Sin mirar atrás (Libre)

Tras incontables días de viaje, dejando atrás Liang, mi hogar y las comodidades que ello suponía, había visto muchos viajeros, aunque ninguno se hubiese unido a mi trayecto. Por el momento decidí pasar de largo de las cascadas, pues tenía agua suficiente para unos días más. No sé la razón por la cual me dirigí hacia el norte, en ningún momento programé lo que iba a hacer o hacia donde dirigirme...me bastaba con explorar más allá de los límites que había recorrido cuando era pequeña.

Llegué a un claro más despejado entre la maleza, que combinaba todos los tonos de verde y la salpicadura de una infinidad de colores cálidos y alegres. Eché la cabeza hacia atrás para alcanzar con la vista las copas de los árboles, acariciados por los últimos rayos de sol. El cielo se iba tornando de colores anaranjados, dando a todo un aire más misterioso. Me apoyé con una mano en el tronco de un árbol enorme, sintiendo su corteza irregular bajo mi piel.

La guerra y la destrucción resulta tan placentera y a la vez tan estresante..... En cierto modo destruir aldeuchas humanas y ver como la Emperatriz rabia de dolor e indignación, mientras sus queridos bosques arden hasta los cimientos, es una experiencia completamente única. ¿Cuanto tardará la emperatriz en perseguir a los responsables?, nunca se sabrá pero resulta emocionante. ¿Cuando se decidirá mi señor Herby a enviarme a la corte de la falsa Emperatriz?, tampoco lo sé o ni será posible...

Caminaba en forma humana y solo por entre la maleza, disfrutaba de la soledad de aquellos momentos robados a tanta destrucción, y lo que menos podía imaginar era encontrarme con otro ser inteligente en medio de aquel esplendor vegetal:
Esbelta, algo mas baja que yo, melena negra y piel bronceada, poseía algo distintivo en sus movimientos, algo que me resultaba familiar.

No perdí el tiempo ni me anduve con juegos, si era necesario podía acabar con ella en cuestión de segundos:

-Que casualidad encontrar a alguien paseando entre la maleza,- Dije en voz alta y tono burlesco. -Casi llegué a pensar en una gacela extraviada.-

Mi mente navegaba hacia ninguna parte, dejándose llevar por los suaves ruidos de la naturaleza, cuando de repente una voz irrumpió de manera repentina, y eso me hizo dar un respingo del susto que me dio.

Me giré hacia la voz inmediatamente y vi a otra persona en el mismo claro donde me encontraba. Era un chico joven, alto, cuya piel contrastaba ampliamente con los ropajes negros que vestía. Por el sombrero que llevaba y la disminuida luz del sol no podía verle muy bien el rostro, los ojos sobre todo. Era como el típico hombre misterioso que describían en algunos libros de intriga que había leído en casa.

-E-eso mismo habría dicho yo misma...-le respondí sin poder evitar los nervios. Después miré hacia el suelo pues me daba un poco de apuro responder mal a un desconocido:

-Como puedes ver, no, no soy una gacela...y tampoco estoy extraviada.-Dije sin pensar demasiado.

La chica parecía perdida, confusa y nerviosa por mi aparición repentina, bajó la vista ante mi presencia después de responder a mis palabras de manera impertinente fruto del nerviosismo, puede que incluso tuviera mas valor que el que ella misma creía.

-¿Que hace una chica como vos en un sitio como este?.- Pregunté inquisitivo sin dejarme impresionar por sus preguntas, mientras me aproximaba a ella con paso firme, -Estas no son tierras para.....- Algo me desconcertó, ¿sería posible?, ¿como no me había dado cuenta?. -¿Qué hace una uroba aquí extraviada?.-

Me coloqué a su lado y di una lenta vuelta alrededor suyo, observándola e incluso oliendo su esencia, como un tratante de esclavos examinaría a una bella esclava, antes de exhibirla ante los compradores. Me detuve a su derecha y acerqué mis labios a su oreja:

-¿Porqué no me dijiste antes que eras de los nuestros?, te tomé por una humana corriente.-

Cuando volvió a hablarme me dí cuenta entonces del tono cortés que empleaba para dirigirse hacia mí, por lo que pensé en rectificar y ser un poco más educada con el desconocido. De repente éste al acercarse hacia mi pareció darse cuenta de mi condición, de la clase de seres de los que se suponía que formaba parte...los uroba.

