[Altair y Angeline]El mar de arena

Era ya tarde, y el sol empezaba a ponerse tras el horizonte después de un largo y caluroso día. Pude entonces quitarme la capucha mientras paseaba por la playa, y me senté ante el melodioso y balanceado mar que iba y venía como si fuera una barca meciéndose a un lado y a otro.

Me tumbé en la arena, dejando que mis cabellos se quedaran como un abanico negro sobre la arena blanca, reflejada la luz de la luna en éstos.

Ah... Tantas cosas por hacer.... y tan cansadas son... Hmm... Necesitaba relajarme

Repuse estirando las piernas en la arena, dejando que el agua acariciase mis blanquecinos pies como si fuera una sábana fresca que me mantenía los pies fresquitos.

Hinché el pecho, y contuve el aire unos segundos, viendo únicamente mi pecho al bajar la mirada, y luego espiré suavemente, relajando mis músculos con calma. Eliah me había alterado mis hormonas y mis feromonas, dado que me había producido una actracción fuerte, y sentía una fuerte necesidad erótica. Pero trataba de relajarme aquí en la palya, para evitar cometer una locura.

Con los ojos cerrados, oí unos pasos apagados en la arena, y muy ruidosos eran para ser de un humano. Abrí los ojos, y me encontré con un corcel blanco delante de mí y su jinete encapuchado observándome. Era solo un corcel y su jinete, así que en principio no me alarmé. Pero me di cuelta del detalle de que iba encapuchado, y saltñe hacia atrás, en postura de ataque, como un animal salvaje, encorvada hacia delante y mis uñas se afilaron.

Lancé un bufido, mientras mis colmillos crecían, como postura defensiva hacia su presencia, y retrocedí.

Baff...¿Quién eres?¿Eres de la inquisición? Si es así, vete, no te he hecho nada... O te las verás conmigo

Mantuve la distancia con él, girando a su alrededor, y despacio, desenvainé mi espada con la otra mano, manteniendo la primera con las uñas afiladas por si tenía que usarla como arma de muy corto alcance.Mis cabellos hacían un giro retrasado con respecto a mi cuerpo, y se podíav er algo de mi escote, no demasiado, puesto que este vestido era más tapadito de lo normal, aunque sí se me podían ver mejor las piernas por la postura que había puesto.

La excitación de antes, con Eliah, se me había convertido en ansia, y me sentía más sensible de lo normal a las vulnerabilidades.

Clavé mis colmillos sobre mi brazo, y sangré a propósito por él. Entonces la sangre la solidifiqué en forma de dardos, y los lancé con los dedos hacia él. No los tiré ni demasiado fuerte ni demasiado deprisa. Sölo era una mera acción para intimidarle y que hablara.

¡Habla!¡Sé que eres uno de ellos!¡No trates de engañarme! Repuse chirriando los dientes mientras le miraba a los ojos con fervor. ¿Por qué ni siquiera me confirmaba mis sospechas? En cualñquier caso, le obligaría a hablar aunque fuera a golpes.

Preparé mi próximo ataque, retrayendo mi brazo, para darle una estocada si decidía hacer cualquier tontería.

¡HABLA!

Hábilmente esquivó y detuvo mis dardos, e hice que éstos volvieran a mi cuerpo, entrando por la boca, saboreando el dulce sabor de la sangre, que a pesar de que fuera menos fresca en mi caso, seguía teniendo un sabor espectacular.

Entonces bajó de la silla del caballo y se me acercó. Era un poco más alto que yo, aunque yo con tacones seguro que sería más alta incluso que él. Tenía su espada preparada, y yo puse la mía en postura defensiva, con la punta hacia abajo, dispuesta así para bloquear golpes, pero no para atacar. De momento, no quería crear más tensiones.


Así que no eres de la Inquisición.... Pero tus ropas te delatan... ¿Qué eres si no?

Parecía que le había prejuzgado al tratar de decir que era de la Inquisición por la ropa que llevaba. Pero él se iba a marchar, sin más, después de interrumpirme en mi descanso en la arena. No lo iba a permitir. Así que di un arranque hacia él, y rápidamente y en silencio, me puse ae su lado, sin que se diera cuenta, con los colmillos alargados y afilados, mirándole a los ojos.

Baafff... Siento haberte prejuzgado... PEro has interrumpido mi descanso, y eso no lo permito

Menos aún...Cuando era un descanso para tratar de frenar mis impulsos sexuales

El muchacho se apartó de mí de repente. ¿Tanto intimidaba mi persona o mis colmillos? En calquier caso, parecía querer apartar al corcel de mi vista, tal vez por el propio corcel, o tral vez por mí. En cualquiera de lso casos, él no quería, o eso decía, pelea. PEro yo no me lo terminaba de creer. Solo una cara como la suya indicaría que se quiere pelea, y él esa cara no era capaz de eliminarla de su rostro.

Cerré los ojos y respiré para tratar de calmarme, pero mi apetito sexual era demasiado fuerte como para calmarme.

Gruñí levemente, y se me erizó al piel de lo gutural que fue mi gruñido.

Grrr... No, me has alteardo... No te irás de aquí así como así...No si no me devuelves lo qeu has provocado... Mi paz

Me quedé pensativa ante su pregunta. Si es verdad que lo que más me apetecía era sexo, pero no iba a tener sexo con un desconocido... Bueno, ya había hecho esas cosas antes, pero éste no me terminaba de gustar. ASí que, simplemente, extendí los brazos y me dejé caer a la arena de espaldas, y luego me giré, dándole la espalda a él.

Masajéame un poco la espalda. Eso creo que sería suficiente

Repuse apoyando mi cabeza sobre mis brazos, y estirando las piernas en la arena blanca también. Darle la espalda al enemigo era peligroso, pero estaba preparada gracias a mi sexto sentido, si es que trataba de hacer algo conmigo.

