Noche de...¿Silencio? [Angeline y Cassandra]

Las noches de Luna nueva son, de las pocas de todo el mes, las que son capaces de tapar con su manto oscuro el más bello de los paisajes. Mi mentor siempre me habló de dichas llanuras, de su maravillosa vista de campo infinito...pero esa noche no pudo ser. El campo estaba poco iluminado, solo una linterna de vela iluminaba mi caminar.

Pero el ligerísimo silencio era fantástico, aunque fuese interrumpido por algunos pequeños grillos, que aprovechaban el ligero calor de esta primavera para salir a cantar. Se respiraba un aire diferente en pleno campo, y más cuando la hierba estaba fresca por el caer de la noche.

Aproveche un sitio con la hierba mas blanda, palpando para no sentarme en algún animal o lugar indebido. Cuando me quedé tranquila, no solo me senté; me tumbé, contemplando el inmenso firmamento que se extendía.

- Quizás las noches de Luna nueva tienen sus ventajas- pensé, buscando constelaciones, sintiendo un poco de brisa.

Las grandes llanuras celestes bañadas por la luz de la Luna. Eso es loq ue me gusta ver, pero esta vez era distinto.Las estrellas brillaban en el firmamento haciendo un dibujo de puntitos en el cielo, vigorosas por la ausencia de la Luna. Y mucha oscuridad relajante y cálida. Era un espectáculo precioso, y el acompañamiento de los insectos nocturnos es música para mis oídos. Podría decir que podía dormirme aquí mismo si quisiera, pero la verdad es que apenas acababa de despertar, puesto que había dormido durante casi todo el día.

Fui caminando por la zona, hasta que isn darme cuenta me topé con un aura desconocida totalmente para mí. Pero estaba muy cerca, tanto que ni me fijé que estaba una chica en el suelo tumbada, y me tropecé con ella, dándome de morros contra la hierba.

Me apoyé en el suelo con ambas manos, a gatas. Cualquiera que me viera de frente ahora vería mucho de mí. Me levanté despacio, y miré a la chica. Pelirroja, de ojos muy claros, estaba tumbada boca arriba, probablemente viendo el cielo.

Ay.... Vaya, qué golpe más tonto Repuse acariciándome la cadera, que fue donde me llevé el golpe

Mientras la calma y el silencio duraban a mi alrededor, sentí un pie tropezar con mi costado. No me hizo daño, la que se hizo daño fue la persona que cayó justo a mi lado.

El topetazo que se había dado había sido bastante bueno, pero, gracias a la blandura de aquella hierba abundante, máximo se habría llevado un buen susto, y algunas manchas de agua por el rocío de la hierba.

Cuando la vi levantarse y hablar, oí la voz de una chica. La iluminé un poco con la linterna de vela, no lograba distinguirla muy bien. Era una mujer muy...voluptuosa, por así decirlo, y bastante curiosa. Su aura era fuerte, por lo que tendría que tener cuidado de no molestarla. Aunque la vi muy amable, cosa que me tranquilizó un poco.

Saqué mi pañuelo de mi vestido, limpiando un poco el rostro de la mujer, que estaba algo empapado del rocío. Tal y como terminé de limpiarle, mire un segundo por si tenía algo inflamado, tocando con dos dedos la zona de la cadera, donde se acariciaba. Solo era el golpe.

Me volví a tumbar, sin decir nada, volviendo a mirar las estrellas. Casi era una invitación a que también las contemplase, aunque...lo que no aclare era si en silencio, o que hablase...ambas cosas me daban igual.

Me levanté algo húmeda por el fino rocío que se formó por los cambios de temperatura, y la ropa se me pegaba un poco a la piel. Sonreí un tanto nerviosa ante una desconocida silenciosa que me veía en una situación así.

Sin embargo, para mi sorpresa, me quedé rígida en cuanto vi que levantó un candil y me iluminó el rostro.

Entonces sacó un pañuelo y me limpió el rostro en total silencio. Me quedé con la boca abierta y rígida, patidifusa por lo que estaba haciendo.

Entonces me palpó las caderas y me puse algo sonrojada de repente, a saber por qué. Normalmente la atacante era yo, y no me ponía nerviosa ni me sonrojaba por cosas así, y sin embargo.... Quien me ha visto y quién me ve.

Pero entonces dejó de tocarme y se tumbó en la hierba de nuevo, y le miré con extrañeza, ladeando la cabeza.

Ehm... gracias por limpiarme... He sido algo tonta con esa caída... Jejeje... Repuse con una risita tonta que se fue apagando rápidamente.

