Conociendo al monarca

Hacía tiempo que venía esperando este encuentro, había transcurrido más de un mes tras mi despertar y ya me creía en situación de celebrarlo.
Un largo vestido de corte victoriano negro, con encajes negros en los puños y cubriendo el escote sedoso de un rojo ensangrentado, cerrada hasta el cuello, y algunas partes de la falda, con un tocado a juego sobre un lado de la cabeza, cuyo cabello iba semirecogido elegantemente. Mis ojos, como de costumbre estaban perfectamente delineados en negro, resaltando sutilmente mis labios con carmín rojo, para que no parecieran del todo muertos. Había escogido un atuendo más elegante y formal para la ocasión, pues ante el rey de estas tierras debía presentarme como lo que realmente era, una distinguida dama que debía ser tratada como tal.
Me presenté ante las puertas y toqué las aldabas esperando a ser recibida.

Tras unos minutos de espera que a cualquier persona sin temple le hubieran parecido interminables, las puertas fueron abiertas por un sujeto de aspecto lamentable. Su piel era grisácea y parecía que la tenía pegada a los huesos, casi sin músculos, aunque el detalle mas aterrador de la escena era, probablemente, el perturbador contraste de sus ojos con profundas ojeras y su elegante vestimenta.
El personaje observó fijamente con sus ojos muertos a la recién llegada, y sin decir una palabra se dió vuelta avanzando por un pasillo iluminado por antorchas en sendos laterales del mismo, dando a entender que la visitante debía seguirlo.

Parecía que mi espera no sería muy prolongada, ya que poco tiempo después la puerta se abrió.
Al principio me quedé un poco indecisa cuando aquel sujeto me abrió la puerta. Mis ojos escrutaron su demacrado aspecto. Tenía el semblante muy desmejorado, parecía cansado, algo que hacía mucho tiempo que no veía en un vampiro, debía decir, y sinceramente no era lo que esperaba encontrarme, pues la imagen mental que me había creado difería mucho de la realidad.
Iba a preguntar por el rey Itachi, sobre el que había oído hablar, pero el sujeto que tenía delante se dio la vuelta sin pronunciar palabra y comenzó a alejarse, dejando la puerta abierta tras de sí. “¿Quiere que lo siga?” Sus maneras, debo reconocer no fueron lo que me esperaba y, debo reconocer qué, de haber sabido que aquel sujeto fuese el monarca que buscaba, habría quedado sumamente decepcionada. Pero me alivió la idea sé qué alguien de su categoría debía disponer de servicio, algo que yo desde mi despertar, parecía haber olvidado.
Desde luego, intuía que aquello sería lo más parecido a una invitación que recibiría aquella noche, así que imité su silencio y seguí sus pasos tras cerrar la puerta, confiando en que me llevase ante su señor.

El hombre se detuvo a medio metro de una puerta que se encontraba al final del pasillo, esta no era una puerta normal. Era una gran puerta dividida en dos puertas mas pequeñas, la madera era de un color tan raro y oscuro que parecía un negro barnizado, y los adornos, aldaba y detalles de la misma eran asombrosamente plateados, desprendían una leve luminiscencia, o eso parecía.
En un lapso de 5 segundos, el hombre toco la puerta dos veces y se marchó por donde había venido, dejándote sola en el lugar por unos 2 minutos.
Cumplido ese tiempo, las puertas fueron abiertas desde dentro e Itachi apareció, vestido con un atuendo relativamente extraño. Combinaba la practicidad de movimientos de su ropa habitual con una cierta elegancia propia de un atuendo especial, algo a medio camino entre un traje y ropa de combate. Algo que se usaría para una reunión diplomática.
- Muy buenas noches, ¿Como se desarrolló tu viaje? Con tranquilidad, espero... - Dijo tranquilamente, mirando directamente a los ojos a su contertuliana, como solía mirar a todas las personas.