Al oirle responder me giré allí en la arena, y le miré extrañada. ¿Por qué me diría eso, tan rígido, y como si algo le doliera por dentro?¿LE habría pasado algo con alguna mujer?

Me levanté despacio, sacudiéndome la arena del vestido con las manos, pasándolas por las marcadas curvas de mi cuerpo, y me acerqué a él en un par de pasos, cruzándome de brazos, haciendo que así se me alzara un poco el pecho, y le dirigí mi mirada rubina a un estudio de su cara, que aparentemente mostraba algún sentimiento semidoloroso o algo parecido algo indescifrable.

¿Te pasa algo, seas quien seas? ¿O es que te dan miedo las mujeres y me acabo de enterar?

Mi sonrisa se difuminó, quedando solo una mirada algo seca y seria. ¿Tan difícil era calmarme un poco los ánimos? No creo que fuera tan difícil. O eso pensbaa al menos.

Vi que hizo el llamado efecto cobra al acercarme a él después de estar tan rígido, por lo que fruncí el ceño algo molesta. Tampoco seducía a todo el mundo, ni tneía intención con él.

El tipo se cruzó de brazos y se tapó más el rostro, lanzándome un destello de seriedad con sus ojos grises.

Le miré de lado, y sonreí pícara

¿Ah, no? Eso es porque no has echado un buen polvo creo yo, jejejeje

Repuse riéndome con una mano delante de la boca, e inclinándome un poco hacia atra´s mientras me reía

Me dió la espalda, observando su bello corcel blanco atentamente, tras lo cual, me miró a mí serio, y se dirigió igual de serio. ¿Por qué tantas ganas de dejarme aquí solita, si era una mujer fácil para él?

Pero se iba a ir si no hacía algo. Y yo andaba ardiendo, por dentro y por fuera. La calma que empezaba a tener dejó de hacer acto de presencia en muy poco tiempo. Estoy ya que no puedo más.

Sentí mi cuerpo vibrando durante unos segundos, segundos escasos en los que medité más o menos lo que iba a hacer. PEro eso no era meditado prácticamente. Tomé algo de carrerilla, y salté sobre Altair, tratando de tirarle al suelo, y cayendo yo encima de su espalda, abrazándome a él.

Lo siento, pero no puedo más. Mi cuerpo arde. Siento que voy a explotar si no hago algo para paliar esta sensación. Pero es que no lo soporto más

traté de ponerle boca arriba en el suelo y de buscar sus labios, desesperada. Sufría como nunca

Recibí el codazo, no sin haberme echado encima, por lo que fue como caer de pie otra vez, aunque ocn algo de dolor en el estómago. Me incliné un poco, tratando de relajar ese dolor, y vi que él se alejaba de mí desenvainando su espada. Parecía que estuviera sufriendo de repente, y me gritó que no le tocara....¡¿Cómo se atreve a llamarme prostituta?! Vale que fuera ninfómana, pero no eran la misma cosa.

Desenvainé la espada al verle a él desenvainarla, pero yo solo para defenderme de él, no para atacarle. Pero fue entonces cuando él lanzó un rayo de luz, y chocó contra mi espada, lanzándomela por los aires al no haberla agarrado bien, acabando por clavarse en la arena.

¿Cómo te atreves a llamarme puta?¿Te crees que lo soy?¿Acaso te crees que lo soy?¿Eh?

Repuse con las piernas algo flexionadas, preparada para saltar si tenía que esquivar algo. La espada no estaba muy lejkos de mí, pero no era seguro darle la espalda a él para recogerla. Pero fui retrocediendo despacio, muy despacio.

Me hice un agujero a propósito en el brazo, mordiéndomelo con un colmillo, y dejé que manara la sangre de él.

¿Tú qué te crees, que hago esto por molestarte?¿Por dinero?¡Pues no es así!¡Yo lo necesito!¡Me destruyo por dentro si no lo hago!

Al ver que se acercaba de forma algo amenazante, puse el brazo agujereado entre él y yo, con el agujero hacia él.

Quería simplemente dejarle ir, pero después de insultarme así... Era difícil olvidarlo.

¡¿Qué?!¿Pero cómo te atreves?

Al principio no me tomaba en serio lo de que fuera ad estruirme, pero parecía algo serio con lo de que no volviera a hacerlo. Retrocedí un paso, con la espada al lado de mi pierna, y le miré, usando mis capacidades seductoras, agachándome levemente para recoger la espada con la mano, sin dejar de mirar de reojo al corcel blanco. Estaba preparada para un posible imprevisto.

No. Vas a ser mi juguete hoy. No yo el tuyo ¿Entiendes?

Repuse, bajando la mano a tomar la empuñadura, y envainarla de nuevo en su sitio, quieta, mirando a este hombre acercarse.

Vi que el corcél tenía intención de patearme,tras lo cual, me puse a un lado del corcel, junto a su lomo, y de mi agujero sangrante, saqué sangre suficiente para crearme un puñal de sangre, cuya punta apoyé, sin agujerear, en el cuello del corcel. Una luz blanca nos rodeó a ambos, supongo que por estar muy cerca de éste. No sabía ni qué era, ni me importaba.

¿Qué pretendes?¿Que mate a tu fiel corcel?

Saqué más sangre de mi cuerpo, y la usé para rodear el cuello del corcel con ella, rígida, y ligeramente apretada, para apretarla más a su alrededor en caso necesario.

¿Es que creías que no veía lo que ibas a hacer? Sabía que ibas a jugar sucio. YO lo sabía. Los hombres sois todos iguales, tan sucios, tan rastreros... Viles...No mereces siquiera que este animal vaya contigo