[*]Tras un largo camino

La marea trajo consigo un velero mercantil. En él viajábamos rumbo al hogar que habíamos formado, el cual tuvimos que abandonar por deber.
Dean y yo volviamos al fin. No había pasado demasiado tiempo... 5 o 6 meses quizás. El tiempo no importaba, solo esperaba que hubiera merecido la pena.
Volvíamos al fin al reino, estaba cansado de viajar... ya me tenia cierta edad y aun que aun fuera físicamente joven, por dentro la vejez y la experiencia comenzaban a apoderarse de mi alma.

El velero atracó en el puerto y pisamos al fin las tierras del continente de Vaahl.
La brisa meció mis cabellos. Pasé la mano por mi mejilla, que ahora mostraba una fina barba de una semana.
Despedí con la mano a los marineros que habíamos conocido en el viaje y miré a Dean.
En este tiempo Dean ya había madurado por completo fisicamente. Pese a tener un poco menos de edad, aparentaba tener casi 20 años... ya no parecía tanto mi hijo, sino casi mi hermano, pues yo seguia aparentando mis 22 años. Ahora quizás algunos más por el cansancio interno y por aquel embrujo...

La brisa marina siempre me había gustado, el mar formaba tan parte de mi como el aire que respiraba. Me gustaba, me traía tantos recuerdos de la infancia.
La brisa mecía minimamente lo poco que quedaba ya de mi pelo. Ahora estaba incluso más corto. Me pasé la mano por la cabeza, y sonreí al ver tierra firme.
Un cosquilleo incesante recorría mi estómago, era la ilusión. Habían pasado muchos meses desde mi partida y las ganas de volver a encontrarme con katerina removían mi interior.
Tenia tantas ganas de verla, tocarla, besarla. La había echado mucho de menos pero ya estaba de nuevo aquí.

El viaje había sido engorroso. Me palpé el pectoral izquierdo, aun me dolía. Aquel tiempo con esos monjes me había dejado un feo recuerdo que esperaba que fuera por un buen fin. De todas formas ya no había marcha atrás y yo tenía que proseguir mi vida.

El velero llegó a tierra y bajamos. Mi padre me miró, de manera indescriptible y me reuní junto a él, sin decir nada.

Seguí mirando a Dean. Durante todo el viaje había parecido estar animado por la vuelta. Suspiré interiormente, con una sonrisa de confort. Esperaba que ya todos sus males se despejaran.

-Venga Dean, vamos a casa

Comenzamos a caminar, el renino no estaba nada lejos de ese puerto.

Asentí, contento, y seguí su ritmo dirigiendonos al reino.
Estaba ilusionado y contento de estar de nuevo en mi hogar. Despues de haber viajado tanto, siempre sentaba bien poder tener un sitio asi, al que poder llamar casa.
Tenia pensado primero ir al reino, quería ver como estaban nuestros perros, además de poder tumbarme al fin en mi cama sin tener que soportar o el duro suelo o la mareante mecer de las olas en un camarote. Después iría a ver a Katerina, esperaba que no se hubiera olvidado de mi.
"No, eso no puede ser" pensé feliz mientras nos dirigíamos al reino.