(Dean y Katerina) De paseo por el bosque a la luz de la luna

Era una noche brumosa, la luna se ocultaba tímidamente entre las nubes. El bosque estaba invadido de una espesa capa de niebla que impedía ver el suelo y un pesado ambiente cargado de humedad. A pesar de eso, los animales parecían excitados por el influjo de la luna llena.

Me encontraba entre las sombras, apoyada en la penumbra de un árbol a la orilla del riachuelo, contemplando en el cielo nocturno el jugueteo de la luna con las nubes. No se podía notar mi aura, y mi presencia pasaba desapercibida, simbiotizada con el propio ambiente.

Tras un largo día de entrenamiento, me liberé de las garras de mi padre (nunca mejor dicho) y me dirigí sin rumbo fijo a investigar el terreno. Hacia demasiado tiempo que no recorria aquellos lugares y todo era tan nuevo y a la vez tan cercanamente conocido. Tan extraño, pero tan reconfortante. El fresco olor que traía el viento desde las montañas era tan fresco, al igual que la reconfortante brisa que hacia ondear mis negros cabellos.

Paseaba con tranquilidad entre los bosques de la discordia. Pronto, encontre un alto y robusto arbol, mucho más que el resto. No dudé en comenzar a correr hacia el, subiendo hasta gran altitud, columpiandome elegante y agilmente entre las fuertes ramas, haciendo alguna que otra acrobacia, hasta llegar finalmente a la copa. Desde allí se veía claramente la enorme luna llena, una hilera de nubes se interponía, a modo de velo, pero eran tan claras que se podía distinguir la forma; además que sobresalía por encima de ellas cada vez más a merced del viento.

Encontrabame yo en una de las fuertes ramas, de pié y aoyado en un lado del tronco. Mis manos descansaban en los bolsillos del pantalón. Mi fina y holgada camisa ondeaba a la par con mi pelo, permitiendo que se notara mi más o menos musculado pecho al ceñirseme por efecto del viento.

Con este ultimo me llegó un olor, no me habia percatado antes, su aura debia estar muy bien camuflada. Pero a mis sentidos lupidos no les engañaba nadie, y sabia perfectamente ante que raza me encontraba: era un vampiro.
Mi aura, siempre camuflada, era apenas imperceptible. Permanecí en calma, nada me alarmaba pues mi entrenamiento habia sido el adecuado para sentirme de aquella manera. Estaba calmado, pero eso no indicaba que no estuviera completamente alerta. Seguía contemplando la hermosa luna, que ahora se brindaba visiblemente ante mi en todo su explendor y recordé aquellas primeras transformaciones involuntarias. Transformaciones donde, lo pero de mi salía; transformaciones que, milagrosamente, llegué a dominar.

Incluso el influjo de la luna llena excitaba el flujo de sangre que aun reposaba en mis venas sin vida. Era una sensación que sólo podía comparar a aquellos momentos en que había amado con tanta pasión que el corazón dolía... aunque ya todo se me traducía a cuando me invadía el placer por saborear a una apetitosa presa y que aun a mi edad tenía que controlar. Pues era en estos momentos cuando me encontraba enormemente sensible. Y ya solo podía profesar esa clase de sentimientos a la luna, pues me había prometido a mi misma que no volvería a pasar por aquello...

El sonido del crujir de las ramas llegó a mis finos oídos sobrenaturales. Todo estaba demasiado tranquilo y apenas soplaba el viento como para que ocasionase el más mínimo ruido al agitar las ramas de los árboles, por lo que todo indicaba que no estaba sola en aquel lugar. Mi experiencia en dichas circunstancias así me lo indicaba.

Sin inmutarme, traté de descifrar qué clase de olor tenía y entre el abanico de olores de la zona sólo podía destacar el fuerte olor a lobo. Siendo vampiro, mi olfato no se podía comparar al suyo, aunque sí estuviera mucho más desarrollado que el de otras criaturas.

Provenía de las alturas. Con cierto cansancio –ocasionado por el incesante contrarreste del influjo lunar–, alcé la vista hacia lo alto de los árboles. A pesar de mi buena visión, no podía discernirlo con claridad, pues las ramas le tapaban lo esencial aunque pudiese intuir que efectivamente estuviera allí.

Necesitaba algo de acción, así que, como una sombra me deslicé hacia lo alto. Terminando por posarme ágilmente a la sombra de una rama que se encontraba por detrás de él. Ya sabría que estaba allí mucho antes de que me decidiera a subir hasta allí, así que, antes de que pudiera reaccionar de forma defensiva, decidí salir de las sombras y saludarle como es debido.
–Buenas noches –saludé gentilmente, aunque mi voz portaba un color suave, acariciante y de misterio–. Veo que ambos hemos pensado igual al escoger este lugar para contemplar la luna llena.
La luz de la luna acarició mi blanquecina piel, mostrando parte de mi bello rostro a sus ojos. Mis cabellos rubios parecían plata a la luz de la luna, y la sombra que proporcionaban a mis ojos el oscuro marco que los perfilaba, los hacía parecer mucho más misteriosos de lo que parecían.
Le observaba con expresión indescifrable aunque traviesa. Lo que me mostraban mis ojos de aquel licántropo era mucho más apetecible de lo que pudiera haberme esperado encontrar. De no haber sido un licántropo, no habría dudado en seducirle para mi deleite, y es que su fuerte olor a lobo me repelía en cierto modo.