El sujeto se detuvo ante una puerta de doble hoja con los adornos plateados. Mi mirada no dejaba de escrutarlo todo, pues éste en concreto no me había dado buena espina.
Se hizo el silencio y tras tocar la puerta se marchó, aun así no pude apartar la mirada de él hasta que desapareció por el pasillo. Entonces, sentí la puerta abrirse y volví mi mirada, de nuevo seria hacia el hueco que se abría. La persona que se presentaba ante mí ya era otra cosa, algo más parecido a la imagen que las habladurías me habían hecho crearme mentalmente. Aunque no dejara de sorprenderme. Sus ojos eran azules, parecidos a los míos, y su mirada transmitía mucha más confianza de la que yo traía conmigo.
“¿Mi... viaje?” Me hablaba como si hubiera estado esperando mi llegada. Aquello me desconcertó en sobremanera, pero me dio curiosidad. Esbocé una pequeña sonrisa.
–Tranquilo, sí... Gracias por preguntar –Respondí, en un susurro, aunque firme, sin titubear.
Lo cierto era que había venido a pie, pero ciertamente había sido una travesía bastante tranquila.
Mi mirada, aun así, no dejaba de escrutarle. Me resultaba muy misterioso, con un poco de suerte me iría de aquí con algo más que haberle presentado mis respetos al monarca.
Guardé silencio. Me había quedado un poco cortada ante sus primeras palabras. Decidí seguir el hilo de la conversación que se terciara, eso sí, iniciada por él, por el momento.

- Como comprenderás, no puedo ofrecerte una cena... No me gusta el sabor que toma la sangre después de ser embotellada. - Itachi hizo una breve pausa en sus palabras mientras suspiraba normalmente y miraba con cierto aire de distracción el crepitar de algunas de las antorchas.
- Sin embargo, si puedo ofrecerte una conversación, y lo que necesités. - Le dije con el tono tranquilo y seguro que solía caracterizarme.

No me había invitado a pasar a aquella sala, me preguntaba si estaría esperando a algo... Pero, me llamó especialmente la atención su amabilidad y el trato que me estaba ofreciendo, desde luego, era mucho más grande de lo que esperaba. Aquello, debo reconocer, me gustó.
No del todo confiada, pero algo más, sonreí con cierta picardía.
–Le agradezco su hospitalidad, pero ya he cenado –Dije, retomando mi habitual voz susurrante como una caricia–. No obstante... encantada aceptaría tomar algo con usted, y no necesariamente tendría por qué ser sangre. Acepto de buen gusto un buen licor.

- No muchos de nosotros pueden tolerar el licor o alguna bebida "normal"... Es bueno que vos puedas. - Dijo Itachi mientras ejecutaba una media vuelta y decía. - Por favor, seguime. En mi sala del trono tengo algún que otro licor que siempre guardo para cuestiones diplomáticas. - Dicho esto, siguió caminando en una habitación circular completamente iluminada por un candelabro de velas negras en el techo, con 6 pilares rodeando la sala, en cuyo centro había 11 sillas dispuestas en forma circular, y, rompiendo el radio de las mismas por la lejanía en que se encontraba, un trono de un material extraño símil piedra negra, donde Itachi se sentó.
- Bueno... Seguramente el mismo sujeto que te abrió la puerta estaría trayendo una botella de vodka y un par de vasos en instantes, sentite libre de sentarte si querés... Contame un poco de vos. - Esto lo dijo en la misma calma y seguridad de antes, pero se dejó notar un leve matiz autoritario, no como ejerciendo autoridad, sino como haciendo notar sin intención la misma.

