El trono del infierno

OFF: Venimos de aquí.

Para explicar la existencia de éstos escuadrones de demonios de élite pongo a disposición los siguientes links:
- Entrenamiento de elementales de aire
- Entrenamiento de elementales de tierra
- Entrenamiento de elementales de fuego
- Reunión

ON:
La noche había llegado. Finalmente me encontraba a las afueras del templo, esperando para entrar en la sala del trono. A mi derecha se encontraba mi más fiel súbdito y aprendiz, Izaías, un maestro demonio de tierra. A mi izquierda, mi más aventajada discípula, Verithia, diablesa de aire.

A nuestras espaldas se habían formado tres de los cuatro grandes escuadrones de élite del infierno: El Baluarte, el escuadrón de tierra; El Último Escuadrón, el escuadrón de aire; y Las Llamas del Averno, el escuadrón de fuego; cada uno compuesto por 100 demonios entrenados de manera única e irrepetible. Solamente faltaba el escuadrón de agua. En cierto modo, siempre habían sido más leales a Wataru, su verdadero comandante, por lo que entendí que no hubieran hecho acto de presencia. Pese a ello, contaba con el apoyo de los otros tres. Los 303 demonios allí presentes mantenían su aura oculta, pues por el momento no era necesario llamar la atención. Además, y para evitar posibles sustos, todos nos manteníamos tras nuestra propia nube de oscuridad, dificultando así que nos localizara algún indeseable.

- Agradezco vuestra presencia, mis queridos demonios - dije recatadamente refiriendome a mis dos alumnos. Mucho tiempo había pasado desde que les instruí, pero el lazo que se había creado nunca se destruiría -. En situaciones como ésta es cuando más unidos debemos estar, por el bien del infierno.

- Sabéis que siempre os hemos sido leales, aun cuando desaparecísteis - respondió Verithia -. El corazón del infierno nunca a latido tan fuertemente como ahora, es momento de recuperar nuestra gloria.

Izaías se mantuvo callado, pero asintió con la cabeza, nunca había sido un muchacho de grandes palabras, pero sin duda alguna su competencia hacía de él un fiel camarada.

El único que faltaba ya por aparecer era Kyro. Una vez llegara, podríamos dar comienzo a nuestro plan.

La noche caía cuando llegue al templo, en las afueras de este vi a un gran numero de demonios.
Yo había podido reunir a diez de mis mejores demonios, los cuales me eran leales y con los que había luchado en todas mis batallas desde que se pusieron a mis ordenes.
Al llegar hasta los demonios estos me hicieron paso hasta llegar frente a Aspicious y dos demonios que se encontraban con él.
Incline mi cabeza levemente en señal de saludo.

-Lamento el retraso, tuve que reunir a unos antiguos camaradas.Estamos a su servicio.

No tuve que esperar demasiado hasta que llegara el maestro demonio. Una vez se situó a mi lado con otros diez compañeros y me saludó, asentí con la cabeza.

- Llegas justo a tiempo, maestro Tserof.

Después de decir aquello me dirigí a todos los presentes, alzando lo suficiente la voz como para que se me oyera.

- Esta noche no debe haber ningún derramamiento de sangre. Todos somos demonios, y todos buscamos el mismo fin, la prosperidad para nuestro pueblo. El único motivo por el que habéis sido convocados es para hacer fuerza común - pronuncié mientras me movía entre las filas. Todos los soldados estaban altamente cualificados y ante todo debían lealtad al infierno -. Si el rey Demian se digna a presentarse, no debemos flaquear, ningún demonio será malherido. Es la hora de que el reino recupere su esplendor. ¡POR EL INFIERNO! - grité finalmente alzando los brazos, como el que realiza una oración.

- ¡POR EL INFIERNO! - bramaron mis camaradas.

Dicho esto comenzó la marcha pacífica hacia las puertas del templo infernal. No sabía si aquella noche cambiaría algo, o si quiera si el rey aparecería, pero ya había estado demasiado tiempo cruzado de brazos, viendo como todo por lo que había luchado en el pasado se desmoronaba. Ya iba siendo hora de actuar.