Estaba tras de mí. Habia escuchado como, casi imperfectiblemente, habia trepado hasta situarse a mis espaldas. No pude evitar marcar una mueca de desagrado en mi rostro por el intenso olor... no obstante la controlé enseguida. Me giré con lentituz, entonces me encontré con una vampiresa. Su blanca piel casi parecía resplandecer a la luz de la luna, sus claros cabellos eran mecidos por el viento y sus ojos eran apenas inexpresivos, aun que se podia distinguir un apice travieso.

El primer impulso que pasó por mi mente era el de atacarla, mas me controlé sin dar muestra alguna de mis instintintos. Si hubiese seguido los consejos de mi maestro, ya estaríamos enzarzados en una feroz batalla. Sin embargo, la educación que Dana me brindó hizo gran mella en mí; no podia perder los modales.

-Buenas noches-la contesté-Pocos son los lugares donde se puede contemplar su belleza con tanta claridad. Sin embargo, que un licantropo mire la luna llena no es inusual, pero... ¿un vampiro? ¿Por qué?-hice una pequeña pausa, entonces me apresuré a decir:-si no es ser un entrometido, porsupuesto.

En cierto modo su comentario me ofendió, aunque mi inexpresivo rostro no lo demostrara. Parecía que la luna fuese algo exclusivo de los lobos y realmente esa perspectiva difería mucho de la realidad. Traté entonces de aclarárselo para que no tuviera una visión demasiado equivocada al respecto:
–La luna es el símbolo de Kahlia, diosa de la noche y como tal a la que adoramos nosotros los vampiros por ser nuestra guardiana. Pero, a parte de eso, es un elemento de la naturaleza cuyo influjo afecta indistintamente a todos los seres que pueblan esta tierra. Quizá a los licántropos más que a otros, pero en general afecta a todos. Y yo no puedo evitar estremecerme por dentro cada vez que la observo... me recuerda lo que se sentía al estar viva...
Mi voz no perdió aquel matiz susurrante en todo su discurso, aunque con esto último no pudiera evitar que se me escapase un ligero siseo al controlar un pequeño estremecimiento.
–Espero no haberte asustado. Pero mi intención no era otra que saludar. Mi nombre es Katerina. Y no me gusta que se entrometan en mis placeres si no es para compartirlos...
Sembré la duda en lo que trataba de expresar, aunque no esperaba realmente que lo comprendiera. Pero era algo que los vivos nunca podrían entender del todo, ni si quiera imaginárselo, pues su forma de ver el mundo seguía siendo muy limitada.

¿Dioses? era conocedor de aquellos "dioses" pero no creia y mucho menos practicaba su culto. En verdad pensaba que los dioses solo era una ayuda para tolerar los infortunios de la vida y sanar los miedos que nos influia el mundo. No obstante, no dije nada de mi opinion pues también comprendia y respetaba que alguien si creyera... amenos que esta creencia se combirtiera en un obstáculo o incordio para mi.
Lo del elemento natural ya me agradaba mas, y era cierto que influia al resto de los seres humanos. Al igual que habia hablado con ciertos marineros que asociaban la influencia de la luna en el subir y bajar de la marea.
No obstante, esa última puntualizacion, vino cargada de un tono infimamente distinto.

-Entiendo...-dije con simpleza, mirandola fijamente a los ojos.

"Y no me gusta que se entrometan en mis placeres si no es para compartirlos...".. esa frase me hizo alcear minimamente una ceja. ¿Era una amenaza? o quizas.. ¿todo lo contrario? De todas formas, tenía que contestar.

-Tranquila, ya sabía que estabas aqui. Tengo mis recursos-sonreí pensando en mi gran olfato lupino-Mi nombre es Dean Wingates, un placer conocerla, señorita.-me incliné levemente hacia delante, muestra de educación con la que me habian educado desde pequeño.-Y... una vez mas, me disculpo por ser entrometido con mis palabras, no quería ofenderla. No obstante, yo voy a permanecer aqui mas tiempo, y no se cuanto. Asique podemos hacer dos cosas. Compartir el momento bajo el faro que debilmente nos alumbra... o que alguno de los dos se marche. Y personalmente no me importaria compartir esta noche con usted

Mi mirada se tornó traviesa, contagiando, ahora sí, al resto de mi expresión. Me deslicé fantasmagóricamente hacia el otro lado con una rapidez digna de los seres como yo. Parecía no tener miedo a las alturas y desde luego por ellas me movía al igual que si estuviera en el suelo.
–Suena muy tentador, pequeño... –Mi frío aliento golpeó su nuca en el paseo hacia el otro lado.
Y al momento siguiente, de un salto estaba en el suelo, como si nada hubiera sucedido, caminando hacia la orilla del río, pareciendo que mis pies no rozaran si quiera el suelo al caminar.
–Es un alivio que desees acompañarme –Comenté poco después, observándole de reojo–. Porque de lo contrario me hubiese visto obligada a matarte... y sinceramente, tu compañía me resulta mucho más apetecible...
Me mordí el labio inferior, alzando la mirada aun de reojo por su cuerpo como si le escaneara, hasta penetrarla directamente en sus ojos. Si mi corazón latiera, de seguro se habría visto desbordado por el influjo de la luna, aunque ya de por sí provocase en mí un estado de sensibilidad impredecible y extrema.
Alguien cauto no hubiera tentado a su suerte, aunque en estas circunstancias pudiera suceder cualquier cosa...