Me quedé rígida, sin saber si responder directamente que sí o quedarme callada un poco más y dar una respuesta alternativa. No esperaba que alguien me fuese a reconocer a primera vista, "Si en toda mi vida nadie se había dado cuenta, excepto los demás urobas de mi comunidad..."

Justo cuando lo estaba pensando, el joven me empezó a observar detenidamente, saltándose toda norma de cortesía al aproximarse sin importarle en absoluto lo que pudiese pensar, y yo arqueé una ceja ante tal forma de actuar. De repente se detuvo y me susurró algo al oído, sus labios rozaron levemente mi lóbulo, y me recorrió un escalofrío por brazo derecho, poniéndose como la piel de gallina:

-De...¿de los nuestros? ¿Cómo que de los nuestros? -Pregunté, inquieta. Me sentía desprotegida ante su presencia si, ahora si que me veía como una pequeña gacela. Al final lo dije, sin remedio:

-¿Quieres decir que también eres...un uroba?

-Sí, soy un uroba señorita.- Respondí a sus preguntas. -Una Uroba y muy bella..., ¿que hacéis aquí?,- Pregunté inquisitivo: -Parece que queréis ocultar algo.-

Permanecí expectante junto a la joven uroba, no la conocía, no sabía quien era ni a que familia pertenecía, realmente daba igual en este momento.
Me acerqué lentamente a ella hasta estar completamente pegado a ella y sujeté sus brazos con firmeza pero sin intención de lastimarla:

-¿Quien soís?, ¿y que hacéis aquí?

De nuevo me olvidé por completo las normas de cortesía "Dioses, qué desastre" pensé. Sus halagos hicieron que me sonrojase, pero giré la cabeza y le miré sorprendida a los ojos cuando me acusó de ocultar cosas sobre mi:

-¿Yo? ¿Por qué supone que tengo algo que ocultar? Es la primera vez en mi vida que le veo...-dije, mirándome los pies. Revolví la tierra un poco con el izquierdo y de repente sentí sus manos aferrándome a ambos lados. Tardé en contestar pues algo así no me lo esperaba, parecía ansioso por saber quien era yo:

-Pues...eh...-me di cuenta entonces del color violáceo de sus ojos, pero no podía soportar aguantarle la mirada durante mucho tiempo, por lo que miraba hacia otra parte de vez en cuando- M-me llamo Lysandra...Xelmont, soy una uroba, como ha descubierto por si mismo y...-pensé en la respuesta a la siguiente pregunta, la cual carecía de sentido para mi:

-Y estoy aquí...descansando. No sé muy bien hacia donde ir, sólo esperaba conocer otros urobas en alguna parte.

Escuché atentamente las explicaciones de la joven sin soltarla, mientras estudiaba la expresión de su rostro. Parecía realmente nerviosa y muy probablemente estuviera diciendo la verdad sobre quien era y porqué estaba allí. De todas formas no podía arriesgarme a permitir que un agente encubierto de la Emperatriz estuviera metiendo las narices en los asuntos renegados.
Los enemigos mas peligrosos suelen estar envueltos en un bello envoltorio y esta chica, tan joven, tan atractiva, tan aparentemente inocente, bien podía ser uno de ellos.

O podría estar diciendo la verdad....

-Esta bien... disculpadme señorita.- Respondí mucho mas calmado y solté sus brazos, -Recientemente algunos de los nuestros han atacado y arrasado varios asentamientos humanos de la zona.- Con un gesto de cabeza indiqué una lejana humareda que aún se podía ver en el horizonte.

Me quité el sombrero con normalidad y aparté mis cabellos para dar tranquilidad a la joven, en un gesto informal, como si la hubiera interrogado hace unos instantes.

