber qué ha sido de vosotros en este tiempo. Espero que no tengáis tantas cosas que contar como yo.

Empezamos a andar en cuanto Walter vino, al parecer tambien le habia sentido de la misma forma que yo. Lo unico que se empezó a oir eran los pasos agetreados de la gente que curiosa por la noticia habian venido a ver al tal rey Aspicious-Cada uno a sus puestos!!-grité enfadada y pronto los ruidos cesaron. Se me notaba el cabreo que llevaba encima.

Escuché sus palabras como si un gran dragon se me hubiese tumbado encima, me giré con los ojos rojos y el ceño fruncido, tenía las mandibulas contraidas al igual que los puños. Volví a darme la vuelta para abrír con fuerza las puertas de mi despacho dejandoles pasar-Slither, Herondale!! que nadie se acerque a varios metros de aqui-ordené con dureza, luego me disculparía.

-¿Que que a sido de nosotros?! Se puede saber de que vas?!!-le agarré de la camiseta o eso que llevase puesto-crees que puedes desaparecer cuando te de la gana sin decir nada a nadie!! faltar a la alianza de nuestros reinos, volver despues de años a MI castillo y decir un... ¿que a sido de vosotros como si nada hubiese pasado?!!-estaba gritando, fuerte y alto para que me escuchase bien.-¿entiendes?!. Le soté de repente llendo hacia la ventana y pasandome la mano por el pelo
-Necesitabamos a los demonios en la guerra Aspicious, casi morimos ambos! ambos!!-no quería mirarle porque entonces si que le abría dado un buen puñetazo

Seguí a Luccie hasta su despacho junto con Aspicious y estramos despues de que repartiese un par de ordenes. Cuando estuvimos dentro comenzó a gritar a Aspicious, no le faltaban razones, todo lo que decia era verdad, sin embargo, cuando se hubo desahogado, puse una mano en su hombro para que se calmase. Miré a Aspicious a los ojos.

-No solo nosotros, Aspicious, mucha más gente murió ese dia, demasiada gente... Echamos de menos a los demonios, muchas de esas muertes podrian haberse evitado. Y no solo eso, si no que desde que desapareciste la anarquia reinó en el infierno, sin un rey que gorbernase todo se convirtió en una locura. Incluido el reino renegado. Asi que espero que tu excusa sea buena, no es facil justificar tantas muertes.

En otra situación, aquella reacción de Luccie hubiera causado un importante problema, sin embargo, dadas las circunstancias, no le podía reprochar nada. En realidad ya me esperaba que sucediera algo así antes de llegar. Lo cierto era que no sería fácil explicarles lo sucedido.

- En primer lugar - dije muy seriamente, sin apartar la mirada de ambos -, lamento gravemente todo lo ocurrido. Es cierto que preparé mi ejército justo antes de la batalla, pero lo que sucedió con él antes de su comienzo me es desconocido. Al parecer, mi por entonces príncipe Wataru también debió desaparecer sin dejar ni rastro.

Solté un largo suspiro.

- Por otro lado, tuve serios motivos por los que abandonar Yggdrassil que escapaban de mi voluntad. Me gustaría que te calamaras Luccie. Sé que no es fácil lo que te pido, pero créeme que mi intención era evitar la calamidad. Ahora ya nada puede hacer que esas vidas perdidas regresen. Nada de lo que diga puede devolverlas, y por ello, vuelvo a pedir disculpas.

Después cerré los ojos y agaché ligeramente la cabeza. Acto seguido volví a mirarlos fijamente.

- Me gustaría que escucharais atentamente mi historia, si os place.

Todavía estaba furiosa con el, muy furiosa. Muchas vidas habían sido arrebatadas aquel fatídico día... Entonces mencionó a Wataru, el había sido uno de mis grandes amigos y que se fuera sin mas tampoco me agradaba en absoluto.
Dijo algo de que sus motivos habían ido mas haya, me giré hasta que pude mirarle por el rabillo del ojo -Dime que no a sido por las malditas piedras y esas malditas leyendas que no hacéis mas que perseguir Walter y tu-

Hacia tiempo que Walter y Aspicius habían ido de viaje a un lugar realmente peligroso, recordaba nuestra despedida como algo horrible y aquellas cosas, sin saber como, estaban dejando mella en mí tan poco a poco que casi no me había dado cuenta.
Esperaba que no fuese eso, sino tendríamos muchos problemas entre nosotros, no pararía por nada del mundo mis actos, no ahora.

Off: Perdón por la tardanza, pero tengo una vida un tanto ajetreada xD

Eran las piedras, ¿que otra cosa si no? Lo último que habia sabido de él es que habia proseguido por su cuenta con la busqueda de la segunda. Yo tenia cosas importantes de las que ocuparme, aunque no creo que Luccie me hubiese dejado marchar de nuevo. Suspiré, sabiendo de antemano lo mal que iba a acabar esto.