Su mirada tornó tabiesa, lo que me hozo alzar una ceja, mirandola de reojo. Sua aliento rozó mi nuca, provocandome un minimo escalofrio, eso no me habia gustado.
Bajó del arbol, aterrizando suave y gracil cual felino. Peor eso no me sorprendio, si no pudiera hacerlo no se merecía siquiera ser un ribal natural de mi especie. Di un paso, y me dejé caer. Aterrícé en el suelo, inclinandome un poco por la inercia, entonces volví a ponerme recto como si nada. Fijé mis ojos en ella y mostré una picara media sonrisa.

-Solo hubieseis sido obligada a intentarlo.

Esa mujer, ¿acaso intentaba seducirme? era todo como un ritual ¿Hacian normalmente eso los vampiros en celo? ... ¿tenian celo? ¿como, si estaban muertos...? era algo que me intrigaba. No obstante no sabía a ciencia cierta sus intenciones. Por precaución, seguía en guardia, pero eso no se notaba exteriormente.
¿A donde iba? ¿a donde se supone que me llevaba, si es que me estaba llevando a algun lado? Yo mantendria la calma, y así, con ello, nunca dejaría de desconfiar aun que no lo mostrase.

La niebla se había extendido hacia la superficie del agua al remover el aire con nuestro descenso. Y la luz de la luna se volvió a reflejar en mi rostro, mostrando ahora la sonrisa de complicidad que se dibujó en mis labios al escucharle repetir mis propias palabras, claramente entrando en mi juego.
Aquello, aunque en un principio no lo pudiera haber parecido, me alegró tanto que mi alegría se tornó en euforia. Estallé en una risa resultado de la mezcla entre aquellas emociones, echando a correr por los alrededores, mi risa se escuchaba aquí y allá.
Pero me volví a aparecer jadeando frente a él, tomándole de la mano.
–Disculpa mi locura, pero el poder de la luna me sobrecoge como el mejor de los placebosss... –Reí, escapándoseme un suave gemido al faltarme el aliento–. Ven, acompáñame... –Tiré de él con suavidad, girándome un instante para poder mirarle directamente, aprovechando ahora mis dos frías manos para tirar de la suya, que ardía en comparación a la mía–. Me apetece jugar contigo... –Mis ojos azul grisáceo se clavaron nuevamente en los suyos, tratando de atrapar su mirada–. A ver si eres capaz de atraparme...
Le tenté y, tras estas últimas palabras, le liberé y eché a correr entre los árboles, jugando con la niebla y las sombras a mi paso, esta vez sin usar la ventaja de mi rapidez natural, pues en el fondo deseaba que me atrapase...

No entendía que la pasaba, estaba desconcertado.
Tiró de mi, sus gélidas manos causaron un escalofriante contraste con mi ardiente piel. Eso me hizo replantearme por un instante que, en este tiempo mi temperatura corporal habia aumentado vertiginosamente, llegando al punto de que, ya hubiera muerto de ser un hombre normal.
Tiró de mí, no comprendía que tramaba, tampoco por que hacia eso. En parte me parecía un comportamiento tanto infantil. ¿capaz de atraparla? ¿jugar conmigo? no me gustaba que jugaran conmigo, aun que no sabia si se refería a ese tipo de juego.

De pronto me encontre solo en aquella esplanada, ella supuse que se habia escondido. La niebla obstruia mi vision, y sus movimientos eran tan graciles que no alcanzaba a sacar ningun sonido con claridad.

Observé mi alrededor, entones comprendí que era inutil. No sabia por que estaba haciendo aquello, supongo porque no tenia otra cosa mejor que hacer. Cerré los ojos y aspiré hondo. Permanecí en silencio, concentrado, algun tiempo. Localicé su olor, y mi olfato me mostró su posición. Entonces los abrí y mis labios tornaron en una picara media sonrisa, mostrando parte de mis blancos y alineados dientes. "A ver que me dices de esto..."

Entonces, entre el ir y venir de la niebla, desaparecí.

Pasó un tiempo, entonces aparecí justo detras de ella, que estaba oculta tras un arbol no muy lejano. ¿Como lo habia hecho? eso era un tema oculto entre mi padre y yo, que no pensaba desvelar. La maniaté cogiendola de las muñecas con una fuerza controlarla, para no dañarla pero si para que no se escapara. La volteé y acorralé contra el arbol, alzando sus brazos oprimientolos tambien contra este. La miré fijamente a los ojos y se dibujó en mi una pequeña medio sonrisa de satisfacción.

-Te encontré.