-Me llamo Axel, Axel Foley, y si os habéis extraviado en estos bosques, lo mejor sería que os transforméis y emprendáis el vuelo.- Puntualicé con amabilidad. -Desde el aire os podréis orientar mejor.-

El joven parecía no quitarme el ojo de encima, pero al final supongo que se relajó con mis declaraciones. Cuando mencionó el incendio, miré en la misma dirección que él y puder ver como una tenia humareda bañaba el cielo al fondo de la selva:

-Ah, no sabía nada...¿y cómo ocurrió? -Le pregunté sin alzar mucho la voz.

Pero pareció no darle mucha importancia al asunto pues enseguida cambió de tema. Además, se quitó el sombrero, y pude ver su bonito cabello, largo y oscuro, dejando al descubierto su afilado rostro. Tenía la piel más pálida de lo común, por lo que parecía un extranjero.

Me dijo su nombre, pero al comentar lo de transformarse en dragón no supe donde meterme para ocultar mi vergüenza:

-Verás, es...un placer, Axel, pero...-hice una pequeña pausa mientras me frotaba los brazos, incómoda- la verdad es que...No sé si podrás creerme esta vez, pero no me he transformado nunca. He leído algunos relatos en los libros, pero...

Cuando no supe qué mas decir me senté en un tronco caído que tenía justo detrás, lleno de maleza. Le miré a los ojos fijamente, esperando una respuesta, y un poco de comprensión.

OFF: no se suponía que ibais a esperarme... U.u?

OFF: Ayer fue muy raro lo que pasó, por mi entra cuando quieras, yo espero y no posteo mas hasta que entres.

Off: Seguiremos con el Hilo y cuando desee Yukiko es libre de unirse cuando quiera. Será bien recibida siempre.



Escuché atentamente lo que me dijo sobre su problema para conseguir transformarse. Era algo realmente extraó, normalmente solo los urobas más jóvenes podían llegar a tener problemas al respecto de eso, pero esta jovencita ya no era una niña, de hecho ya era toda una mujer atractiva.... pero cuidado, debía mantener las precauciones con ella.

-Es extraño sin duda, ¿decís que nunca habéis sido capaz?.- Pregunté en tono comprensivo mientras me rascaba la coronilla. -Pero señorita..., ¿como se supone que habéis llegado hasta aquí entonces.-

Sabía que era una pregunta comprometida y que quizás la metía directamente en un callejón sin salida, pero de tratarse de una espía, estoy seguro que no se habría creído mi comportamiento. Aunque no tenía la mano cerca de la empuñadura de la espada, permanecía expectante ante cualquier movimiento extraño por su parte.

No sé exactamente leer la expresión de su mirada, le miré, intentando adivinar sus pensamientos, pero era algo imposible. Cuando habló se rascaba la cabeza, señal de incomprensión, cosa que me parecía totalmente normal, suponiendo que lo mío no pasase normalmente con los demás urobas...

-N-no, nunca...no tengo ni idea de como se hace algo así, cambiar completamente tu cuerpo -le respondí, mirándome los pies.

Después alcé la vista hacia un lado, por donde mis pasos me habían llevado a encontrar antes aquel claro. No sé cuántos días llevaba deambulando por las tierras de Vaeh Urobhak:

-Pues...a pie. -dije, simplemente.

Hum... pensé ante la situación que se planteaba ante mi, quizás después de todo no fuera una espía de la emperatriz, quizás en efecto simplemente era una uroba extraviada y por lo que me estaba contando, incapaz de volar.

-Es más sencillo de lo que parece, cualquiera de nosotros puede hacerlo, simplemente concentraros en ello.- Guardé una pausa. -Sentir como podéis volar, extender las alas y despegar los pies del suelo.- la miré con amabilidad: -Es importante que estés tranquila, relajada y que creas en poder hacerlo.-

No recordaba haber oído hablar nunca de ningún uroba que no pudiese transformarse en forma draconiana, esta joven sería la primera.

-Si es necesario, puedo ayudaros....-

Volví mi mirada hacia la suya cuando empezó a explicarme, más o menos, el proceso de conversión. La expresión de su rostro era amable y eso me ayudó a levantarme para acercarme unos cuantos pasos hacia el, decidida.

