Un comienzo

Y ahí estaba, justo delante de mis narices, una de las dos puertas al infierno. Podía notar la oscuridad que emanaba, en cierto modo era tranquilizador saber que estaba contenida ahí dentro. Habia venido a este lugar sola, con mi aura suprimida. Despues de la fiesta de Lucia casi todo el mundo conocía mi verdadera identidad, aún así, era una costumbre dificilmente reprimible.

Mi objetivo era hablar con el rey de los demonios, la situación en el reino mestizo no era sostenible, habia pasado demasiado tiempo abandonado y mi gente necesitaba alimentos. Habia ideado un plan que podría beneficiarnos a todos, sobre todo a los demonios, estaba segura de que no podría rechazar mi propuesta.

Expandí mi aura al máximo, inspiré, y atravesé aquella grotesca puerta. Nada más salir al otro lado me sorprendí, "y yo que pensaba que mi reino era una ruina..." Parecia que habia tenido lugar una gran batalla hace poco, tenía entendido que la anarquia habia estado a la orden del dia, pero no me esperaba esto. Justo cuando creía que nadie apareceria un demonio común salió de las sombras y se situó frente a mi, curioso.

-Avisa a tú rey, pequeño demonio. Me dirijo a su palacio, y supongo que le interesará saberlo antes de que yo llegue. -El demonio, no sin sorpresa desapareció en una nube de oscuridad y yo continué mi camino hacia el corazón del infierno, aquel grotesco palacio.

Esa mañana estaba en mi despacho ordenando unos cuantos papeles y poniendo poco a poco las cosas en orden en el infierno, cuando alguien de repente escuché unos golpes en mi puerta.

-Adelante.

Era uno de mis demonios, en su rostro vi un gesto de preocupación.

-Mi señor, debo informaros de que hay un mestizo camino a palacio, me dijo que os avisara.

Medite lo que eso significaba, ¿que pintaba aqui un mestizo? me parece que no me quedaba otro remedio que bajar y ver que es lo que pasaba.

-De acuerdo yo me encargo, gracias por todo.


Sali del despacho y me dirigi lentamente hasta el portón principal.

Caminé por el reino todo lo despacio que pude, accediendo a la mente de todos los demonios que me encontraba para hacerme una idea de la situación general, aquel lugar era un caos. No me fue dificil encontrar el camino, ni siquiera tuve que preguntar. Cuando llegué al castillo el rey de los demonios me estaba esperando, no era una figura tan imponente como me había imaginado.

Subí la escalinata con paso decidido y cuando llegué a su lado simplemente continué andando.

-Llevadme a vuestro despacho, aunque con una mente como la vuestra no me sería dificil llegar. -Disfrutaba de esa sensación, nadie tenía secretos para mí, la mente de las personas era mi patio de recreo. Cualquiera habría tildado mi actuación de caprichosa y fortuita, pero si las cosas funcionaban como la última vez que pisé este lugar la manera más facil de conseguir la atención de un demonio es ser más arrogante que él.

-Hay asuntos importantes que no pueden esperar, a no ser que querais que el cielo se convierta en la mayor potencia mundial. -Arrogancia y angeles, estaba segura de que no podía haber un comienzo mejor. Aunque realmente podría acabar verdaderamente mal.

La mire de arriba a abajo, era una mestiza. No la había visto hasta ahora. Me pidió que hablásemos en un sitio mas privado. ¿que esperaba que hiciese? hablar con ella aquí mismo. su comentario acerca de mi mente me hizo ponerme en alerta y por si acaso decidí cerrar mi mente, al menos por ahora.

-De acuerdo acompáñeme a mi despacho, allí nadie nos molestará y podremos hablar tranquilamente.

Hice un movimiento con mi mano para que me siguiese y pronto llegamos al despacho. Hoy estaba ordenado por suerte, no tenía mucho papeleo. La invite a que se sentase en uno de las sillas de cuero que había y yo me senté delante suyo. La mire fijamente.