Corría un poco a ciegas, aunque mi desarrollada visión estuviera ya más que acostumbrada a la oscuridad. El éxtasis me invadía, cualquiera que pudiera verme afirmaría que me estaba divirtiendo mucho jugar al “pilla-pilla” con el lobito. Ya no me molestaba tanto su olor, me estaba acostumbrando a él, e incluso podría decir que comenzase a agradarme en cierta manera.
Dejé de sentirle por un instante y me detuve, a la penumbra de un árbol, agudizando mi oído sobrenatural para detectar cualquier sonido que realizase y los míos no me molestasen. Lo detecté, pero ya era tarde... se había aparecido tras de mí y con una facilidad asombrosa me había puesto contra la pared –o el tronco del mismo árbol junto al que me encontraba–, acorralándome contra él con las manos inmovilizadas por encima de mi cabeza.
Contuve el aliento un instante, no pude evitar sorprenderme a pesar de que me hubiese dejado cazar –pero eso no se lo iba a decir a él–. Me sobrecogió por dentro un escalofrío al recibir su mirada a través de mis pupilas... pero su afirmación acompañada de aquella sonrisa me devolvieron la mía traviesa. Me encantaba que me hubiera atrapado y mucho más que me hubiese acorralado de aquella forma...
Me incliné hacia atrás cuanto mi cuerpo me permitió en aquella posición, deslizando ligeramente mi espalda por el tronco hacia abajo, acomodándome sin apartar la mirada de sus ojos, y tal cual estaba flexionaba los codos descendiendo mis muñecas, aun sujetas por sus manos para provocar un pequeño acercamiento...
Podía sentir su aliento, su respiración sobre mí y desde luego él también hubiera sentido la mía de ser posible que yo respirara también.
Lo había conseguido, le tenía donde quería...
Desvié por un instante fugaz mi mirada hacia sus labios sin poder evitar deslizarla hacia el interior de su fina camisa que en aquella posición se había holgado más de la cuenta, aunque luego volví a atravesar su mirada. La oscuridad nos cubría con su manto negro. Estábamos solos en aquel lugar, en completa intimidad.
Le sacaba unos cuantos de miles de años de diferencia, pero no me importaba, había muerto a los 16 y eternamente siempre tendría aquella edad.
–Creo que ha sido todo un acierto encontrarte... o que me encontraras, pequeño Dean... ¿De dónde has salido...? –Susurré. Le estaba preguntando en general, no me refería a hacía un momento.
Mi mirada, además de traviesa insinuaba muchas cosas, aunque sólo fuera eso: una insinuación. Estaba invitándole a avanzar si así lo deseaba, yo no iba a oponer resistencia a menos que hiciese algo indebido que me hiciese desconfiar de él. Aunque desde luego no fuera a desperdiciar un dulce si se me presentaba.

Vi la sorpresa en sus inteosos ojos azulados, que pronto tornaron salvajes y atrevidos mirando con fijeza los mios. Su rostro picaro y sus propos movimientos emanaban en mi una extraña sensación.
La sentí mucho mas cerca de lo que yo me habia situado, pese a su frialdad sentí calor. ¿De ella? no, venía de mi. Estaba levemente mas calido de lo normal.
Esta sensacion me hizo recordar la primera vez que había sentido el calor de una mujer, y no habia sido hacia demasiado tiempo. Mis circustancias me impedian quedarme con ella, pero en ese momento no hubiera dudado si hubiera tenido otra opcion.
Mis ojos se desviaron de los suyos, bajaron por sus labios, su fino cuello, sin poder evitar detenerme un misero instante en su apretados senos. Estos casi preparados para una vision esperada. Seguí bajando, examinando su figura, perfectamente esculpida. No demoré en mirarla nuevamente a los ojos, despues de haberla, casi sin poder evitarlo, observado en su completo.
Pero era una vampira... no olia demasiado bien. Mas en ese momento sentí un debil pero alarmante palpito. Pese a que ella estuviera aparentemente muerta, yo estaba bastante vivo.
Sus palabras me sacaron de mis pensamientos.

-De todos lados. De ninguno. Eso no es lo importante ahora.

Me acerqué un poco más a ella. Mis cuerpo se acercó por inercia, casi pegandose del todo al suyo. No me agradaban los vampiros, pero no podia negar admitir que emanaban rebosante sensualidad. Y yo, me estaba dando cuenta de tener cierta debilidad a aquellos placeres, aun que no solo femeninos, tenia que admitir.
Mis ojos reflejaban parte del ardor y deseo interno, aun que trataba de controlarlo. No sentia su aliento, era logico... pero si sentia el mio de lo cerca que estaba mi boca de sus labios.
Yo seguía mirandola fijamente. Ella habia buscado esta situacion, lo sabia... pero ami no me importaba en absoluto seguirla. Seria... interesante.