Mis ojos suplicaban su ayuda, cuando él ofreció la suya. Me daba mucho apuro intentarlo sola y que no funcionase:

-Agradecería mucho tu ayuda, Axel...-dije tuteándole, agachando la cabeza. Pensé durante un momento y seguí hablando:

-Además, podría preguntar...¿sabes hacia donde se encuentran el resto de urobas? ¿Donde viven?

Escuché atentamente su explicación y su súplica a la vez que se acercaba en unos pasos hacía mi. ¿Ni siquiera sabía donde estaban los suyos?, ¿su propia especie?.
Todo esto resultaba muy extraño y a la vez conmovedor:

-¿No sabéis donde se encuentran nuestros dominios, nuestras ciudades?.- Pregunté con incredulidad y la misma expresión en el rostro. -¿Pero de donde habéis salido querida?.-

Suspiré conmovido y me acerqué a ella lentamente hasta situarme justo delante de ella, le tomé delicadamente la barbilla para que alzara el rostro y me mirara a los ojos:

-Si necesitáis aprender a volar, será mejor que aprendáis cuanto antes, dadas las circunstancias.-

Le cogí la muñeca y me dí media vuelta comenzando a caminar y tirando de ella para que me acompañara, había un lugar idóneo cerca de aquí que nos resultaría muy útil....

Axel me miró con incredulidad cuando le formulé la última cuestión.

-No, no lo sé, porque llevo viviendo en las proximidades de Liang toda mi existencia y nunca he viajo mucho más lejos....

Le respondía hasta que le vi aproximarse lentamente y dejé de hablar. Tras reducir la distancia entre nosotros, se detuvo y colocó su mano suavemente junto a mi barbilla para que levantase la cara, y miré a sus ojos mientras le escuchaba:

-¿Circunstancias? ¿Qué circunstancias? -le corté nada más terminar la frase, con ojos interrogantes y descolocados.

Pero en aquel momento me cogió de la muñeca con su mano clara y fuerte y me dio un pequeño tirón para que le siguiese. Me quejé por lo bajo mientras los dos salíamos de aquel claro.

La llevé a través del claro desolado con guiándola con firmeza pero sin tirar de ella, hasta que por fin nos internamos en la espesura. Avanzamos un buen rato en silencio, yo avanzaba sumido en mis pensamientos, hasta que por fin abandonamos de nuevo la espesura en un nuevo claro, pero esta vez rodeado de árboles, un buen lugar donde ocultarse:

-Bien, empezaremos por lo mas sencillo.- Dije al volverme hacia ella y mirarla. Solté su muñeca y continué explicándome:

-Para lograr el objetivo, debéis desearlo en primer lugar. Cerrad los ojos y relajaros, dejad vuestra mente en blanco, libre de pensamientos.- Guarde una pausa y luego añadí:

-Cuando tengáis la mente libre, buscad en vuestro interior. Somos lo que somos, esta en vuestro interior.-

Axel me llevó a través de la espesura hasta otro claro a mejor recaudo. Al verlo tan tupido de árboles en los límites, supuse que lo que buscaba era un nuevo sitio para ocultarse.

Comenzó a darme las instrucciones teóricas, como un buen profesor. Yo asentía con la cabeza mientras explicaba, y cuando terminó de hablar me quedé mirándole embobada, hasta que me di cuenta que no lo iba a demostrar él primero, como yo pensaba.

-Vale...de acuerdo -dije.

Separé los pies a la misma distancia que mis hombros, como quien se dispone para un gran esfuerzo, y cerré los ojos. Respiré profundamente durante menos de un minuto, mientras dejaba de pensar en lo que me rodeaba, en mi situación, incluso a mi actual acompañante, el cual parecía tener una experiencia más que suficiente en lo que me iba a proponer hacer.

Traté de imaginarme a mi misma en forma de dragón, y en mi cabeza se fue formando una imagen de diferentes formas y colores, que poco a poco se iba viendo más nítida, e iba destacando el color verde...

Entonces me vi forzada a abrir los ojos, y todo parecía diferente, mis ojos no veían de la misma forma que antes. Los pulmones con los que respiraba ya no eran los mismos. Me miré como pude, y en lugar de manos tenía unas poderosas garras, más grandes, y unas escamas verde oscuro y brillante que recubrían mi cuerpo.