Peor desde luego, estar tumbada me invitaba a probar también, y al final le hice caso a mi cabeza, y me tumbé al lado, con las manos sobre ek pecho entrelazadas, y mirando el firmamento de estrellitas que hacían dibujitos en el cielo.

Tiempo hacía que no me detenía a mirar las estrellas...

La desconocida se tumbó a mi lado, después de soltar una pequeña risita con un comentario algo avergonzado. Solté un suspiro con la nariz, como buscando que no le diese mucha importancia.

Comento que no se detuvo a mirar a las estrellas hasta ese momento. En cierto modo, poca gente lo hacía, la gente de ahora estaba demasiado ocupada en sus pequeños, y a veces egoístas y mediocres, asuntos, y poca importancia le daban a detalles tan ancestrales como aquel.

Solté, en mitad del silencio, una pequeña frase, aunque en voz algo baja:

- El ser humano buscaba su camino en el cielo, y lo encontraba. Ahora solo añora que el firmamento calme su sensación de desorientación...

Volví a mi habitual silencio, cerrando un poco los ojos cuando sentía el viento levantarse un poco, moviendo mi cabello, mi vestido y mi expresión, aunque ligeramente. Seguía tan seria como de costumbre.

Al parecer ella suspiró, como si no fuera importante lo qu dije, y seguía a lo suyo, observando el cielo con la misma calma que al principio.

Entonces en voz baja, pronunció sus primeras palabras, muy profundas desde lugo, com mucha calma. Sonreí para mí y cerré los ojos suavemente, notando el rumor del viento acariciarme el rostro.

Una filósofa ¿Eh? Muy interesante... Poca gente se detiene a pensar en cosas profundas como esa....

Abrí los ojos y le dediqué una mirada, y vi que estaba seria otra vez, con el viento acariciándole calmo.

Entonces me tumbé de nuevo de espaldas, y me puse los brazos bajo la cabeza, suspirando con calma.

Hmm... ¿Crees que el cielo es la respuesta en el devenir del destino?¿Que el futuro está escrito en el firmamento? Tal vez.... Y solo unos pocos saben leerlo...

Seguí observando el cielo, escuchando a mi acompañante en aquella extraña revisión mitológica del firmamento. La escuche, preguntando bastantes cosas que quizás darían para una conversación de horas y horas y horas...

Pero a decir verdad, yo no era de conversar. El silencio para mi era la única forma de evitar pecar de bocazas, inculta y/o de metepatas. Solo solía soltar algo, y a veces mucho era. Me costaba también decir algo a una persona con un aura tan...¿intensa? Su aura se sentía casi con un aroma extraño, pero no me gustaba especular a que raza pertenecía dicha aura. Además, preguntarlo sonaría feo.

- Las religiones de ahora no dan cabida al pensamiento mítico y al destino de la fuerza natural- dije, en mitad de otro silencio largo, alzando mi mano, quizás para mirar las constelaciones señalándolas un poco.

La luz del candil iluminó mi esclava de plata, donde se podía leer un nombre, a regañadientes: Cassandra.

El nombre que mi maestro me dió.

Al parecer se hizo un tenso silencio después de qeu yo hablara, y al final, rompió el hielo ella con sus palabras, indicando lo de las religiones, y calló de nuevo. Me acordé ahora mismo de que tenía el aura extendida, así que la relajé hasta el nivel de común, y miré hacia dónde señalaba con sus dedos. Las estrellas, tan altivas y tan brillantes en el cielo. Cerré los ojos, y suspiré, colocándome los brazos tras la cabeza. ¿Cómo podía un punto tan lejano parecer tan cercano?

Entonces abrí los ojos, y miré a la muchacha, y vi que brillaba algo en su brazo. Un nombre: Cassandra. ¿Sería el suyo?

Me puse de lado, y le miré apoyada en un brazo

Cassandra...Bonito nombre... ¿Así es como te llamas?

Repuse aproximándome un poco, mirándole a los ojos. Unos ojos tan rojos como los míos, que hacían juego con sus cabellos rosados. Curioso color, pero muy bonito sin duda.

Sonreí para mí. Era raro ver a personas como ella. La verdad es que era bastante curiosa.

Yo me llamo Angeline. Tómalo como un intercambio por conocer tu nombre

Escuché que me preguntó si me llamaba Cassandra, y asentí. No iba a comentarle mi apodo, no solía dar tanta confianza a nadie que acababa de conocer. No me importaba si ella lo descubría y me llamaba Cassidy, pero no iba a ser yo quien se lo dijese.