No había reparado en lo apretado que llevaba el corsé y aunque no pudiera respirar, comenzaba a sofocarme.
–¿Ah, no...? ¿Y qué es lo importante...? –Le pregunté traviesa.
Sentí cómo se apegaba más a mí. Todavía no alcanzaba a creer cómo podía despertar esta clase de emociones en mí, hacía mucho tiempo desde que por primera vez lo había experimentado de este modo. Y no podía negarlo, este licántropo me hacía sentir muy diferente, como me sentí entonces aunque ahora por ser el presente la comparación me llevase a concluir que ahora me sintiese mucho mejor que antaño... no podía explicarlo...
Mis ojos no podían apartarse ahora de los suyos, los habían leído interpretando gratamente lo que expresaban hacia mí. Era la señal que esperaba...
Era mucho más fuerte que él, eso no lo podía negar, y aunque me tuviese las muñecas inmovilizadas eso no impedía que pudiese empujarle al vacío... La idea, aunque descabellada, pasó por mi cabeza...
“¿Pero qué coño?” Me dije. El chico, parecía tener las intenciones de seguirme el juego, pero le costaba tomar la iniciativa, así que la idea entonces no me pareció tan descabellada.
Moví las manos hacia delante, venciendo su resistencia sin problema alguno, y dejé que cayera hacia atrás como había previsto, dejándome llevar inocentemente por el tirón que dieron sus manos a mis muñecas...
Caímos sobre el colchón de espesa niebla, sumergiéndonos en ella sin remedio alguno. Esperaba que no se hubiera hecho daño y la hierba hubiese amortiguado su caída. Su cálido cuerpo amortiguó la mía, cada vez era más fuerte la atracción que su cuerpo ejercía sobre mí, su calor me embriagaba en sobremanera...
Mi cabeza ahora reposaba plácidamente sobre su pecho. No sé explicar lo que me hicieron sentir sus pulsaciones al golpear con fuerza mi oído. Alcé con determinación la cabeza y con la velocidad propia de los vampiros me lancé arrebatada hacia sus labios...

Su traviesa pregunta vino acompañada, tras unos segundos por el vencimiento de mis fuerzas. Cuando quise darme cuenta me encontraba en el suelo, ella encima mia. Lo que sospechaba, ella era mucho mas fuerte que yo, al igual que, seguramente, tendría mucho mas rango. Yo tenía mucho que mejorar aun... esa no era fuerza digna de un futuro principe... En parte, mi virilidad quedó ciertamente dañada por que pudiera derrumbarme tan facilmente. Aun asi, se me borró todo pensamiento al verla sobre mí, acercandose. Su espalda arqueada, su cuerpo estrechamente ligado al mio gracias a la fuerza de la gravedad. La sangre de mi cerebro se marchitaba, pese a que yo intentaba controlar mis instintos. Ante todo, debía ser un caballero... pero en tal situacion y en mi joven edad eso era pedir mucho. Resoplé acalorado.

Sus labios se aproximaban a los mios. Habia seguido el jugo por placer pero, ahora que estaba ahí, ¿que hacer? ¿Era algo impropio, el tomar a aquella dama acogidos entre la densa niebla? quizas lo que yo, por naturaleza deseaba, se excedía de los límites que ella pretendía. Esto para mi no era más que un placer casual.. nunca hubiera esperado encontrarme hoy, ni cualquier otro dia con una situación parecida... almenos no tan precipitado.
Noté la fuerza que ejercía en mis muñecas aflojar, aproveché esto para deslizar mis manos por sus paldas, acariciandolas. Gélidas, como esperaba. Moría en aquellos momentos por derretir aquel iceberg con el que habia colisionado. La tomé por la cintura, espadando de sus manos y la giré con suavidad en aquel momento de debilidad, colocandome encima suya, muy pegado a ella.

-Nada es importante... Ya nada importa...

La miré con fogosidad a los ojos y terminé el recorrido que ella encauzó. Mis labios besaron los suyos, su frialzad causo mucho más contraste del que me esperaba. Mi piel ardía, la suya me aliviaba, pero no lo suficiente y la ropa comenzaba a molestarme, aun que más en unas partes que otras.
La besé profundamente, con dulzura, como se una mujer se merecía.
Al separarme, despacio, abrí los ojos mirandola. No sabía que hacer, no sabía si seguir, no sabía si parar. Olía su pasion pero... ¿era suficiente?

Controlar los impulsos era algo sumamente complicado para un vampiro, mucho más cuando se abre la veda y permites que estos fluyan. No me arrepentía. Era muy apasionada cuando me lo permitía a mí misma, el resto del tiempo era una persona fría como ninguna otra, enigmática y misteriosa, e incluso terrorífica –condición que, debía admitir, me gustaba, ya que si yo no quería no tenía por qué implicarme demasiado–, pero ahora era diferente. Me estaba implicando... y aquello en cierto modo no era del todo bueno para mí... me lo había prometido a mi misma, no podía faltar a mi palabra...
Pero, es que... sus caricias, sus besos, su calidez, su dulzura... me hacían no quedar del todo satisfecha y desear más...
“No es más que un juego...” Trataba de convencerme. “No te implicarás más de eso...” O eso en el fondo deseaba yo... no podía dejarme sentir en demasía...
Rodamos por el suelo, creando un surco en la niebla que rápidamente se regeneró de nuevo. Ahora él estaba sobre mí, me hacía vibrar con tanta intensidad que no podía parar... Le arranqué la camisa de un tirón sin poder dejar de besarle desatando mi lujuria mientras mi cuerpo danzaba por sí solo, buscando su calor... y en seguida pude sentir su calor más intensamente y en segunda persona, pues ya la fina tela de su camisa no le aislaba de que pudiera sentirle, aunque sí lo hacía mi enarbolado vestido victoriano...
Recibí su mirada intensa cuando se detuvo... percibí la duda en sus intensos ojos marrones, ¿algo iba mal para él? A pesar de la conciencia que me había tratado de inculcar, mi conciencia estaba muerta por completo, se marchó con mi alma el día de mi muerte... sólo regresaba de vez en cuando, cuando me permitía sentir las emociones propias de los humanos vivos...
Sentí mis ojos inyectarse en sangre y mis colmillos crecer, pero no me di cuenta hasta que recibí su mirada llena de duda...
Me asusté por un momento, y de un fuerte empujón que no supe controlar, lo aparté de mí y retrocedí cual fantasma hasta el árbol más cercano. Mi mano cubría mi boca, mientras la otra se agarraba al tronco aterrada. Me había asustado de de mí misma... no quería hacerle daño... pero mi sed se había vuelto a desatar...