Volví mi largo cuello y en las espalda alcancé a ver un par de hermosas alas, que intenté mover, agitándolas levemente. Tras deleitar mi actual forma, busqué a Axel con la mirada (ahora parecía mucho más pequeño) y traté de hablar:

-Eh, Axel...¿Está....está todo bien? ¿Debería ser así? -le pregunté, expectante. Mi voz era más profunda ahora, al producirla una cavidad mucho mayor.

Lysandra pareció aceptar mis consejos al respecto sobre como conseguir transformarse en dragón. Permaneció unos instantes frente a mi indecisa pero finalmente cerró los ojos y permaneció inmóvil, poco a poco vació su mente tal y como le había indicado para tan solo concentrarse en un único objetivo: Transformarse.
Al cabo de unos breves instantes el acto culminó en una transformación perfecta, ante mis ojos apareció un bonito ejemplar de dragón verde, cuyo aspecto no reconocía entre ninguno de las diferentes familias urobas. Probablemente condicionado a sus orígenes, pero aquello no importaba ahora.... decidí transformarme también, pues ahora venía la segunda parte de la lección:

-¡¡ Bravo, lo has conseguido Lysandra !!;- Rugí triunfal bajo mi forma draconiana, -sí, está todo bien, así es nuestra verdadera forma y debes estar orgullosa de lo que has logrado hoy.-

Dí una vuelta alrededor de la dragona de color verde que permanecía incrédula e indecisa ante lo que acababa de suceder, admirando su aspecto y su éxito. Luego volví a encararme a ella y le dije:

-Ahora ya sabéis transformaros, es exactamente igual que volver a la forma humana, simplemente concentrate y practica, poco a poco será mas fácil e instintivo.- Puntualicé satisfecho. -Ahora a llegado el momento de probar vuestras alas.- Comencé a aletear con fuerza y me separé del suelo unos metros por encima del mismo, delante de ella.

-¡¡ Ahora hazlo !!.-

Axel pasó a su forma humana a la draconiana en un abrir y cerrar de ojos.

Se trataba de un dragón de color negro brillante, cuyas escamas reflejaban la luz del sol. Tenía una cresta que recorría su espina dorsal y sus patas delanteras, dándole un aspecto imponente y peligroso. Su cabeza estaba coronada por un puntiagudo juego de cuernos y sus ojos habían cambiado del violeta al rojo intenso.

Rugió majestuosamente y me dio la enhorabuena, con una voz grave y cavernosa:

-Gracias, Axel -me quedé un minuto en silencio y dije- Ha sido...demasiado fácil -respondí, confusa- Pero también ha sido muy liberador, no lo puedo definir bien con palabras.

Dio una vuelta a mi alrededor mientras yo le miraba expectante. Agitó las alas tras explicarme que el proceso inverso sucedía de la misma manera. Ahora tendría que volar.

Él se adelantó y tras pegar unos pasos y batir sus membranosas alas con fuerza, pudo levantarse un par de metros al suelo.

Yo seguí sus pasos, haciendo lo que me decía. Primero agité mi alas y las estiré, acostumbrándome al trato con mis dos nuevas extremidades, seguí detrás suya caminando un poco más y cuando vi como él empezaba a flotar, yo batí mis alas con toda la fuerza que pude. Aquel movimiento me levantó medio metro del suelo pero no me mantuvo, así que seguí un poco más y empleé toda mi fuerza e ingenio para mover mis alas con más fuerza si cabía, varias veces seguidas, hasta que me elevé como unos 3 metros y luego las relajé, dejando que el aire me volviese a dejar en tierra firme después de planear brevemente.

Escuché sus palabras y asentí con la cabeza cuando terminó de explicarse. Luego Observé como intentaba dar su primer vuelo, le costaba mantenerse en el aire pero era algo completamente lógico, nunca antes había usado sus alas ni nunca había experimentado la sensación del vuelo. Le llevaría tiempo acostumbrarse a ello, pero al menos había dado sus primeros pasos.