Sentí, además del descenso de su aura, su voz pronunciando su nombre: Angeline. Sonaba muy majestuoso, acorde al aspecto de...por así decirlo, de la nobleza. ¿Sería acaso alguna princesa o alguna noble? Tenía curiosidad, pero no sabía si preguntarle o no...

Lo único que realmente me intrigaba era qué raza era.

- Tu aura es fuerte. ¿Eres una...vampira?- pregunté, soltando la primera raza con esa densidad de aura que se me ocurrió.

No tenía ni idea de si había acertado o no, pero no importaba. Si no me volvía a encontrar con ella, no importaba si había hecho el ridículo.

Al parecer sí que era su nombre. Interesante. Sonreí irremediablemente con algo de picardía y le dediqué una mirada de arriba a abajo a la muchacha. Era pequeñita y abarcable... Daba la casualidad que cumplía cierto arquetipo de mis favoritos. Pero tenñía que refrenarme, que la acababa de conocer, y mostrar mi ninfomanía no me daría muchos puntos.

Me quedé muy sorprendida en cuanto mencionó mi estado vampírico. ¿Cómo habría acertado tan de pleno con eso?

Abrí la boca, así como los ojos, y agité luego la cabeza.

Espera, espera ¿Cómo has sabido que soy vampiresa?

Repuse algo aturdida. Bueno, es cierto que le estaba mostrando mi aura, pero oparecía dudosa al decirlo. ¿Es que solo se atrevió a probar suerte con eso?

Y además...¿No has lanzado la pregunta al aire sin demasiada seguridad?¿Lees la mente o algo así?

Vi que de poco me servía el silencio con esta mujer, además de ver como me miraba de arriba abajo. ¿Veía algo malo en mí, o debía tomarlo como un halago hacia mi persona? Dándole un voto de confianza, por lo amable que estaba siendo, pensé que sería lo segundo, haciendo que, curiosamente, sonriese levemente, poco notable.

Acerté de pleno, era una vampiresa. Mi sonrisa se hizo un poquitín más amplia, una sonrisa de curiosidad. Sentía curiosidad por las razas que me había contado mi maestro, y para mí fue una sorpresa tener una, en vivo, ante mis ojos.

- Simple casualidad...me arriesgué y dije lo que pensé- dije, con la calma de siempre, pero con un tono lleno de curiosidad- No leo mentes, pero yo libero la mía. Telequinesis.

Levanté el candil con la mano, haciendo que diese una vuelta alrededor de ella, antes de volver a mi mano. Sonreí levemente, volviendo a mi seriedad después.

Empecé a vislumbrar una sonrisa tenue en sus labios, cosa que me satisfajo. No todos los días veía una sonrisa tímida como esa, pero agradable a la vista. Bueno, había más cosas agradables a la vista por su parte, entre otras cosas, sus curvas "peligrosas".

Dios, dios, me estoy empezando a poner. Tengo que relajarme Tomé aire profundamente y lo expulsé despacito. Aun así, era imposible quitarme un leve rubor que apareció en mis mejillas.

Así que me dispuse a escucharle con calma, o la mayor calma posible, mejor dicho, porque mi cuerpo precisamente no estaba en calma.

Entonces vi que empezó a moverse el candil en el aire y volvió a su mano después de pronunciar "Telequinesis".

Me quedé boquiabierta, y con los ojos abiertos como platos totalmente, y me caí de espaldas de nuevo de la sorpresa.

¡Ah.. Ah!¡Has hecho volar el Candil con solo mirarlo!

Me quedé con los ojos abiertos boca arriba, mirando al cielo, tratando de asimilar lo que había visto. Parecía cosa de brujeríam pero no era bruja, o lo sabría. Y además dijo "Telequinesis". No, debe manejarlo con la cabeza. ¿Pero cómo rayos?

Sonreí levemente, al ver su sorpresa. Parecía ser alguien que jamás había visto la telequinesis, y menos a un Áster...seguro que yo era una sorpresa como ella lo era para mí en ese momento.

Asentí a lo que dijo, con la sonrisa cálida...aunque mis ojos se siguiesen notando vacíos de expresión. A decir verdad, sonreía por sorpresa y estar bien, pero no por otras cosas...me costaba tener expresiones emocionales, muy retenidas dentro de todo mi ser.

Me volví a tumbar, a su lado, mirando las estrellas, como si lo que había hecho fuese lo más normal del mundo, volviendo a estar seria.