La marcha iba encabezada por Aspicious, y tras el nos encontrábamos todos los demonios.
En ese momento las puertas del templo se abrieron de par en par, permitiéndonos pasar al interior.
Solo había estado allí un par de veces.
Entre junto a Aspicious y sus aprendices.

-¿ Aparecerá?...-me pensé.

No tenia muy claro si Demian aparecería, y si lo hacia si aparecería solo...

Finalmente habíamos llegado a la sala del trono. Allí no se encontraba nadie, salvo unos pocos guardias que nos abrieron paso, no sin mirarnos con algo de recelo. Cuando habíamos pasado todos me quedé al lado del trono para alzar la voz y pronunciar unas palabras.

- Demonios del infierno - comencé con soltura -. He venido aquí, junto con todos estos aliados, para dar comienzo a una nueva era. El rey Demian no se encuentra ahora entre nosotros, y es momento de iniciar un traspaso de poderes. Debido a la incompetencia de nuestro actual gobernante, hemos perdido todo esplendor que en el pasado mostramos. No quiero guerra, no quiero muerte, solamente quiero gloria para nuestra raza. Por ello he vuelto para tomar el trono.

Miré de nuevo a los presentes. Los guardias fieles a Demian me ofrecieron una mirada hosca, pero no intervinieron, al fin y al cabo, eran una minoría.

- Prometo ser un monarca justo, que vela por los intereses de nuestra tierra, como antaño lo fui. Es por ello que solicito esta cesión de poderes de manera pacífica - en esta ocasión me detuve y cerré durante un instante los ojos -. En el caso de que Demian regrese para reclamarlo, no dudaré un segundo, el futuro del infierno es mucho más importante que una simple disputa. Por ello, pido a los aquí presentes que hagan memoria y recuerden quién realmente ha trabajado por vosotros. El periodo del caos ha concluido. El orden volverá a su cauce y renaceremos como el reino más poderoso de Yggdrasil.

Ya solo faltaba esperar, si Demian hacía aparición aún quedarían cosas por hacer. Si por el contrario no lo hacía, todo habría concluido.

OFF: Debido a la norma del Censo (reflejada en las Normas del Foro), y cumplida ya la fecha de un mes transcurrido tras el último post de Demian, sin haber vuelto demostrar actividad en el foro, procedo a liberar el rango de Rey de los Demonios (oficiales).

Norma del Censo:

En caso de que Demian regresara, podría optar al rango más alto disponible si el rey actual se lo permitiera. Por el momento se le degrada a Común (y lo mismo sucederá con sus demás cuentas, en caso de tenerlas).

Los días transcurrieron y Demian continuaba sin presentarse, ni parecía que fuera a hacerlo. Tras este periodo, no me quedó más remedio que tomar la decisión final: sentarme en el trono.

Y así es como transcurrió, ante la atenta mirada de los antiguos súbditos de Demian, que ahora rendirían lealtad al nuevo monarca. Las cosas cambiarían desde ese momento. Algo me decía que pronto llegarían nuevos aliados, y que éstos ayudarían a reconstruir lo que fuimos.

Tras colocarme la corona observé con atención a Kyro. Con un gesto de cabeza di mi aprobación a su apoyo. Realmente no habría hecho falta su aparición, pero sin duda alguna necesitaría un príncipe en el que apoyarme para gobernar de manera justa y sabia. Sin embargo, todo llegaría a su tiempo, por el momento lo primordial era reorganizar la corte, y eso es lo que haría a partir de entonces.

Tras la espera Aspicious ya se había decidido.
Se sentó en el trono y se coloco la corona.
Ya teníamos un nuevo líder que nos guiaría a la gloria.
Todos los presentes nos arrodillamos ante al nuevo rey.
Me alegraba que todo hubiera salido bien, pero ahora debíamos reconstruir aquel lugar y recuperar el poder de antaño.
Seria un trabajo duro.

OFF: Ha sido algo rápido, ¡cómo se nota el entusiasmo! Ascenso de Aspicious a Rey de los Demonios efectuado.