-Escuchemos lo que tienes que decir, y luego decidamos que hacer con él. No perdemos nada. Además, tantos años de amistad bien lo merecen. -Terminé diciendo mientras indicaba con un gesto a Aspicious que comenzase su relato.

Decidí tomar asiento para comenzar mi relato. De un modo u otro, saqué una profunda voz lo suficientemente fuerte como para ser convincente. Tras el comentario de Luccie no sabía muy bien cómo se tomaría aquello, pero había vuelto para contar la verdad, y solo la verdad.

- Como bien sabréis - empecé a narrar -, he dedicado gran parte de mis numerosos estudios a la búsqueda de las Piedras del Conocimiento. Sí, Luccie, lamento decírtelo, pero lo último que quiero ahora es mentirte. - dije algo arrepentido. No me gustaba que mis tan antiguos amigos pasaran por aquello y más aún por mi culpa - Lo cierto es que fui en busca de la segunda, la que se encontraba en el Limbo.

Eso me trajo muchos problemas, pero finalmente me las arreglé para conseguirla. Sin embargo, no sucedió como esperaba.

En este punto mi tono se tornó algo más sombrío. Me acordé de Kaede, de los vampiros y de mi antiguo reino.

- Después de obtener el conocimiento de la gema y de salir de la cueva, me dispuse con los últimos preparativos de la guerra, así como con un asunto de máxima urgencia que me surgió. Quizá esto suene a patraña... Pero espero que creáis lo que os digo - dije finalizando con un suspiro.

La diosa Miandra me confinó en la Cueva del Limbo como pago por mis conocimientos. Me mantuvo allí encerrado durante todo este tiempo...

OFF: Por el momento lo dejo aquí, para no hacer un post kilométrico. Poco a poco iré contando en detalle lo que fue pasando, y así vosotros intervenís entre medias de la historia.

Callé al escuchar a Walter, tenía razón, aquellos años de amistad lo merecían pero no sabía como iba a reaccionar si lo que me contaba no me gustase.
Una amistad nunca se traiciona... por eso yo nunca había perdido a un amigo, porque hacia todo lo que estaba en mi mano por no hacerlo.

Entonces escuché lo que dijo, no sabría describir las sensaciones que recorrieron mi cuerpo en ese instante, no sabría decir cual de ellas era la predominante, si la tristeza de saberlo o la furia y la ira.
-si es así te lo tienes merecido.-Decidí no gritar, no inmutarme y simplemente volví la mirada al cristal-Fuera de mi castillo-dije con confianza.-Si no te vas yo misma me encargaré de que te encarcelen por traición-Ande hasta la puerta, con calma y sin perder los nervios. La abrí rápidamente y la madera crujió con fuerza, por mucha tranquilidad que aparentase estaba realmente furiosa.-Ya sabes donde esta la puerta.-

Sabía que tendría que ver con las piedras, pero no me imaginaba un desenlace como aquel. "Todo tiene un precio." Pero esto... Había mucho que meditar. ¿Por que querria Miandra encerrar a Aspicious? Puede que fuese para pagar por sus conocimientos, pero siendo diosa del tiempo... ¿Por que no condensó una eternidad en un instante? ¿Por que hacerle desaparecer durante tanto tiempo? Tal vez el verdadero castigo fuese otro, o tal vez no queria que los demonios nos ayudasen en esa guerra. Suspiré, no tenia sentido darle vueltas. Observé la reacción de Luccie, supuse que se enfadaria, pero no que llegaría a tanto. Me situé entre los dos y hablé con voz calmada, puede que Aspicious ya no fuese rey, pero seguia siendo él, el infierno estaba disgregado, nos sería más útil vivo que muerto o encarcelado.
-Incluso con la ausencia de Aspicious, Wataru podria haber comandado las tropas, pero el también desapareció. No estamos hablando de que abandonasen la batalla por decisión propia. No es traición si no fue su decisión. No obstante, fue tu ambición la que te llevó a esa situación. -Hice una pausa para aclarar mis ideas. -Hace mucho que nos conocemos, puede que no teniendo en cuenta lo largas que son nuestras vidas pero te conozco, Aspicious. No creo que mientas, pero comprende nuestra reticencia, hace mucho tiempo. Puede que cuando las cosas se calmen podamos mantener una conversación como en los viejos tiempos.

Escuché tranquilamente todas aquellas palabras amenazadoras. Sin duda alguna fue un duro golpe, pero visto lo visto, era lo que más esperaba. La primera reacción de Luccie fue muy violenta, por lo que no me sorprendió el desenlace.

Haciendo una fría reverencia pronuncié mis últimas palabras.

- En ese caso, mi lugar está en otra parte. Si en algún momento queréis escuchar el final de mi historia, sabéis dónde encontrarme - respondí en un tono neutro y totalmente sosegado -. Hasta más ver.

Y dicho esto me desvanecí lentamente levantando una ligera brisa por el efecto de la transportación.