Vuelta

Me presenté ataviado con mis mejores galas en la puerta del palacio. Nunca se me había puesto pegas para entrar al reino de los caídos, y no esperaba que algo hubiese cambiado en todo este tiempo. Un ramo de rosas permanecía en mi mano, esperando a llegar a su dueño. Estas rosas tenían algo de especial, no eran unas rosas comunes sino que se movían solas, lentamente pero con libertad. Los guardias me miraron inquisitivamente sin soltar las armas.
Vengo a buscar a la princesa. -dije muy seguro de mí mismo. Era algo que había cambiado en este tiempo, ahora sabía perfectamente que es lo que quería.

-Tranquilos-dije con un gesto de mi mano mientras aparecía a varios metros de la entrada principal. Era imposible no reconocer su aura.

Esbocé una sonrisa satisfecha y me crucé de brazos mientras las puertas se abrían.
-¿En que puedo ayudarte,Rey de los licántropos?-pregunté bromeando frente a los guardias de la puerta.

Sonreí con su llegada impresionado por la belleza que la caracterizaba; recatada, sencilla, pero increiblemente bella.
Me preguntaba si su señoría aceptaría estas flores, es un presente como prueba de mi lealtad. -dije poniendo mi rodilla en el suelo y bajando la cabeza mientras no podía quitar la sonrisa de mi cara.

Las aceptaré mas que encantada,si no volvéis a inclinaros ante una inferior,ni ante vuestra amiga-dije con una mirada que mezclaba cariño y reproche.

Demos una vuelta,te parece?-le dije.

Como a usted le plazca, mi querida princesa. -dije alzando el brazo para que cogiera las flores. Comencé a andar a sabiendas de que ella me seguría.

Cogí las flores y las olí con cuidado,con una pequeña sonrisa,que fue disminuyendo a medida que empezaba a recordar.

-Hay algo que querría contarte. Aurora y R se han marchado.Para siempre. Estamos solos.-dije con una mirada entrecerrada,con voz neutra.

La miré con gesto serio al conocer la noticia. Sabía lo que pasaba por su mente, la tristeza por la marcha de los dos caídos, el deber de ponerse al mando, el miedo de no hacerlo bien... Eran sentimientos normales. Alcé los brazos y ña rodeé con ellos dándola un suave abrazo. También sabía lo que significaban ellos para la caída, así que sin saber muy bien que decir, creí que eso bastaría para explicarla que estaba con ella y la ayudaría, esperaría que lo entendiese.

Su abrazo me hizo calmarme bastante,sus brazos siempre lo hacían,y lo agradecía en el alma.

-Por favor,no te vayas tu también,por favor..

Apoyé su cabeza en mi pecho mientras su cabello negro rozaba mis labios.
No lo haré. Jamás. -dije intentando imprimir toda la seguridad posible en mis palabras, aunque si bien lo cierto era que no tenía muchas esperanzas de salir con vida de la batalla final.

Rodeándolo con los brazos,me aferré mas a el. Su pecho,tan cálido como siempre,me reconfortaba.

-Gracias,gracias por todo hasta ahora..quiero que lo sepas,pase lo que pase en la mismísima guerra. Quiero que sepas que te quiero,y te querré.-Dije abrazándole con dulzura y algo de melancolía.

(Lo siento san, sorry sorryyy)

La besé en la frente como había hecho tantas veces sin dejar de abrazarla. Cada palabra de agradecimiento que salía de su boca provocaba una marea de sentimientos, aquellos que estaban en calma unos segundos atras. Te amo. Aunque te lo he dicho tantas veces que puede que se gasten las palabras, pero te amo, es así. -susurré en su oido.

-Algo así no debería gastarse nunca-dije sonriendo un poco.
Es la hora de separarnos,debo preparar a los ángeles para la batalla-dije mirando a sus ojos.

Vale mi amor. Nos vemos a la vuelta. -dije esperando que eso fuese verdad. La besé suavemente en los labios.