-Te llevará tiempo acostumbrarte a las nuevas sensaciones que te proporcionará tu forma draconiana, pero estoy seguro que las disfrutarás.- Aterricé justo delante de ella y plegué mis alas, luego me recosté sobre el suelo y añadí:

-Sigue intentándolo Lysandra, hasta que te sientas cómoda, las veces que sea necesario hasta que no te tiemblen las alas.- Tosí una pequeña bocanada de fuego. -Después probaremos algo nuevo, seguro que te gustará.-

Cuando aterricé en el suelo con torpeza, me encontré con los ojos de Axel observándome con atención, mientras aterrizaba con oscura elegancia a mi lado.

Plegó sus alas, ocultando así su gran tamaño, y extendió su cuerpo sobre el terreno húmedo del claro, que se trataba de una explanada bastante grande para acoger a dos dragones.

Asentí con la cabeza cuando me dijo que me acostumbraría a esto, porque la verdad es que el hecho de haberme mantenido en el aire aunque hubiese sido ese pequeño lapso de tiempo había sido una sensación única. Vencer a la fuerza de la gravedad que nos atraía hacia el suelo y poder hacer como los pájaros.

Axel me dijo que lo siguiese intentando y que probaríamos algo nuevo. Entonces fui a dar un gritito de entusiasmo, pero en lugar de aquello mi alargada garganta emitió un alegre rugido.

Me escuché extraña al hacer eso, peor para quitarle miga al asunto cambié de tema:

-Antes me ha parecido que...expulsabas fuego por la boca, ¿me equivoco? -dije mirándole con curiosidad- ¿Cómo puedes hacerlo?

Tras decir aquello, estiré las alas, volví a la carrera y agité las alas con energía, volviendo a elevarme sobre el aire, un par de metros, tres, cuatro...creí que volvería a darme contra el suelo pues me encontraba cayendo torpemente, pero con esa misma torpeza aleteé un poco más y conseguí recuperar el equilibrio, hasta alcanzar la copa de los árboles que coronaban el claro.

Rugí triunfante, y volví a relajar las alas cómo había probado antes, descendiendo en círculos lentamente, hasta alcanzar la superficie del claro de nuevo.

Observé como poco a poco conseguía dominar su forma draconiana y la capacidad de levantar el vuelo y aterrizar. Estaba entusiasmada y su alegría resultaba contagiosa aunque intentaba aparentar lo contrario mostrándome tranquilo y un poquito serio ante ella. Cada vez me quedaba mas claro que su historia, aquella que me había contado cuando nos encontramos, podía ser cierta. ¿Qué sentido tenía mentir, en aquel momento y lugar?.

-Pues igual que con todo, simplemente piensa en escupir y fuerza las glándulas de tu garganta, ya verás que fácil resulta.- Comenté divertido y añadí: -Pero procura intentarlo solo cuando estés transformada en dragón o de lo contrario solo escupirás al contrario una flema.- Solté una estruendosa risotada.

Me levanté sin esfuerzo del suelo y extendí las alas mas para estirarme que por ostentación, aunque sí que me sentía un poco espléndido por los éxitos de Lysandra.

-Bueno, ahora pasemos a cosas mas serias, sígueme y disfruta del vuelo.- Dije mientras comenzaba a batir mis alas y alcé el vuelo. Algo fácil y sencillo para empezar: simplemente volaba por encima de las copas de los árboles en línea recta.

Me detuve, esta vez un poco mejor, cerca de Axel. Le miré enseñando los dientes en una peculiar sonrisa mientras hablaba, para finalmente reírme con él.

-jajaja gracias por la advertencia Axel, no lo intentaré en mi forma humana...-no me imaginaba escupiendo fuego, la verdad, pero a él le quedaba que ni pintado.

Se estiró, mostrando su espectacular figura al completo mientras yo esperaba sus indicaciones. Entonces alzó el vuelo y me dijo que le siguiese. Alcanzó las copas de los árboles que cubrían la selva con un par de movimientos rápidos y vi cómo desaparecía de mi vista.

Me preparé, colocándome en un borde del claro para coger un poco de carrerilla, y aleteé con fuerza para alcanzar la superficie libre de hojas y ramas, alzando mi cuello por encima de los árboles para buscar al dragón negro.

Cuando le divisé, eché a volar detrás suya.