Le seguí hacia el interior de la sala. Era muy cierto lo que decía, la mayoría de los vampiros se mostraban reacios a probar otra cosa que no fuese la sangre... “Cobardes e ignorantes...” Pensé con cierto desdén.
–Ciertamente, a todo se aprende en esta larga eternidad... A veces, incluso, se agradece el sabor de algo diferente a la sangre –Comenté, con suavidad, al tiempo que me fijaba en la decoración y amueblado de la sala–. El paladar sigue siendo el mismo, al fin y al cabo.
Era la renombrable sala del trono, nada menos. Me sentía honrada de que me hubiera invitado tan pronto a ocupar una de las sillas de su círculo.
Acepté su doble invitación de buen grado.
–Agradecida –Dije realizando una pequeña inclinación de cortesía y me senté dejando una silla libre justo antes de llegar por uno de los extremos al mismo trono, del lado de la derecha, para así quedar a su izquierda, mostrando la elegancia de mi clase incluso sentada–. Mi nombre es Katerina Vandzandt, mi transformación se remonta hace más de dos mil años. Debido a ciertas circunstancias, he pasado los últimos mil años en letargo y hará cosa de un mes que he despertado. Mi especialidad... es el asesinato...
Le observé con cierta picardía. Era una sierva de Saphine. Muchos humanos me habían incluso llegado confundir con ella debido a nuestro gran parecido físico.
–¿Puedo preguntarle yo también algo, majestad? Siento cierta curiosidad por saber cómo es que sabía de mi llegada... parecía que me hubiera estado esperando...

- No soy el tipo de rey que se la pasa disfrutando de su fortuna y su harén sin salir de su habitáculo... Soy una persona normal que por azares del destino llegó al poder. Me gusta inmiscuirme bastante en las situaciones, por esa misma razón tengo espías en todos lados... Una red bastante respetable, diría yo.- Dijo Itachi divertidamente mientras se ponía cómodo en la silla, colocando una pierna arriba de la otra y apoyándose en el respaldo, aunque aún en esa posición conservaba una cierta elegancia característica.

- Sentite libre de hacer las preguntas que considerés oportunas, Katerina. La bodega está del otro lado del castillo, por lo que tenemos algo de tiempo de conversación sin caer en los efectos del alcohol... Si es que nos toca algo tan fuerte como para producirnos efectos de embriaguez, claro está. -

–Entonces somos de costumbres parecidas, debo decir –Reconocí, ante la presentación que me hizo–. Y entiendo, entonces, que sus espías le hayan informado de mi presencia en sus tierras... ¿me equivoco?
Sonreí ante el comentario sobre la embriaguez, con cierta picardía.
–He de decir, que en mi caso suele calmar mis instintos y mi sed de sangre... es como una droga, un relajante, nada menos... pero no suele embriagarme de esa manera. Podrá comprobarlo usted mismo. No me hace falta el alcohol para embriagarme...
Torcí ligeramente la sonrisa, entornando la mirada con cierta travesura.
–Pero, dejando a un lado el tema del licor... ¿Por qué se renegó? Tengo entendido que antes era el rey oficial... ¿Qué sucedió para que dejara de serlo? –Pregunté, haciendo acopio de la libertad que me había concedido.

- Me aburrí. - Dije directamentemente mirándola a los ojos. - Simplemente... Era una vida demasiado monótona para mi. Además, Luccie realmente se veía interesada en acceder al trono, fué simplemente una obra considerada por mi parte... -
Itachi empezó a jugar con sus dedos sin darse cuenta y a golpear el piso con el pie reiteradas veces, pequeños detalles que jamás había podido superar de el TDAH que le habrían diagnosticado en vida, junto con otra serie de... Complicaciones neuropsicológicas.
- Por tu parte, realmente me intrigan las razones de tu despertar... -

“¿Que se aburrió?” En serio, de todas las respuestas posibles, aquella era la última que me esperaba... Pero, ¿en serio alguien podía aburrirse de ser rey y luego volver a serlo de otras tierras? No lo entendía... Sin embargo, la otra razón me parecía mucho más convincente y un gesto digno de admiración, reconocer el deseo de otros por gobernar y abdicar en ellos.
Luccie... al mencionarla recordé cuando mi pequeña princesa me habló de ella y de lo mucho que admiraba al rey que ahora yo tenía delante. Me preguntaba si yo podría llegar a admirarle como ella lo hizo algún día... desde luego, estaba dispuesta a descubrir los motivos por los que ella le admiraba, pues debajo de ese halo de misterio, algo especial debía esconder.
–¿De mi despertar? –Repetí, ligeramente desconcertada. Realmente no encontraba nada interesante en el día que desperté del letargo–. O, quizá, quiso decir... ¿de mi entrada al letargo?