Ella besó con pasión, desgarró mi camisa. Creo que la duda sobraba, me deseaba y yo no iba a quedarme atras, si no que complacería su deseo contestando a su fogosidad.
Entonces, de repente, ella me empujó y casi volé hasta estamparme con uno de los arboles, que detuvo mi camino.
la miré con tremendo desconcierto, estaba en un arbol, algo lejos, cubriendose la boca y aferrada a este.
¿Pero que coño pasaba? No podía dejarme a si. Sacudí la cabeza, eso qie habia pensado estaba mal. La estaba pasando algo. "Deja de pensar en tus bajos y preocupate por ella, animal" me reproché a mi mismo mentalmente.
Tenía que admitir que el empujon me había dolido un poco, pero eso no importaba ahora.
Me levanté algo costoso, y traté de acercarme a ella. Arrodillandome la miré a los ojos, parecia como... si los tuviera algo rojos, pero como si hubiera salido también de una mala pesadilla. La sujeté con cuidado por las megillas, alzando su mirada a la mia, preocupada.

-Tranquila... yo... lo siento-creía que era por mi culpa... pero era todo tan claro, igual me había excedido-Lo siento de verdad, pero, mis deseos me podian.. aun no lo controlo bien-agaché la cabeza, entonces, palidecí y enseguida mi rostro se volvió rojo, sentía que me palpitaba toda la cabeza. Recordé que, mi exaltación se notaba un poco, aun que por fortuna mis pantalones eran amplios. Sentí morir de verguenza, más aun por la situacion. Aun asi, traté de tranquilizarme, aun que no lo consiguiera. Mirandola de reojo, por que la verguenza no me permitía mirarla fijamente, la hablé-¿Es...estas b..bien?-tartamudeé un poco, por culpa de la verguenza, la cual maldecía ahora mucho más que antes.

–No... –Exhalé casi sin aliento, estresada y a punto derrumbarme cuando se acercó hacia mí. Sentí cómo mis músculos se paralizaban ante su dulzura. No podía comprenderlo... no entendía cómo podía compadecerse de un monstruo... porque eso es lo que era, un monstruo sin escrúpulos.
Pero mi sed iba en aumento, no podía dejar que se acercara... no quería hacerle daño...
–¡No, Dean, no estoy bien, ¿no lo ves?! –Quería que se alejara, por eso el estrés me hizo descargar mi rabia sobre él. Me quedé paralizada de nuevo al darme cuenta de lo que acababa de hacer, le miré a los ojos, llena de arrepentimiento–. Lo siento mucho, Dean... no esperaba que sucediera esto... no te mereces algo así...
Cerré los ojos e inspiré profundamente, aquello había sido más que suficiente para decir basta y poner fin a aquello. Era una vampiresa primigenia, ¿dónde se había quedado mi tremendo autocontrol, aquel que me había estado forjando después de tanto tiempo?
Me planté.
Fue algo milagroso, mi rostro se ensombreció y acompañado de toda la frialdad que ahora se apropió de mi ser, mis ojos absorbieron la sangre que los había inyectado y mis colmillos se escondieron. El juego, había terminado para mí.
Le miré a los ojos, de nuevo regresando mi anterior expresión enigmática y traviesa. Le acaricié la mejilla con suavidad.
–Eres un buen chico, Dean. Algo difícil de encontrar en los tiempos que corren. Nunca cambies. Aun en tu juventud eres mucho más maduro que cualquier chaval de tu edad. Llegarás lejos.
Sonreí, chasqueando la lengua. Parecía que me mostrase indiferente con lo que había pasado, pero en el fondo no era así. Las caricias habían regresado a mi color de voz.
–Y gracias por preocuparte, pero ya me encuentro mejor –Ladeé ligeramente el rostro, sintiendo cómo la sangre se le había acumulado en sus mejillas y en la bragueta de su holgado pantalón. Me resultaba adorable aunque no lo demostrase.
Deslicé mi dedo índice por sus labios, juguetona.
–Si no fueras un lobo, te habría hincado el diente... siéntete afortunado de que no lo haya hecho...

Su contestación eufórica me sorprendio y desconcertó mas aun. Entonces, como una fuerte ventisca, sin más, vino la calma. Me habló con dulzura, pero eso no disminuyó mi sonrojo, solo me tranquilizo un poco verla mejor.

Pasó la llema de los dedos por mis labios, y la miré. Me quedé un minimo instante pensativo. ¿Acaso ella no se daba cuenta de que yo tambien era un monstruo...? ella no habia visto mi lobo, pero yo si... y era mucho más salvaje de lo que ella pudiera ser, estaba seguro de ello. No sabia lo que la habia pasado, supuse que se descontrolo... por algo... aun asi no lo entendñia bien. Mujeres... que complicadas son.