- Mira, la Constelación de la Osa Menor ya se ve- dije, cambiando radicalmente de tema, tocando su hombro levemente para que mirase donde señalaba.

Esa muchacha cada vez me sorprendía más. Primero empezó a sonreirme con calidez, pero estaba inexpresiva por parte de sus ojos. Y después, como si no hubiera ocurrido nada de nada.¡Plas!, se tumbó, miró al cielo y cambió de tema así de repente, mirando al cielo, y me hizo mirar a mí también. Se veía un cazo dibujado entre las estrellas, la famosa osa menor.

Miré al cielo por unos segundos, pero aún estaba perpleja. ¿Y ella estaba tan tranquila, así como si nada?

Espera me giré hacia ella, y le miré de cerca ¿Tienes telequinesis y etás tan tranquila?

Repuse mirándole a sus ojos rojos como la sangre.

Entonces, yo me puse a su lado, sentada de rodillas, y me pasé la mano por el pecho relajadamente. ¿Porq ué estoy tan así con esta muchacha? No lo sabía, la verdad. Hoy estaba de lo más sensible a todo, y sentía calor.

Asentí a su pregunta. Quizás para ella era algo nuevo, pero para mi ahora era como el pan de cada día.

- Es mi poder, está en mi naturaleza- dije, estirándome, mirándola después.

Parecía algo enturbiada, la vi colocarse la mano en el pecho. ¿Los vampiros les latía el corazón? Eso tenía que verlo...

Puse dos dedos en su cuello, con cuidado, esperando a sentir algo. La curiosidad podía en mi mas que otras cosas...a excepción de la reserva emocional, esa podía el doble.

PArecía que ni siquiera se hubiera inmutado ante mi pregunta. ¿Tan normal era para ella eso de poder mover cosas sin tocarlas?
Me quedé totalmente perpleja, con los ojos casi desorbitados, pero luego pasé a incredulidad a una sorpresa cuando de repente me puso su mano en el cuello. ¿Qué esperaba notar ahí? Frío, piel gélida. Desde luego tampoco esperaba que fuera a notar la sangre circulando, porque desde luego no lo hacía.

Su mano estaba cálida curiosamente para mi, en contraposición a la temperatura de mi piel y mi cuerpo, casi siempre fría.

Le miré a los ojos girando la cabeza, y le bajé la mano con suavidad tomándola de la mano y apartándola de mi cuello, hasta que ya no me tocaba. Solo acabaría helándose.

¿Qué esperabas notar tocándome el cuello? Desde luego, lo único que notarás es que tengo una piel gélida como el hielo

Repuse aferrando mi mano a la suya, notando su calorcito agradable, tras lo cual le solté, y me senté de piernas cruzadas.

No tienes pinta de ser muy corriente

No sentí su pulso, y sentí la frialdad de su piel. Estaba gélida, aunque aquello le concedía suavidad en la piel...una piel que muchas nobles desearían tener a costa de todo. Lástima que ella no estuviese muy cómoda sintiendo mi mano, ya que la tomo y la aparto de su cuello.

- Tu corazón- murmuré, volviendo a tumbarme, estirandome un poco, dejando que tomase mi mano unos instantes.

Escuche su comentario sobre que no era corriente. En cierto modo no lo era, mi silencio podia llegar a ser desesperante...pero quizás se refería a que no era de una raza común.

Y no fallaba. Los Ásters no eramos una raza muy común...y algunos son dificiles de encontrar.

- Áster...- le dije, sin muchos miramientos, observandola. Parecía una mujer de armas tomar, pero algo en ella...discrepaba de ese aspecto.

Una corazonada de las mías, quizás.

Al parecer quería notar mi corazón. Tal vez no conociera en demasía a los vampiros, ya que se supone que nosotros los vampiros no tenemos latidos del corazón, ya que... Estamos muertos, no tenemos vida físicamente hablando. Sin embargo, aquí estamos, por lo cual, hay una contradicción flamante que al parecer no tiene una solución.

Ahora que lo pensaba ¿Cómo es que nosotros estamos vivos pero a la vez muertos? Es la primera vez que siquiera me lo planteaba. Muchas cosas tendrían que pasar para poder resolver este enigma.

En cualquier caso, ahora no estaba para dedicarme a plantearme un problema filosófico, sino para escuchar a esta muchacha, que a todo esto, declaraba ser un Áster. ¿Qué era un áster? Era la primera vez que veía uno.

¿Un Áster?¿Qué rayos es eso? Repuse con tono incrédulo, soltando su mano con suavidad, y mirando al cielo con la mirada perdida.