- Bueno, si me hubieras contestado las razones de tu despertar y las circunstancias que desencadenaron en el mismo, habría podido dilucidar lo que provocó el mismo... Pero entiendo que muchas personas prefieren comunicar las cosas en otro órden, así que... ¿Por que entraste en ese sueño? - Dijo Itachi tranquilamente. Su intención no era de alardear, pero con estas palabras no hacía mas que hacer obvias sus avanzadas capacidades cognitivas y la gran calidad de pensamiento lateral que posee.

–Oh... ya veo... En ese caso... Realmente me cayó algo encima y debía ser humano porque su sangre logró despertar mis instintos... Pero las circunstancias que hicieron que aquella persona cayese sobre mi tumba, las desconozco completamente –Dije respondiendo primero a las circunstancias del despertar–. Y... digamos que mi sire me indujo el letargo... ella podía controlar la mente con solo mirarte a los ojos, era algo increíble... me hipnotizó para que durmiera y mi cuerpo, al faltarle la sangre durante tanto tiempo, entró en letargo solo...

- Hm, curioso. No conozco a muchas personas capaces de hacer eso, así que debió haber sido una persona bastante interesante... Capaz que sigue viva. - Dijo meditando unos instantes.
- Bueno, ¿Que tanto sabes de la situación actual en el mundo? ¿A quienes conoces? ¿Te han comentado algo relevante? Me disculpo si sueno demasiado inquisitivo, pero como comprenderás, necesito ser consciente de que tanto sabés del contexto global actual...-

“Esa es mi esperanza...” Suspiré. No estaba del todo segura de que siguiera viva.
–Honestamente... No he tenido mucho tiempo de conocer gente ni de ponerme al día sobre la situación actual, más bien he estado investigando sobre el tiempo que me perdí... Me interesa saber qué fue de mi sire... Despertar y no encontrarla, para mí ha sido un duro golpe... –Expliqué, con calma–. Apenas conozco a cuatro personas más, a parte de su gracia... Pero todo se reduce a vampiros y licántropos, nada más por ahora –Hice una pausa, recordándolos con especial anhelo a algunos de ellos–. Quizá sea demasiado pedir, majestad... pero tal vez usted podría relatarme los hechos más relevantes que hayan llevado a la situación actual.

- Yo he estado en una especie de suspensión similar a la tuya, Katerina. Me he perdido el último año y medio al haberme aislado del mundo, según parece, muchos cambios han tenido lugar. - Le dije mientras en el pasillo comenzaban a oírse los pasos del individuo que regresaba con la botella y los vasos.

–En ese caso, creo que podría indagar por los dos... Al fin y al cabo, desde el momento en que me permitió ocupar un lugar en esta sala, he asumido que ahora pertenezco a su séquito... a su círculo de “confianza”... –No dije esto último muy convencida, la confianza era algo que se ganaba, no se regalaba porque sí. Pero si él me lo permitía, yo estaba dispuesta a ganársela demostrándole mi lealtad.

- Eso sería bastante útil... La gran mayoría de amigos que tenía en el mundo exterior han desaparecido misteriosamente, y aunque podría ubicarlos, prefiero no violar su privacidad... - El sujeto ingresó en la habitación, dejó la bandeja circular con la botella y los vasos en uno de los enormes apoyabrazos del trono, y se marchó tan silenciosamente como ingresó.

Seguidamente, Itachi sirvió ambos vasos y se levantó para darle en la mano a Katerina el que le correspondía.