Me habría incado el diente me decia, suspiré. ¿Lo dejaba así, tal cual? Seguía con aquella inchazon natural en los pantalones, ¿que hacia yo con eso ahora? Resignarme, no me quedaba otra. Entonces me volvio a entrar la verguenza extrema. Habia perdido los papeles, no había controlado la situacion y... esta situacion si que era humillante. Me sentia debil e indefenso, aun que no lo exterioricé. Abochornado, tambien. Agaché la cabeza.

-Me alegro que estes bien-susurré-Yo.. bueno. Yo creo que tengo que irme...

No sabía siquiera como levantarme. Dudé en hacerlo, cubriendo con mis manos aquella zona, aun más rojo que antes si es que si puede. Si me levantaba se notaría mas... ¿que iba a hacer? esto era horrible. Ella ya se había dado cuenta, era una de las peores situaciones con las que me habia encontrado en mi vida.

“¿Qué es esto?” No podía seguir luchando conmigo misma. Cuando agachó la cabeza abochornado lo supe, no podía dejar que se marchara. Acababa de morir nuevamente sólo al ver su expresión...
Entonces, sin pensármelo, me abalancé sobre él y le di el abrazo más dulce, sincero y tierno que había dado en mi larga eternidad... No quería que se marchara, quería que se quedara a mi lado.

Ya no era lujuria, tampoco era la tensión del momento, ni el influjo lunar... Era algo sincero que no quería ocultarme a mí misma –porque no, no podía luchar conmigo misma–, y sentía que debía demostrarle a él.

Iba al fin a levantarme, resignado, cuando ella me abrazó derepente. Quedé paralizado, no sabía que hacer. ¿Que era esto? ¿porqué lo hacia? No me gustaba hacerlo, pero, utilicé mi olfato para tratar de descifrar que la ocurria. Algo.. habia cambiado en ella, era... como si se sintiera segura de algo. Incluso hubiera dicho, de no ser un vampiro al que analizaba, que podía notar su calidez.

Correspondí a su abrazo. ¿Que queria decir eso? ¿Que debía hacer ahora? Estaba tan cerca... Me aparté un poco de ella, con cara de incógnita. Entonces, relagé el rostro. Miré sus ojos, el rojo habia desaparecido y solo había sinceridad en ellos. "Deja de pensar por una vez, solo actua. Ve con cuidado y si quiere pararte, que lo haga, entonces y solo entonces, te marcharas" reflexioné, y me hice caso a mi mismo.

La volví a besar, mientras la acercaba a mi. Continué besandola hasta encontrar con los dedos la cuerda clabe, tiré y su corsé se desapretó, quedandose suelto.
Mi mano se camufló entre sus faldas, acariciando el interior del muslo. Estaba fria, pero en parte sanaba mi piel con el contraste. Me precipité sobre ella, tumbandola.

Que fuera lo que dios quisiera, si es qe dios existía.

Me sentí como si levitara cuando me devolvió el abrazo, a gusto, segura... cerré los ojos al tiempo que le abrazaba un poquito más fuerte, respirando ahora su aroma como si fuera la cosa más agradable y deliciosa del mundo. Y entonces, volví a sentir la calidez de sus labios... suspiré feliz mientras le correspondía con mucha ternura.
Comencé a sentir cómo desabrochaba mi corsé, y como respuesta no pude más que rodear su nuca con mis brazos y continuar besándole con más intensidad pero sin reducir la suavidad.
No podía dejar de besarle y no dejé de hacerlo cuando me echó sobre la hierba. Me estremecí al sentir su cálido tacto ascender por mi entrepierna... dejé escapar un nuevo suspiro... Mis manos comenzaron a acompañarme, una de ellas acarició su suave rostro mientras la otra se enredaba en su pelo...
Era cierto lo que decían... las relaciones con sentimiento saben mucho mejor que cuando no lo hay... pero no quería pensar en ello, sólo quería dejarme llevar por sus caricias y sus besos hasta donde fuera que llevara esto, y que pasara lo que tuviera que pasar... sin ataduras, ni remordimientos.

Pasó el tiempo, nos habíamos perdido entre el mundo finito y el eterno.
Entre suspiros y caricias yacíamos ahora en la hierba. Ella encima mia, abrazada. Hubiera seguido asi todo un día s hiciera falta, parecía que mi energia no disminuia si no que crecía en desmedida a cada tanda.
Tenía los ojos cerrados, inspiré hondo y los habrí contemplando las estrellas. Aun era denoche, pero poco faltaba ya para el alba. Ella tendria que marcharse, o tenia entendido que los vampiros no soportan bien la luz.

