Nuevo vampiro desatado (Jace y Dr.Slender)

El castillo vampiro cuya construcción yo mismo me había encargado de supervisar se erigía imponente en el centro de la ciudadela que servía de capital a todo mi reino. De hecho, era la única ciudad en él, puesto que el resto del reino estaba conformado por distintos pueblos y puestos de avanzada de la armada vampírica.

El castillo en sí estaba erigido sobre piedra totalmente negra, con algunos revestimientos de oscuras sustancias azuladas, y salpicones de sangre seca por muchas de las paredes y murallones internos y externos. Incontables pasillos desembocaban en otros pasillos, puesto que uno solo contenía una cantidad par de puertas a un lado y al otro, y cada una de éstas llevaba a otro pasillo.

Los pasadizos secretos sólo conocidos por mí estaban a la orden del día, y no podían ser activados de manera accidental por las disposiciones que tenían, el paso a las mazmorras estaba prohibido excepto para mí y Katerina, así como el sector de más alto nivel de las habitaciones.

Me encontraba sentado en mi trono labrado en rubíes y huesos, en la punta de una alargada mesa de piedra con 12 sillas en total, 6 dispuestas a cada lado. Era una sala circular, con 8 pilares al estilo gótico a una distancia de unos 5 metros de las paredes y la única puerta que había, y diversos cuadros con escenas puramente dantescas podían disfrutarse en las paredes.

Sentí 2 auras aproximarse a mi ubicación, así que elevé mi voz de manera que los dos individuos me escuchasen perfectamente.

- Vergo, quédate afuera. Quiero hablar sólo con Slender. – Dije imperiosamente a la vez que me acomodaba mejor en mi trono, descansando ambos brazos en sus correspondientes lugares.

- Me alegra saber de tus progresos. De cualquier forma, no creas que no los tengo vigilados a vos y a Vergo, en éste reino no pasa nada sin que yo lo sepa... Ni en éste, ni en ningún otro, la verdad. - Le dije mientras me incorporaba del trono y me dirigía hacia él a paso normal, pero que podría parecerle lento debido a las circunstancias.

- Justamente de éso quería hablarte... No estoy enfadado, la verdad, pero... ¿Hay algo que quieras decirme? - Le dije dándole la oportunidad de confesar sus acciones a la vez que me plantaba frente a él, mi altura se veía magnificada por el aura de la habitación y daba un tinte dramático a la situación.

- Mi estimado Slender... - Le dije tornándome afable repentinamente, a la vez que empezaba a mover mis manos para acompañar gestualmente cada una de mis frases. - No soy sólo tu rey, soy tu camarada. -

Empecé a caminar dando vueltas alrededor de Slender mientras apoyaba la mano derecha en Puerta, mi espada que descansaba como siempre, en su vaina de cuero negro depositada en mi espalda, y elevando el brazo la desenvainé con un movimiento rápido y furtivo.

- Te propongo algo... Vamos a tener un pequeño combate de entrenamiento. Dependiendo de tu nivel, consideraré si estás en condiciones de defenderte a vos mismo, o necesitás un guardaespaldas. - Le dije a la vez que me detenía frente a el y asumía una postura defensiva que descuidaba mi espalda, ya que no consideré necesario cubrirla

Me incliné hacia la izquierda y respondí con una fuerte patada con mi pierna derecha y usando la mitad de mi fuerza en la caja torácica de Slender, sin mover mis brazos ni la posición de mi espada.

Oh, vamos, estoy seguro de que puedes hacer un poco más.

Dije a la vez que daba un salto hacia atrás sin despegarme mucho del suelo, para terminar 1 metro y medio más retrasado en relación a mi posición al momento de patearlo.

[En realidad, tu rango no te permitiría esquivar éso... Pero te lo voy a pasar, vamos a hacer ésto más divertido.]

Al ver la sala llenarse de revoloteantes y mortíferas mariposas de sangre, no se me ocurrió mejor idea que usar al mismo Slender contra ellas. Estaba pensando de qué manera, justo cuando noté que se abalanzaba hacia mí con una estocada. (Perfecto.) fué lo primero que pude pensar.

Extendí mi brazo derecho y abrí bien la palma para que su espada penetrase mi mano hasta asomar un cuarto de hoja por el dorso de la misma, momento en el que endurecí la sangre de mi mano totalmente, haciendo que su espada quedara incrustada de manera infranqueable.

Las mariposas se esparcían tan lentamente que en éstos... Dos segundos estimados que habrían pasado, todavía seguían concentradas en un lugar. Aproveché que Slender no podía cancelar su movimiento de ninguna manera por el ímpetu generado al lanzarse hacia mi, y le dí una patada con la suela de mi zapato en el centro de su pecho. Como usé toda mi velocidad y fuerza, no habría más remedio que el que saliera despedido violentamente con dirección a sus propias mariposas.