-Y bien, deslumbrame.

Caminé tranquilamente detrás de él, aunque realmente no fuese necesario. A medida que andaba podía encontrar en su cabeza indicaciones para seguir. Por mucho que cerrase su mente había pensamientos que no se podian detener, eran esos, los subconscientes, los que me proporcionaban toda la información que necesitaba.

El despacho estaba relativamente ordenado. Me invitó a sentarme y se sentó. Ingnoré su propuesta y busqué algo entre sus estanterías. Si lo que él recordaba era correcto estaba justo a mi derecha. Cuando por fín lo encontré lo extendí sobre la mesa.

-Sabía que tendrías uno, al fin y al cabo ¿que rey de los demonios seriais sin esto? -Era un mapa del cielo. Clavé un pequeño puñal en el centro, justo sobre el palacio angelical. -Espero que quedeis deslumbrado, pues esto es lo que quiero. Y estoy segura de que os interesará mi propuesta.

Esperaba que se sentase, pero en vez de eso ignoro lo que la dije y fue directa a la estanteria de libros que habia en el despacho.
Me gire para tener una mejor vision de ella. Se movia por la sala como si la conociese de toda la vida lo que me hizo arquear una ceja bastante curioso.
Pasado unos segundos tomo en sus manos el mapa del cielo que tenia guardado alli y lo extendio encima de la mesa.

Al instante clave un puñal en medio del mapa y me miro con decision.

Supe en ese instante que todo esto iba en serio.

¿quieres conquistar el cielo?

Despues del numerito me senté frente a él, ya había captado su atención. El pergamino se enrolló sobre si mismo cuando dejé de sujetarlo con el puñal en el centro.

-Es cielo es lo que quiero, si. He oido algo de ciertas... Nupcias y no podíaa dejar que un reino como el de los angeles se unificase. Además, estoy harta de sus fantochadas sobre el amor y la paz. Lo que necesita este mundo es un poco de acción. Y sangre. -Dejé de hablar, apoyé los codos sobre la mesa y entrelacé los dedos de las manos.

-Esta es mi propuesta, una propuesta que un demonio no puede rechazar. Marcharé junto con mis aliados hacia el cielo el dia de la boda y conquistaré el cielo. Dejaré como regente a uno de los suyos que trabaje para mí o incluso a uno de los mios. Lo que os ofrezco, es el final de la luz de los angeles.

Escuchaba sus tentadoras palabras...demasiado tentadoras, sobre todo para alguien tan ambicioso como yo.
El cielo...eso me hizo pensar automáticamente en él, en Lucius en lo que podríamos haber tenido si no estuviese empeñado en casarse con esa estúpida de Amy. Cada vez que pensaba en ello la sangre me hervía. Despoje al instante aquel pensamiento, algo me decía que ella podía leerme la mente.

-Por lo que estoy entendiendo, me estás pidiendo ayuda para conquistar el cielo y veo que ya te lo tienes bien montado has conseguido que hasta los propios ángeles vayan a traicionar el cielo y la oferta es muy tentadora, créeme, pero dime ¿que vas a hacer respecto a la gran boda?

esa última frase la dije en tono sarcástico.

-La gran boda... Tanto blanco me escama. Seguramente la tiña de rojo, rojo sangre. -Esperé a ver su reacción antes de continuar. -¿Entonces tenemos un trato, rey de los demonios? Tu ayuda a cambio del final de la luz, me parece un trato más que justo. Despues de todo, ¿no es esto lo que sueñan con hacer todos los reyes de los demonios?

Ya estaba hecho, había lanzado el anzuelo y el lo había picado. El cielo caeria y sus recursos serían mios.

-Por cierto, tengo entendido que tu reino tiene buenas relaciones con alguna que otra raza, ¿podrias arreglarme alguna reunión con sus reyes? Necesitaremos toda la ayuda que podamos encontrar.