Nuestras ropas se exparcian por la explanada. Las miré de reojo, más tarde la miré a ella. No pude evitar sonreir. Examiné nuevamente su cuerpo, y me detuvé enseguida. Si seguía asi volvería a estar dispuesto, y no sería apropiado, no a esta hora, no quería que fuera dañada por el sol.
En realidad, esto habia sigo algo exporadico. Era importante, pues nunca nada asi podia ser algo tan simple como para no importar haberlo hecho. Al fin y al cabo, era una union, la más intima en forma material. No obstante, mis sentimientos hacia esta mujer, por fortuna o por desgracia solo se quedaban ahí. Eso si, la confianza que había ganado con ella no me la quitaría nadie nunca, y la ayudaría en todo lo que estuviera en mi mano. Pero no buscaba nada más, en parte por eso me sentía algo mal. No la estaba utilizando, ni mucho menos... pero no la queria. Aun que me consolaba saber que, ella daba la sensación de pensar igual que yo.
La besé la cabeza. Ella seguía estando fria, era algo impresionante, pero logico en el fondo.

-Pronto saldrá el alba-susurré. No queria que se marchara aun, pero era conveniente que lo supiera.

–Lo sé... –Suspiré, aun con la sensación de estar viviendo uno de los sueños más hermosos. Se sentía tan bien estar abrazada a su pecho...
Me cambié de postura y me apoyé sobre su pecho con sendos brazos, apoyando la barbilla sobre el dorso de mis manos, mientras le observaba.
–Oye, Dean... No sé si te volveré a ver después de esto, pero quiero que sepas que me alegro mucho de haberte conocido –Ya no se notaba aquel deje enigmático en mis palabras, hablaba desde el corazón. Yo también le había cogido mucho cariño después de esto. Mis dedos índice y anular comenzaron a caminar juguetonamente por su pecho, aunque pareciese distraída, y terminaron por pegar un salto y aterrizar en la punta de su nariz–. Solo quería que lo supieras.
Sonreí y me incorporé, girándome hacia el Este para mirar por un instante hacia el horizonte, pensativa. No necesitaba que me recordaran la hora que era ni el tiempo que hacía falta para que saliera el sol, mi cuerpo estaba tan acostumbrado que, como el que es capaz de percibir si va a llover, por sí sólo me indicaba cuando mi existencia peligraba. No sabía explicar cómo sucedía, pero mi cuerpo de alguna manera recibía la alarma por sí solo.
No quería marcharme aun, pero tampoco debía demorarme demasiado.

Vi como se volteaba, y observe su agradable rostro, al igual que sus dedos jugetones.
Me desconcertó al darme en la nariz, aun asi recuperé rapido la compostura y sonreí. Ella se levantó, mirado al hozironte pensativa.
Yo incorporé el torso, apoyandome con las manos en el suelo, mirandola.

-Yo tambien me alegro...-dije, ampliamente sonriente. Era curioso que hubiera pasado algo asi con una vampiresa... Aun que bueno, de por si esto habia sido una sopresa enorme sea vampiresa o no... no son cosas que solian psar a menudo. Aun que tenia que admitir que si fuera asi no me importaría nada-Bueno... pero yo si creo que nos volvamos a ver. Estas tierras no son tan grandes y el mundo es un pañuelo.

La miré un rato mas, mi mirada se volvió nuevamente picara. Me gustaba su cuerpo. Volví a intentar eludir aquellos pensamientos sacudiendo la cabeza. "No, que te alteras..." Entonces me di cuenta de que estaba completamente desnudo, al igual que ella. Me entró un poco de verguenza, aun que rapidamente me reí de mi mismo. "oh, porfavor. ¿Despues de lo sucedido te da verguenza que te vea desnudo?" me reí de mi mismo internamente. De todos modos no pidía ir así tan alegremente, asique busqué mi ropa. recogí mis pantalones poniendomelos y me incorporé del todo. Me puse las botas y finalmente cogí la camisa, hecha jirones... Suspiré. En el fondo me daba igual, llevaba ropa por llevar, ademas era ropa de mi padre, pues habia crecido tan rapido en tan poco tiempo que no habia podido obtener una de mi talla. Enganché la camisa rota a mi pantalon, iria sin camiseta, en mi raza no era tan raro ya que las transformaciones nos dejaban desnudos.

La esperanza de volver a vernos me hizo sonreír, tremendamente feliz.
–Sí, tienes razón –Me convenció.
Me senté abrazándome las rodillas cuando se levantó y no pude evitar contemplar su cuerpo perfecto mientras recogía su ropa y se vestía. Me hizo sonreír nuevamente, pero en seguida me torné seria, como si de repente la realidad cayera sobre mí como una fría losa. Le iba a echar de menos, eso tenía que admitirlo.
Me levanté y me acerqué a él para abrazarle nuevamente. Aun estaba desnuda, pero no me importaba. Quería abrazarle una vez más. Después le tomé por la barbilla, ya que era un poco más alto que yo y alcé mis labios para besarle una vez más.
Me separé de sus labios lentamente y le miré a los ojos. Después me retiré, caminando hacia atrás sin dejar de mirarle a los ojos con una amplia sonrisa. Me agaché para recoger mi vestido en cuanto lo tuve al lado y ahora sí que desvié la mirada para vestirme. Cuando ya tenía el vestido puesto, me di cuenta de que apretarme yo sola el corsé era algo complicado, por lo que le dirigí una fugaz mirada de súplica.
–¿Me ayudas? –Pregunté con voz suave, mientras me apartaba mi larga cabellera hacia un lado. No podría notarlo porque no podía sonrojarme, pero aparté la mirada ligeramente ruborizada.