El sujeto de antes llegó con la bebida. Guardé silencio, escuchando al rey, hasta que el otro se marchó tras dejar la bandeja en manos del primero, quien muy amablemente sirvió la bebida y se acercó para entregarme la mía. Le mantuve la mirada con cierta picardía mientras, recogía mi copa de sus propias manos. Realicé una pequeña inclinación en agradecimiento.
–Me complace comprobar que mis suposiciones eran correctas –Sonreí ligeramente–. Y, si me permite... Quizá le resulte demasiado obviedad y una osadía por mi parte, pero creo que para mí es importante. Aun no estoy del todo familiarizada con su nombre... Evidentemente, sé cómo la gente le nombra, pero... me falta información. No sé si ése será su verdadero nombre o el que prefiera dar de cara a desconocidos o si por el contrario, prefiere que se dirijan a usted de una manera predeterminada...
Sin apartar la mirada todavía, le di el primer trago a mi copa, como si lo degustara por primera vez cual gourmet del vino. No era el licor que acostumbraba a tomar, y aunque hubiese conseguido recalentar ligeramente mi frío paladar, tenía que admitir que había sido una buena elección.

- Yo... he tenido realmente muchos nombres. - Dijo, dándole una pista sobre su verdadera edad que posiblemente pasaría por alto.
- El último que tuve es Itachi, dado que ese es el nombre que el clan Uchiha me dió... Pero como todos ellos fueron exterminados por licántropos, ahora prefiero ser llamado Jace. - Miro hacia el único ventanal que había en la habitación, donde podía verse la luna llena apenas cubierta por dos nubes. Una imagen con una belleza realmente palpable.

Le di un nuevo trago a mi copa, al tiempo que le escuchaba interesada. Sin embargo, no pude evitar sorprenderme.
–La verdad... El único nombre con el que había escuchado nombrarle ha sido siempre Itachi... Se ve que la gente le reconoce más por ese nombre... No sabía que hubiera tenido tantos nombres... Mi nombre, en realidad es mucho más largo en comparación con el que suelo utilizar... –Dije quedándome pensativa un instante–. Y dígame, Jace, si es así como prefiere que le llame... ¿Cuál es su verdadero nombre? Y... ¿desea preguntarme alguna cosa en particular?
Mi mirada observó sus ojos en profundidad, a la debida distancia que nos encontrábamos, entre la silla que yo ocupaba y su trono.

- No estoy seguro de cual era mi verdadero nombre, puesto que no lo uso hace mas de 1300 años... Pero estoy casi seguro de que constaba de 4 palabras. - Le dijo tranquilamente, aunque muy seguramente habría sonado como un chiste para ella... Después de todo, desde la desaparición de Arshei, y su muy segura muerte, Itachi se había convertido en el ser mas longevo del mundo... Que él supiera, al menos.

- Hay cuarta personas que siempre tuve en la mira, y hace tiempo no sé nada de ellos, espero que podás decirme como se encuentran y cualquier novedad relevante a los mismos... La primer persona es Luccie, la reina de los vampiros, la segunda, Deimos, su consorte y principal guardián, la tercera es Lucía, la hija que tuvieron... Y la cuarta persona es... Elinor, la reina de las brujas. - Itachi mencionó a la última persona con una cierta duda, lo cierto es que había llegado a desarrollar un afecto mucho mas profundo por ella que por el resto de los nombrados, aunque Luccie también le importaba mucho, pero en otra forma. Las cosas de las que uno se da cuenta reflexionando en soledad...

–Oh, si es usted muy joven... pero se conserva bastante bien –Dije con cierta ironía–. Lo cierto es que yo conozco a gente con más años que usted, pero desde que desperté no los he vuelto a ver... Ciertamente, yo a su lado parezco una abuela... ¡me siento vieja! –Comenté teatralmente, fingiendo enfado por un momento como si fuera una niña pequeña, hinchando los mofletes. Sonreí después de mi actuación, divertida–. Y si al menos recuerda de cuantos nombres constaba el suyo al completo, entonces su memoria está todavía perfectamente.
Sonreí, mi vena infantil había salido repentinamente de su escondite. No sabía porqué acababa de hacerle esa broma, pero el caso es que comenzaba a caerme bien.
Escuché atentamente lo que me contó después, parecía bastante importante.
–Bueno... en realidad... de las cuatro personas que ha nombrado... solamente tengo el gusto de conocer a una de ellas... Pero, ¿por qué le interesa saberlo? –Pregunté con cierta curiosidad.